I want Poland to report and sue me too

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I want Poland to report me too, sue me, accuse me, and crucify me

because I publicly state that:

the Polish did not give my brother back

the Polish confiscated the houses and all their contents once the Jews were deported

the Polish would not let my mother walk on the sidewalk and would kick her onto the street “where animals belong”

the Polish, after seeing that my parents had survived, said with disdain “eh? You survived?”

the Polish asked for bribes when they discovered a Jew

the Polish would report them even after they had been bribed

I want Poland to report me,

sue me, accuse me, and crucify me because

the Polish incinerated their neighbors in Jedwabne

the Polish killed those returning to Kielce

the Polish would not let Jews join their resistance

the Polish would stalk the streets, hoping to catch a Jew for the reward

the Polish hid Jews for money and, when the money ran out, would end up reporting them

the Polish would sell water at exorbitant prices when trains stopped on their way to Treblinka and Auschwitz

I want Poland to report me, sue me, accuse me, and crucify me because

the Polish mocked Jewish students at school

the Polish priests preached hate century after century based on the believe that the Jews killed Christ

the Polish applauded the Nazi hordes who ripped Jews from their homes

the Poles who were hired to help Jews cross rivers and borders were the same ones who would abandon them in unknown places

the Polish were the ones who, after abandoning them, would report them

I want Poland to report me, sue me, accuse me, and crucify me because

Even though I also say that

the Polish government abroad was not a Nazi accomplice, and that

there were also some Poles who did not submit and did help the Jews

some Poles did hide them, feed them, and take care of them while risking their lives

some Poles did provide them with false documents

some Poles were also part of Zegota’s salvation network

without these Poles almost no Jews would have survived

these thousands of Poles stood in harsh contrast to the millions of complicit Poles who were guilty of actions of omission and commision

Because of all this

I want Poland to report me too, sue me, accuse me, and crucify me

Diana Wang. President of Generaciones de la Shoá en Argentina.

Translation by Judith Tiferes and David LaVergne

Pido que Polonia me denuncie

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Quiero que Polonia me denuncie a mi también

que me demande, me acuse y me crucifique

porque digo públicamente que:

fueron polacos los que no devolvieron a mi hermanito

fueron polacos los que se apropiaron de las casas y de todo lo que había adentro una vez que los judíos había sido deportados

fueron polacos los que no dejaban a mi mamá caminar por las veredas y la echaban a la calle “por donde van los animales”

fueron polacos los que cuando vieron vivos a mis padres profirieron con desprecio “¿ah? ¿sobrevivieron?”

fueron polacos los que pedían sobornos cuando descubrían a un judío

fueron polacos los que lo denunciaban aún después de sobornados

Quiero que Polonia me denuncie

que me demande, me acuse y me crucifique porque

fueron polacos los que quemaron a sus vecinos en Jedwabne

fueron polacos los que mataron a los que volvían a Kielce

fueron polacos los que no dejaban que ningún judío integre sus grupos rebeldes

fueron polacos los que iban atentos por las calles esperando cazar algún judío para ganarse la recompensa

fueron polacos los que escondieron judíos a cambio de dinero y los que, cuando el dinero se terminaba los denunciaron

fueron polacos los que vendían agua a precios exorbitantes cuando los trenes se detenían en su camino a Treblinka y Auschwitz

Quiero que Polonia me denuncie

que me demande, me acuse y me crucifique porque

fueron polacos los que se burlaban de sus alumnos y compañeros judíos en las escuelas

fueron polacos los curas que predicaron siglo tras siglo el odio bajo la acusación de deicidio

fueron polacos los que aplaudían a las hordas nazis que arrancaba a los judíos de sus casas

fueron polacos los contratados para hacer cruzar ríos y fronteras a los judíos y los que los abandonaban en parajes desconocidos

fueron polacos los que después de abandonarlos los denunciaban

Que Polonia me denuncie

que me demande, me acuse y me crucifique

aunque diga también que

el gobierno polaco en el exilio no fue cómplice del nazismo y que

también fueron algunos polacos los que no se sometieron y ayudaron a los judíos

también algunos polacos los escondieron, alimentaron y cuidaron arriesgando sus vidas

también fueron algunos polacos los que les proveyeron de documentos falsos

también algunos polacos integraron la red de salvación Zegota

sin esos polacos casi ningún judío podría haber sobrevivido

fueron miles esos polacos que iluminan por contraste y con crudeza a los millones de polacos cómplices, responsables y culpables por acción u omisión

Por todo eso

Quiero que Polonia me denuncie a mi también

que me demande, me acuse y me crucifique.

 

Repercusiones en los medios:

Editorial de Alfredo Leuco

Nota en Pagina 12

Nota en Urgente 24

The Guardian

Noticias de Israel (2021) 

Radio Pública israelí, KAN en español, a partir del minuto 38

Carta del rabino Nissenbaum:

Bs As 22 de Adar de 5778

09 de marzo de 2018

 Mi muy querida Diana: Estoy en USA de vacaciones y mi secretaria me envió hace días tu texto sobre la nefasta ley del gobierno polaco respecto al Holocausto. No podía dejar de escribirte, en primer lugar porque lloré como un chico mientras lo leía. Mis bisabuelos llegaron a la Argentina entre 1870 y 1890, por lo tanto no tenemos en nuestra familia victimas o sobrevivientes conocidos de la Shoah. Mientras mi padre desde pequeño me contaba historias bíblicas, mi madre en cambio, a partir de mis 7 años empezó a contarme las atrocidades de los nazis en los campos y en los ghettos y los experimentos médicos con los niños judíos, por eso me considero un sobreviviente del texto.

Tu escrito es para mí una proclama ejemplar acerca de nuestra especie, que puede llegar  a los grados más terroríficos de la deshumanización por su crueldad y violencia despiadada pero también cuenta de aquellos otros de nuestra misma especie capaces de desafiar el deterioro moral y con valentía solidaria, aún a riesgo  de sus vidas pudieron convertirse en jasidei umot olam, es decir,  superar la especie y construirse en la muy rara categoría llamada "ser humano" desafío al que todos somos llamados a construir con nuestras mistéricas existencias.

Aunque se ha dicho que después de Auschwitz no hay poesía, para mí tu texto es un asombroso poema, porque solo la poesía posee un metalenguaje, más allá del sentido que le damos a las palabras, porque donde ninguna de ellas alcanzaría a explicar lo inexplicable y lo imperdonable, tu texto se manifiesta como una epifanía más del misterio  del mundo y del hombre.  Creo que tu texto habría que incorporarlo en la liturgia de conmemoración de la Shoah. Sería maravilloso que en todas las escuelas y universidades, los maestros y alumnos judíos y no judíos pudieran recitarlo como un himno. Creo que en las inútiles Naciones Unidas cada representante de su respectivo país se sintiera moralmente obligado a recitarlo.

Inmensas gracias nuevamente mi muy querida y admirada Diana, porque lloré, porque volví a sentir una nueva experiencia mística de lo profundo religioso y de lo sagrado de la vida, y por que sentí profundamente que no lo estaba leyendo sino rezándolo, gracias por este legado que nos diste y que sin duda es tu propia escritura, pero al mismo tiempo tengo la sospecha que Dios se expresó secretamente entre tus palabras para poder perdornarse a sí mismo por su inexplicable silencio y ausencia en la terrible oscuridad de lo que nunca debió haber sucedido.         

Con inmenso amor   

Rabbi Reuben Nisenbom.

Presidente, Fundador y Rabino del C de E J M

Carta del embajador de Polonia en Argentina al presidente de AMIA.

Buenos Aires, 7 de marzo de 2018
Sr. Agustín Zbar, Presidente de la Asociación Mutual Israelita Argentina

Del artículo “Repudio unánime” publicado en Página12 del 7 de marzo, me enteré que AMIA publicó en su fanpage de Facebook el artículo de Federico Pavlovsky „Rostros familiares”, publicado por primera vez el 18 de diciembre de 2017 en Página 12.

¿Sería tan amable y podría explicar a quiénes se puede ver en la foto que ilustra el texto de Federico Pavlovsky? ¿Son cadáveres de judíos que habitaban Jedwabne asesinados por polacos? No, son polacos, miembros de la conspiración anticomunista, matados por funcionarios del Ministerio de Seguridad Pública en 1950, 9 años después de la masacre de Jedwabne. Se conoce bien sus nombres y apellidos. No tuvieron nada en común con el cruel acto cometido por los habitantes de Jedwabne en 1941. ¿Por qué Página 12 decidió hacer semejante manipulación? No lo sé.

Escribí con relación a ese asunto al director de Página 12, Ernesto Tiffenberg, el 19 de diciembre, al día siguiente de la publicación del artículo „Rostros familiares”. Sin ninguna respuesta. Escribí nuevamente el 12 de enero. El director Tiffenberg nuevamente no consideró adecuado contestar, en mi opinión, mi cortés carta que le había dirigido.

Considero que es una cuestión importante, puesto que en realidad es esa foto utilizada para ilustrar el artículo sobre la masacre de Jedwabne, y no el artículo en sí mismo lo que provocó a Reduta Dobrego Imienia (Reducto de Buen Nombre) en Polonia acusar judicialmente a Página 12.

Todo eso sucedió varias semanas antes de que el parlamento de Polonia haya aprobado la ley sobre el Instituto de la Memoria Nacional, que actualmente se volvió objeto de crítica. Crítica que –deseo añadir– durante los trabajos sobre esta ley antes de promulgarla surgió también en mi país, y no solamente en el entorno de los judíos. Las vacilaciones ocasionadas en aquel momento llevaron al Presidente Andrzej Duda a dirigir la nueva ley al Tribunal Constitucional, para que éste decida si se viola o no el derecho constitucional a la libertad de palabra. Si la viola, la ley va a tener que ser cambiada. La sentencia del Tribunal Constitucional, ojala esté otorgada lo antes posible, la espera mucha gente en todo el mundo. No creo que antes de que se dicte la sentencia sobre la constitucionalidad, algún tribunal en Polonia entable una acción judicial sobre la violación de la nueva ley, sin importar cuantas organizaciones no gubernamentales, como Reduta Dobrego Imienia (Reducto de Buen Nombre), instruyan una causa contra alguien en cualquier lugar del mundo. No puedo escribir que „con toda la certeza no va a proceder”, puesto que Polonia -contrariamente a las opiniones manifestadas por el sobresaliente periodista argentino- es un estado de derecho que respeta la soberanía de los tribunales, y no es un país nazi.

En la carta que escribí al director Tiffenberg presenté las informaciones sobre la investigación del caso Jedwabne y las reflexiones sobre el impacto que ese asunto tuvo en la sociedad polaca. No es muy elegante citarse a uno mismo, sin embargo permítame recordarle un fragmento de mi carta:

El libro de Gross y las posteriores investigaciones de IPN generaron en Polonia la más importante discusión, y la más profunda desde 1989, sobre la historia contemporánea del país. Hubo una fuerte voz que condenaba a los perseguidores y perpetradores de los judíos que habían sido asesinados, y pedían una evaluación justa de las infames páginas del pasado polaco. No hay razón para ocultar que también han aparecido declaraciones que niegan la magnitud de la responsabilidad polaca de Jedwabne. Otro hilo de la discusión fue recordar que también muchos polacos salvaron las vidas de los judíos, a menudo pagando con sus vidas. En 2001, el entonces Presidente de la República de Polonia, Aleksander Kwaśniewski, rindió homenaje a los judíos asesinados, diciendo estas importantes palabras: “Como hombre, como ciudadano y como Presidente de la República de Polonia, pido perdón. Perdón en nombre propio como por el de esos polacos, cuya conciencia está afectada por este crimen. En el nombre de aquellos que piensan, que no se puede estar orgulloso de la grandeza de la historia polaca, sin sentir al mismo tiempo dolor y vergüenza por el mal que los polacos le hicieron a otros”. Recuerdo esto para subrayar, que el asunto de Jedwabne fue un profundo avance en la conciencia de los polacos. Nos acercó a la verdad sobre nosotros mismos. Mostró a nuestros amigos y adversarios que somos capaces de hablar sobre cosas positivas, pero también sobre las páginas oscuras de nuestra historia.

Adjunto el texto entero de la carta. Voy a estar satisfecho, si Usted gustaría tomar el conocimiento de la misma. Me parece que honradamente me referí a la responsabilidad de aquellos de mis paisanos, cuya consciencia está cargada con la masacre de Jedwabne, al igual que con otros actos infames en contra de los compatriotas judíos en otros lugares de Polonia.

No puedo terminar esas observaciones sin la reflexión de que AMIA en su justa lucha contra la censura y tergiversación de la historia decidió reproducir el artículo de Pavlovsky junto con la foto que lo ilustraba, con lo que, desgraciadamente, divulgó la ímproba manipulación de Página 12. Estaría agradecido, si en nombre de la verdad quisiera Usted tomar medidas para eliminar esa dolorosa falsificación.

Permite Usted que al asegurarme que esta carta llegó a sus manos, podré facilitarla también a otros lectores.

Marek Pernal, Embajador de Polonia

marzo 13: de Polish League Against Defamation - Reduta dobrego imienia.

Estimados Señores:

La Fundación Reducto del Buen Nombre - Liga Polaca contra la Difamación se ha establecido para corregir la información falsa sobre la historia de Polonia, especialmente la de la Segunda Guerra Mundial. Sobre todo ahora, recordamos cuando la marea de falsas acusaciones en contra de los polacos, así mismo en contra del Reducto del Buen Nombre, ha inundado directamente los medios argentinos.

Recordemos los hechos. En el texto de Federico Pavlovsky Znajome twarze (Rostros Familiares), en el que describe el crimen contra los judíos en Jedwabne (1941), había una fotografía póstuma de soldados de la resistencia independista polaca, quienes después de la Segunda Guerra Mundial luchaban contra los comunistas y el 25 de febrero de 1950 fueron asesinados por agentes de la Oficina de Seguridad. En la foto se muestra a los héroes polacos que no tenían nada que ver con el asesinato de los judíos en Jedwabne, por lo que la ilustración de los crímenes contra los judíos con estos personajes es una manipulación, una acción que falsifica la historia y viola el buen nombre de los soldados polacos. Sobre el asunto de cambiar la foto han intervenido repetidamente polacos y la misma embajada polaca. A pesar de las solicitudes, los editores todavía no la han cambiado. En esta situación, por el bien de la verdad histórica, el Reducto del Buen Nombre ha puesto una intervención legal.

El Reducto no está exigiendo cambios en el texto de Federico Pavlovsky y, por lo tanto, no niega el crimen en Jedwabne, sino que exige disculpas en relación con la manipulación de la fotografía que ilustra el texto. El artículo en el portal Página 12 sigue erróneamente ilustrado y ofende la memoria de los soldados que luchaban contra los comunistas.

Mientras tanto, tras las intervenciones anteriores sin éxito en la editorial y la intervención legal, el Reducto del Buen Nombre se ha encontrado con muchos ataques de los medios de comunicación argentinos defendiendo las mentiras. Definen nuestra organización como "nacionalista", "revisionista", como partidarios de la "negación", e incluso como una institución "fascista". En sus comentarios, incluso está la frase "Polonia nazi" con referencia a nuestro país. Estamos sorprendidos de ver la cantidad de estos epítetos, así como las acusaciones contra nosotros mismos. Las acusaciones más comunes contra nosotros están, entre otras, de modo que supuestamente golpeamos la libertad de expresión, limitamos el debate histórico y tratamos de censurar la historia de Polonia.
Estas acusaciones son completamente infundadas.

Si por el hecho de demandar la verdad y exactitud histórica el Reducto del Buen Nombre es llamada una organización "fascista", "negacionista" y "revisionista", entonces, ¿cómo llamar a los defensores de las mentiras históricas? El conocimiento de la historia de Polonia es imprecisa en el mundo, lo que se confirma en el caso descrito por nosotros del error cometido en las páginas del portal Página 12. El Reducto exige la verdad histórica, y no tiene nada que ver con la censura y un ataque a la libertad de expresión. La imagen que ilustra el artículo fue seleccionada incorrectamente e insulta la memoria de los héroes polacos. Los editores de Pagina 12 persisten en mentir.

Reducto del Buen Nombre - Liga Polaca contra la Difamación

¿Solucionador o Conversador?

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Imaginemos que un Solucionador Pragmático convive con un Conversador Emocional.

El Solucionador siente toda pregunta o proposición como un desafío.Incómodo con medias tintas, dudas o ambigüedades le sobreviene un irrefrenable impulso de encontrar la solución ya.

El Conversador, ante cualquier proposición o pregunta quiere hablar sobre ello; necesita empatía, diálogo, ida y vuelta, compartir emociones o recuerdos, asociarlo con otras situaciones, pensar juntos.

En los estereotipos de género, el universo de los Solucionadores Pragmáticos es el masculino mientras que el de los Conversadores Emocionales es el femenino. Pero no siempre es así. Hay Solucionadoras encaramadas en tacos aguja y Conversadores que se afeitan todos los días. Conversador y Solucionador son tanto características personales como funciones en la relación. Hay parejas en las que son fijas: el Solucionador siempre soluciona y el Conversador siempre conversa. Hay otras más elásticas y con diferentes gradientes: Solucionadores que a veces conversan y Conversadores que a veces solucionan, según el tema o la circunstancia.

A título de ejemplo consideremos que estamos ante el grado más extremo. Si el Conversador pregunta: "¿Qué te parece si hacemos una reunión para tu cumpleaños?", el Solucionador seguramente responderá, escueto y terminante: "Bueno" o "mejor no". Y listo.

Gran frustración del Conversador. Esperaba un diálogo, algo así como "me parece una buena idea, ¿cómo te parece que sería mejor?" a lo cual el Conversador diría "¿te gustaría hacer un asado?" y el Solucionador "no sé, no me dan ganas de hacerlo ese día" y el Conversador "tenés razón.., mejor pensemos otra cosa" y así sucesivamente.

Al hacer la pregunta por la reunión de cumpleaños el Conversador no espera una respuesta concreta, un sí o un no, sino un intercambio de opiniones y puntos de vista que lleven a una decisión conjunta de qué es lo mejor, a quien invitar, qué dar de comer, qué día de la semana, a qué hora y así. Para el Solucionador, una vez respondida a la pregunta, se terminó el trámite, el tema desapareció de su campo perceptivo. Su espacio de comodidad es la concreción y la literalidad, responde exactamente a lo que se le pregunta.

Salvo que se le pregunte algo relativo a las emociones o a la relación, claro. Es un territorio tan resbaloso para el Solucionador que entra en pánico ante ese horrendo precipicio que se abre bajo sus pies. El Conversador suele ser muy hábil verbalmente, con muchos y variados recursos discursivos, está cómodo argumentando y contra argumentando. Su conducta no es literal ni espera la literalidad, tampoco que se resuelva inmediatamente, su expectativa es la interacción y el contacto emocional. La evasiva del Solucionador ante la amenaza de un diálogo, sobre todo si es acerca de las emociones, golpea dolorosamente al Conversador que se siente rechazado. Necesita el encuentro dialogal, esa especie de coreografía verbal en la que siente y confirma que la relación es importante para los dos.

El Conversador, no solo es hábil sino que disfruta de la conversación, salir del tema y volver a él; se siente a sus anchas tejiendo redes asociativas como en un canon a dos voces. El silencio del Solucionador frente a la temida propuesta de "hablar"o los monosílabos con los que cree responder al problema planteado, son una exclusión para el Conversador, una evidencia de que no desea compartir ese momento o, más trágicamente, de que el Solucionador no desea su compañía o hasta que ha dejado de amar. Desde su perspectiva no entiende que el Solucionador expresa su amor dando soluciones, mostrando su capacidad de resolver, que es su forma de abrazar, acariciar y mostrar su compromiso en la relación.

Si tan solo ambos vieran y comprendieran que la naturaleza del Solucionador es solucionar y la del Conversador, conversar, si pudiera cada uno ponerse en los zapatos del otro por un instante, tal vez podrían tender algún puente y encontrarse a mitad de camino.

Volvamos a la pregunta del ejemplo para ver cómo sería si cada uno se pusiera en el lugar del otro. Reformulando el "¿Qué te parece si hacemos una reunión para tu cumpleaños?" el Conversador, tomando en consideración al Solucionador que tiene enfrente podría decir: "me gustaría ver qué pensás sobre festejar tu cumpleaños y que lo programemos juntos, ¿cómo la ves?" en donde no espera que el Solucionador entienda lo que pide, que lo adivine sino que le dice claramente y con todas las letras lo que espera. El impulso a solucionar es tan fuerte que hay que anticiparle que no es eso lo que se busca. Si el Solucionador, firme en su forma de ser, responde que no tiene ganas de hablar, o que no tiene ganas de pensar en ello, o que confía en lo que el otro decida, el Conversador todavía podría insistir con un "ya sé que hincha, pero es que me gustaría que hablemos sobre eso, no me dejes que lo decida por mi cuenta. Me da mucho placer que lo pensemos juntos", lo que no garantiza que la charla se establezca porque el Solucionador puede no estar dispuesto en ese momento, pero probablemente no se arme el circuito de expectativa-frustración-enojo habitual.

Inversamente, ante la pregunta de "¿Qué te parece si hacemos una reunión para tu cumpleaños?" el Solucionador, que conoce al Conversador con quien convive y que sabe lo que está esperando, podría decir: "¿querés que te conteste o querés que charlemos?" y si no tiene ganas de charlar estaría bueno que lo informe "ya sé que te gustaría charlar sobre eso pero ahora no, estoy en otra cosa" o algo por el estilo, con lo cual muestra que conoce y respeta lo que el Conversador está esperando y, al mismo tiempo, no se violenta obligándose a hacer lo que no tiene ganas.

En el templo de Apolo en Delfos dice: conócete a tí mismo. Y yo agrego, conocé a quien tenés a tu lado. Aceptate y aceptalo, tené bien claras las necesidades y posibilidades mutuas. Salite del circuito frustrante de la expectativa irreal. Cada uno es como es: ¡no te lo hace a vos! Está en tus manos dejar de esperar lo imposible e invitar a bailar a tu pareja en una nueva coreografía.

¿Otra vez sopa? Hartos de la rutina

Tute lo resume gráficamente

Tute lo resume gráficamente

Nos prometieron que si nos casábamos la vida sería un lecho de rosas, que los violines acompañarían nuestros días y nuestras noches siempre con melodías diferentes y estimulantes, que seríamos felices comiendo perdices. Pero ¿cuántas veces podemos comer perdices antes de hartarnos, aburrirnos y esperar comer otra cosa? El casamiento parece ser el final del cuento y nadie nos avisó lo que nos iba a pasar cuando nos atacara la rutina. La rutina, cuando es aburrimiento, es uno de los efectos no deseados más difíciles de superar en una convivencia. Sentimos que hemos fracasado.

Después de algunos años juntos, cuando la novedad quedó en el pasado y las cosas se volvieron previsibles y anticipables, empezamos a añorar las incertidumbres del comienzo, tan estimulantes, tan atractivas. Todas esas ilusiones que nos habíamos hecho, toda esa magia que esperábamos que sucediera, se volvió rutina. El príncipe azul ya no está montado en un brioso corcel ni está vestido de azul, llega cansado y hambriento. La princesa de blanco primoroso y sonrisa etérea perdió su guirnalda de flores, también está cansada y hambrienta. Cada uno espera que el otro le devuelva algo del encantamiento perdido pero los días son siempre las doce de la noche de La Cenicienta y, en lugar del palacio prometido con la felicidad garantizada, estamos hambrientos, aburridos y de entre casa.

¡Siempre lo mismo! nos sentamos en los mismos lugares, decimos y oímos las mismas cosas, si discutimos usamos siempre los mismos argumentos y las mismas elucubraciones, si pensamos en algo que nos divierta se nos ocurren siempre las mismas cosas, en los encuentros sexuales cada uno sabe qué, cómo y dónde se pondrá el otro y uno mismo hace también siempre lo mismo, en la misma secuencia, hasta para comer los menús tienen poca variación.

Como todo en la vida, la rutina tiene una faz positiva y otra negativa. Una rutina clara y no discutida favorece la economía en las relaciones interpersonales. No es preciso ir descubriendo o recreando a cada paso cada uno de los momentos de la vida de relación. Lo que fue pasando en el día a día quedó establecido como producto de una negociación, casi siempre tácita, en la que nos fuimos adaptando, uno al otro, del modo en que mejor nos fue saliendo. Respetando nuestras necesidades y posibilidades, renunciando a algunas en pos de las necesidades y posibilidades del otro, aprendiendo juntos a vivir en la nueva coreografía construida de a dos. El lado de la cama, los encuentros sociales o familiares, mirar o no televisión juntos, ésas y tantas otras cosas se fueron volviendo reglas con las que contamos y que, cuando funcionan, no es preciso discutir nuevamente. Es como cuando uno aprende a manejar y debe ir incorporando, de a uno, todos los movimientos hasta que descubre un día que ya son parte de uno, que se puede manejar y oír la radio o pensar en otra cosa al mismo tiempo porque manejar se volvió automático. Así, la rutina, es decir, los movimientos consensuados por la convivencia, no tienen que ser re inventados a cada paso y facilitan mucho la vida.

Pero la repetición, el automatismo, también se vuelve una fuente de aburrimiento y frustración. Es el aspecto negativo, que nos enoja y que muchas veces queremos sacudir buscando nuevos estímulos, algo diferente que nos re conecte con la frescura, que nos sorprenda y nos apasione. Saber de antemano como será cada cosa a cada momento le quita diversión, aventura y encanto y puede dar la sensación de que la relación está estancada, que no va más porque ha dejado de conmovernos. Es un horizonte gris, soso y corrosivo que nos sume en el desaliento y las ganas de salir corriendo.

¿Hacia dónde? Por default casi surge la idea de otra persona, alguien que sacuda el polvo pegajoso de la rutina, que nos vea y nos haga sentir de otra manera, con más vida, con más entusiasmo, con más ganas. Pero habitualmente no es solo en el seno de la pareja, también el aburrimiento esencial como un pozo resbaloso en el que vamos cayendo se vive en otras áreas de la vida y la actividad. La salida extraconyugal es entonces un remiendo transitorio y no es la única salida. El aburrimiento es existencial, excede a la pareja, cubre toda la vida.

Otra vez es imprescindible revisar las expectativas, lo que cada uno imaginaba que sería su vida, su trabajo o actividad, su relación con los otros, su vida familiar y en pareja. Es habitual tener expectativas desmedidas, esperar una vida en HD y con efectos especiales, que, si no sucede, será vivido como un fracaso. Un fracaso personal del que solemos acusar a nuestra pareja. El otro tiene la culpa. Es el otro quien lo tiene que solucionar.

¿Por qué el otro? ¿Por qué espero eso que el otro tiene que hacer y que, seguramente el otro espera de mí? ¿Quién tiene la culpa de la rutina? ¿Podemos hacer algo para recuperar la chispa y el encantamiento de la sorpresa con la misma persona con la que vivimos hace varios años y que conocemos de memoria? Si lo esperamos del otro, nos ponemos en sus manos, dependemos de su conducta, no nos apropiamos de las riendas de nuestra vida. La "ventaja" es que si lo tiene que hacer el otro y no lo hace, lo podremos acusar, le podremos reclamar y criticar, con lo cual nos aseguraremos de que a la rutina y el aburrimiento, le sigue la pelea y la guerra.

Hay aspectos de la rutina que son esenciales e indispensables para una vida organizada y armónica, pero hay espacios de libertad y creatividad que podemos explorar. La rutina es maravillosa porque es tranquilizadora, pero cada tanto estaría bueno hacerle al otro alguna proposición sorpresiva y provocar una reacción inesperada que nos renueve el entusiasmo a ambos.

Pedirle todo a la pareja es excesivo. No hay allí todo lo que hace falta en la vida. El mundo es una fuente inagotable de espacios y situaciones que pueden contrarrestar el hartazgo existencial que creemos se debe solamente a la rutina familiar.

https://www.lanacion.com.ar/2110784-otra-vez-sopa-hartos-de-la-rutina#comentarios

 

Si prohibo decirlo, desaparecerá - If prohibited, it will disappear

Siguiendo el camino marcado por  el parlamento polaco, declaro y ordeno que está

Prohibido hablar de la muerte
Prohibido decir cáncer o sida o parkinson o cuadriplejía
Prohibidos los resultados médicos desfavorables
Prohibidos los resfríos, las diarreas y constipaciones
Prohibidos los embarazos sorpresivos y las erecciones fallidas
Prohibidos los juramentos de amor o las confesiones de traición
Prohibido decir diablo, bruja, ogro, genocidas y dictador
Prohibido lluvia, tormenta, granizo, helada, inundación
Prohibido terremoto, tsunami, volcán en erupción
Prohibido siquiera susurrar pis, caca, moco, pedo
Quiero prohibir todo lo que no me gusta
Y cuando esté prohibido, desaparecerá.

 

English translation:

Just like the Polish Parliament, I am declaring and ordering as follows:

I order the prohibition of everything I dislike.

It is prohibited to speak of death
It is prohibited to say cancer or AIDS or Parkinson's or quadriplegic
It is prohibited to have negative medical results
It is prohibited to have colds, diarrhea or constipation
It is prohibited to have unwanted pregnancies or erectile dysfunction
It is prohibited to lie when saying I love you
It is prohibited to say devil, witch, ogre, genocide and dictator
It is prohibited to have rain, storms, hail, ice, floods
It is prohibited to have earthquakes, tsunamis, volcanic eruptions
It is prohibited to even whisper pee, poop, booger, fart

And when it is prohibited, it will simply disappear.

(Thanks Natasha Zaretzky for the translation)

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Ley en Polonia. Respuestas a cuestionario en Vis á Vis.

 

Diana Wang, presidenta de Generaciones de la Shoá-Sherit Hapleitá e hija de sobrevivientes del Holocausto, dialogó con la Cadena Judía de Información Vis a Vis con respecto a la ley que sancionó el gobierno de Polonia en el que castigará a todas aquellas personas que califiquen al país como “colaboracionista o cómplice” del Holocausto. Con respecto a esto, Wang aseveró que “es una aberración y una inquietante declaración que encubre una complicidad avergonzando internacionalmente a la dirigencia polaca”. 

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– Como hija de sobrevivientes, ¿qué opinión te merece la decisión del gobierno polaco de castigar y prohibir a aquellas personas que tildan al país como cómplices del exterminio nazi? ¿Lo sentís una provocación?

– Me parece una aberración, un absurdo y una inquietante declaración que encubre una complicidad que está avergonzando internacionalmente a la dirigencia polaca.  Me parece que hay varios niveles para pensarlo.
En un nivel individual, los legisladores son hijos o nietos de los polacos que convivieron con los judíos durante la Shoá, o sea que se podría suponer que la ley tiene la pretensión de lavar sospechas o acusaciones oscuras sobre sus propias familias. Los que se aprovecharon, los que denunciaron, los que colaboraron, los que asesinaron, los que se apropiaron, muy probablemente contaron otra historia a sus descendientes que pueden desconocer el origen del dinero o la propiedad familiar o la historia de cómo sus antepasados sobrevivieron durante la Shoá. O sea, en el mejor de los casos, los legisladores no saben. Pero tal vez sospechen, tal vez se hagan preguntas inquietantes que tiñen hoy sus vidas y les haga falta algún elemento que les devuelva la paz de espíritu, si es que estuviera alterada. Esta ley implica que ningún polaco hizo nada malo porque, según reza la versión oficial, los polacos mismos fueron víctimas del ocupante nazi y de este modo la conducta de los antepasados de cada legislador queda libre de culpa y cargo. La ley fue aprobada n el senado or 57 votos a favor, 23 en contra y dos abstenciones.

En un nivel socio-cultural, el proverbial antisemitismo histórico del pueblo polaco se pone sobre el tapete una vez más. Es una mancha sobre la narrativa popular del polaco víctima de frecuentes conquistas de sus vecinos prusianos, rusos y austro húngaros, que reivindica su heroísmo y dignidad nacional como bandera de lucha y autoestima. El antisemitismo polaco forma parte de la cultura nacional desde hace varios siglos y está tan naturalizado que los mismos polacos no lo advierten. Solo unos pocos, aparentemente cada vez más especialmente entre los más jóvenes, están revisándolo e investigando sus raíces e implicancias.
En un nivel político nacional, los esfuerzos de los gobiernos polacos luego de la caída del muro soviético han sido consecuencia de la incorporación de Polonia a la comunidad europea. Si querían estar allí debían lavar las culpas del pasado, mostrarse deseosos de cambiar un pasado turbio. En esta línea se crea e instala el museo Polin, en terrenos donde estaba el antiguo gueto de Varsovia, un museo que muestra y relata los mil años de vida judía en Polonia. Desfilan por él cientos de visitantes diariamente, en especial alumnos de escuelas de todo el país que lo recorren y aprenden que no se puede entender Polonia sin conocer la influencia y la participación de los judíos en su identidad cultural. Hay en las universidades, en la Jagelonska y en la de Varsovia, cursos y seminarios sobre vida y cultura judía cuyos profesores y alumnos no son judíos. Son primeros pasos para la reinstalación de lo judío de un modo positivo y constructivo modificando así la narrativa anti judía tradicional. Pero Polonia está muy lejos del trabajo intensivo y exhaustivo asumido por Alemania que ha aceptando la culpa de la perpetración en continuadas declaraciones políticas y estableciendo programas educativos en todos los niveles escolares. También Polonia está lejos de Francia que pidió disculpas oficiales, en la voz de quien fuera su presidente Jacques Chirac, sobre la complicidad gubernamental francesa en la deportación de sus judíos. Polonia, cuyo gobierno en el exilio no puede ser acusado de colaboracionista, quiere sacudirse el sambenito de la perpetración de muchos de sus ciudadanos y no se aviene a ver ni reconocerlos como responsables de la expoliación, abandono y muerte de miles de judíos.

– Esta ley, ¿puede llegar a modificar el curso de la Historia?

Ninguna ley puede cambiar el curso de la Historia, pero en este mundo de la pos verdad en el que los hechos son puestos en duda en pos de necesidades y versiones actualizadas, vemos un intento de cambio a partir de esta insólita prohibición. Hay narrativas que encubren los hechos. Por ejemplo el asesinato de la alta jerarquía polaca en el bosque de Katyn durante la guerra fue históricamente atribuida a los nazis y recién décadas después fue develada como realizada por los soviéticos. La Historia se puede tergiversar, disfrazar y ocultar pero tarde o temprano la verdad vuelve a la luz.

-¿Estas de acuerdo con que haya un revisionismo del Holocausto? ¿Por qué?

Si por revisionismo entendemos negación, no puedo estar de acuerdo de manera alguna. Soy hija de sobrevivientes, soy parte de la documentación viva que atestigua lo que pasó. A mi no me pueden contar otra cosa. Pero creo que es preciso ahondar la difusión de qué fue el Holocausto, cuál su sentido e implicancia para el mundo actual. En este sentido todavía estamos en falta porque sigue viéndose como algo que nos pasó a los judíos, hace mucho, allá por el siglo pasado y en un lugar que no está claro donde está. Hasta me parece que esta carencia en la enseñanza de la Shoá tiene su grado de responsabilidad en esta insólita ley polaca que sigue tomando lo que pasó como parte del pasado. Si se viera y si se comprendiera que la conducta de los observadores pasivos, de los indiferentes, o sea de la mayoría de la población, es lo que hace posible todo hecho genocida se podría trabajar mejor para prevenirlo. En Polonia no se ha hecho ese trabajo.Ya no me refiero a los cómplices directos, sino a la enorme masa de la gente común que por terror, por ignorancia o por comodidad, dejaron hacer. Si se viera, si se comprendiera, la vulnerabilidad de las sociedades humanas que pueden verse envueltas, a veces activamente, en horrendos sucesos genocidas que atentan contra la más esencial moralidad (véase lo sucedido en Ruanda, en los Balcanes, en Camboya por señalar solo tres) tal vez podríamos implementar nuevos recursos que nos defiendan con más efectividad.

– ¿Cuánto influyó el nuevo gobierno polaco para que este tipo de acciones salgan a la luz?

El actual gobierno polaco, del partido Paz y Justicia (PiS, Prawo i Sprawiedliwość), tiene a la reivindicación del orgullo nacional polaco como columna, es un gobierno conservador y nacionalista que busca el apoyo popular. Los movimientos de oposición están expresando su indignación por esta desdichada ley. Debemos esperar los acontecimientos futuros para ver cómo responden los esclarecidos, los que no temen hundir sus manos en el oprobio de un pasado oscuro y hacer honor a la verdad y desde ahí, solo desde ahí, reconstruir una identidad nacional mancillada y culpable.

http://visavis.com.ar/?p=86531

Ley en Polonia: Los sobrevivientes de la Shoá tenemos la palabra.

Los sobrevivientes, sus hijos y nietos, y todos los que somos y hacemos Generaciones de la Shoá en Argentina, repudiamos con firmeza esta ley que acaba de aprobar el parlamento polaco prohibiendo toda mención a la complicidad polaca con el nazismo durante el Holocausto. 

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Instalación “La silla vacía” en la Plaza Héroes del Gueto donde estaba la Umschlagplatz, Cracovia. Obra de Piotr Lewicki y Kazimierz Latak

 

Los que hemos sobrevivido, podemos dar testimonio de muchos actos perpetrados por conciudadanos polacos sobre nosotros, nuestras familias, vecinos y conocidos. Fuimos denigrados, burlados, denunciados, sobornados, robados, cercados y asesinados por los que hasta hacía días antes eran nuestros compañeros de escuela o trabajo, vecinos, clientes, funcionarios, proveedores, arrendadores, maestros y profesores. 

Muchísimos fueron asesinados luego de sufrir el abandono, la expoliación y la anulación de recursos de supervivencia en manos de sus conocidos y vecinos. Se fracturó nuestra confianza en el ser humano y especialmente en los feligreses cristianos que, supuestamente, debían amarnos como a sí mismos.. Aunque el Gobierno polaco en el exilio no acompañó la política asesina del nazismo, cosa que hizo con criminal entusiasmo el gobierno francés, muchos sobrevivientes no han querido regresar nunca a suelo polaco y se han negado, con firmeza a seguir hablando su idioma. 

Durante las últimas décadas nos hemos ocupado en señalar la conducta de esos otros polacos que tendieron su mano cuando advirtieron la enormidad de nuestro destino fatal e incluso, y eso merece el reconocimiento eterno, los que arriesgaron sus vidas y las de sus familias para escondernos o salvarnos. También hemos señalado el esfuerzo hecho por las autoridades polacas para cambiar la mirada de su población sobre los judíos y su compromiso en la instalación del museo Polin que refleja los mil años de vida judía en Polonia.

Esta ley echa por tierra este arduo trabajo. 

Esta ley amordaza y pretende torcer los hechos. 

Esta ley nos abre los peores archivos y volvemos a llorar a los judíos de Jedwabne que, en 1941, fueron arreados, encerrados en un granero y quemados por sus vecinos y a los sobrevivientes que volvieron en 1946 a su ciudad, Kielce donde fueron asesinados por los usurpadores de sus casas. Lo hicieron polacos. Ciudadanos comunes, no gente del gobierno aunque las policías locales fueron cómplices por acción y omisión. 

Esta ley pone a los polacos y a todo aquel que visite Polonia en un dilema porque arriesga su libertad si llega a murmurar algo que tiña a algún polaco con la más ligera pelusa de culpa. Esperamos con ansia la reacción de los tantos polacos sensibles, los polacos como el artista Rafał Betlejewski que llena de grafiti todo sitio que encuentra en las ciudades y pueblos polacos con la frase (Tęsknię za tobą Żydzie, en polaco): "Judío, te extraño".

Publicado en Cartas de Lectores de La Nación y en porisrael.com

Publicada en diario Perfil. Domingo 11 de febrero 2018:

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Publicación en Córdoba de Cuadernos de la Shoá

¡Nunca digas nunca!

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El pasado 2 de febrero sucedió algo insólito en la Gobernación de la provincia de Córdoba.

Aída Ender y yo recordábamos, al entrar en el recinto, aquel otro momento fundante que habíamos vivido juntas en junio de 2005 cuando el Gobierno argentino, mediante su Ministro de RREE, Rafael Bielsa, reconoció la existencia de la Circular 11, emitida secretamente en 1938 y que había sido reiteradamente negada por los sucesivos gobiernos. Ese día, y luego de la pertinaz insistencia de Uki Goñi, fue abolida, 67 años después de su emisión. Ese día se nos pidió oficialmente perdón por haber prohibido las visas para los judíos, lo que determinó que muchos que podrían haberse salvado, no lo lograron. Debido a la Circular, terminada la guerra, la mayoría de nosotros ingresó ilegalmente al país.

“¿Te imaginás lo que dirían nuestros padres si nos vieran entrar en la Casa Rosada para que el gobierno argentino nos pida perdón?” nos decíamos mientras subíamos la escalinata de mármol sin creernos del todo lo que estábamos viviendo.

¡Nunca digas nunca!

Algo parecido nos pasó en Córdoba el viernes 2 de febrero de 2018.

Hace veinte años que estudiamos, pensamos y difundimos a la Shoá en Argentina. Lo hacemos con enorme entusiasmo, convencidos de que el conocimiento del Holocausto comporta lecciones imprescindibles para la Humanidad. Sin embargo, dado que las primeras víctimas fuimos mayormente los judíos, el hecho aún no se ve como un universal, es visto como un tema judío. Los acercamientos de entidades y personas no judías suceden y son cada vez más numerosos pero hasta ahora no hemos conseguido la expansión de la mirada, el interés y el estudio hacia lo universal.

La Alianza Internacional para la Rememoración del Holocausto, a la que la Argentina está adherida desde su creación en el año 2000, compromete a sus países miembros a instituir la enseñanza del Holocausto en sus programas educativos. El Ministerio de Educación de Córdoba ha dado un paso trascendental en la publicación de la colección completa de los Cuadernos de la Shoá, su distribución a todas las escuelas provinciales y el proyecto de capacitación de sus docentes para la optimización de su uso en el aula. Los Cuadernos, pensados y realizados con los docentes argentinos en la mira, tienen ahora un lugar en cada una de las escuelas y proveerán la perspectiva y el abordaje moderno que enlaza el allá y entonces con el aquí y ahora.

¡Nunca digas nunca!

Tantas veces creíamos que estábamos arando el mar. Y de pronto esta inversión en el futuro, este compromiso con la ética y los derechos humanos se dio a luz merced a la decisión política del gobierno provincial cordobés. La iniciativa fue de la filial de DAIA Córdoba que viene haciendo un trabajo constante, inteligente y eficaz con el Ministerio, impartiendo cursos, seminarios y capacitaciones para sus docentes y fue rápidamente tomada y hecha suya por varios funcionarios que no cejaron hasta que la hicieron realidad.

El gobernador Juan Schiaretti, el Ministro de Educación Walter Gahovac, el Ministro de Gobierno Carlos Massei, el presidente de DAIA Córdoba Luis Klinger, Aida Ender y yo misma de Generaciones de la Shoá, nos asociamos en esta gesta educativa, en esta apuesta al futuro. Además de las personas que representamos a las organizaciones involucradas hubo otras que es preciso mencionar porque su dedicación y compromiso fueron el vehículo imprescindible para que aquél nunca sea hoy: gracias Carlos Sanchez y Ulises Rojas del Ministerio, Marta Horbacovsky y Ana Glaser de DAIA, Jonatan Epsztejn y Melisa Berlin de Generaciones.

Autoridades presentes: Dra Aída Tarditti, Presidente del Tribunal Supremo de Justicia. Oscar González, Presidente de la Legislatura Provincial a cargo de la gobernación (en representación del gobernador Juan Schiaretti que no pudo estar). Walter Grahovac, Ministro de Educación. Carlos Massei, Ministro de Gobierno y Seguridad. Alejandro Orchansky, Cónsul de Israel. Diego Hak, Secretario de Seguridad. Gustavo Folli Pedetta, Sub Jefe Policía de Córdoba, Comisario Rodolfo González. Luis Klinger, Presidente DAIA filial Córdoba. Diana Wang, Presidenta de Generaciones de la Shoá. Gustavo Elman, Vice Presidente Centro Unión Israelita. Aída Ender, Secretaria General de Generaciones de la Shoá y Editora Responsable de los Cuadernos de la Shoá. Raquel Krawchik, Rectora Universidad de Córdoba. María A. Pedicino, INADI. Marcelo Polakoff, rabino del Centro Unión. Carlos Ñáñez, Arzobispo de Córdoba. Claudia Torcomian, Decana Facultad Psicología. Ana Bercovich, Vice Presidente 1ª DAIA filial Córdoba. Miembros de la comunidad armenia, del parlamento provincial y de varios sectores civiles y religiosos.

fotos del acto

Información difundida por la Gobernación de Córdoba

Nota de La Voz del Interior

Declaraciones de algunos funcionarios

¿Quiénes son las víctimas de la Shoá?

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Las víctimas del Holocausto fueron los judíos masacrados y asesinados solo porque eran judíos, o porque lo eran sus padres o lo habían sido algunos de sus abuelos.

Las víctimas del Holocausto fueron los sobrevivientes, los que salvaron sus vidas contra toda expectativa y se  han empeñado en dar sus testimonios de manera incansable.

Pero hay víctimas del Holocausto que permanecen en las sombras y que hoy quiero sacar a la luz. Son las esperanzas puestas en el progreso, el humanismo y la educación. Estas esperanzas suponían que después de la Gran Guerra el mundo habría aprendido que la guerra no era el camino. Que las personas comunes respetarían la moral más elemental. Que los ingenieros, médicos, académicos y burócratas se opondrían con firmeza a construir y hacer funcionar la maquinaria asesina. Que la gente común, los testigos pasivos, los que vieron y no pudieron o no quisieron hacer nada, no sucumbirían presos del terror o la indiferencia, haciéndose cómplices por omisión. Que el efecto poderoso de la propaganda no podría lavar los cerebros de un modo tan trascendental. Que los gobiernos de tantos países no harían la vista gorda ni permitirían la ejecución de este horroroso plan exterminador. Todas esas esperanzas se hicieron trizas durante el Holocausto, hirieron de muerte a la fe en el progreso y al poder de la educación, nos dejaron desnudos, desvalidos e impotentes frente al derrame de la iniquidad.

Porque la gran víctima del Holocausto es la Humanidad toda que debe digerir que la vara de lo imposible descendió hasta el infierno, que el asesinato industrial, arbitrario, racional, burocrático y planificado, integra hoy las expectativas de lo posible.

El Plan Maestro Planetario del nazismo era la la supuesta reingeniería social que tergiversaba hasta el ridículo las ideas de Darwin en la pretensión de dejar en el mundo solo a “la raza” superior, erradicar las enfermedades y malformaciones creando un universo de super humanos cuasi dioses. Para lograrlo había que exterminar a los elementos impuros y tóxicos: los opositores políticos, los testigos de Jehová, los masones, los comunistas; los discapacitados físicos y mentales, los homosexuales, los gitanos pero, sobre todo, los judíos. Su política “purificadora” se concentró en este pueblo del que no podría quedar ninguno vivo en todo el planeta, especialmente la simiente del futuro, los niños.

Pero ahí no terminaba el plan. Era solo el comienzo. Continuaría con los no blancos, los que no correspondían con el estereotipo de “raza” superior pergeñado por el nazismo: los afrodescendientes negros, los orientales amarillos, los nativos e indígenas americanos rojos, australianos y asiáticos, los marrones de India. Tarde o temprano, todos estaban destinados a la esclavitud, al sometimiento y al exterminio.

Aunque el Plan Maestro Planetario se frustró por la derrota en la guerra, la idea de que era posible quedó instalada en la Humanidad. Por eso a las víctimas del Holocausto se suman hoy los asesinados en Guatemala, en Ruanda, en los Balcanes, en Darfour, en Siria, en Nicaragua, en la Argentina, en Armenia, en Timor Oriental, en Chile, en el Holodomor de Ucrania, Camboya, los Roma y los Sinti, los Herero y Namaquas, en México, en Congo, los Rohingyas en Birmania y la lista sigue porque el infierno habilitado por el nazismo continúa con las puertas abiertas.

El mundo entero es víctima del Holocausto porque fue entonces que se estableció que no hay nada que un ser humano no pueda hacerle a otro, que los límites impuestos por la educación y la convivencia son frágiles, que las sociedades humanas son sumamente vulnerables. En manos de líderes carismáticos, la codicia, el ansia de poder y la convicción de la propia supremacía, son estímulos letales. No importa la razón. Sea geopolítica, sea económica, sea religiosa o, como en el caso del Holocausto, una mentira como el falso concepto de “raza”, TODOS somos potenciales víctimas, ninguno de nosotros sabe si en algún momento de su vida no quedará del lado equivocado y entonces, cuando vengan por uno, ya no quede a quien recurrir. Porque como bien dice Jorge Drexler “todo es cuestión de lugar y momento, yo podría haber sido el pianista del gueto de Varsovia”.

Disertación pronunciada en el acto de homenaje realizado el 29 de enero en AMIA y el 2 de febrero en Córdoba. 

 

Proyecto Aprendiz, en El Pais, de España

La superviviente Lea Zajac (izquierda) y su aprendiz Darío Berlinerblau (derecha), en Buenos Aires. En vídeo, homenaje realizado en el Senado. VÍDEO: ATLAS

La superviviente Lea Zajac (izquierda) y su aprendiz Darío Berlinerblau (derecha), en Buenos Aires. En vídeo, homenaje realizado en el Senado. VÍDEO: ATLAS

Los guardianes de la memoria del Holocausto Superviventes de los campos nazis 'entrenan' a jóvenes en Argentina para que los horrores no se olviden

CONSTANZA LAMBERTUCCI Madrid 30 ENE 2018 - 03:59 ART

Los nazis prefirieron llamar a Lea Zajac con el número 33.502 que le tatuaron cuando tenía 16 años. Casi un siglo después, Darío Berlinerblau la mira a los ojos, toca la piel penetrada por la tinta y escucha su voz. Ella, de 91 años, es la maestra y él, de 37, el aprendiz que se ha comprometido a hacer suyos los horrores del Holocausto y a transmitirlos cuando ella y otros supervivientes de los campos de concentración nazi ya no estén. "Cuando alguien te diga que la Shoah no existió, vos le podés decir que me conociste y tocaste el tatuaje que tengo en el brazo", le dijo Lea cuando se conocieron hace dos años en Argentina. Ambos participan de Proyecto Aprendiz, una iniciativa que reúne durante al menos cuatro meses a un superviviente y a un joven de entre 20 y 35 años que escucha y se convierte en guardián y difusor de un archivo imprescindible.

Desde 2009, más de un centenar de personas han participado del proyecto, que tiene dos etapas. La primera es la capacitación de los jóvenes y la segunda, los encuentros presenciales que deben sumar al menos ocho horas, aunque las parejas de maestros y aprendices suelen superar las 30 horas de entrevista, según explica Diana Wang, una de las directoras de la iniciativa y presidenta de Generaciones de la Shoá.

Cuando Darío fue por primera vez a la casa de Lea, en Buenos Aires, tenía miedo —de quedarse sin palabras, de incomodar— y también expectativa. Había preparado algunas preguntas, pero ella, que se define como una historiadora frustrada porque la guerra no le permitió ir a la universidad, se le adelantó. Esta polaca nacida en Micholowo, un pueblo cerca de la frontera con la ex Unión Soviética, le relató los acontecimiento que desembocaron en el ascenso del nazismo y su descenso personal "al infierno".

Tenía 12 años cuando inició la II Guerra Mundial, pero el 1 de septiembre de 1939 no pudo empezar el secundario porque Hitler bombardeó su pueblo. A ella y a su familia los reubicaron en el gueto de Pruzhany hasta su traslado en 1943 a Auschwitz, el mayor de los campos nazis, donde murió más de un millón de personas. Lea recuerda con rigor y poesía la última vez que vio las flores de su ventana, cubiertas de rocío; el hambre "incalificable"; los tres días y tres noches en el tren que la llevó a Auschwitz hacinada, el hedor, los niños muertos.

Sus memorias le sugerían a Darío más preguntas; Lea respondía y continuaba sin saltarse ni una fecha ni una sensación. Iban y venían en la historia hacia atrás, hacia adelante y en profundidad. Los "esbirros nazis", dos palabras que Lea no separa, empezaron a evacuar los campos cuando la guerra llegaba a su fin para esconder la evidencia del genocidio. Lea caminó más de 50 kilómetros con la nieve hasta la rodilla, en una de las llamada Marcha de la Muerte, donde una de cada cuatro personas murió. Al final, quedó libre, "entre comillas", aclara, porque entonces empezó otra "lucha por la vida". Se instaló en Argentina, donde vive la comunidad más grande de judíos de América Latina y la sexta del mundo, y aunque no quería casarse ni tener hijos formó una familia.

Lea anda con bastón y hace poco terminó de leer Guerra y Paz, de León Tolstói, en español (de joven lo había leído en ruso). Ha sido maestra de cinco aprendices y desde que el campo fue liberado el 27 de enero de 1945 —día por el que este sábado se ha conmemorado el Día Internacional por la Memoria de las Víctimas del Holocausto— siempre ha hablado, pero no todos los supervivientes pueden expresarlo. Algunos solo toleran hacer el proceso una vez, otros no se animan porque el dolor es muy fuerte.

Ella también revive el horror cada vez que cuenta sus memorias y sabe que esa noche no podrá dormir. Pero no deja de hacerlo porque es su obligación moral, asegura. No sabe cómo sobrevivió, pero sabe para qué. "No olviden", pronuncia una y otra vez e insiste para quienes no ven lo que ella cree evidente: "Por el bien de ustedes, lo mío ya pasó".

Su aprendiz, Darío, relata cada vez que puede el testimonio que ya ha hecho propio. Después de firmar un compromiso ético para transmitir las memorias del Holocausto, ha mantenido con Lea el vínculo de un nieto con su abuela: van al teatro, toman el té, intercambian novelas y no dejan de hablar. Darío subraya que es parte de una de las últimas generaciones que van a poder oír el testimonio directo de un superviviente. Quedarán los libros y las películas, pero no será posible conversar con los textos y los filmes, mirarlos a los ojos o tocarles el número en la piel arrugada.

fuente https://elpais.com/internacional/2018/01/26/actualidad/1516984829_119054.html