“Cada senda es un inicio” por Aida Ender y Diana Wang

Cada senda es un inicio

Cada senda es un inicio

Introducción para el acto del Día Internacional del Holocausto, 27 de enero, en el Colegio Hebreo Sefaradí de México para ser leído antes del poema.

Somos hijas de sobrevivientes nacidas en aquella Europa desgarrada apenas terminada la guerra. Las historias de nuestros padres construyeron gran parte de nuestra identidad. Elegimos ser un puente entre el pasado y el futuro.

Desde nuestras infancias sin familias, los otros sobrevivientes lo fueron y nuestros cuentos de hadas fueron las pérdidas sufridas y las sagas de supervivencia. Cada sobreviviente con su historia particular se volvió nuestra propia historia. Curiosamente compartimos la triste experiencia de la pérdida de un hermano mayor que no llegamos a conocer. Uno en la fría Siberia entre el hambre y las arbitrariedades del gulag y el otro entregado a una familia cristiana y nunca recuperado. 

Nacimos en 1945. La escritora israelí Dina Wardi nos llamó la “generación del iurtsait”, la de las velas conmemorativas, cuya llama mantiene viva la memoria de los que no están y al mismo tiempo ilumina la esperanza del camino por venir.

Este poema surge de nuestra vivencia como hijas de padres que, después de lo padecido, han apostado a la vida. Desde hace muchos años somos las continuadoras de esa misión en diferentes grupos y organizaciones. Desde “Niños de la Shoá” en un principio, luego creamos Generaciones de la Shoá en Argentina y hoy nos hemos integrado al Museo del Holocausto de Buenos Aires donde seguimos desarrollando nuestras actividades habituales. Damos testimonio, dictamos clases, y desarrollamos varios proyectos destinados a docentes y a jóvenes como el “Proyecto Aprendiz” y los “Cuadernos de la Shoá”.

El Himno Partisano canta a la resistencia y fue y sigue siendo una bandera de lucha. Nuestros padres lo cantaban con los ojos bien abiertos y los puños en alto mientras nosotras los mirábamos admiradas por su fuerza y determinación. Fue nuestra mejor canción de cuna. Esa marcha de los que no se dejan vencer sostiene que ninguna senda es la final. A partir de allí, y a la luz de lo vivido durante los últimos 80 años, agregamos que no solo no es la senda final sino que toda senda es un inicio. Nuestras vidas y las de nuestros hijos y nietos, son el documento que testifica y confirma esa apuesta al futuro. 

Aida Ender y Diana Wang

Buenos Aires, enero 2021

Nosotros, los que sobrevivimos

Los expoliados, aislados y marcados

Los encerrados, violados y denigrados

Sabemos, lo sabemos bien, que ninguna senda es la final

Estuvimos en el lodazal del infierno

En la oscuridad, el terror y la tormenta 

Aprendimos que aquella senda no era la final

Emergimos del hambre, del frío y el horror

Del tifus, la humillación y la vergüenza

Soñando un árbol lleno de pan

Y que esa senda no fuera la final

Somos los escapados, los escondidos 

Los afortunados, los rescatados, los salvados

Y gritamos a voz en cuello ¡no hay una senda final!

Somos los que cambiaron sus nombres

Los que lucharon en los bosques 

Los que, emergidos de entre escombros y desconcierto 

Confirmaron que esa senda no había sido la final

Con recuerdos, marcas y lágrimas aún vivas

Caminamos vías, calles y caminos

Entre muros derrumbados bajo cielos de plomo 

Los ojos bien abiertos en cada senda. ¡Ninguna fue final!

De la tierra, húmeda tras el vendaval, nacieron nuevos brotes

Hojas y frutos cubrieron los árboles heridos

Germinaron semillas, bravas e incontenibles 

Puestos de pie, reconstruidos, desafiantes

Seguimos caminando, no paramos de andar 

Lloramos nuestros muertos, está prohibido olvidar

Los que nos siguen abrazan nuestro legado

Ahondan nuestras huellas, llevan la memoria detrás

En la mira el horizonte abierto, todo promesa, todo concierto

Porque cada senda es nueva y ninguna es la final

Somos los que sobrevivimos y los que nacimos después

Nos bebemos la vida medida por medida

¡Ni aquella senda, ni ésta, ni ninguna, será la final!

Cada senda es un inicio y habrá otras, muchas más

¡El pueblo judío vive! ¡Estamos acá! 

¡Mir Zainen Do!  ¡Am Israel Jai!

Aida Ender - Diana Wang

Hijas de sobrevivientes de la Shoá


Recitado por Jessica Schultz en el Museo del Holocausto de Buenos Aires en el acto de Iom Hashoá, abril 2021

Coreografías amorosas del día a día

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La cercanía forzosa cuestiona nuestra intimidad. ¿Si estamos tan cerca por qué no la sentimos? ¿Qué entendemos por intimidad? Es una vivencia, a veces solo un instante mágico, otras que persiste un tiempo, y que solo sucede en un clima de entrega sostenido por la confianza. No sucede si hay miedo o prevención. Como los trapecistas, solo nos arrojamos a la intimidad cuando sabemos que el otro nos recibirá en el aire antes de que caigamos. Para confiar necesitamos tener la seguridad de ser aceptados, escuchados con empatía, la mirada límpida, el corazón abierto.¿Cómo abrirse a un otro temiendo juicio, crítica o acusación? En esta convivencia forzosa, la mirada del testigo omnipresente nos levanta defensas de cautela y preservación. A veces cuanto más cerca físicamente más lejos la intimidad anhelada. 

Suele asociarse intimidad con sexo, como si solo allí fuera posible una entrega confiada. Tristemente, las más de las veces no lo es. El sexo puede ser mera descarga, puede ser gimnasia, puede ser ejercicio de poder, dominación, sometimiento o desvalidez, todo ello sin una pizca de intimidad. Solo cuando el encuentro sexual nace y vive en la intimidad es hacer el amor, cuando la piel y los genitales, el deseo y la mirada, surgen de la entrega confiada, la aceptación genuina, el placer de ser uno mismo y de estar con otro que siente el mismo placer.

Pero es mucho más que el sexo. Podemos vivir momentos íntimos en muchas otras situaciones. Tuve algunas veces conversaciones de una intimidad abierta con quien estaba a mi lado en un viaje de avión, alguien que no volvería a ver nunca, pero que por alguna razón, tal vez porque no nos veríamos nunca más, me permitía una entrega confiada y relajada. Éramos dos páginas en blanco ante largas horas de inmovilidad, dos personas desconocidas que teníamos la libertad de fingir ser otros o de abrirnos impúdicamente de un modo que no haríamos con conocidos o familiares. Tuve conversaciones íntimas inolvidables con personas que he olvidado totalmente. No conocernos y saber que no nos volveríamos a ver se transformaba en la red de seguridad de los trapecistas. 

Se pueden vivir momentos íntimos de muy diferentes maneras y con diferentes personas. En una charla corazón a corazón uno se desnuda y se atreve a mostrar lo que suele ocultar. Son momentos-gema en los que sentimos el alivio de compartir una pena, una desilusión, un anhelo inconfesable y nos atrevemos a mostrarnos de verdad, con nuestra más humana fragilidad y carencia. Recibir de la otra persona un te entiendo, también me pasaría lo mismo, qué duro debe ser es la confirmación de que nos escuchó, nos recibió, no nos criticó ni juzgó, nos aceptó y nos contuvo. 

El acto de comer es otro escenario privilegiado. Elegir el menú de a dos, comprar los ingredientes necesarios, seleccionar la bebida, poner y adornar la mesa, encenderse con la luz adecuada, ¿tal vez música?, paladear todo, el aperitivo, el primer plato, el plato principal, el postre, cada bocado como si fuera el último, la vida entera en cada instante. 

Así, comer, y tantas otras conductas automáticas, pueden volverse una coreografía amorosa que no precisa de muchas palabras, solo del placer de estar, la conciencia abierta en cada momento y la firme determinación de paladear cada segundo sabiendo que hay red y que nuestro otro está paladeando lo mismo al mismo tiempo. 

Me dirán que fue quizá solo un destello en la oscuridad. Tal vez. La felicidad está hecha de instantes. También la intimidad. 

Publicado en Clarin.

Memory in Action. Bio

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Published in Jewish Latin America.

Diana Wang was born in Poland in 1945, the daughter of survivors of the Shoah. She arrived in Argentina in 1947. Psychotherapist specializing in couples therapy (private practice). Writer and lecturer. Until 2018: with the “Generations of the Shoah” (Holocaust): worked dissemination and education. Talks, conferences, seminars in Argentina and abroad, in formal and informal educational institutions. Her groups produced educational material on the various themes of the Shoah, published the Cuadernos de la Shoá (Shoah Notebooks) and generated the “Apprentice Project” to keep the oral memory of the Shoah alive. They are part of the Argentine chapter of the ITF (Task Force for International Cooperation on Holocaust Education, Remembrance and Research). Since 2018, Diana Wang is a member of the Board of Directors of the Museum of the Holocaust of Buenos Aires. The “Generations of the Shoah” projects continue in Argentina.

Children of the Shoá. To tell of what was lived, to include it in the chain of family descendance, to understand it according to the specific context, to look at it again, to put it into a new perspective and to learn from one’s own experiences, all of this is what we are.  the survivors of the Shoah (Holocaust) and their descendants have found to be since the very moment in which we began to meet. Additionally, we learned from each other and we went on reconstructing our pasts with new pieces that responded to obscure questions. We learned useful lessons for the present and for the future. We began to meet regularly in 1997. We told our stories, and with surprise, we discovered how very similar were so many things we had believed  happened only to each one of us, and were, in fact, shared with the others.

To tell of what was lived, to include it in the chain of family descendance, to understand it according to the specific context, to look at it again, to put it into a new perspective and to learn from one’s own experiences, all of this is what we are.  the survivors of the Shoah (Holocaust) and their descendants have found to be since the very moment in which we began to meet. Additionally, we learned from each other and we went on reconstructing our pasts with new pieces that responded to obscure questions. We learned useful lessons for the present and for the future. We began to meet regularly in 1997. We told our stories, and with surprise, we discovered how very similar were so many things we had believed  happened only to each one of us, and were, in fact, shared with the others.

     We began as the “Children of the Shoah,” because almost all of us had been very little at the end of the war. Some, including myself, though born a bit after that, saw that our stories also had points in  common. Those born after 1940 have almost no early memories and so their “memories” had to be investigated and reconstructed. Also, those of us who were born after the Shoah sought in our families’ past the links that we lacked to reconstruct the chain of connections to our parents and our grandparents. I often say that most important thing that happened to me in my life, happened before I was born. That “most Important thing” was that which unified us and what became an affectionate nest in which to find the keys that we lacked. We all had an intimate and personal relationship with the Shoah, and sharing it gave us a new sense of belonging. We felt like a family.

A Different Type of Institution. Clearly, we invented a way of doing things that was different from the usual procedures of local Jewish organizations. There was no difference between the Board of was Directors who thought about and made decisions and those who carried out what decided upon. Those of us who were members of the Board, were active in all other areas: we participated discussions, thought, signed checks about programs, and when it was necessary, took a broom and swept the floor. While we generated educational materials, we went down to open the door; while we invented innovative projects, we also made sure that there was no lack of coffee, tea, mate, sweetener and crackers. All volunteers, we all developed a very meaningful mission, we were in our home with our family.

Generations of the Shoah. In 2004, we set out on a great adventure, an international conference that we called “Facing the Future. In attendance were survivors, children, grandchildren, relatives, teachers, historians and cultural figures from several countries. This event strengthened our association. It was formalized and began to be known as the “Generations of the Shoah” in Argentina. “Generations” was a very unusual in the context of local Jewish organization, because it mainly consisted of women. The men who accompanied us were amazed that we were able to be talking about four things at the same time, not only what had to be done, but also the health of each one of us, whose daughter was pregnant or which grandson had done well at school or had a high fever the previous night.

       These were fertile meetings, with such a pleasant environment that it was enjoyable to be there. But we didn’t only create and distributed pedagogic materials, we also celebrated the holidays of our Jewish tradition, celebrated birthdays, gave support during unhappy events and were happy about our joys. . .we constituted an unexpected new affective web with close ties, perhaps a compensation for what some of us had lacked during our childhoods.

     We learned from our parents and survivors to transform the tragedy into a motive for living. We created a philosophy that valued life and gave it meaning, in the organization as well as in our own lives, recounting, almost with joy, who we were and what we had learned.

     We participated intensely in social networks, and we reacted strongly against the use of the Shoah for reasons that were not connected to it. Phrases like “Never again,” “Remember so not to  repeat,” “For the future generations” and so many others that we heard every day, brought us back again and again to explanations and demystifications. We permanently rectified false information. We fought against the banalization when Nazism, Hitler or Goebbels were mentioned as a common noun, which we took as an insult. We came out against statements that treated the facts lightly or superficially. We repudiated statements that distorted the facts, for they impeded making the making them known and the understanding of their content and scope. We protested against the spurious comparison of the Shoah with the politics of the State of Israel, pointing that what is now called Anti-Zionism is the same old Anti-Semitism in disguise.

Members of Generations of the Shoah

     We created three project that would go beyond what we had accomplished so far: the Cuadernos de la Shoá (Notebooks of the Shoah) and Proyecto Aprendiz I y II (Project Apprentice I and 2 (Project Apprentice I and II).

1.  Cuadernos de la Shoá. The Cuadernos are a publication directed at teachers who require an exhaustive pedagogical tool for teaching about the Holocaust. Each Cuaderno (there are now eight published and a nineth about to come out) deals with a specific theme: the rescuers, the children, the women, the resistance, the Shoah as part of the Second World Warthe dehumanization, the outcomes, the genocides of the twentieth century. Each book is structured around three central concepts: the definition and explanation of the main ideas, the design of the book and graphic illustrations, the personal testimonies of survivors that transmit the human aspect of those involved.

To Live with Evil: Genocides of the Twentieth Century

To see or download the Cuadernos, go to:  https://museodelholocausto.org.ar/publicaciones/cuadernos-de-la-shoa/

A video about the Cuadernos (in Spanish) :https://www.youtube.com/watch?v=9f3XT66m6qA&ab_channel=BACultura

2. – Project Apprentice I. Project Apprentice I was developed to assure that each one of the living survivor’s stories continue to be told in an oral and face-to-face way. The living testimony permits interaction and questioning and brings directly to each listener the emotion of someone who lived through it all. The idea is to train young adults to tell in the future, the history of a specific survivor. During three months of direct contact, each Apprentice gets to know, accompanies, converses with the survivor. This conversation treats not only the survivor’s experiences during the Shoah, but also her childhood, her old age, her ideals, her joys, her sorrows. The Apprentice receives and incorporates that story into his or her life and commits to retell it in the coming decades. There are now 150 Apprentices who now have this responsibility.

One of Diana Wang’s TED talks, with English subtitles:  “Los aprendices de la Historia”/”The Apprentices of History”:  https://www.youtube.com/watch?v=OeNvaToNv_k&t=4s

Survivor Lea Zajac (left) with her apprentice Darío Berlinerblau (right), in Buenos Aires

Project Apprentice I

3. Project Apprentice II. We created a second level to these activities. The Apprentices were trained to develop a short talk, up to twenty minutes in length, in which they described their experiences living along with a survivor and the ways in which their own lives were affected by it. Each talk was recorded on videos that were distributed through social media. These brief talks have a strong potential in education. After showing a video in a single class, there is time left to complement it with concepts, commentaries, questions and pedagogic activities that assure the understanding of what had been lived through.

The talks by these young adults have a strong effect on those who hear them. The anecdote, the living presence, the immediacy of emotion are exceptional vehicles for stimulating memory and not allowing things to be forgotten.

4. Museum of the Holocaust in Buenos Aires. In 2018, Generations of the Shoah became part of the Museum of the Holocaust in Buenos Airescombining forces and voluntary work. We contributed who we are and what we knew, the materials we produced and the presentations to schools and universities. We learn and we teach.     

Conversations with Survivors: Rudi Haymann is interviewed from Chile

     We were in dialogue with different groups. We formed the Argentine chapter of the International Alliance for the Memory of the Holocaust. With training sessions, testimonies, and with our survivors, we supported the March for Life. We participate in the Latin American Network for the Teaching of the Shoah.  We continue with the Cuadernos de la Shoá and Proyecto Aprendiz. This activity is in the process of reformulation, given that with the passage of time, we can no longer count on survivors to take part. We will encounter the situation of the children of the survivors like us with our own experience of having grown up with the scars left in our parents and also our grandchildren, now freer from the direct connection with the survivors, with a renewed capacity for questioning, investigation and memory.

In synthesis. During the Battle of Britain, Sir Winston Churchill referred to those who fought, saying that “never have so few done so much for so many.” We are like that squadron of the RAF, a handful of people, with small voices that as the Children of the Shoah, Generations of the Shoah and now from the Museum, grow and become louder, become strong and powerful in their persistence to keep alive the memory of the Shoah, generate consciousness so that the so wished for “Never again” will someday be so.

Traducción:

Para el site Jewish Latin America
Diana Wang nació en Polonia en 1945, hija de sobrevivientes de la Shoá. Llegó a la Argentina en 1947. Psicoterapeuta especializada en terapia de pareja (práctica privada). Escritora y conferencista. Hasta 2018: Desde “Generaciones de la Shoá”: realizó una constante labor en difusión y educación. Charlas, conferencias, seminarios en la Argentina y el exterior, en instituciones de educación formal e informal. Produjeron material educativo sobre las variadas temáticas de la Shoá, publican los Cuadernos de la Shoá y han generado el “Proyecto Aprendiz” para mantener viva la memoria oral de la Shoá. Integran el capítulo argentino de la IHRA (International Holocaust Remembrance Alliance). Desde 2018 miembro del Consejo de Administración del Museo del Holocausto de Buenos Aires . Continúan los proyectos de “Generaciones de la Shoá” en Argentina.

Niños de la Shoá. Contar lo vivido, incluirlo en la cadena del linaje familiar, entenderlo según el contexto específico, volver a mirarse, ubicarse en una nueva perspectiva y aprender de las propias experiencias, es lo que los sobrevivientes de la Shoá y sus descendientes hemos encontrado desde el momento en que comenzamos a reunirnos. Adicionalmente aprendimos los unos de los otros y fuimos reconstruyendo nuestros pasados con nuevas piezas que respondían a oscuros interrogantes y aprendiendo lecciones útiles para el presente y el futuro. 

Nos conocimos y comenzamos a reunirnos en 1997. Nos contamos nuestras historias y descubrimos con sorpresa cómo se parecían y cuántas cosas que creímos nos pasaban solo a nosotros eran compartidas por los demás. 

Empezamos a ser “Niños de la Shoá” porque casi todos habían sido muy chicos en aquel momento. Algunos, como yo misma, aunque nacimos poco después, vimos que nuestras historias también tenían puntos en común. Los nacidos después de 1940 casi no tenían recuerdos y sus memorias debían ser indagadas y reconstruidas. También los que nacimos una vez terminada la Shoá buscábamos en nuestros pasados familiares los eslabones que nos faltaban para reconstruir la cadena con nuestros padres y abuelos. Suelo decir que lo más importante que me pasó en la vida pasó antes de que yo naciera. Lo “más importante” era lo que nos unía y lo que constituía un nido cariñoso en donde encontrar las claves que nos faltaban. Todos tenemos una relación íntima y personal con la Shoá y el compartirla nos regaló una nueva pertenencia, nos sentíamos una familia.


Generaciones de la Shoá. En 2004 emprendimos una gran aventura, el encuentro internacional que llamamos De Cara al Futuro con la asistencia de sobrevivientes, hijos, nietos, parientes, docentes, historiadores y personalidades de la cultura de varios países. Este evento consolidó nuestra asociación que se formalizó y pasó a ser Generaciones de la Shoá en Argentina. 

Generaciones fue una institución muy particular en el contexto de las organizaciones judías locales, porque estaba integrada por muchas mujeres. Los hombres que nos acompañaban se sorprendían de que pudiéramos estar hablando de cuatro cosas al mismo tiempo, no solo sobre lo que había que hacer sino también sobre el estado de salud de cada uno, qué hija está embarazada o qué nieto tuvo un éxito en la escuela o mucha fiebre la noche anterior.

Una institución diferente. Claramente inventamos un modo particular distinto de los modelos usuales de las organizaciones judías locales. No había diferencia entre la comisión directiva que pensaba y decidía y quienes ejecutaban lo decidido. Los que integrábamos la CD estábamos en todas las otras áreas: discutíamos, pensábamos, firmábamos cheques y, cuando hacía falta, tomábamos una escoba y barríamos el piso. Mientras generábamos materiales educativos bajábamos a abrir la puerta, cuando inventábamos proyectos innovadores estábamos también atentos a que no faltara el café ni el té ni el mate ni el edulcorante ni las galletitas. Todos voluntarios, todos llevando adelante una misión muy significativa, estábamos en nuestra casa con nuestra familia. 

Eran reuniones fértiles, con un clima tan amable que daba gusto estar allí. Pero no sólo creábamos y difundíamos materiales pedagógicos, también celebrábamos las fechas de nuestra tradición judía, festejábamos los cumpleaños, nos acompañábamos en las tristezas y nos alegrábamos con las alegrías… constituíamos una impensada nueva red afectiva con vínculos entrañables, tal vez una compensación por lo que a algunos nos había faltado en nuestras infancias. Aprendimos de nuestros padres y sobrevivientes, a transformar la tragedia en motivo de vida. Hacíamos en la institución lo mismo que con nuestras propias historias sostenidos sobre una filosofía que privilegia la vida y le da sentido, contando hasta con alegría quiénes éramos y lo que habíamos aprendido. 

Participamos intensamente en redes sociales y reaccionamos fuertemente ante la utilización de la Shoá para fines ajenos a ella, los lugares comunes y las mentiras. Frases como “nunca más”, “recordar para no repetir”, “para las futuras generaciones”, y tantas otras que escuchamos a diario, nos llevan una y otra vez a explicaciones y desmitificaciones.  Rectificamos permanentemente informaciones falsas. Luchamos contra la banalización cuando se menciona al nazismo, a Hitler o a Goebbels, como un sustantivo común, como un insulto. Salimos al cruce de las declaraciones que toman los hechos a la ligera y superficialmente, que los tergiversa e impide revelar y comprender su contenido y alcance. Protestamos ante la espuria comparación entre la Shoá y la política del Estado de Israel señalando que el hoy llamado antisionismo es el mismo antisemitismo travestido. 

Creamos tres proyectos que nos trascenderán: los Cuadernos de la Shoá y el Proyecto Aprendiz I y II.

1.- Cuadernos de la Shoá. Es una publicación destinada a los docentes que precisan una herramienta pedagógica exhaustiva para enseñar sobre el Holocausto. Cada Cuaderno (hay 8 publicados y el 9 a punto de salir) encara un tema específico, los rescatadores, los niños, las mujeres, las resistencias, la shoá inmersa en la segunda guerra, la deshumanización, las trayectorias, los genocidios del siglo XX. Cada número está estructurado alrededor de 3 ejes: la conceptualización, el diseño y la ilustración gráfica y los testimonios personales que transmiten el aspecto humano involucrado. 

2.- Proyecto Aprendiz I. Surgió para asegurar que cada una de las historias siga siendo contada de manera presencial y oral. Cuando ya no haya sobrevivientes que cuenten lo vivido, ¿cómo llegar a la gente con un similar potencial emotivo que haga que el testimonio sea inolvidable? El testimonio vivo permite la interacción, la pregunta y llega directamente a cada oyente porque es entregado con la emoción de quien lo vivió. La idea es capacitar a adultos jóvenes para contar, el día de mañana, la historia de un sobreviviente particular. Durante tres meses de contacto directo, cada Aprendiz conoce, acompaña y conversa con un sobreviviente. No es solo sobre sus vivencias en la Shoá, también sobre su infancia, su vejez, sus ideales, sus alegrías, sus tristezas. El Aprendiz recibe e incorpora esa historia a su propia vida y se compromete a contarla en las siguientes décadas. Son en la actualidad 150 los Aprendices que tienen ahora esta nueva responsabilidad en sus vidas.

3.- Proyecto Aprendiz II. Creamos una segunda etapa, la capacitación de los Aprendices en la construcción de una charla breve, de hasta 20 minutos, contando la experiencia vivida al lado del sobreviviente y la manera en que fueron atravesados por ella en su propia vida. Cada charla se registra en video que se difunde por las redes sociales. Estas breves charlas tienen un fuerte potencial educativo. En una clase alcanza el tiempo para complementarlo con conceptualizaciones, comentarios, preguntas y actividades pedagógicas que aseguran la comprensión de lo vivido. 

Las charlas de estos adultos jóvenes tienen un poderoso efecto sobre quienes las oyen. La anécdota, la presencia viva, la emoción puesta en acto, son vehículos privilegiados para que la memoria se estimule y no se pierda en el olvido.

Museo del Holocausto de Buenos Aires. En 2018 pasamos a integrar el Museo aunando esfuerzos y voluntariados. Aportamos lo que somos y lo que sabemos, los materiales que producimos y los testimonios a escuelas y universidades. Dialogamos con distintos grupos, aprendemos y enseñamos, integramos el capítulo argentino de la Alianza Internacional para la memoria del Holocausto, acompañamos con capacitaciones, testimonios y con nuestros sobrevivientes al programa Marcha por la Vida.

Participamos de la red LAES y seguimos con los Cuadernos de la Shoá y con el Proyecto Aprendiz. Este último está en proceso de reactualización dado que el paso del tiempo hizo que ya no contemos con sobrevivientes para hacerlo. Entraremos al escenario los hijos de sobrevivientes con nuestras experiencias de haber crecido con las marcas que la Shoá dejó en nuestros padres; también los nietos, ya más libres del vínculo directo con los sobrevivientes, con una renovada capacidad de pregunta, investigación y memoria.

En síntesis. Durante la Batalla de Inglaterra, Sir Winston Churchill se refirió a quienes lucharon diciendo que “nunca tan pocos habían hecho tanto por tantos”. Somos, como aquel escuadrón de la RAF, un puñado de personas, con pequeñas voces que, antes desde Niños de la Shoá, Generaciones de la Shoá y ahora desde el Museo, crecen y se amplifican, se vuelven fuertes y potentes en su persistencia por mantener viva la memoria de la Shoá, generar conciencia para que el tan ansiado “nunca más” alguna vez lo sea.

Memory in action. In Jewish Latin America.

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Memory in Action

Survivors of the Shoah and their descendants in a trajectory of reconstruction

Children of the Shoá. To tell of what was lived, to include it in the chain of family descendance, to understand it according to the specific context, to look at it again, to put it into a new perspective and to learn from one’s own experiences is what the survivors of the Shoah (Holocaust) and their descendants have found to be since we began to meet. We reconnected with the chain of our family lineage; we learned from each other and we went on reconstructing our pasts with new pieces that responded to obscure questions. We learned useful lessons for the present and for the future.

We began to meet regularly in 1997. We told our stories, and with surprise, we discovered how very similar were so many things we had believed  happened only to each one of us, and were, in fact, shared with the others.

     We began as the “Children of the Shoah,” because almost all of us had been very little at the end of the war. Some, including myself, though born a bit after that, saw that our stories also had points in  common. Those born after 1940 have almost no early memories and so their “memories” had to be investigated and reconstructed. Also, those of us who were born after the Shoah sought in our families’ past the links that we lacked to reconstruct the chain of connections to our parents and our grandparents. I often say that most important thing that happened to me in my life, happened before I was born. That “most Important thing” was that which unified us and what became an affectionate nest in which to find the keys that we lacked. We all had an intimate and personal relationship with the Shoah, and sharing it gave us a new sense of belonging. We felt like a family.

A Different Type of Institution. Clearly, we invented a way of doing things that was different from the usual procedures of local Jewish organizations. There was no difference between the Board of was Directors who thought about and made decisions and those who carried out what decided upon. Those of us who were members of the Board, were active in all other areas: we participated discussions, thought, signed checks about programs, and when it was necessary, took a broom and swept the floor. While we generated educational materials, we went down to open the door; while we invented innovative projects, we also made sure that there was no lack of coffee, tea, mate, sweetener and crackers. All volunteers, we all developed a very meaningful mission, we were in our home with our family.

Generations of the Shoah. In 2004, we set out on a great adventure, an international conference that we called “Facing the Future. In attendance were survivors, children, grandchildren, relatives, teachers, historians and cultural figures from several countries. This event strengthened our association. It was formalized and began to be known as the “Generations of the Shoah” in Argentina. “Generations” was a very unusual in the context of local Jewish organization, because it mainly consisted of women. The men who accompanied us were amazed that we were able to be talking about four things at the same time, not only what had to be done, but also the health of each one of us, whose daughter was pregnant or which grandson had done well at school or had a high fever the previous night.

       These were fertile meetings, with such a pleasant environment that it was enjoyable to be there. But we didn’t only create and distributed pedagogic materials, we also celebrated the holidays of our Jewish tradition, celebrated birthdays, gave support during unhappy events and were happy about our joys. . .we constituted an unexpected new affective web with close ties, perhaps a compensation for what some of us had lacked during our childhoods.

     We learned from our parents and survivors to transform the tragedy into a motive for living. We created a philosophy that valued life and gave it meaning, in the organization as well as in our own lives, recounting, almost with joy, who we were and what we had learned.

     We participated intensely in social networks, and we reacted strongly against the use of the Shoah for reasons that were not connected to it. Phrases like “Never again,” “Remember so not to  repeat,” “For the future generations” and so many others that we heard every day, brought us back again and again to explanations and demystifications. We permanently rectified false information. We fought against the banalization when Nazism, Hitler or Goebbels were mentioned as a common noun, which we took as an insult. We came out against statements that treated the facts lightly or superficially. We repudiated statements that distorted the facts, for they impeded making the making them known and the understanding of their content and scope. We protested against the spurious comparison of the Shoah with the politics of the State of Israel, pointing that what is now called Anti-Zionism is the same old Anti-Semitism in disguise.

Members of Generations of the Shoah

     We created three project that would go beyond what we had accomplished so far: the Cuadernos de la Shoá (Notebooks of the Shoah) and Proyecto Aprendiz I y II (Project Apprentice I and 2 (Project Apprentice I and II).

1.  Cuadernos de la Shoá. The Cuadernos are a publication directed at teachers who require an exhaustive pedagogical tool for teaching about the Holocaust. Each Cuaderno (there are now eight published and a nineth about to come out) deals with a specific theme: the rescuers, the children, the women, the resistance, the Shoah as part of the Second World Warthe dehumanization, the outcomes, the genocides of the twentieth century. Each book is structured around three central concepts: the definition and explanation of the main ideas, the design of the book and graphic illustrations, the personal testimonies of survivors that transmit the human aspect of those involved.

To Live with Evil: Genocides of the Twentieth Century

To see or download the Cuadernos, go to:  https://museodelholocausto.org.ar/publicaciones/cuadernos-de-la-shoa/

A video about the Cuadernos (in Spanish) :https://www.youtube.com/watch?v=9f3XT66m6qA&ab_channel=BACultura

2. – Project Apprentice I. Project Apprentice I was developed to assure that each one of the living survivor’s stories continue to be told in an oral and face-to-face way. The living testimony permits interaction and questioning and brings directly to each listener the emotion of someone who lived through it all. The idea is to train young adults to tell in the future, the history of a specific survivor. During three months of direct contact, each Apprentice gets to know, accompanies, converses with the survivor. This conversation treats not only the survivor’s experiences during the Shoah, but also her childhood, her old age, her ideals, her joys, her sorrows. The Apprentice receives and incorporates that story into his or her life and commits to retell it in the coming decades. There are now 150 Apprentices who now have this responsibility.

One of Diana Wang’s TED talks, with English subtitles:  “Los aprendices de la Historia”/”The Apprentices of History”:  https://www.youtube.com/watch?v=OeNvaToNv_k&t=4s

Survivor Lea Zajac (right) with her apprentice Darío Berlinerblau (left), in Buenos Aires

3. Project Apprentice II. We created a second level to these activities. The Apprentices were trained to develop a short talk, up to twenty minutes in length, in which they described their experiences living along with a survivor and the ways in which their own lives were affected by it. Each talk was recorded on videos that were distributed through social media. These brief talks have a strong potential in education. After showing a video in a single class, there is time left to complement it with concepts, commentaries, questions and pedagogic activities that assure the understanding of what had been lived through.

The talks by these young adults have a strong effect on those who hear them. The anecdote, the living presence, the immediacy of emotion are exceptional vehicles for stimulating memory and not allowing things to be forgotten.

4. Museum of the Holocaust in Buenos Aires. In 2018, Generations of the Shoah became part of the Museum of the Holocaust in Buenos Airescombining forces and voluntary work. We contributed who we are and what we knew, the materials we produced and the presentations to schools and universities. We learn and we teach.     

Conversations with Survivors: The survivor Rudi Haymann is interviewed from Chile

     We were in dialogue with different groups. We formed the Argentine chapter of the International Alliance for the Memory of the Holocaust. With training sessions, testimonies, and with our survivors, we supported the March for Life. We participate in the Latin American Network for the Teaching of the Shoah.  We continue with the Cuadernos de la Shoá and Proyecto Aprendiz. This activity is in the process of reformulation, given that with the passage of time, we can no longer count on survivors to take part. We will encounter the situation of the children of the survivors like us with our own experience of having grown up with the scars left in our parents and also our grandchildren, now freer from the direct connection with the survivors, with a renewed capacity for questioning, investigation and memory.

In synthesis. During the Battle of Britain, Sir Winston Churchill referred to those who fought, saying that “never have so few done so much for so many.” We are like that squadron of the RAF, a handful of people, with small voices that as the Children of the Shoah, Generations of the Shoah and now from the Museum, grow and become louder, become strong and powerful in their persistence to keep alive the memory of the Shoah, generate consciousness so that the so wished for “Never again” will someday be so.

Diana Wang was born in Poland in 1945, the daughter of survivors of the Shoah. She arrived in Argentina in 1947. Psychotherapist specializing in couples therapy (private practice). Writer and lecturer. Until 2018: with the “Generations of the Shoah” (Holocaust): worked dissemination and education. Talks, conferences, seminars in Argentina and abroad, in formal and informal educational institutions. Her groups produced educational material on the various themes of the Shoah, published the Cuadernos de la Shoá (Shoah Notebooks) and generated the “Apprentice Project” to keep the oral memory of the Shoah alive. They are part of the Argentine chapter of Integran el capítulo argentino de la IHRA (International Holocaust Remembrance Alliance.) Since 2018, Diana Wang is a member of the Board of Directors of the Museum of the Holocaust of Buenos Aires. The “Generations of the Shoah” projects continue in Argentina.

Published in Jewish Latin America.

Traducción:

Niños de la Shoá. Contar lo vivido, incluirlo en el contexto específico, volver a mirarse, ubicarse en una nueva perspectiva y aprender de las propias experiencias, es lo que los sobrevivientes de la Shoá y sus descendientes hemos encontrado  desde  que comenzamos a reunirnos. Nos recolectamos con la cadena de nuestro linaje familiar, aprendimos los unos de los otros y fuimos reconstruyendo nuestros pasados con nuevas piezas que respondían a oscuros interrogantes y aprendiendo lecciones útiles para el presente y el futuro.

      Nos conocimos y comenzamos a reunirnos en 1997. Nos contamos nuestras historias y descubrimos con sorpresa cómo se parecían y cuántas cosas que creímos nos pasaban solo a nosotros eran compartidas por los demás.

     Empezamos a ser “Niños de la Shoá” porque casi todos habían sido muy chicos en aquel momento. Algunos, como yo misma, aunque nacimos poco después, vimos que nuestras historias también tenían puntos en común. Los nacidos después de 1940 casi no tenían recuerdos y sus memorias debían ser indagadas y reconstruidas. También los que nacimos una vez terminada la Shoá buscábamos en nuestros pasados familiares los eslabones que nos faltaban para reconstruir la cadena con nuestros padres y abuelos. Suelo decir que lo más importante que me pasó en la vida pasó antes de que yo naciera. Lo “más importante” era lo que nos unía y lo que constituía un nido cariñoso en donde encontrar las claves que nos faltaban. Todos tenemos una relación íntima y personal con la Shoá y el compartirla nos regaló una nueva pertenencia, nos sentíamos una familia.

Generaciones de la Shoá. En 2004 emprendimos una gran aventura, el encuentro internacional que llamamos De Cara al Futuro con la asistencia de sobrevivientes, hijos, nietos, parientes, docentes, historiadores y personalidades de la cultura de varios países. Este evento consolidó nuestra asociación que se formalizó y pasó a ser “Generaciones de la Shoá” en Argentina.

      Generaciones fue una institución muy particular en el contexto de las organizaciones judías locales, porque estaba integrada por muchas mujeres. Los hombres que nos acompañaban se sorprendían de que pudiéramos estar hablando de cuatro cosas al mismo tiempo, no solo sobre lo que había que hacer sino también sobre el estado de salud de cada uno, qué hija está embarazada o qué nieto tuvo un éxito en la escuela o mucha fiebre la noche anterior.

Una institución diferente. Claramente inventamos un modo particular distinto de los modelos usuales de las organizaciones judías locales. No había diferencia entre la comisión directiva que pensaba y decidía y quienes ejecutaban lo decidido. Los que integrábamos la Comité Directiva estábamos en todas las otras áreas: discutíamos, pensábamos, firmábamos cheques y, cuando hacía falta, tomábamos una escoba y barríamos el piso. Mientras generábamos materiales educativos bajábamos a abrir la puerta, cuando inventábamos proyectos innovadores estábamos también atentos a que no faltara el café ni el té ni el mate ni el edulcorante ni las galletitas. Todos voluntarios, todos llevando adelante una misión muy significativa, estábamos en nuestra casa con nuestra familia.

       Eran reuniones fértiles, con un clima tan amable que daba gusto estar allí. Pero no sólo creábamos y difundíamos materiales pedagógicos, también celebrábamos las fechas de nuestra tradición judía, festejábamos los cumpleaños, nos acompañábamos en las tristezas y nos alegrábamos con las alegrías… constituíamos una impensada nueva red entrañables, tal vez una compensación afectiva por lo que  algunas de nosotros nos había faltado en nuestras infancias.

       Aprendimos de nuestros padres y sobrevivientes, a transformar la tragedia en una filosofía que privilegia la vida y le da sentido, contando hasta con alegría quiénes éramos y lo que habíamos aprendido. Participamos intensamente en redes sociales y reaccionamos fuertemente ante la utilización de la Shoá para fines ajenos a ella, los lugares comunes y las mentiras. Frases como “nunca más”, “recordar para no repetir”, “para las futuras generaciones”, y tantas otras que escuchamos a diario, nos llevan una y otra vez a explicaciones y desmitificaciones.  Rectificamos permanentemente informaciones falsas.    Luchamos contra la banalización cuando se menciona al nazismo, a Hitler o a Goebbels, como un sustantivo común, como un insulto. Salimos al cruce de las declaraciones que toman los hechos a la ligera y superficialmente, que los tergiversa e impide revelar y comprender su contenido y alcance. Protestamos ante la espuria comparación entre la Shoá y la política del Estado de Israel señalando que el hoy llamado anti-sionismo es el mismo antisemitismo travestido.

Miembros de Generaciones de la Shoá

Creamos tres proyectos que nos trascenderán: los Cuadernos de la Shoá y el Proyecto Aprendiz I y II.

1.- Cuadernos de la Shoá. Es una publicación destinada a los docentes que precisan una herramienta pedagógica exhaustiva para enseñar sobre el Holocausto. Cada Cuaderno (hay 8 publicados y el 9 a punto de salir) encara un tema específico, los rescatadores, los niños, las mujeres, las resistencias, la shoá inmersa en la segunda guerra, la deshumanización, las trayectorias, los genocidios del siglo XX. Cada número está estructurado alrededor de 3 ejes: la conceptualización, el diseño y la ilustración gráfica y los testimonios personales que transmiten el aspecto humano involucrado.

Los cuadernos se pueden ver/descargar: en https://museodelholocausto.org.ar/publicaciones/cuadernos-de-la-shoa/

Aquí un video sobre los cuadernos: https://www.youtube.com/watch?v=9f3XT66m6qA&ab_channel=BACultura

2.- Proyecto Aprendiz I. Surgió para asegurar que cada una de las historias siga siendo contada de manera presencial y oral. Cuando ya no haya sobrevivientes que cuenten lo vivido, El testimonio vivo permite la interacción, la pregunta y llega directamente a cada oyente porque es entregado con la emoción de quien lo vivió. La idea es capacitar a adultos jóvenes para contar, el día de mañana, la historia de un sobreviviente particular. Durante tres meses de contacto directo, cada Aprendiz conoce, acompaña y conversa con un sobreviviente. No es solo sobre sus vivencias en la Shoá, también sobre su infancia, su vejez, sus ideales, sus alegrías, sus tristezas. El Aprendiz recibe e incorpora esa historia a su propia vida y se compromete a contarla en las siguientes décadas. Son en la actualidad 150 los Aprendices que tienen ahora esta nueva responsabilidad en sus vidas.

Una charlas TED de Diana Wang “Los aprendices de la Historia” subtitulada en inglés https://www.youtube.com/watch?v=OeNvaToNv_k&t=

La superviviente Lea Zajac (derecha) y su aprendiz Darío Berlinerblau (izquierda), en Buenos Aires

3.- Proyecto Aprendiz II. Creamos una segunda etapa, la capacitación de los Aprendices en la construcción de una charla breve, de hasta 20 minutos, contando la experiencia vivida al lado del sobreviviente y la manera en que fueron atravesados por ella en su propia vida. Cada charla se registra en video que se difunde por las redes sociales. Estas breves charlas tienen un fuerte potencial educativo. En una clase alcanza el tiempo para complementarlo con conceptualizaciones, comentarios, preguntas y actividades pedagógicas que aseguran la comprensión de lo vivido.

      Las charlas de estos adultos jóvenes tienen un poderoso efecto sobre quienes las oyen. La anécdota, la presencia viva, la emoción puesta en acto, son vehículos privilegiados para que la memoria se estimule y no se pierda en el olvido.

4. – Museo del Holocausto de Buenos Aires. En 2018 pasamos a integrar el Museo aunando esfuerzos y voluntariados. Aportamos lo que somos y lo que sabemos, los materiales que producimos y los testimonios a escuelas y universidades.

El sobreviviente Rudi Haymann

Dialogamos con distintos grupos, aprendemos y enseñamos, integramos el capítulo argentino de la Alianza Internacional para la memoria del Holocausto, acompañamos con capacitaciones, testimonios y con nuestros sobrevivientes al programa Marcha por la Vida. Participamos de la Red Latinoamericana para la Enseñanza de la Shoá y seguimos con los Cuadernos de la Shoá y con el Proyecto Aprendiz. Este último está en proceso de reactualización dado que el paso del tiempo hizo que ya no contemos con sobrevivientes para hacerlo. Entraremos al escenario los hijos de sobrevivientes con nuestras experiencias de haber crecido con las marcas que la Shoá dejó en nuestros padres; también los nietos, ya más libres del vínculo directo con los sobrevivientes, con una renovada capacidad de pregunta, investigación y memoria.

En síntesis. Durante la Batalla de Inglaterra, Sir Winston Churchill se refirió a quienes lucharon diciendo que “nunca tan pocos habían hecho tanto por tantos”. Somos, como aquel escuadrón de la RAF, un puñado de personas, con pequeñas voces que, antes desde Niños de la Shoá, Generaciones de la Shoá y ahora desde el Museo, crecen y se amplifican, se vuelven fuertes y potentes en su persistencia por mantener viva la memoria de la Shoá, generar conciencia para que el tan ansiado “nunca más” alguna vez lo sea.

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Diana Wang nació en Polonia en 1945, hija de sobrevivientes de la Shoá. Llegó a la Argentina en 1947.  Psicoterapeuta especializada en terapia de pareja (práctica privada). Escritora y conferencista. Hasta 2018: Desde “Generaciones de la Shoá”: realizó una constante labor en difusión y educación. Charlas, conferencias, seminarios en la Argentina y el exterior, en instituciones de educación formal e informal. Produjeron material educativo sobre las variadas temáticas de la Shoá, publican los Cuadernos de la Shoá y han generado el “Proyecto Aprendiz” para mantener viva la memoria oral de la Shoá. Integran el capítulo argentino de la IHRA (International Holocaust Remembrance Alliance). . Desde 2018 miembro del Consejo de Administración del Museo del Holocausto de Buenos Aires Continúan los proyectos de “Generaciones de la Shoá” en Argentina.

El matrimonio no es lo que era

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El matrimonio tradicional ya no es lo que era. Hoy preferimos llamarlo convivencia porque ni siquiera es indispensable haber pasado antes por el registro civil. 

Tampoco la convivencia se refiere a la estructura “normal” porque las cosas dejaron de ser como solían ser a lo largo de decenas de siglos en occidente. La gente se casaba, procreaba, llegaba a ver la adolescencia de sus hijos, envejecía tempranamente y moría. Desde mediados del siglo XIX las cosas empezaron a cambiar. Hizo su estelar aparición el amor. No solo la procreación o la conveniencia determinaban la unión de dos personas. 

El romanticismo literario encumbró al amor que, después de la primera guerra mundial, fue “la razón” por la que una pareja decidía compartir su vida. Esta novedad irrumpió como un vendaval que traía como colita la promesa de felicidad completa y eterna. 

El siglo XX sumó el nuevo lugar laboral y social de la mujer luego de la Primera Guerra y los métodos anticonceptivos después de la Segunda. La vida de las mujeres dejó de ser el exclusivo y particular reino del hogar y la procreación dejó de ser la única y suprema finalidad del matrimonio. 

Los roles fijos asignados a hombres y mujeres con el propósito social de asegurar la reproducción y el sistema de relaciones sociales y laborales comenzó a tambalear, el objetivo de la felicidad total y absoluta se encumbró como el principal. Los cambios, fertilizados por el cine, las novelas, las canciones, confluyeron en que la conquista de la total y perpetua felicidad fuera el imperativo de toda pareja al elegirse. Aquella vieja estructura de una familia que tenía su camino claramente marcado, con rituales y expectativas fijas, empezó a hacer agua. Ahora se tenía la libertad de elegir qué, cuándo, cuánto y cómo, una libertad oceánica que conmovió las estructuras. No había por qué atenerse a los mandatos históricos, al estilo de familia tradicional que persistía gracias a la tolerancia y no al amor. Las apetencias y las expectativas crecieron de manera exponencial. Y así estamos ahora. Con una libertad por momentos contradictoriamente asfixiante porque cuando hay mucho nos resulta frustrante elegir algo, siempre nos queda la idea de que podíamos haber elegido otra cosa mejor. Queremos todo, inmediato, perfecto y siempre. ¿Por qué frustrarse? ¿Por qué aceptar que no se puede todo? ¿Por qué postergar o renunciar? Todo nos dice que no hay por qué limitarse, postergar, renunciar o aceptar lo que a uno no le viene bien. ¡You can do it! ¡Querer es poder! Entonces luchamos día a día, hora a hora, esperando alcanzar estas expectativas que exceden en mucho lo posible. ¿Felicidad total? ¿Satisfacción inmediata? ¿Logros sin esfuerzos? Nada de eso es posible pero la expectativa sigue ahí como un mandato ineludible y cuando no sucede eso que debería suceder, lo leemos como fracaso. Y ante el fracaso, solemos atribuirle el problema al otro, ese otro que “se empeña en no hacer lo que sabe que tiene que hacer, que me lo hace a mí, a propósito, porque no le importo, no me quiere”. Ante esa gesta por lo tan deseado y muchas veces imposible, la solución es buscar a otra persona que sí pueda darme aquella felicidad prometida. Y las separaciones y los divorcios están a la orden del día. “No quiero vivir como mis padres que se aguantaban y se toleraban pero que nunca fueron felices” es una de las formulaciones más habituales que escucho.

Pero están naciendo otros modelos de parejas, las que empiezan a darse cuenta de que las expectativas desmedidas son irreales y que no todo está mal con su otro y se proponen encontrar otra manera. Con valentía se atreven a salirse de las estructuras históricas e inventan otras. Básicamente buscan nuevas formas de vivir en pareja que mantengan lo que está bien, lo que funciona y que eviten lo que hace sufrir. Buscan lo mejor de los dos mundos, los beneficios emocionales y familiares de sostener la relación en nuevos contextos que permitan la realización y la paz personal. 

Hay parejas que no duermen en la misma cama o en la misma habitación. Hay parejas para las que la convivencia cotidiana era tan conflictiva que dejaron de vivir juntos. Hay parejas que conviven solamente los fines de semana. Cada una va buscando su solución a medida, un modo que no los violente y que recupere la relación amorosa que la convivencia fallida deterioró tanto. 

Hay diferentes modelos de pareja y de estructuración de la convivencia. No podemos decir cuánto de esto marcará un camino que seguiremos andando o si son solo ensayos individuales en la búsqueda de algo de paz. Lo que sí podemos asegurar es que estamos en un período de transición entre aquella estructura clara y sólida de la civilización occidental hacia alguna otra manera de combinar la necesidad de la unidad social y emocional de pareja y familia junto con los nuevos imperativos culturales en busca de la felicidad. Una felicidad posible que se parece mucho a calzarse una pantufla cómoda que haga más fácil cada paso en la vida.


Publicado en La Nación

La larga travesía al 2021, ya más cerca del puerto....

Ilustración de Fidel Sclavo

Ilustración de Fidel Sclavo

Tenía casi 2 años cuando subí con mis padres al barco de carga que nos trajo a la Argentina. Sobrevivientes del nazismo, veníamos de una Europa cubierta de sangre. La guerra fue dura para todos pero para los judíos como nosotros, fue trágica. Traíamos la memoria reciente de redadas, escondites, huidas, terrores, peligros y de los más desgarradores dilemas éticos. Mis padres, vivos después de aquella ordalía de espanto, escapaban de ese cementerio en busca de un nuevo lugar. El destino fue Argentina. Llegamos luego de caminos sinuosos porque las autoridades no nos admitían acá. Nos declaramos católicos y esa mentira abrió las puertas. Los 19 días del viaje fueron el comienzo de nuestro renacimiento. Era la única nena en aquel barco, mimada por todos, la mascota de unos marineros, duros, secos y solitarios. “Nunca te mareabas” decía mamá, “corrías ligera y segura como si fuera tu casa”. Debo haber sido feliz. Pero ¿cómo era para mis padres? ¿Cómo era Argentina para ellos con esas referencias imaginarias de pampas chatas y ciudades infestadas de prostíbulos? “¿Adónde estamos yendo?” se decían visualizando salvajes con plumas, crimen y perversión en las calles, algo así como un far west desangelado. Las peores fantasías se confirmaron al ver unos changadores en el puerto. Era una tierra incivilizada y brutal donde la gente echaba carne sobre el fuego que después comía sangrante, casi cruda. Con ojos extranjeros y tanto miedo a flor de piel no sabían entonces que adorarían comer asado. No sabían que podrían comer tanto pan blanco y bananas como se les antojara y que mamá aumentaría 25 kilos el primer año. No sabían que seríamos recibidos por la gente con cariño y generosidad. No sabían que tendrían una buena vida y que morirían, como debe ser, de viejos.

Con la mirada perdida en aquel horizonte lejano y desconocido, en la borda de aquel barco que nos traía a la libertad, la incertidumbre y el desconocimiento de lo que estaba por venir cargaba con nuevos temores a su mochila cansada.

Hoy, en esta pandemia, vuelve a mi aquel momento con la inminencia de las tan esperadas vacunas. No una sino siete corren en la recta final de esta carrera imprecedente. Pfizer-BioNTech, Moderna, Janssen, Oxford-AstraZeneca, Cansino, Sputnik V, Sinovac y otras 320 en desarrollo, 37 en fase clínica, y más de 150 en fase preclínica.

Llegaremos y superaremos el año de aislamiento antes de que sean distribuidas y estemos inmunizados. Un año que pareció eterno, constreñido y sin salida pero ya estamos en el barco hacia la libertad. Pero, como mis padres hace 73 años, también nos vemos ante la incógnita de cómo será, qué nos espera cuando lleguemos.

¿Cómo será la vida vacunados una vez libres del peligro? Habrá que seguirse cuidando, tapabocanariz, distancia social, lavarse las manos y no tocarse la cara o hacerlo con la mano izquierda (para los zurdos, la derecha). De paso habrá menos gripes también. No volveremos a besarnos y nos tocaremos menos. De las cosas que tanto cambiaron, ¿cuáles quedarán?

Este barco que nos lleva al 2021 se parece un poco a aquél en el que llegamos lastimados, tristes pero esperanzados a una tierra mítica y desconocida. Espero que los miedos sean tan infundados como entonces, que las vacunas nos lleven a buen puerto y que todo esté bien, como para mis padres. Este 2021 será el año en el que el Covid19 empezará a ser un triste recuerdo, una línea más en los libros de historia, algo que nuestros nietos les contarán a los suyos: “me acuerdo, yo lo viví, fue duro, pero sobreviví”.

Publicada en Clarín

Velas jánuca 2020

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Mis padres decían que sobrevivir a la Shoá fue un milagro. No lo creían posible. Lo deseaban, vaya si lo deseaban, igual que todos los judíos sentenciados por el nazismo, pero todo decía que no lo lograrían. ¿Por qué irían a sobrevivir ellos? ¿Qué tenían de particular para ser beneficiados por la suerte? Nada. Ni eran más fuertes. Ni más ricos. Ni más inteligentes. Nada. Hicieron lo mejor que pudieron, igual que todos y sin que supieran bien por qué, un día todo terminó, los nazis fueron vencidos y pudieron salir a la luz.  Fue un milagro por lo inesperado, anhelado e imposible, como aquel aceite suficiente para un día que ardió durante ocho. 

Así son los milagros. Extraordinarios. Impredecibles. Sorpresivos.

¿De qué están hechos los milagros? ¿Qué hay que hacer para que sucedan? ¿Cómo convocarlos en esos momentos en que nos hacen tanta falta? Pregunté y pregunté pero nadie supo responder, nadie pudo nunca convocar un milagro a voluntad. Aprendí entonces que los milagros, como la suerte, no se dejan asir, no los podemos anticipar, les gusta sorprendernos. No los podemos dominar ni domesticar. Sin embargo cada tanto nos sucede un milagro que nos maravilla y que, mirado de cerca, es un gran maestro. Los milagros nos recuerdan que no lo podemos todo, que toda nuestra lógica, nuestra voluntad y racionalidad, nuestra ciencia y tecnología, no son suficientes para conseguir lo que sea que queramos. O sea que los milagros tienen decisión y vida propia y se ríen de nuestra infantil arrogancia que nos alimenta la ilusa esperanza de poder dominarlos algún día. 

Los milagros son una luz de esperanza, la promesa de que la palabra imposible se puede torcer. Pero al mismo tiempo derriba de un hondazo nuestra omnipotencia y desnudos de superpoderes y disfraces, nos devuelve a esa dimensión que tan poco nos gusta donde no podemos más que asumir nuestra pequeñez con la cándida humildad de ser solo eso que somos, pequeños seres humanos, minúsculas partículas de polvo estelar de un universo maravilloso y misterioso cuyas leyes desconocemos. 

Pandemia y preguntas

Ilustración de Fidel Sclavo

Ilustración de Fidel Sclavo

Como en aquella glaciación de la que no tenemos memoria cuando se congeló el planeta y hubo cambios radicales en los seres vivos que lo habitaban, esta pandemia, también sin límites geográficos, está generando mutaciones impredecibles y sorprendentes. No tan dramáticas como entonces, vivimos hoy nuevas normalidades que van dejando de ser normales a la velocidad de la luz. Hasta donde sé, durante la glaciación no había quien se hiciera preguntas acerca del futuro. Hoy, paralizados ante el covid, nos faltan respuestas esperanzadoras acerca del fin.

Tras tantos meses de aislamiento, los que lo respetamos, los que cuidamos nuestra salud y, fundamentalmente, los que protegemos nuestro entorno no arriesgando a otros, encontramos en esta nueva normalidad diferentes preguntas. Unas que ya no nos hacemos más, nuevas que van surgiendo y otras, las de siempre, que siguen sin tener respuesta.

Dejamos de preguntar ¿Nos encontramos para almorzar? Tengo el mate listo, ¿te venís? ¿A qué hora paso para saludarte por tu cumple? ¿Qué me pongo? ¿Quién trae a los chicos del colegio? ¿Lloverá? ¿Vendrá el subte lleno? ¿Te paso a buscar? ¿Dónde vas de vacaciones? ¿Dónde se hace el velorio? ¿Sacaste las entradas para el teatro? ¿Qué te vas a poner para la fiesta de tu cuñado? ¿Te quedás con los chicos mamá? ¿Donde se hace la previa? ¿Vemos juntos el partido? ¿Te quedás en casa esta noche? ¿A qué hora volvés? ¿Qué colectivo hay que tomar? 

Y nacieron nuevas preguntas: ¿Estás bien? ¿Conseguiste trabajo? ¿Tenés tos, sentís los olores? ¿Qué te dio el hisopado? ¿Cuántos tapabocas tenés? ¿Cuándo volvés a trabajar? ¿Hasta cuándo sin escuelas? ¿Conseguiste trabajo? ¿Te anda bien internet? ¿Cómo me desmuteo? ¿No te cansa el zoom? ¿En qué turno vas al comedor del barrio? ¿Le pediste a tus hijos/nietos ayuda con el celular? ¿Cómo te aguantás no poder salir? ¿Tu vecino te trajo el pedido de la farmacia? ¿Cómo se hace para comprar por internet? ¿Le preguntaste a la viuda de al lado si precisa algo?

Y pasados tantos meses nos preguntamos ahora ¿Seguro que si ya lo tuviste sos inmune? ¿Cuándo llegará la vacuna? ¿Cuál será mejor? ¿Qué consecuencias puede traer? ¿A quién creerle? ¿Cómo será para los mayores? ¿Estará tan probada como para no ponernos en un nuevo peligro?

Convivir con el covid nos obliga a hacernos estas nuevas preguntas y a tolerar lo mejor que podemos que ninguna respuesta nos sea satisfactoria o creíble. Lo que pone a prueba nuestra tolerancia a la frustración y a los nuevos miedos que nos acosan.

Y siguen las preguntas que vienen de antes, algunas potenciadas por la pandemia, todas siempre sin respuesta. 

Si sobra tanta comida ¿cómo es posible que haya tanta gente hambreada?

Si circula tanto dinero ¿cómo es posible que aumente la pobreza? ¿Por qué no se atiende a la ecología del planeta? ¿Por qué elegimos gobiernos más con la emoción que con la razón? ¿Por qué en tantos lugares del mundo se votan políticos que amenazan a la democracia? ¿Existe el sentido común? ¿Por qué la educación, las religiones, las filosofías y las Naciones Unidas no consiguieron detener los genocidios? ¿Cómo fue humanamente posible el Holocausto, el genocidio armenio, camboyano, guatemalteco, balcánico, ruandés y siguen las firmas? ¿Cuándo llegará el anhelado nunca más?

Esperemos que volvamos a hacernos las preguntas que no nos hacemos más, que las nuevas sean respondidas y que nos ayuden a ser más solidarios y que las viejas preguntas de siempre algún día tengan respuesta y, sobre todo, que no haga falta hacerlas nunca más.

Publicada en Clarin.

Publicado en el Diario de Leuco.

Entrevista a Rudi Haymann.

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Rudi nació en 1921 en Berlín, en el seno de una familia judía En 1938 logró escapar de la Alemania nazi y llegó hasta la Palestina británica, donde fue pionero en un kibutz, secando pantanos. En 1942, ante el avance del ejército nazi en la Segunda Guerra Mundial, Rudi se alistó en el ejército Británico y luchó en África, Italia y Grecia como miembro del Servicio de Inteligencia Británico. Al terminar la guerra, en 1948, Rudi se asentó en Chile y se dedicó al diseño de interiores, un pionero de esta profesión.

Agradecemos especialmente al @museojudiochile por la colaboración, y a Gastón Donzis y Andrés por su ayuda.