Como en aquella glaciación de la que no tenemos memoria cuando se congeló el planeta y hubo cambios radicales en los seres vivos que lo habitaban, esta pandemia, también sin límites geográficos, está generando mutaciones impredecibles y sorprendentes. No tan dramáticas como entonces, vivimos hoy nuevas normalidades que van dejando de ser normales a la velocidad de la luz. Hasta donde sé, durante la glaciación no había quien se hiciera preguntas acerca del futuro. Hoy, paralizados ante el covid, nos faltan respuestas esperanzadoras acerca del fin.
Tras tantos meses de aislamiento, los que lo respetamos, los que cuidamos nuestra salud y, fundamentalmente, los que protegemos nuestro entorno no arriesgando a otros, encontramos en esta nueva normalidad diferentes preguntas. Unas que ya no nos hacemos más, nuevas que van surgiendo y otras, las de siempre, que siguen sin tener respuesta.
Dejamos de preguntar ¿Nos encontramos para almorzar? Tengo el mate listo, ¿te venís? ¿A qué hora paso para saludarte por tu cumple? ¿Qué me pongo? ¿Quién trae a los chicos del colegio? ¿Lloverá? ¿Vendrá el subte lleno? ¿Te paso a buscar? ¿Dónde vas de vacaciones? ¿Dónde se hace el velorio? ¿Sacaste las entradas para el teatro? ¿Qué te vas a poner para la fiesta de tu cuñado? ¿Te quedás con los chicos mamá? ¿Donde se hace la previa? ¿Vemos juntos el partido? ¿Te quedás en casa esta noche? ¿A qué hora volvés? ¿Qué colectivo hay que tomar?
Y nacieron nuevas preguntas: ¿Estás bien? ¿Conseguiste trabajo? ¿Tenés tos, sentís los olores? ¿Qué te dio el hisopado? ¿Cuántos tapabocas tenés? ¿Cuándo volvés a trabajar? ¿Hasta cuándo sin escuelas? ¿Conseguiste trabajo? ¿Te anda bien internet? ¿Cómo me desmuteo? ¿No te cansa el zoom? ¿En qué turno vas al comedor del barrio? ¿Le pediste a tus hijos/nietos ayuda con el celular? ¿Cómo te aguantás no poder salir? ¿Tu vecino te trajo el pedido de la farmacia? ¿Cómo se hace para comprar por internet? ¿Le preguntaste a la viuda de al lado si precisa algo?
Y pasados tantos meses nos preguntamos ahora ¿Seguro que si ya lo tuviste sos inmune? ¿Cuándo llegará la vacuna? ¿Cuál será mejor? ¿Qué consecuencias puede traer? ¿A quién creerle? ¿Cómo será para los mayores? ¿Estará tan probada como para no ponernos en un nuevo peligro?
Convivir con el covid nos obliga a hacernos estas nuevas preguntas y a tolerar lo mejor que podemos que ninguna respuesta nos sea satisfactoria o creíble. Lo que pone a prueba nuestra tolerancia a la frustración y a los nuevos miedos que nos acosan.
Y siguen las preguntas que vienen de antes, algunas potenciadas por la pandemia, todas siempre sin respuesta.
Si sobra tanta comida ¿cómo es posible que haya tanta gente hambreada?
Si circula tanto dinero ¿cómo es posible que aumente la pobreza? ¿Por qué no se atiende a la ecología del planeta? ¿Por qué elegimos gobiernos más con la emoción que con la razón? ¿Por qué en tantos lugares del mundo se votan políticos que amenazan a la democracia? ¿Existe el sentido común? ¿Por qué la educación, las religiones, las filosofías y las Naciones Unidas no consiguieron detener los genocidios? ¿Cómo fue humanamente posible el Holocausto, el genocidio armenio, camboyano, guatemalteco, balcánico, ruandés y siguen las firmas? ¿Cuándo llegará el anhelado nunca más?
Esperemos que volvamos a hacernos las preguntas que no nos hacemos más, que las nuevas sean respondidas y que nos ayuden a ser más solidarios y que las viejas preguntas de siempre algún día tengan respuesta y, sobre todo, que no haga falta hacerlas nunca más.
Publicado en el Diario de Leuco.