Otras cosas

Una vida iluminada (2005)

Deslumbrante puente de luz entre el pasado y el presente.

Jonathan Safran Foer es un joven escritor judeo-norteamericano. Escribió su primer novela “Everything is Illuminated”, -“Todo está iluminado”- a los 21 años. Su deslumbrante escritura, su frescura y su desparpajo proporcionan un nuevo lenguaje para hablar de la memoria, el pasado, la continuidad, las búsquedas, los mitos constituyentes, el duelo, el olvido, la identidad judía, la Shoá, el futuro. Todo junto y en revuelto y armónico montón. Este año se estrenó en la Argentina la película “Un mundo iluminado” que realizara Liev Schreiber basada en aquel texto, protagonizada por Elijah Wood (el Frodo de “El señor de los anillos”). Con valores propios en los que la imagen y el sonido son centrales, Schreiber construye con su film un producto diferente a la novela tomando uno de los hilos narrativos allí propuestos y algo de su desenfadado lenguaje y propuesta irreverente. Brevemente, cuenta el viaje a Ucrania del protagonista, Jonathan. Busca a esa mujer que está en una vieja foto de su abuelo, Augustine, la que supuestamente lo salvó durante la ocupación nazi. Lo recibe Alex, el traductor que ha contratado, un joven de su misma edad que sueña con los Estados Unidos como un paraíso, una meca ideal. Para uno el mito es el regreso a Ucrania para el otro el mito es la ida a los Estados Unidos. Cara y contracara, derecho y revés. Juntos emprenden el viaje a la Ucrania profunda, al pasado, en el presente. Pero no están solos. El coche destartalado que les sirve como medio de transporte, residuo de la época soviética, está manejado por el abuelo de Alex que también se llama Alex, un ucraniano ordinario y flagrante antisemita que usa antojos oscuros porque dice que es ciego. Va junto con su perra, Sammy Davis Jr.Jr., una perra desequilibrada y poco confiable. En desopilantes traducciones Alex nieto disimula los exabruptos ofensivos que Alex abuelo profiere hacia “el judío” y emprenden la aventura en el contexto del “Heritage Tours”, una supuesta agencia de viajes con un cartel está flanqueado por dos estrellas de David y que lleva a los judíos ricos de Estados Unidos a “visitar a sus judíos muertos”. Jonathan quiere conocer Trachimbrod, el shtetl donde nació y vivió su abuelo, el lugar en el que él viviría de no ser por lo sucedido en la Shoá. Es un coleccionista: colecciona objetos, cualquier objeto, testimonios, documentos, fragmentos de vida que resumen momentos, intentos desesperados por no perderse en el olvido, los guarda en bolsitas y les pega una etiqueta. Quiere conocer ese sitio que fue relato, cruzado por el río Brod, encontrar allí lo que allí quedó sepultado.

En una metáfora sobre la intangibilidad de la memoria, vemos las aguas caudalosas del río cubiertas por papeles, ¿escritos?, ¿libros? y oímos voces junto al sonido del agua, múltiples voces superpuestas y en sordina. ¿Dónde quedó la gente que habitaba ese lugar? ¿Qué pasó con toda esa cultura? ¿Cómo es posible que no quede nada? Es una búsqueda en la que el humor disfraza la mística y eterna pregunta sobre la vida y la muerte. Los que estaban y han muerto, ¿dónde están? ¿dónde están sus sueños, sus proyectos, sus palabras, sus amores, sus temores y debilidades, sus delirios y despertares?. Lo único que queda de Trachimbrod es una casa en el medio de un campo inmenso y alucinado sembrado de girasoles, una casa precedida por un espacio con ropa blanca colgada, ropa tendida al sol, ropa lavada, no se sabe de quién, para quién. Las sábanas se agitan con el viento a modo de espantapájaros, y nos saltan las palabras que acosan a toda Europa contenidas en la metáfora sobre los trapitos al sol, sobre el espanto de espantar lo que produce espanto. En esa casa vive la única sobreviviente del lugar, cuyo nombre desconoceremos y que parece ser la hermana de la Augustine buscada. Esta mujer ha quedado sola, como una sacerdotisa, para guardar testimonio de lo que hubo. Las paredes de su casa están colmadas de cajas y cajas con etiquetas disímiles: “anillos”, “cosas importantes”, “fotos”, “adornos” y cientos de otras. Dice que la tierra está llena de las cosas que dejaron los judíos y que ella las desentierra y las va guardando en cajas y catalogándolas adecuadamente. También es una coleccionista. También colecciona objetos que deben ser rescatados del olvido, objetos en forma de documentos que atestiguan que allí vivió gente, que nació y vivió por siglos y siglos. Ella también, al igual que Jonathan, uno el alter ego del otro, siente que debe luchar contra el olvido. Es un bordado de simetrías sorprendentes que unen a las generaciones a lo largo del tiempo y hacen un contrapunto de múltiples voces, superponiendo comedia y tragedia de un modo fantástico y fluido los personajes dialogan de manera refleja dibujando negativos y positivos de una misma trama.

No queda nada de Trachimbrod. Es como si no hubiera existido. No queda nada más que recuerdos en cajas y la vieja foto de Jonathan. Pero Alex, el abuelo, se re-encuentra con su propio pasado porque pronto comprendemos que él también era de allí. Antes de la Shoá se llamaba Baruj, era judío y en una de las matanzas colectivas había salido ileso por causalidad y decidió en ese acto dejar de ser judío. La escena de la matanza y los disparos es progresiva, no se nos muestra de manera lineal sino que se va construyendo a medida que el velo del forzado olvido se va descorriendo de los ojos del abuelo, a medida que recupera la visión. No es que era ciego, él decía que lo era y por eso llevaba a la perra porque, según él, ella veía por él. Al revés de los que no ven que no ven, el abuelo ve pero dice que no ve, hace como que no ve y nos interpela con ello. ¿Qué vemos y no vemos? ¿Qué hacemos como que no vemos? ¿Qué es ver? Lo cierto es que en la escena de los disparos, en un principio no sabemos si el abuelo disparaba o si había sido disparado, no sabemos de qué lado estaba, si de los asesinos o de las víctimas, si era el que sostenía el arma o el que recibiría la bala. Como espectador sentimos la desesperación por saber, nos resulta intolerable la incertidumbre, necesitamos catalogar nosotros también las cosas de un lado o del otro, los buenos aquí, los malos allá, y así poder seguir tranquilos. El film nos va llevando a un territorio de ambigüedad, al de lo más humano de nuestra humanidad que se resiste a leer en códigos de grises e insiste en los puros y prolijos blancos y los negros. Creíamos que las cosas eran sencillas, que el abuelo era un antisemita de tal por cual y que, en consecuencia, era uno de los asesinos. Pero no es así. El ucraniano antisemita que siempre que habla de Jonathan dice “el judío” resulta ser él mismo un judío que decidió hacer como que no lo era como suprema estrategia de supervivencia. ¿Cómo juzgarlo? ¿Cómo opinar sin haber estado en sus zapatos? Advertimos entonces nuestra incapacidad de comprender acabadamente la enormidad de lo sucedido, las paradójicas decisiones, a veces imposibles, que tuvieron que tomar en aquellas circunstancias. Y nos quedamos mudos.

Una langosta encerrada en un trozo de ámbar y el germen de la vida contenido allí, su ADN intacto es el germen de la eternidad. Un insecto preso en un broche, un insecto sobre la orilla del rio Brod. El broche conteniendo el insecto en la foto de Augustine, el mismo broche en la mano de Jonathan.

Pero el nivel de lectura puede hacerse más amplio y, si se quiere, abrumador. Ucrania y los judíos, la música que escuchamos nos es tiernamente familiar porque se parece tanto a nuestra música que creíamos judía y está hondamente emparentada con la profunda y eslava orientalidad europea. Lo judío entramado en lo ucraniano, tanto que no se sabe quién es judío y quién no, cuánto hay allí de lo judío, cuánto, cómo y dónde. Por extensión Europa. Toda Europa está expuesta. Europa y su actual antisionismo que vuelve a poner en el tapete la evidencia de que nunca hizo los deberes, que tiene sepultada su alma judía en cada terrón de tierra y sigue haciendo como que no. Igual que el abuelo de Alex, dice que no ve y necesita de una perra, “a bitch” (que en inglés es perra y también puta) que le preste los ojos. Europa prostituida por el auto-engaño durante siglos, que vivía bajo el simulacro de que los judíos éramos marginales, que daba lo mismo si estábamos o no, que si no estábamos era igual, hasta incluso sería mejor, los nazis hicieron el trabajo sucio pero al fin de cuentas, no está tan mal. ¿Cómo es la Europa de hoy sin judíos?

Vivimos en estos tiempos la sed de volver, a Polonia, a Alemania, a Rumania, “volvemos”, igual que Jonathan a un lugar donde nunca estuvimos. Volvemos al lugar en donde viviríamos si no hubiera sido por la Shoá. Hablaríamos ese idioma, oleríamos esos olores, miraríamos ese cielo. El film ilumina los agujeros negros del pasado en la búsqueda emprendida entre gentes y lugares, gentes de hoy buscando a quienes ya no existen, lugares que están pero que han dejado de existir. Y los europeos orientales nos ven “volver” y nos reciben contentos porque les traemos dólares y estos “regresos” se vuelven formas de vida para muchos, una forma absurda de desandar los caminos que la historia hace imposible porque la flecha del tiempo tiene una sola dirección. ¿O tal vez no?

Plena de símbolos, de sentidos, de significados, tantos como espectadores tenga, Una vida iluminada me ofreció, sobre todo, la renovación de la esperanza en la generación de los nietos. El film es de nietos y abuelos, nuestra generación, la del medio, la de los hijos, la segunda generación, está salteada. Jonathan Safran Foer, un nieto de sobrevivientes, nos propone que son ellos, los nietos, frescos, sin nuestras cautelas y temores, atrevidos y entusiastas, quienes encontrarán lo que muchos de nosotros no hemos podido ni siquiera empezar a buscar porque estamos, tal vez, demasiado cerca de la ausencia. Conmovida y emocionada por tantas imágenes que evocaban recuerdos, relatos imaginados, palabras oídas en susurros, sueños que no se terminaban de dibujar, quedó resonando en mí eso, esta idea de que hay un mundo por descubrir en manos de nuestros hijos y que si este film es un producto de uno de ellos, pues quedémonos tranquilos, la cosa está en buenas manos.

Reflexiones sobre Iom Hashoá

Los judíos somos el pueblo de la memoria. La memoria y su ejercicio cotidiano y familiar nos ha permitido ser protagonistas de este fenómeno insólito de supervivencia a lo largo de tantos siglos y faraones. Ser cultores de la memoria no es un regalo sino una responsabilidad. ¿Qué memoria guardaremos? ¿Para qué? Hay quien rememora los momentos de victimización y penuria. Hay quien rememora los hitos pasados que permitieron que nos definamos como somos. Hay quien se detiene en las lecciones morales, en las propuestas éticas. Hay quien se solaza con los logros culturales, científicos, alcanzados en tantos años de historia. La memoria es un espacio que puede albergar diferentes modalidades y objetivos y de cuyo ejercicio emergeremos definidos de diferentes maneras, víctimas, triunfadores, héroes, ejemplos, etc. ¿Cómo rememorar el Iom Hashoá? ¿Cuál sería la fecha adecuada para hacerlo? ¿Cuáles los contenidos de los actos de recordación? ¿Cómo hablar del heroísmo cotidiano de los millones de judíos que lejos de dejarse llevar pasivamente como ovejas al matadero resistieron de cientos de maneras el intento de deshumanización, el arrancamiento de la identidad, del lugar, de la familia, de toda posibilidad de una vida digna y humana? ¿Cómo no mencionar a los justos gentiles, a los que fueron educados en el antisemitismo más acérrimo y aún así arriesgaron sus vidas para salvar a los que habían sido enseñados a odiar? ¿Cómo expresar el agujero negro que ha quedado en Europa y en el pueblo judío con el arrasamiento de las más de cinco mil comunidades judías con sus vidas, su idioma, sus hábitos, sus culturas y proyectos? ¿Cómo honrar a esos padres que hicieron lo increíble para intentar salvar a sus hijos? ¿Cómo hacer para no caer en banalidades o frases hechas que terminan siendo un ruido de fondo probablemente de poca utilidad? Habría que contar historias de sobrevivientes, historias de salvadores, exponer la cruda humanidad con sus altos y sus bajos, sus logros y falencias, habría que intentar comprender qué impulsa a la Humanidad al ejercicio del Mal, qué aspectos de nuestra sociedad lo alientan y promueven, habría que hablar de hipocresías, doble moral. Habría que hablar de la importancia de los intereses económicos en las grandes decisiones gubernamentales y de cómo se obnubilan las consideraciones morales a la hora de defender esos intereses, porque si seguimos hablando sólo en el nivel de lo que "se debe hacer" y no consideramos lo que "efectivamente se hace", nuestras conmemoraciones seguirán siendo retóricas, diremos y oiremos bellas palabras que hablarán sobre bellos sentimientos y afuera del lugar en el que el acto tenga lugar, el mundo seguirá siendo indiferente a las declaraciones de un presidente acerca de la necesidad de nuestra erradicación del planeta, o los intereses de los países del mundo se partirán de acuerdo a quién reciba qué parte de los beneficios. Y así ha sido siempre. Todos sabemos lo que está bien y lo que está mal. Lo que no sabemos es cómo hacer para que triunfe el bien.

Circular 11 - su historia y el hallazgo

HISTORIA DE LA CIRCULAR

(Extraído del libro "La auténtica Odessa" de Uki Goñi)

Firmada por el Canciller José María Cantilo el 12 de julio de 1938, la "Circular 11" restringió la entrada de judíos que huían del régimen nazi. En su primer párrafo, refiere a la Conferencia de Evian, que sesionó del 6 al 13 del mismo mes en Francia, donde más de 30 países, incluyendo Estados Unidos y la Argentina, firmaron un acuerdo que buscaba un destino seguro para los refugiados judíos que huían de Alemania y Austria. O sea, mientras participa públicamente de una conferencia para salvar estos refugiados, Argentina dicta una norma secreta prohibiendo su ingreso.

Así, la circular neutraliza los "compromisos ... que puedan derivar de nuestra participación en las Conferencias y organizaciones internacionales que estudian en estos momentos una solución general al respecto". La "organización internacional" referida es la Liga de las Naciones, que en 1938 trató también el tema de los judíos que huían de Alemania. La circular luego cita "los convenios bilaterales últimamente celebrados para la admisión de agricultores extranjeros", una clara alusión a los acuerdos de colonización firmados para la admisión de agricultores judíos alemanes.

Para detener el influjo que pudiera resultar de estos acuerdos, ordena a los cónsules argentinos "negar la visación ... a toda persona que fundadamente se considere que abandona o que ha abandonado su país de orígen como indeseable o expulsado". La referencia "indeseable" como sinónimo de judío era de uso corriente en documentos de Cancillería de la época. El archivo de Cancillería guarda cartas en las que sus cónsules invocan la "Circular 11" como justificativo para la negación de visas a judíos. Así, sin emplear explicitamente la palabra "judíos", la circular deja bien en claro su objetivo.

Efecto de la Circular 11 en la cantidad de judíos que llegaron a la Argentina:

  • 1938: 4919
  • 1939: 1873
  • 1941: 2006
  • 1942: 60
  • 1943: 26
  • 1944: 1

 

EL HALLAZGO y DEROGACIÓN

Beatriz Gurevich hablando en la Casa Rosada. (Foto: Diana Wang) Probablemente la única copia que ha sobrevivido de la Circular 11 fue descubierta en los archivos de la embajada argentina en Estocolmo en 1998 por la investigadora Beatriz Gurevich mientras formaba parte de la CEANA, la comisión oficial argentina encargada de estudiar el papel de Argentina como refugio de fugitivos nazis.

La CEANA había encomendado a Gurevich revisar los archvos de las embajadas argentinas en Europa, y Goñ le sugirió que allí podría aparecer una copia de la orden secreta que él conocía por historias de familia.

Gurevich efectivamente encontró así una copia de la circular en Estocolmo. Pero este y otros descubrimientos de Gurevich no agradaron a la CEANA, y tras un período de gran acritud, la historiadora debió abandonar la comisión sin que la circular se diera a conocer.

Gurevich facilitó una copia de la circular a Goñi quien la sacó a la luz con la publicación de su libro "The Real Odessa" en Londres en el 2002, a pesar que en ese momento seguía siendo un secreto de estado.

Tras una solicitud especial de Goñi presentada ante el Canciller Rafael Bielsa -un pedido refrendado por un grupo de intelectuales argentinos y refugiados del nazismo que lograron entrar a la Argentina pretendiendo ser católicos- la circular fue finalmente reconocida y derogada en un acto en la Casa Rosada con la presencia del Presidente Néstor Kirchner el 8 de junio del 2005.

(tomado de Uki Goñi)

 

Nuevos nombres del trauma, libro de Bejla Rubin de Goldman

Presentación hecha en AMIA.

Lo que porta el título del libro. El título del libro indica la necesidad de nombrar y mucho de su contenido gira alrededor de las palabras, de poner palabras, de decir palabras, de poder pensar, procesar, comprender, significar y resignificar nuestra herencia. Herencia en tanto hijos de sobrevivientes y herencia en tanto humanidad. La herencia es lo que se recibe. Cuando se toma eso que se recibe y se lo incorpora y trabaja, se vuelve un legado. Un legado que guarda aún interrogantes y nos cuestionan nuestro lugar como hijos, como herederos, como efectos y también continuadores. Los sobrevivientes, nuestros padres, observan con agrado y sorpresa, aunque con alguna inquietud, esta asunción activa de la herencia que en nosotros se vuelve legado. Los acosa la eterna pregunta: ¿entenderemos? ¿alcanzaremos a dimensionar lo que pasó? ¿seremos capaces de hacer algo con ello? Nosotros, los que somos testigos de los testigos, estamos empezando a hablar.

Siempre estuvo. La Shoá, el hecho primigenio, es nuestro contexto presente desde el comienzo de nuestra vida. Lo hemos incorporado con la primera inhalación de aire, con el lenguaje corporal de los silencios, los vacíos, los llantos, los temores, las angustias, las prevenciones, los arrebatos, climas para o pre verbales preñados de pesos y signos amenazantes y oscuros. Más tarde, cuando las hubo, llegaron las palabras.

Las palabras. Relatos quebrados, silencios agruyerados, discursos rotos que irrumpían a borbotones y por sorpresa, erupciones imparables que nos cubrían de una lava pegajosa y caliente que no nos permitía hurgar más allá ni entender. Nombres extraños que se nos volvían familiares pero que no estaban asociados a imágenes, lugares en los que nunca habíamos estado, olores que se evocaban sin que nuestras narices los hubieran olido jamás pero por los que sentíamos una nostalgia que no alcanzábamos a comprender. Se hablaba de tíos, primos, abuelos cuyas caras no teníamos, cuyas pieles nunca habíamos rozado, cuyas voces nos serían por siempre desconocidas pero que eran tanto o más reales que los parientes reales cuando los había.

Otra realidad, más real. Los relatos de horror, nos eran entregados entrecortadamente pero con tal peso que constituían de alguna manera un mundo concreto. Más real que el que vivíamos. El “ALLÁ”, “LA GUERRA”, “ESO”, “LOS ALEMANES”, eran entidades poderosas, que no admitían discusiones ni preguntas, caían sobre nosotros con el peso de lo incontrovertible y fatal. Nuestra vida cotidiana, la escuela, los juegos, los deberes, eran lo otro-real que fluía y dialogaba en nuestras casas en dimensiones paralelas que rara vez se cruzaban. Lo real cotidiano inofensivo, dado y rutinario, coexistía con injusticias, maldades, horrores, muertes absurdas, universos irracionales y arbitrarios, letanías y anécdotas que se repetían, siempre igual, sin posibilidad de elaboración o comprensión. Vivíamos sin darnos cuenta, dos realidades, dos mundos que coexistían separadamente y se entretejían en nuestro interior.

Antes, el vacío. En el comienzo estaba la Shoá. De grandes, muchos de nosotros nos sorprendemos al advertir lo poco que conocemos de las vidas anteriores de nuestros padres. Sus infancias, sus sueños, sus otras familias cuando las había, sus otros hijos, esposas o maridos. Una ausencia corporizada como vacío innombrable. Es como si la Shoá hubiera sido nuestro verdadero comienzo, el gran y único organizador, como si lo anterior hubiera quedado en una zona gris, hubiera sido una especie de croquis o borrador anulado por la contundencia del hecho en sí. Para muchos de nosotros, “en el comienzo fue la Shoá”, una Shoá que conocemos bien en nuestra carne y en la carne de nuestros padres, pero de la que no tenemos memoria efectiva ni conocimiento cierto.

Secundariedad. “Lo más importante de mi vida pasó antes de que naciera” le oí decir a un hijo de sobrevivientes. Lo que nos define, más que nuestra historia, es en consecuencia, nuestra pre-historia. Somos secundarios a nuestra propia historia. Cronológicamente pero también ontológicamente. Somos segunda generación. Esa secundariedad se vuelve una paradoja. Somos herederos pero no testigos. Sufrimos algunas de sus consecuencias pero no podemos dar cuenta efectiva de ninguno de los sucesos. Estamos, seguimos estando, pero nunca estuvimos. Ocupamos una oscura topografía de la Shoá, una especia de bisagra entre nuestros padres y nuestros hijos. Tal vez sea ese espacio paradojal nuestra potencia. En la búsqueda de certezas, de fronteras claras y seguras, no advertimos que lo singular es precisamente lo que no está claro, lo que nos coloca en este espacio de delimitación problemática. Nuestra indefinición podría ser nuestra riqueza.

La iatrogenia. Muchos de nosotros han sobrevivido no sólo a la Shoá de sus padres sino a tanta instrucción psicológica impartida por psicólogos y médicos que tardaron mucho tiempo en advertir que nuestra condición nos atravesaba. Atribuían nuestras características a diferentes e imaginativas patologías o neurosis. Características tales como ser sobre exigidos, exigentes, complacientes, demasiado responsables, seguidores de tradiciones familiares, apaciguadores, luchadores contra la discriminación, culpables por no haber sufrido lo que nuestros padres, desdichados si fracasamos porque entonces ellos se sentirán fracasados dado que somos su pasaporte el éxito, las dificultades en el establecimiento de relaciones íntimas, el individualismo, la irritación frente al autoritarismo. Suele ser grande nuestra sorpresa cuando descubrimos esa especie de fratría en la que estas características nos son comunes, que probablemente ese lugar tan difícil de definir es lo que nos ha constituido de esta manera.

Misiones imposibles. Recibimos mandatos implícitos o explícitos, imposibles de cumplir: reemplazar a los muertos, justificar a los sobrevivientes en su supervivencia, compensarlos, curarlos, consolarlos, rescatarlos, deshacer con nuestras vidas el pasado una y otra vez. Igual que Hamlet, éramos visitados por fantasmas que nos hablaban al oído, sombras que nos exigían venganzas, justicias, reivindicaciones, sacrificios, devociones.

Difusa. Tiene una identidad difusa .Será por la difusión de los espíritus de sus ancestros en el humo de Auschwitz, de Dachau, de Treblinka. Cuando se mira al espejo, suele encontrar ceniza en sus mejillas.

Junto con las misiones imposibles, recibimos la prohibición de buscar explicitaciones abiertas de los aspectos más oscuros, doloroso, intrincados y vergonzantes. Teníamos que ser felices sin hurgar en el pasado, escuchar el sufrimiento de nuestros padres pero hacer como que no estaba, ser su crédito en la vida sabiendo que nunca alcanzaríamos a ser los protagonistas. Pero lo curioso es que, aún cuando teñía y constituía gran parte de nuestra subjetividad, el hecho de ser hijos de sobrevivientes, no existió siempre como noción.

La toma de conciencia. Hay un momento en que despertamos a nuestra condición de hijos de sobrevivientes. En nuestra búsqueda, tenemos una primera sorpresa al descubrir que lo que creíamos único, lo que guardábamos secretamente pensando que nuestra familia era un caso raro, resultaba similar en otros hijos de sobrevivientes, que había una fraternidad que desconocíamos. El camino que emprendemos a partir de allí es variado. Algunos “desentierran” lo enterrado trabajosamente y otros entierran la noción aún más hondo. Entre los primeros, los que deciden bucear y buscar, el paso siguiente suele ser pasar de la mitología a la historia.

De la mitología a la historia. Se intenta conocer la historia familiar, armar el rompecabezas de la supervivencia de los padres, construir un “álbum familiar” mediante una especie de arqueología reconstructiva. Dónde estuvieron, cuándo, cuánto tiempo, con quién, qué pasó, de allí a dónde fueron, hasta cuando. Son preguntas, recorridos, secuencias, que no teníamos, que no nos animábamos a plantear. La versión mitológica lo traía todo junto, apelotonado, desordenado y confuso. La cronología, la geografía, el conocimiento de los hechos, brinda un contexto de significación para la conducta de nuestros padres lo que nos permite no sólo visualizarlos durante la Shoá sino comprender muchas de nuestras experiencias infantiles. Es difícil encarar este camino en soledad, por eso es tan preciada la pertenencia a un grupo de iguales.

De la historia a la misión. En este momento del proceso de pasar de la mitología a la historia, algunos hijos de sobrevivientes deciden que es suficiente, que les basta con lo conseguido. Para otros, el encuentro grupal abre nuevas preguntas, un sendero del que ya no quieren apartarse. Sigue a esto el sentimiento, la convicción de ser portadores de una misión mandatoria, que reinscribirá a la experiencia en un concierto social con sentido. El trabajo de los sobrevivientes es sostener la tensión entre recuerdo y olvido que constituye de la memoria y la vida que continúa. El trabajo para la segunda generación es la construcción del sentido.

Nuestras voces están empezando a emerger hace unos pocos años. De diferentes maneras, en diferentes producciones. Cientos de piezas de teatro, cine, ballet, investigaciones, poesía, narrativa, ensayos, búsquedas sin cartografías ni señales. Bejla con sus escritos y en particular con este libro se inserta en esta corriente, en lo que nos caracteriza a los hijos de sobrevivientes, traer la experiencia de la shoá a nuestra vida, abrirla, observarla, dialogar con ella en la búsqueda de identidad y sentido.

Crónica del Acto de Restitución

EL ESTADO ARGENTINO PIDIÓ PERDÓN

Diana Wang

El acto. El director de Migraciones argentino rectificó mi partida de ingreso como inmigrante judía llegada al país después de la Segunda Guerra Mundial, cuando debí inscribirme como católica para ser admitida. El trascendental momento se coronó con el pedido de perdón del Estado argentino a todos los afectados por la misma circunstancia. Recibí una constancia oficial del registro de mi identidad judía, y mi caso es un "leading case" en la Argentina donde reside una numerosa comunidad judía. El 19 de septiembre pasado se hizo la ceremonia oficial con la entrega de la nueva documentación. Integraron la mesa el Dr. Ricardo Rodríguez, Director de Migraciones, el Dr. Daniel Sabsay, constitucionalista, escritor y profesor universitario, el Sr. Uki Goñi, periodista y escritor, quien impulsó la derogación de la Circular 11, la Lic. Beatriz Gurevich, socióloga e investigadora. Condujo el acto el escritor y periodista, el Sr. Pepe Eliaschev.

Alemania y Argentina. En 1953 la República Federal de Alemania promulgó la primera Ley de Indemnizaciones para las víctimas judías de la Shoá, conocida como Wiedergutmachung, literalmente “hacer el bien de nuevo”. Algunos sobrevivientes se negaron de plano a recibir dinero, pues entendían que se les ofrecía literalmente una compensación lo que era inadmisible porque el dinero no exculpaba del horror. Otros lo tomaron de manera simbólica e interpretaron la conducta del gobierno alemán como el reconocimiento público de su crimen, una declaración de culpa y la única manera concreta de expresarlo, además del pedido de perdón, era mediante la compensación económica. Hoy en Argentina, 52 años después que Alemania, la decisión del gobierno de eximir del pago de arancel para la rectificación de la condición de identidad sigue simbólicamente esa misma línea de reparación. También acá, el reconocimiento y el pedido de perdón públicos y oficiales se continuaron y concretaron en términos económicos. La eximisión del arancel correspondiente revela que los judíos estábamos forzados a mentir para conseguir ingresar a la Argentina por imperio de la Circular 11. Estamos eximidos de pagar por rectificarlo porque no fue nuestra la culpa.

LA CRÓNICA

Marek, de Polonia. Marek, con sus más de noventa años de vida y sobrevida, transitó por lo mejor y lo peor de la humanidad. Veía frente de mí sus ojos atentos, sus oídos abiertos, la incredulidad pintada en el rostro cuando oímos al director de Migraciones, perteneciente al Ministerio del Interior, decir “El Estado Argentino pide hoy perdón”.

Nos pedían perdón. A los judíos. Nos pedían perdón. A los argentinos. Nos pedían perdón. A los sobrevivientes. Nos pedían perdón.

¿Quién de los que estábamos ahí, venidos de la profunda Europa antisemita, habría imaginado alguna vez que escucharía algo así de boca de algún funcionario?

Los testigos europeos del horror fuimos educados en las calles y en las escuelas de la culta Europa para tomar como natural, irremediable, nuestra condición de víctimas propiciatorias. Con el aliento contenido, las lágrimas que se atropellaban y cerraban las gargantas en un nudo apretado, veíamos y oíamos que las cosas pueden cambiar. No los prejuicios que tienen su propia lógica irracional, pero sí los actos de gobierno. Y por algún lado se empieza.

Las palabras del Canciller. En su carta el Ministro de Relaciones Exteriores, Canciller Dr. Rafael Bielsa dijo, entre otras cosas: “Este evento dista de ser un mero acto administrativo y simboliza claramente la decisión del Estado Nacional de reparar una grave injusticia y un error histórico”. Encuadró la vergonzosa prohibición en “una visión absurda de la argentinidad que pretendió que esas corrientes inmigratorias obedecieran a un cerrado canon étnico, religioso y cultural, para fundar un cuerpo social falsamente homogeneizado”.

La historia. Inició la lucha, en soledad, Uki Goñi, muchos de cuyos familiares fueron y son miembros del cuerpo diplomático argentino. Expuso en su libro “La auténtica Odesa” lo que se murmuraba en conversaciones familiares: la existencia de una orden secreta que prohibía dar visas a judíos, datada en 1938, antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La denuncia fue tomada con indiferencia, como una hipótesis arriesgada, hasta que Beatriz Gurevich encontró un original de la que conocemos ahora como Circular 11 entre cientos de papeles archivados en la Embajada argentina en Estocolmo. Documentó de este modo lo denunciado por Goñi y lo que todos los judíos que llegamos después de la guerra sabíamos pero no podíamos probar: para entrar en la Argentina no había que decir que uno era judío porque los judíos teníamos prohibido el ingreso.

Católico, católico, católico. Pero igual entramos. Y muchos. Claro, había que mentir. Curioso país éste que ostenta un antisemitismo formal y burocrático que no tuvo problemas en recibir a los refugiados judíos siempre y cuando mintieran. Se trató de una hipocresía administrativa casi ingenua y que no resistía el menor análisis. En los registros de pasajeros de la época pueden verse páginas y páginas con listados de personas que se declaran católicas. Al lado de nombres evidentemente judíos como Zure, Shmuel, David, Rivka, Isaac, Sheine, con apellidos tan igualmente judíos como Levy, Epelboim, Moiszelewicz u otros por el estilo, se ve una sucesión interminable de: “católico – católico – católico”. Es tan flagrante la visión de estas listas que, si no fuera humillante, sería cómica. Evidentemente al funcionario de turno no le importaba si eran judíos, sólo lo que debía escribir en el registro y con ello, probablemente, cuidar su puesto.

El Escudo Nacional. Me fue entregada la constancia de la aprobación de mi solicitud de rectificación, en un documento oficial. Encabezado por el Escudo Nacional, lleva las firmas y los sellos de los funcionarios correspondientes. Ver el Escudo Nacional me resultó desbordante. No estaba preparada para eso. En mis años de escuela primaria aprendí a querer y a respetar los símbolos patrios, a emocionarme al ver flamear la celeste y blanca, al entonar el Himno Nacional se me erizaba la piel con el “oíd mortales”, nuestra invocación al mundo anunciando la decisión de vivir libres. Son símbolos que continúan resonando en mí, sin patrioterismos chauvinistas, de manera honda y significativa. El Escudo Nacional encabezando el texto fue un fuerte indicador que corroboraba la trascendencia de lo que habíamos alcanzado y la nueva posición en la que ello nos colocaba.

La conceptualización. El Dr. Daniel Sabsay, comprendiendo el alcance y la hondura de lo que estaba pasando, disertó acerca del marco jurídico e institucional tanto de la prohibición como del pedido de perdón y la rectificación. Señaló las profundas y negadas raíces intolerantes así como la trascendencia social de este sinceramiento y de esta reparación. Pepe Eliaschev como lúcido intérprete del ciudadano, habló de nosotros, de las personas comunes y lo que representa para todos, para el sostén de nuestros valores cívicos y democráticos lo que allí estaba comenzando. Tanto Uki Goñi como Beatriz Gurevich confesaron sorprendidos que no habían advertido en su momento el alcance de lo que habían abierto con su descubrimiento.

Un buen disfraz. Hay imágenes muy intensas que vienen a mi memoria. Llegué al puerto de Buenos Aires el 4 de julio de 1947. A los pocos días, cumpliría dos años. Mamá a los 34 años era una veterana víctima sobreviviente. Bajó del barco, con un salvoconducto inexpugnable: un disfraz de católica. Cubierta por una mantilla, envuelta su mano en un rosario y sosteniendo beatíficamente el catecismo de nácar que había comprado en Europa antes de subir al barco, y con su hija de la mano –yo- tan rubia, tan blanca como la más aria de los arios, pensó que teníamos una oportunidad de estar a salvo. Sabíamos allá, en Europa, que para entrar en la Argentina no se podía ser judío. La incertidumbre, el miedo que nos acompañaba se diluyó en Buenos Aires porque para conseguir el ingreso parecía que bastaba con no declararse judío. Era casi un chiste: ¿sólo con decirlo era suficiente? ¡Qué lejos de la Polonia que “olía” a un judío, lo despreciaba e insultaba con impunidad y gozo! Declararse católicos era, en aquel momento, un peaje barato hacia una vida de libertad y realizaciones. Y así fue nuestra vida en la Argentina, al menos hasta las bombas en la embajada de Israel y en la AMIA. Fue un lugar en el que pudimos ir a la escuela, caminar con frescura al aire libre y desarrollarnos con la ilusión de que éramos igual que todos.

Después del 18 de julio de 1994. Hoy, ya no nos basta con eso. Hoy la ilusión se hizo trizas. Hoy hemos dejado de tomar como natural el tener el acceso vedado al Servicio de Relaciones Exteriores, a las Fuerzas Armadas, a clubes, posiciones y a muchos otros lugares que lo “mejor” de la sociedad argentina quiere mantener “puros” al mejor estilo nazi.

Hoy demandamos lo que la Constitución nos promete: la igualdad ante la Ley, la igualdad de oportunidades y accesos, el pleno derecho, la justicia efectiva, la ciudadanía de primera.

Ahora nos llamamos judíos. Después del atentado a la AMIA la misma institución comenzó a llamarse Comunidad Judía. Ahora, con esta medida del gobierno, también podemos tener esa denominación en nuestros papeles, aún en aquéllos que documentan un pasado no tan remoto pero que puede y ha sido resignificado. Hecho simbólico pero de alto potencial prospectivo. Y nos regocija haberlo vivido y dar testimonio de ello.

El reconocimiento. Quiero mencionar tan sólo, un aspecto que realza aún más el valor ético de esta decisión del actual gobierno y con ello creo hacer justicia porque hay que criticar lo criticable y aplaudir lo aplaudible. Cuando presenté y fundamenté mi solicitud el Ministro del Interior Dr. Aníbal Fernández, respondió con un contundente “déjelo en mis manos” y le dio pronta resolución. Cuando el Dr. Rodríguez a los pocos días me anunció la aprobación de la solicitud y que faltaba tan solo una cuestión de trámite, le dije que quería recibirlo en un acto público porque el hecho merecía ser conocido. “¿Por qué no hacerlo en la misma Dirección Nacional de Migraciones?” propuse. Consideró que no correspondía y me explicó por qué. “Estamos en época de elecciones” dijo pensativamente, “no va a faltar quien suponga que esto se hizo por buscar algún rédito electoral. Fue hecho porque había que hacerlo. Mejor en otra parte. Dígame usted dónde y allí estaremos”.

Lo hicimos en nuestra Asociación, “Generaciones de la Shoá en Argentina”, Larrea 1225, la sede de OSFA-WIZO, el 19 de septiembre de 2005, Buenos Aires, Argentina.

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Restitución - desgrabación del acto

PALABRAS PRONUNCIADAS EN EL ACTO DE RESTITUCIÓN DE IDENTIDAD - 19 DE SEPTIEMBRE DE 2005 - BUENOS AIRES, ARGENTINA. (*) Panel: Dr Daniel Sabsay, Dra Beatriz Gurevich, Sr Uki Goñi, Dr Ricardo Rodríguez, Lic. Diana Wang. Moderador: Pepe Eliaschev.

Pepe Eliaschev Esta noche estamos acá convocados por Generaciones de la Shoá en Argentina. Según explicaba Diana en cada silla encontrarán un texto que invitamos a leer, completar y entregar al finalizar el acto. Además hay un grupo de estudiantes de las Escuelas Técnicas ORT que están filmando lo que aquí está sucediendo y van a editar un video educativo para que quede testimonio de esto que hoy día estamos registrando. Entre los invitados que están presentes quiero mencionar a la Presidenta de OSFA-WIZO Amalia Polack, al Secretario de Cultos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Gabriel Seisdedos, la Coordinadora General de OSFA-WIZO Ruth Stecher, el Juez de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal y Económico el Camarista Dr. Marcos Gravidker, y tenemos la presencia también del American Jewish Joint a través de Néstor Szewach, de Sherit HaPleitá a través de Francisco Wichter, a través de la también la presencia de la Confraternidad Judeo-Cristiana Martha de Antueno, y el vice-presidente del ICUF Julio Schverdfinger. Tengo adhesiones que quiero mencionar y en particular me parece como razones, no solamente protocolares sino de eminente racionabilidad corresponde a esta leerla, es la carta que ha hecho llegar el Canciller, el Ministro argentino de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, el Dr Rafael Bielsa, que tiene fecha hoy 19 de Septiembre, que está dirigida al Sr. Director Nacional de Migraciones que hoy nos acompaña, Dr Ricardo Rodríguez; a Diana Wang Presidente de Generaciones de la Shoá en Argentina, a mis compañeros de mesa Beatriz Gurevich, Uki Goñi y Daniel Sabsay:

“Estimados amigos: la entidad que nuclea las Generaciones de la Shoá en Argentina ha organizado este acto reivindicatorio de la inmigración judía en nuestro país. En adición a la derogación de la Circular Número Once el pasado Ocho de Junio por parte de la administración del Presidente Néstor Kirchner, se realiza ahora el acto de entrega de la documentación que permite que los inmigrantes judíos que arribaron a la Argentina y tuvieron que declararse católicos rectifiquen esos datos y sean inscriptos como judíos. Este evento, al que compromisos asumidos previamente me impiden asistir, dista de ser un mero acto administrativo y simboliza claramente la decisión del Estado Nacional de reparar una gran injusticia y un error histórico. La Argentina es consecuencia de la inmigración aluvional que llegó a este país buscando un sitio para vivir en paz, desarrollar sus oficios y celebrar sus costumbres. Una visión absurda de la argentinidad pretendió que esas corrientes inmigratorias obedecieran a un cerrado canon étnico, religioso y cultural para fundar un cuerpo social falsamente homogeneizado. Esta visión de nacionalismo blindado en la búsqueda de un espíritu nacional proto-fascista, no sólo violentó las particularidades de muchos grupos humanos, sino que obvió el detalle que la cultura y la religión son un aspecto fundante y cotidiano de la vida humana que no puede manejarse por decisiones de príncipe, desde la estructura burocrática, desde la superestructura estatal. Los judíos argentinos siguieron practicando sus costumbres y adorando a su dios puertas adentro hasta que su milenaria tozudez identitaria hizo estallar a la belleza de la diferencia, el color de la alteridad, la humanidad que encierra la diferencia. La Argentina es ahora una sociedad que acepta y celebra lo distinto, que festeja la heterodoxia, que crece con el aporte humano de cada comunidad. La Argentina es ahora un país que supo reinventarse de la crisis. Una comunidad que salió del infierno, que sobrevivió a la Dictadura Militar, a la debacle económica, a la falta de liderazgo político. Este país sepulta ahora otro fantasma del pasado: el patrioterismo prepotente. Para superar todas esas batallas históricas, para terminar de encontrarnos, para regocijarnos en nuestra diversidad, necesitamos de todos, cualquiera sea el color de la piel y el nombre de sus dioses. El único requisito será, quizás, de ahora en adelante, decencia para trabajar, tolerancia con lo distinto y hambre, eso sí, hambre voraz de futuro. Muchas gracias. Firma esta carta el Dr Rafael Bielsa. Antes de pasar entonces a las participaciones y ponencias tenía en registro la adhesión de José Ignacio Fundación Raoul Wallenberg: “por compromisos previos tengo que estar en Tucumán. Estoy allí con mi apoyo y mi corazón”, nos dice García Hamilton.

José Moscovitz, de Sherit Ha Pleitá, Asociación de Sobrevivientes de la Persecución Nazi, adhiere al acto y lamenta no poder concurrir por razones de fuerza mayor. Y el Profesor Manuel Tenenbaum, Director del Congreso Judío Latinoamericano, “Los felicito por haber puesto en evidencia y logrado la derogación de la Circular Once. La vocación de servicio, la calidad humana y vuestra inteligencia han permitido dictar un acto jurídico de profundo significado ético, que le hace un gran bien a la República Argentina y al valor verdad. Bueno, para no redundar y no decir cosas que van a decir otros ponentes, yo voy a pasar directamente a las presentaciones. Van a hablar inicialmente Uki Goñi que es un conocido escritor y periodista que ha investigado cuestiones centrales de nuestro interés y el de todas las sociedades en la Argentina, la conocida investigadora, docente y socióloga Beatriz Gurevich, y luego vamos a hacer una entrega de testimonios, escucharemos la palabra del Dr Daniel Sabsay, y unas pocas palabras mías para cerrar. Uki.

Uki Goñi -Bueno, me parece que es sumamente importante lo que está ocurriendo aquí esta noche, de alguna manera también es para Beatriz y para mi creo que es como un ejemplo de cómo una investigación histórica, en el caso de Beatriz incluyendo un testimonio que fue tan importante y en el que me basé yo para luego trabajar sobre mi libro puede tener efectos prácticos y efectos de importancia vital en la vida de nuestra sociedad, no?. Me sorprende un poco siempre estar en estas situaciones y en este tema porque llegué un poco de costado a este tema, y recién cuando venía caminando para acá venía caminando por la calle Santa Fe y durante mi trabajo fui investigando donde vivían los criminales que llegaron a la Argentina y pasé aquí en Santa Fe y Larrea frente a la casa de Charles Desca que fue un franco argentino que fue el editor de “Je suis par tout” que es probablemente una de las revistas más antisemitas que jamás existieron en París, no? Y Charles Desca era tan tan pro nazi, tan antisemita que los franceses lo metieron preso antes de la ocupación de Francia. Cuando entraron los nazis lo liberaron y lo restituyeron como el editor del “Je suis par tout” hasta que al final cuando fue liberado París se tuvo que escapar a Berlín, después a Madrid, en Madrid hizo contacto con Argentinos. Gracias a un contacto que tenía con el General Perón en la década del 30 vino a la Argentina y se instaló aquí en la Avenida Santa Fe y dejó instrucciones de que se rechazara cualquier correspondencia que llegara a su nombre a menos que viniera en un sobre del ejército alemán. Charles Desca fue una de las personas más importantes en construir la red de ingreso de criminales nazis a la Argentina luego de la Guerra. Y todo esto lo sabemos por el trabajo que hizo Beatriz Gurevich en el año 90. Yo empecé a investigar…en verdad mi interés principal era la red de escapes nazis a la Argentina. Pero hay un dato en mi bolsillo que era: yo llevaba lo que he descubierto ahora un secreto de Estado que en mi caso se convirtió en un secreto de familia. Esto es así porque mi abuelo fue Cónsul argentino durante los años de la guerra y era amigo personal del Canciller Cantilo. Y yo sabía a través de historias de mi abuelo que había habido una orden secreta que prohibía el otorgado de visados a judíos durante la época de la guerra. Y siempre me sorprendió en los libros que yo leía sobre historia argentina que este dato no se mencionaba, y me sorprendía que en charlas con diplomáticos, bueno, yo diplomáticos no había conocido, con académicos, este tema se obviaba. Y en los libros que leía sobre el tema no se mencionaba. Y puedo decir que me acerqué a Beatriz que había trabajado en el tema de proyecto testimonio y hablamos mucho sobre este tema, y finalmente fue Beatriz en el año 1998 en un viaje que hizo a Europa que encontró una copia de lo que hoy sabemos es la Circular Once que era la orden secreta prohibiendo… Yo sabía a través de las historias de mi abuelo que esta orden la habían separado diplomáticos argentinos entre los que decidían lucrar con ella vendiendo visados por abajo de la mesa y los que planificaban rigurosamente, entre estos supuestamente...Se hablaba por ejemplo que el embajador (no se entiende) en París hizo una fortuna vendiendo visas, en cambio el embajador Lagumi en Berlín practicaba esta orden al pie de la letra y sus cónsules, por ejemplo el cónsul Daneri en Hamburgo se quejaban amargamente porque decían: “Lagumi, usted nos prohíbe vender visas, en cambio Caram los deja a sus cónsules lucrar..”. Y allí existe esta contradicción que vemos hoy en día, que a pesar que existía esta orden secreta la Argentina se convirtió en el país que más judíos recibió en aquella época. Pero creo que lo importante del acto de junio en la Casa Rosada y el acto de hoy es que hoy sabemos que eso fue así porque los que entraron en realidad entraron ilegalmente, o mintiendo que eran católicos, o cruzando la frontera a hurtadillas desde Bolivia, desde Paraguay, o desde Uruguay. Entonces veo que con respecto a mi trabajo siempre desea dar a su trabajo la mayor repercusión y creo que de alguna manera aquí se salda una deuda del Estado argentino, con la comunidad judía en particular y con la sociedad general, incluyendo a los no judíos, porque este es un estigma que nos toca a toda la Argentina; y creo que la única manera...yo tuve muchas discusiones con diplomáticos, vengo de una familia de diplomáticos, mi abuelo es diplomático, mi padre, mi tío...Y cuando yo empecé estas investigaciones mucha gente de Cancillería me decía: “lo que vos estás haciendo va a hacer quedar mal a la Argentina, porque esto lo que hay que hacer es taparlo”. Y yo siempre les contestaba: “lo único que puede avergonzarnos...no nos puede avergonzar ni hacer quedar mal algo que ocurrió hace sesenta años; solamente nos puede hacer quedar mal si nos pescan a nosotros destruyendo la evidencia hoy en día”. Y creo que este año al final se produjo como un (no se escucha porque alguien tose al micrófono)...el proyecto testimonio de Beatriz salió en el año 98, mi libro salió en el 2002 y hubo mucho tiempo y mucha presión ante las autoridades hasta lograr esto que es tan importante que es demostrar que hay una realidad histórica a la cual uno puede llegar y tocar con la mano, y también para la comunidad en particular que es el tema que se plantea aquí hoy en estas oportunidades, el tema de la identidad, creo que esto es tan tan importante; de poder hoy decir con la frente alta: ”yo entré ilegalmente a la Argentina”. Y también para mi poder decir con la frente alta: “mi abuelo hizo todo lo posible para que no entraran, pero yo me diferencio de aquello...”, sin dejar de sentir lo que sienta por él por una cuestión de familia pero de trazar una línea en la cual la lealtad hacia la sociedad en general y el derecho a la verdad para la sociedad en general sea más importante que el derecho particular. Pepe Eliaschev. Bueno, la palabra de Uki Goñi. La palabra ahora de Beatriz Gurevich.

Beatriz Gurevich -Hay un punto en el que voy a recaer, que fue anunciado por Uki, y es el privilegio que siento de poder estar sentada acá en este acto de reparación, en el que por un lado hace que aquellos que hacemos trabajo casi de laboratorio porque es nuestra vocación y de repente escribimos cosas que se leen o que no se leen se convierta en algo que tiene una trascendencia que va más allá del mérito intelectual o del intercambio intelectual. Sin duda ...(silencio)...ahora sí se escucha bien?. Como decía, este acto de reparación hace que aquello que ha sido una vocación que puede tener o no mérito intelectual, que es fruto de un intercambio intelectual de repente se convierta en un acto trascendente. Yo soy judía, a diferencia de Uki, judía de segunda generación argentina, viví en una casa en donde el tema de la Shoá prácticamente no se habló, y lo fui descubriendo con los años. En el año 92, cuando se abrieron esos presuntos archivos nazis, encontramos legajos semi vacíos, y la frustración no fue sólo local. Como decía Uki, eso que se pretendió ocultar se convirtió en la punta del iceberg que dio paso a una cantidad de comentarios en todos los diarios del mundo, desde el New York Times hasta el Washington Post, Liberté, diarios que no quiera recordar. Y ahí empezó el trabajo que menciona Uki que fue la construcción de ese archivo histórico que se llama proyecto testimonio que se hizo en el seno de la DAIA y que me tocó porque era directora del Centro de Estudios Sociales la posibilidad dirigirlo. A medida que se iban acumulando documentos tuvimos que ir estableciendo las mediatizaciones necesarias. Por un lado, para ser objetivos en el análisis frente a un tema tan sensible y por el otro lado, porque era tan doloroso que casi la sala de trabajo se convertía como en un quirófano, donde el chiste y la broma eran frecuentes, porque había que despegarse. Y recuerdo ahora en al año 93, estando en la Universidad de Londres conocí a Zigmunt Baumann, y Baumann acababa de escribir un libro que se llamaba, se llama “El holocausto y la modernidad”, y voy a traer esta historia que la conté justamente en el acto que se hizo el Presidente de la Nación porque me parece pertinente para poder seguir. Baumann escribió ese libro, y por él recibió el premio: “Amalfi” en Italia. Y me contó la siguiente historia. El era rector de la Universidad de Varsovia, viajó a Londres en el año 37 por una cuestión estrictamente profesional, y estando en Londres se produjo la invasión; y allí se quedó. Pasaron los años, se desató la guerra, la llamada Solución Final, y también el fin de la guerra. Finalizada la guerra conoció en Londres a una exiliada que había vivido en el ghetto de Varsovia, se llama Yanina, que se convirtió en su esposa, y con ella casó, tuvieron dos hijas. Y el pedido de Baumann era: “no me hables de esto, no quiero escuchar, construyamos el futuro, pensemos para adelante”. Y del tema no se habló. Y no se habló casi durante dos décadas. Cuando las hijas crecieron Jeannina le dijo a su marido, un emérito profesor de la Universidad de Londres y de elite: “me tomo un año de vacaciones, pienso escribir”. Y escribió un libro que se llama: “Invierno en la mañana, la experiencia de una adolescente en el ghetto de Varsovia y después”. El libro sentó, se tradujo a trece idiomas y ella se lo entregó a su marido. Se lo entregó a su marido, él lo recibió, lo agradeció, lo colocó en la biblioteca y allí lo dejó. Pero un día ya le resultó difícil mirar a la cara de su mujer, y tomó el libro y lo leyó. Y allí descubrió que lo que había pintado Jeannina no era un cuadro sangriento, era una ventana a través de la cual se podía entrever la modernidad en sus aspectos positivos, y en otros que no lo fueron. Y esto se vincula con lo que yo sentí a medida que iba conociendo la documentación, que se iban acumulando los archivos del proyecto testimonio. También resulta ser una ventana que permite mirar a la Argentina a lo largo de décadas en sus aspectos positivos, en sus aspectos problemáticos, en la visión de la ilegalidad instituida al interior de las propias instituciones. Y voy a hacer una breve referencia a lo que dijo Uki cuando habló del ingreso de nazis. Resulta que casi fue un chiste pensar como fuimos descubriendo las tramas secretas de aquella época. Recibimos un legajo que nos entregó la Cancillería, un pedido de extradición a un periodista Pierre Dayes y vemos que Cancillería quiere otorgarle la extradición a este criminal de Guerra nazi y de repente hay una firma Francovezzo que rechaza el pedido de extradición. Buscamos entre los funcionarios de la planta funcional, de la planta de Cancillería, buscamos en nuestras reparticiones, Francovezzo no existe. Pero es su firma la que prohíbe la extradición. Y así nos enteramos que al interior del Ministerio del Interior y en la Dirección Migraciones había un cuerpo de asesores confidenciales que estaban, digamos tenían poder paralelo al Director de Migraciones y que era una comisión de ex criminales de guerra, bueno hablo criminal de guerra porque está comprobado que eran los que autorizaban el ingreso de nazis. Por otro lado nos encontramos repetidamente cuando mirábamos la sección certificaciones, que estaba dirigida por Ian Durkansky, criminal de guerra que también se negaba el derecho de ingreso a los judíos o debían falsear su verdadera identidad. Y tantas otras cosas y tantos gestos de tantos hombres como Bernardino Hon, Anastasi, tantos otros que los debates parlamentarios del 39 realmente clamaban para que la Argentina permitiera el ingreso de todos aquellos que según le memoria de Migraciones del 39 no debían ser autorizados, que eran los refugiados, entre comillas, y esto ahora es textual aquellos elementos que Europa expele. Pero sí pudieron en el Parlamento argentino en aquella época en unas .... (no se entiende) que defendían el ingreso de esos refugiados que en la memoria de Migraciones se llamaban....(no se entiende). Bueno, en esta serie de matices, fueron épocas difíciles, y estas contradicciones, problemas no se suscitaron solamente en la Argentina. En el año 1998, viajé a Estocolmo, cepillando la historia a contrapelo, como diría Walter Benjamín, encontré en papel cebolla, como pasaba en aquellas épocas, como no había computadoras la burocracia hacía cantidades de copias, unas se perdían., otras permanecían, y esto permitió encontrar el documento. Yo tengo que decir: “Gracias, gracias a la gestión de aquellos”, porque yo en un principio no creí en la necesidad de cambiar, me parecía que el documento histórico tenía que estar como había sido en aquellos tiempos. Creo que no dimensioné el significar igual que seguramente había visto Diana de lo que significa recuperar un aspecto de la identidad que fue la causa por la cual debieron exiliarse, por la cual masacraron millones de personas, por la cual tuvieron que mentir al ingresar. Y creo que esta reparación a mi me retrae a una palabra hebrea que es teshuvá. Teshuvá que tiene que ver con el concepto de la biblia que dice que el perdón se otorga a partir del acto de arrepentimiento acompañado de la reparación. Creo que aquí en estos momentos y con este acto realmente abre un escenario que para la historia y el mejoramiento de nuestro país es fundamental, es ejemplar. Muchas Gracias.

Pepe Eliaschev -Muchas gracias Beatriz por tus palabras, también para Uki el agradecimiento. Vamos a proceder entonces a la entrega del testimonio, el Sr Director de Migraciones, el Dr Ricardo Rodríguez, y la Presidenta de Generaciones de la Shoa en Argentina Diana Wang.

Ricardo Rodriguez -Yo pensé en esto mucho hoy y realmente creo que voy a pedir disculpas por no tener la facilidad de los que me antecedieron, pero a medida que pensaba en este tema, quería escribir más y más y quería tener muchas horas de hablar. Yo creo que hace no sólo a todos ustedes, sino hizo a toda una política migratoria argentina. Nosotros consideramos que contra todo argentino...por eso les pido disculpas que lo lea porque fue la forma que más sucintamente pude expresar lo que yo sentía. A esto tendría que aclarar que tuve una charla de muchas horas con Diana, horas que nos emocionaron, horas que a veces nos permitió a uno averiguar qué había pasado con su familia. Y esto medio se repetía por distintas circunstancias y en otras situaciones, no?; pero también me encontré con lo que mencionaban recién, ese pacto de silencio entre aquellos que supieron no hablar, fue mi caso particular. Entonces consideramos que contra todo argentino desde su nacimiento se obligó a extenderle una mano a los necesitados del mundo y un maravilloso ejemplo de amor. Bajo ningún concepto nadie puede arrogarse la autoridad de violar el precepto constitucional fundacional. La introducción de cualquier exigencia que vulnere la libertad de una persona fundada en la necesidad de la misma de sobrevivir obligándolo a mentir o a mantener una reserva mental es totalmente inadmisible. Más cuando se ataca la identidad y sus propias creencias. Los actos de los Estados a los hombres deben hacerse conforme a un contexto de estricta justicia y de respeto a los otros; no se trata ya de un problema migratorio sino de un tema social. Cuando esto sucede nace la obligación del Estado de restituir los derechos y la competencia administrativa de revocar las exigencias civiles. Cuando el Presidente de la Nación y el Sr Ministro del Interior nos puso a cargo de la Dirección Nacional de Migraciones nos solicitaron expresamente dos cosas: que pusiéramos el énfasis en generar acciones basadas en el respeto a los Derechos Humanos de los inmigrantes futuros, y a fortalecer los lazos que nos unen con quienes los precedieron. En eso quisimos alentar el reconocimiento de lo que ellos han hecho, de lo que ustedes hicieron. Intentamos transmitir a los recién llegados al mundo la sensación de que se incorporan a una corriente que proviene del pasado y que continuará. Tenemos que afianzar la sensación de que el mundo continua con nosotros y que no terminará con nosotros. Hay que hacer cesar el desprecio por la historia y el desinterés quienes nos seguirán. Mucho de lo que nos sucede se explica por ese desarraigo histórico, por la falta de percepción de la inserción de nuestra vida en una corriente que la trasciende y que viene desde muy lejos y que se proyecta hacia delante. No es admisible que nuestro pasado muestre máculas de intolerancia sin resolver. Para seguir cumpliendo con esta premisa debemos escapar de la prisión soberbia del yo, reconocer las equivocaciones del pasado, y ejecutar las acciones que correspondan para repararlas. Creemos que hoy cumplimos con nuestra intención incorporándose a una historia que nos antecede y que a ella es a la que le debemos portar la contribución de la obra que es nuestra vida. Muchas gracias. Pero más que muchas gracias perdón, pero acompañado con el requisito bíblico del sincero arrepentimiento. Ahora una copia autenticada de la resolución, la leerías?, me gustaría que la leas.

Pepe Eliaschev -Bueno, entonces vamos a leer de manera pública, no es tan extensa así que es accesible, y como acaba de explicarse vale la pena hacerlo. Se trata de un texto que tiene el escudo de la República Argentina, Ministerio del Interior, Dirección Nacional de Migraciones,

“Buenos Aires 11 de Julio de 2005. Visto el expediente Dirección Nacional de Migraciones SO2 número barra 2005 del registro de la Dirección Nacional de Migraciones organismo descentralizado en la órbita del Ministerio del Interior, las leyes 25.871 y número 26.326, y considerando que según surge del expediente citado en el visto la extranjera Diana Wang, Presidenta de Generaciones de la Shoá en Argentina ha solicitado la rectificación del asiento de su religión inserta en los registros existentes en esta Dirección Nacional; que la misma manifiesta que debida a su corta edad no pudo en ese momento expresarse por sí misma, siendo su voluntad reemplazada por la de sus padres, en carácter de representantes legales, que la manifestación de sus padres se ha hallado influenciada por la vigencia de la Circular Número 11 de fecha 12 de Julio de 1938; que fundan lo expuesto teniendo en consideración que durante la vigencia de la citada Circular, hoy derogada por el Gobierno Nacional, se impedía el ingreso al país de inmigrantes de religión judía, razón ella que obligaba a los mismos a no manifestar su real profesión de fe para poder ser admitidos al territorio nacional; que en referencia a dicho pedido se entiende de toda justicia proceder a la rectificación del asiento atento a la obligación del Estado Nacional de tener en debida forma los registros públicos, y en razón al asentamiento de los mismos de una religión distinta a la que efectivamente confesaban, que en consideración a las especiales particularidades de estos casos que han motivado a inmigrantes judíos a proceder en forma similar a la descripta por la causante, corresponde establecer un mismo curso de acción para casos análogos, eximiendo del pago de las tasas vigentes a las rectificaciones que se soliciten; que la Dirección de Asuntos Jurídicos de la Dirección Nacional de Migraciones ha tomado la intervención que le compete; que la presente medida se dicta en virtud de las atribuciones conferidas por el decreto número 1410 de fecha 3 de Diciembre de 1996, y el artículo 29 de la ley 25.565; por ello el Director Nacional de Migraciones dispone artículo primero: téngase por fundada la petición y en consecuencia rectifíquese respecto de la extranjera Diana Wang la religión “católica”, insertada los registros de General de Migraciones, por la de “judía”. Artículo segundo: exímase a la extranjera mencionada en el artículo anterior del pago de la tasa correspondiente al trámite solicitado. Artículo tercero: establézcase que para futuros casos análogos al presente la solicitud de la rectificación de los datos religiosos de las personas en orden a los mismos hechos y circunstancias mencionadas en el presente deberán ser incorporados al expediente citado en el visto y ser resueltos si correspondiere de conformidad con las previsiones contenidas en la presente. Artículo cuarto: pasen las actuaciones; comuníquese; publíquese; archívese. Firmado Dr Ricardo Eusebio Rodríguez, Director Nacional de Migraciones, Ministerio del Interior, Dr Marcelo Mamberti, Director de Asuntos Jurídicos, Dirección Nacional de Migraciones”. Esto es entonces, hay un añadido donde...puedo leerlo?. Dice: “Positivo de radicación, fecha 12 de Julio de 2005. Apellido Wang, nombres Diana. Nacionalidad: polaca. Fecha de llegada: 4 de julio de 1947, radicado desde el 4 de julio de 1900 también 47, rectificado religión judía. Tomo cuatro, folio cien, orden 779, rectificado en la lista de pasajeros”.

Ricardo Rodríguez -Algo más Diana con todo cariño y hablando de esa historia que decíamos y que hablaba Uki, también lo decía, debemos dejar copia de la totalidad del expediente, porque creo que hace al reconocimiento de (alguien tose y no se entiende), y sobre el cual volvemos a pedir perdón.

Diana Wang -Yo no lo puedo creer, yo no puedo creer lo que escuché, yo no puedo creer que está el escudo nacional en esto que leyó Pepe, estoy haciendo fuerzas para no llorar porque es un papelón, mientras se leía la resolución, vinieron en tropel imágenes, no tiene nada que ver con lo que pensaba decir, pero vinieron en tropel imágenes. Mi mamá me contaba que al principio cuando todavía podían caminar en su pueblo, en Stryj, en Polonia en la invasión nazi, ella sacaba a pasear a su hijito en un cochecito, a Zenus, y cuando la reconocían como judía le tiraban piedras y le decían: “los judíos tienen que ir por la calle como los caballos”, y tenía que bajar con el cochecito. Me contaba que ella no sabía lo que le iba a pasar después, pero que fue su humillación máxima que con su hijo tenía que bajar de la vereda a la calle donde iban los caballos. Me acordé de esto. Decía: “mamá mirá lo que está pasando...”, hablando con ella, no?, “mirá lo que está pasando”. Cuando entramos a la Argentina, el hecho de tener que declararnos católicos no era un problema para nosotros, es muy loco todo esto. Era un precio baratísimo para pagar después de lo que había sucedido para que nos dejen entrar en un país estudiar, trabajar, desarrollarnos, armar nuestras familias, vivir bien; vivimos muy bien acá. No hay quejas. No hay quejas grandes. En aquel momento el declararse como católico era tan lógico, recuerdo que mis padres decían: “nada más que eso hay que decir?”. Entonces mi mamá en Europa se compró una mantilla, se compró un catecismo de nácar, y compró un rosario también de nácar que hacía juego porque era muy elegante, y entonces ella bajó del barco con la mantilla, con el rosario envuelto en la mano, y el catecismo pensando que era...”este país es de chiste”, decía mi mamá, “uno dice que es católico y le creen”, es decir, no puede ser. Era...no era grave, no era importante, venían de una realidad en donde ser judío había sido penado con la muerte. Entonces una mentirita blanca no costaba nada. Otra imagen que se me cruzó fue cuando estando en sexto grado, la bandera de ceremonias de la escuela, una escuela en Floresta, una escuela pública por supuesto, como se usaba en esa época que todavía la 1420.... Cuando la bandera de ceremonias estaba hecha jirones y hubo que cambiarla. Entonces la ceremonia se llamaba “Entronización de la bandera”, y yo fui la abanderada. Yo sostuve la bandera en toda la ceremonia con mi mamá y mi papá sentados en el público, yo me imagino que el pecho les reventaba de orgullo y de alegría de que en este país yo, extranjera y judía era abanderada cuando se entronizaba la bandera de la escuela. Para ellos no era un problema ser inscriptos como católicos. Empezó a ser un problema para mi y para los de nuestra generación. Cuando nosotros lo comentamos entre muchos de los sobrevivientes mayores, me miran medio raro: “y qué importancia tiene que diga católica, que no diga?”. Para nosotros, para nosotros sí empezó a tener importancia. Nosotros no nacimos en Polonia, nosotros nacimos en la Argentina, nosotros aprendimos al menos la retórica de la libertad, el preámbulo de la Constitución, y lo creímos y lo tomamos por cierto. Y de pronto no sé que pasó, toda esto despertó...el libro de Uki, la derogación de la Circular 11, en donde prendió en nosotros el deseo de...Mi primer deseo era anular el tema de religión, pero no se puede anular en la columna..., en el registro había una columna que decía religión, para qué poner religión?; pero dado que no se podía por lo menos que me pongan lo que soy; que no tengo por qué estar inscripta de otra manera. Entonces bueno, en este momento si mis padres estuvieran vivos no me creerían, no, no me creerían, mi mamá me diría que estoy psicótica, que estoy soñando, que esto no puede pasar en ningún lugar del mundo. Y la otra cosa que quiero decir es que esto no lo pedí para mi, esto lo pedí para todos nosotros; y por una cuestión legal que no entiendo bien pero no importa, no se podía hacer una cosa para todos, y entonces se transformó esto en un leading case, y bueno, y todos pueden adscribirse a esto. Lo único que puedo decir...no lo puedo creer, y no sé a quién agradecer, supongo que el esfuerzo ha sido conjunto. El esfuerzo en nuestro grupo, el apoyo, el apoyo inmediato del ministro del exterior, cuando le dije a Aníbal Fernández fue inmediato, inmediata su respuesta, y este proceso se puso en marcha. Bueno, entonces aplaudo...critico cuando las cosas se hacen mal y aplaudo cuando algo se hace bien. Así que bueno, este es un momento muy importante para todos nosotros y me alegro de que lo estemos compartiendo. Gracias.

Pepe Eliaschev - Nos dirigirá la palabra el distinguidísimo abogado, docente y constitucionalista, el Dr Daniel Sabsay que quizás nos permita también ver el encuadre que toda esta historia que estamos hoy recuperando tiene; sobre todo tan importante esto último que contaba Diana que para que una situación global pueda quedar conforme al reclamo, tiene que arrancar en un reclamo individual.

Dr Sabsay. Daniel Sabsay -Muchísimas gracias Pepe. Yo que estoy acostumbrado a hablar muy seguido en público me cuesta saber en este momento cómo engranar la conversación, porque estoy muy conmovido, y lo que uno racionalmente quiere explicar en función del conocimiento adquirido parece frío frente a la importancia del momento. No obstante eso, voy a tratar de hilvanar algunos conceptos vinculados con la que apareció en varios momentos; tanto el Dr Rodríguez como Diana citaron a la Constitución. Hablaron del Preámbulo, de ese Preámbulo vinculado a su vez a la escuela pública, a un país que sin ninguna duda exhibió un talante de gran generosidad y de crisol de razas; pero en donde pese a ello anidaban esta suerte de abscesos a través de determinadas máscaras. Porque lo grave es, a mi modo de ver, lo no dicho, lo escondido, la media verdad. La necesidad inclusive en esa Circular de utilizar el término “indeseable”. No se dice abiertamente: “no pueden ingresar judíos y refugiados políticos” de algún signo del que se consideraba que era malo para la argentinidad, se habla de ese término “indeseable”. Y curiosamente el término “indeseable” aparece en muchos otros documentos en esa época. Yo le comentaba a Diana que justamente en el marco de la CEANA me tocó con un equipo investigar la influencia del pensamiento nazi sobre la jurisprudencia argentina de 1933 a 1958. Y les voy a contar un poco la experiencia porque habla también de esta suerte de hipocresía, por qué no decirlo. Cuando nosotros comenzamos la búsqueda tratamos de hacerlo a través de determinadas voces. Las voces son los términos a través de los cuales se va acuñando, seleccionando y agrupando los antecedentes de jurisprudencia. Pensamos que si buscábamos señales de antisemitismo podría aparecer a través de los términos judío o antisemitismo, o persecución racial. Bajo esa primera faceta no aparecía absolutamente nada que pudiera ser sospechado de algún modo de discriminación. Debimos transformar sucesivas veces porque no nos convencía que no hubiese habido en esos años algún tipo de filtración de pensamiento y así fue. Cuando trabajamos sobre voces como ciudadanía, inmigración, inclusive marcas...Y voy a contar un caso muy interesante en el tema marcas, ahí si fluyó claramente la influencia de la ideología nazi. Y por ejemplo para la expulsión de extranjeros, cuando se judicializa el tema, el modo, le diría prácticamente el tamiz a través del cual en la jurisprudencia es la voz que resume el rechazo a que esa persona permanezca en el país es precisamente que se trata de un elemento indeseable y que no contribuye al desarrollo de nuestra nacionalidad. Por el contrario, es un elemento disgregador que debe ser rechazado dentro de la Argentina. Y claramente cuando uno estudia los casos, porque primero uno lo ve en los resúmenes, y además nosotros buscamos a través de apellidos que fueran claramente de resonancia judía, vemos que esto se reproduce con aquellos que provenían de republicanos españoles, de personas que huían durante el franquismo, se utiliza exactamente la misma terminología y el mismo modo de rechazo. Son como filtraciones que aparecen dentro de, digamos, de los fallos de jurisprudencia. Y lo interesante para que trabaje el derecho constitucional que eso bajo cubierta está en la Constitución, donde el principio de igualdad es una especie de credo supremo. La no discriminación es el correlato del principio de la igualdad es obviamente lo que implica el corolario a lo que conduce la igualdad. Sin embargo magistrados introducen esta terminología para producir serias desigualdades, que inclusive significan el rechazo a ciertas personas que se sabía que canina bajo distintos regímenes en la muerte segura. Es realmente un acto perverso de parte de la frialdad de aquel que imparte justicia y que puede tener increíble cinismo y poder de distorsión de lo que una norma como gran producto de civilización tiene por misión y por objetivos. Aparecen también determinados conceptos que tienen que ver con la eugenesia, es decir, la idea de los elementos necesarios para el mejoramiento de una raza. En una cantidad de sentencias aparece también la invocación de que estos elementos no son útiles para la formación de lo que sería una suerte de raza, o de identidad nacional; y eso se reproduce en muchas causales distintas. Hace muy poquito se publicó como me pidieron en el capítulo eso Jurisprudencia Argentina, que como ustedes saben es una de las más célebres e importantes revistas de jurisprudencia en el suplemento de investigaciones. Yo acá le daba a Diana, le voy a dejar tres ejemplares, porque me parece que es muy interesante que esto se difunda. Pero un caso que es particularmente interesante es el caso de una persona que pide en la Secretaría de Industria, la sub Secretaría de Industria, la posibilidad de registrar la marca “Antinazi”, y en la secretaría, la Dirección de Marcas y Señales se rechaza el pedido, porque se considera que es un modo de disolver una determinada ideología, que no se puede , que no se identifica con lo que es la esencia de una marca el permitir la posibilidad de denostar una determinada ideología. Con lo cual la marca “Nazi” hubiera sido aceptada. La voy a leer textualmente porque es muy interesante, realmente cuando nos encontramos con el equipo, que trabajaba con dos excelentes abogadas jóvenes, la Dra Andrea Kochac y la Dra Julieta Rossi, decían: “pero mirá”, venían felices, “encontramos por Marcas y Señales y encontramos esta maravilla”. Fíjense los considerandos finalmente del fallo de Cámara, que es el que va confirmando pero le agrega muchísimo más salsa a la cuestión. Dice: “no es posible admitir que los conflictos ideológico-políticos sean llevados al terreno de las marcas de fábricas desvirtuándose la finalidad de la ley. Y así sucedería con el registro de cualquier marca que refleje claramente un propósito de oposición a un régimen político a una tendencia política. Por ello es que del mismo modo que no resulta registrar “Antinazi” tampoco lo serían “Antirradical”, “Antilaborista”, “Antiperonista”. Y en cambio pudiendo serlo “Radical”, “Democracia”, etc”. No se anima a decir nazi, pero en el etcétera es como lo de indeseable, no es cierto?, está lo no dicho pero que es toda una definición, porque aún cuando tengan vinculación con principios o partidos políticos, no expresan por sí mismos un propósito antagónico. Bueno, yo creo que es una verdadera perla. Hay también un caso muy interesante de una denuncia que se hace contra quien era el jefe del partido nazi, el nacionalsocialista, que había creado una sede acá, y donde finalmente quienes lo denuncian terminan siendo juzgados por falso testimonio. Después los sobreseen, pero es en pleno nazismo, y habla evidentemente de lo subrepticio, es decir lo que no se comparece con la foto de nuestra Constitución, de nuestro Preámbulo, de nuestra voluntad de que todos aquellos que quieran habitar suelo argentino tengan las puertas abiertas es una contradicción muy muy curiosa. Yo creo que lo que nos da la posibilidad de este trabajo, fundamentalmente yo estoy acá como una especie de gozador, pero el trabajo se lo debemos a Gurevich y a Goñi, que son los que realmente llevaron la médula, y el trabajo se lo debemos a Diana y al Director de Migraciones que produce este acto tan preparatorio, es poder observar en nosotros argentinos qué nos pasa en esto que tiene que ver con nosotros y que nos atraviesa, y que yo lo veo también fuertemente en relación a los pueblos originarios, es decir a los aborígenes del pueblo argentino, que se da también un doble discurso notable; es decir, hay un reverdecer que yo celebro, pero si nosotros recordamos aún en la escuela pública lo que básicamente se nos daba como mensaje es la negación del aborigen. No hay indios en la Argentina ni negros, por supuesto, y parecía como que todavía había que celebrarlo. No sólo era horrible el hecho de que fuera bueno porque no existiesen, sino que además era mentira. En ese sentido creo que hay un acto reparatorio muy importante que es una cláusula constitucional que desde el 94 reconoce como modo reparatorio una cantidad de derechos de estas comunidades, claro que todavía la reglamentación, y a nivel particular entre las provincias, se hace desear mucho y no se logran los beneficios que se quisiesen. Pero de todos modos ha permitido el levantar también una capa de lo no dicho y que implica discriminación, y que implica además la dificultad del término que usa el Canciller en su carta es “la alteridad”, es decir lo que en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires es sacado de la ideología de un gran constitucionalista que falleció hace poco que es nuestro gran maestro, Germán Bidart Campos. Él hablaba de la otredad, del derecho de ser uno mismo, de lo que uno es como persona digna y como un matiz distinto que embellece una sociedad por, precisamente, esos matices y esas posibilidades de progreso a partir de las diferencias. La diferencia reconocida como una gran riqueza de una sociedad civilizada, plural y democrática. De ninguna manera como un problema porque las diferencias generan distintos ruidos y eso no permite una socialización común. Las sociedades más desarrolladas en todos los aspectos son aquellas que logran el afianzamiento a través del reconocimiento de todos sus componentes y del aprendizaje de todos esos componentes. Hoy seguramente en la Argentina estamos dando un gran paso adelante, porque nos estamos mirando para adentro, estamos corrigiendo a partir de este acto simbólico algo muy profundo, y que no por casualidad nos emocionó tanto a todos, y de ese modo permitimos que lo que la Constitución dice sea una realidad entre la conducta y la norma, el ser y el deber ser. Así que muchas gracias por dejarme participar de este acto, muchas gracias por permitirme...(no se oye por los aplausos)...un vehículo para la reparación de aquello que hace daño.

Pepe Eliaschev -Bueno, con su habitual generosidad Diana me pide, como si fuese posible tal cosa, que yo cierre con unas palabras de ciudadano. Es una hermosa palabra, y de eso podríamos hablar mucho. Y de eso quiero aferrarme para muy brevemente decir apenas un par de conceptos, que no creo que lleguen a ser ideas; porque efectivamente esto que aconteció aquí de modo protocolar esta noche es un acto de afirmación ciudadana en la perspectiva de un acto de afirmación humana. Apareció esta noche aquí la palabra “recuperación”, y la palabra “reparación”. Las mencionaba Beatriz Gurevich y me parece que es un concepto central que le da el tono y el denominador común a lo que hoy ha sucedido. Quisiera preguntarme en voz alta, como si estuviese reflexionando solo pero con muchas personas que me están escuchando, de dónde venimos y a dónde vamos. Qué nos dice esto de nosotros?. A todos nos ha pasado que en cierto punto de nuestras vidas, cuando ya la adolescencia queda muy lejos, ciertas nociones exageradamente optimistas que inundan nuestra juventud comienzan a ser dejadas de lado. Aprendemos que la condición humana es muchísimo más indeseable de lo que imaginábamos, que los seres humanos somos capaces de torturar, de exterminar, de suprimir, dividir, de discriminar, verbos todos que no conjuga el reino animal. Y cuando se habla de una conducta animal para caracterizar lo malo que hacemos los seres humanos, yo me permito siempre recordad en mi función de periodista, los animales no torturan, las cámaras de gases de las que los judíos fuimos víctimas en nuestros ancestros y los parientes muy cercanos fueron invento de los seres humanos. Ni el más salvaje de los animales mata por el sólo hecho de suprimir y de gozar sádicamente del sufrimiento de los otros. Si la película se detuviera esta noche tendríamos derecho a decir: “venimos bien”, porque si bien es cierto que muchos judíos entraron a la Argentina aunque sea al precio de mentir, como nos explicaba Diana, era para ellos que se salvaban del horror algo bastante barato y poco trágico, también es cierto que efectivamente hoy se produce a través de esta reparación un sinceramiento, como para usar una palabra muy de la época, un blanqueo con la propia condición, un salir afuera del ropero de la vergüenza que nos habla de un proceso positivo. Y yo en esto me quiero detener. Somos y somos sombras. Si a la Argentina la miramos en el curso de los últimos 22 años desde que hemos recuperado las instituciones de la democracia yo no tengo dudas en decir, a veces no son muchos los que así piensan, que pese a todo y a las desgracias que han acontecido el saldo es claramente positivo, porque el silencio se fue levantando, no lo levantó un gobierno en particular, es un producto de la sociedad civil argentina. Se empezó con los juicios a las juntas, se siguió con los castigos, se dio marcha atrás, se volvió a avanzar, se sigue avanzando. Todo esto forma parte de una verdad que es inevitablemente transición y dinámica. Lo que el actual gobierno ha hecho a través de este episodio es enormemente valioso. Se ha puesto a tono con lo que la época reclama. Es un acto de reparación. Viendo así las cosas uno siente el corazón lleno de optimismo, porque el derecho a que ese papel diga que la señora es judía parece francamente una niñedad ante los horrores de la vida cotidiana: la indigencia, la marginalidad, la pobreza. Todos los jinetes del Apocalipsis que han atravesado los argentinos. Y sin embargo me opongo a pensar así. Es muy importante. No es contradictorio con otros reclamos que debemos hacer. Es muy importante lo que decía Sabsay respecto de los pueblos originarios. Es importante que lo digamos en una sede judía pensando desde nuestra trayectoria y nuestra identidad judía; que en definitiva esta es una de las características centrales de nuestro pueblo, la sensibilidad siempre permanente para los excluidos, para los suprimidos y para los ignorados. Yo me siento un privilegiado por haber estado esta noche acá, felicitarlos y ojalá que podamos seguir viendo en esta clave tan afirmativa y tan fornida de optimismo en el futuro los pasos por dar como sociedad. Muchas gracias.

Ricardo Rodríguez -Yo me permitiría recordarles que esto no termina acá. Lamentablemente esto que Diana pasó en algunos otros momentos de la historia rebrotó en nuestro país. Y estos efectos los tenemos con nuestros hermanos latinoamericanos. Nosotros tuvimos una terrible ley de Inmigraciones totalmente expulsiva. Lo único que fue Migraciones fue una fábrica de ilegales. Empujamos a nuestros hermanos latinoamericanos al costado, a la desaparición, al delito tal cual hicieron con ustedes les quitamos lo peor, le quitamos su identidad. No les permitimos documentarlos. Fueron balances de comisarías portados por portación de cara, y hoy en este país lamentablemente según nuestros cálculos tenemos alrededor de 350.000 a 500.000 seres humanos que tiene que trabajar en negro, que no pueden acceder a la educación. Hoy si pueden porque a partir de enero de 2004 cualquiera sea el estado migratorio de un inmigrante tiene acceso a la educación y a la salud. Es la ley que mencionábamos en este caso que también nos permitió ver esto. Pero creo que son muchas las cosas que todavía debemos trabajar para terminar esas ignominias de las diferencias de lo que bien decía la inmigración: respetar al otro que ahí vamos a empezar la paz. Perdón mi interrupción pero creo que correspondía decirlo.

 

(*) Nota: la desgrabación es textual y sujeta a lo audible en la cinta; los apellidos de algunas personas mencionadas pueden estar mal escritos, por lo que esperamos ser disculpados.

Reflexiones posteriores a la derogación

 Primeras reacciones

El pasado 8 de junio el Gobierno argentino derogó, después de 67 años de vigencia, la Circular 11 que prohibía el otorgamiento de visas argentinas a judíos. Los que conseguimos entrar, lo hicimos declarando no ser judíos y así fuimos inscriptos en los registros migratorios. He solicitado y se me ha aprobado, la rectificación de esta declaración, expediente 3729/05 “Wang, Diana s/solicitud”.

La complejidad de ser judío. La pregunta sobre quién es uno, cuál es su sentido, origen y destino, es la gran pregunta existencial, funda todas las filosofías. Los judíos nos la preguntamos, igual que cualquiera, aunque con el ingrediente particular de nuestra múltiple pertenencia. Salvo los que viven en Israel a partir de 1948 –que tienen otros y nuevos problemas- los demás judíos coexistimos con ello y con nuestra nacionalidad, en una interacción y un diálogo de enorme riqueza. Así, en Argentina los argentinos somos judeo-argentinos/argentino-judíos. (Queda para otra disquisición cuál término va primero y qué cosa implica la sustantivación y la adjetivación en cada caso y por qué ambos podrían corresponder a la verdad), en una doble identidad. Lo judío y su cosmovisión humanística mamado en la vida familiar, se entreteje con las características culturales de nuestro país.

Ciudadanos de segunda. El contexto argentino, benévolo hacia lo judío en general, mantiene sin embargo sentimientos y sospechas antijudías larvadas, aunque frecuentemente negadas. Nadie dice, pero se sabe, que por judíos tenemos el acceso obstaculizado, prohibido, al servicio exterior, al ejército, a algunos clubes, countries, sociedades. Nadie lo dice, pero se sabe, que por judíos en la Argentina somos ciudadanos de segunda clase, que la Constitución no se nos aplica del todo a nosotros.

Repito y señalo las dos cosas: junto al sentimiento antijudío que deviene en prácticas antijudías, coexiste su negación en un ocultamiento hipócrita pues no es explicitado ni declarado ni, por supuesto, asumido.

Sucedió lo impensado. El pasado 8 de junio, con la derogación de la Circular 11, sucedió lo insólito: el gobierno reconoció en parte este estado de cosas, pidió perdón y se comenzó a caminar el camino de un diálogo que hasta entonces parecía utópico. Presente en la Casa Rosada, frente al Presidente de la Nación y a los Ministros del Interior y de Relaciones Exteriores (y Culto: ¿hasta cuándo el culto será un ministerio?), entreví, por primera vez, la posibilidad de convertirme en una ciudadana como cualquiera. Fue un comienzo que ahora se continúa con la rectificación de mi registro migratorio y mi inscripción como judía luego de casi 60 años de figurar como católica.

Se trata de un cambio simbólico pero de fuerte peso identitario. La Argentina está empezando a ser un país en el que ya va dejando de ser preciso mantener asentada la mentira sobre quien soy. Con esta medida, comienzo a ser admitida, aceptada, reconocida y respetada en lo que soy en realidad. Me confiere derechos renovados, afirma el piso bajo mis pies.

Me quedaba en “religión”. “Religión o Moral” era la frontera entre las chicas “normales” y las otras. Las judías, claro. Las judías eran instruidas condescendientemente con principios morales. Me quedaba en “religión”. Recién llegados a la Argentina, mis padres no dijeron en la escuela que éramos judíos. No querían que sufriera lo que habían sufrido ellos, que no me dejaran estudiar ni trabajar en lo que quisiera, que me persiguieran, que me quisieran matar y que en el futuro persiguieran y mataran a mis hijos. Me quedaba en “religión” para ser igual que todos en un país en el que todos sabían que los judíos no éramos iguales que todos. Me quedaba en “religión” pero el simulacro se hizo trizas por sí mismo ni bien empecé a hacer preguntas, ni bien puse a mis padres en algunas situaciones incómodas (como querer hacer la comunión), ni bien otros me señalaron con sutiles burlas mi densa y peyorativa diferencia. El recuerdo de Europa era demasiado próximo, algunas conductas del gobierno de entonces eran evocatorias de peligros conocidos y las heridas eran demasiado recientes para exponerse otra vez. Mejor no decir que éramos judíos. Por las dudas. Siempre por las dudas. Siempre ese destello en la mirada del otro cuando se hacía evidente que lo éramos. Siempre ese sutil, ligero cambio de clima en la conversación cuando mi identidad judía se explicitaba.

Parece que según el estereotipo antisemita argentino no parezco judía, tampoco lo parecen ni mi nombre ni mi apellido. Menuda suerte la mía. “No parecés judía” dejó de ser un elogio cuando comprendí la ofensa que implicaba que se dijera como elogio.

El lento “darse cuenta”. Cuando el Dr Rodríguez, el Director de Migraciones, me anunció el pasado 7 de julio que mi expediente estaba aprobado, que en breve me entregaría el acta de rectificación de mi identidad, se me vinieron encima todas estas cosas. El revuelo a mi alrededor, el azoro, la estupefacción que observaba a medida que gente querida que compartía conmigo esta situación se “daba cuenta” de que también podrían rectificarlo, de que también habían vivido todos estos años creyendo que no les importaba figurar como católicos, sacudiéndose como un polvillo transitorio la molestia del antijudaísmo silencioso y larvado, el olvido humillante de saber que se está anotado en algún lugar como católico porque ser judío no está bien, no se debe, no es bien visto, tal vez sea vergonzoso, tal vez comporte –todavía, siempre- algún peligro. “¿Yo también puedo pedirlo?” me han preguntado decenas de veces en estos últimos días. “Sí!” respondí, “pedirlo y recibirlo y mostrarlo y saberlo”. Quedará en el registro la marca de la ignominia. Quedará el “católico” subrayado en rojo, y en otra parte de la página un “donde dice católica deberá leerse judía”.

¿Por qué no me importaba? Son curiosos los caminos que nos llevan a preguntarnos preguntas, a respondernos preguntas, a preguntar nuevas preguntas. Un proceso que se potencia a sí mismo, se abre en múltiples sentidos, a menudo sorprendentes. Cada día que pasa advierto con más fuerza cuánto de esto que está sucediendo me importa esencialmente y me pregunto con estupefacción ¿por qué antes no me molestaba? ¿Por qué el figurar como católica no parecía tener trascendencia ni era materia de cuestionamientos, ni de conductas ni de molestias? Tal vez la necesidad de hallar un refugio donde continuar nuestras vidas luego del horror de lo sucedido durante la Shoá, hacía que la “mentira blanca” imprescindible para que nos dejaran entrar, no tuviera importancia. Comparado con la cultura antisemita europea, potenciado con la política nazi, el requerimiento de declarar no ser judíos, era un juego de niños en aquel momento. “Eso es todo lo que piden para dejarnos entrar?” nos sorprendíamos, como si fuera un regalo, una suerte “¿y creen lo que decimos? ¡Qué país!”. Tener que mentir era definitivamente un mal menor, una llave, una forma de seguir viviendo. Nos resultaba natural.

La naturalización e internalización de la sospecha. Sabíamos desgarradoramente que no se nos veía con ojos amigables por ser judíos. Lo tomábamos como algo natural otra vez. ¿Por qué habría de ser diferente en la Argentina, un país tan católico como Polonia, como Francia? Los judíos, parados siempre en dos culturas -la del país en el que vivimos y la que llevamos en nuestras errancias históricas-, hemos aprendido a vivir, a desarrollarnos, a pensar, a construir, a sobrevivir, en el clima antijudío (más o menos intenso, más o menos evidente, más o menos peligroso). Y viviéndolo, algo de ello también se nos hizo carne. En nuestro mismo interior podemos albergar un acusador antijudío, y hacemos arreglos con él que nos llevan a tratar de no hacernos notar como judíos, no darnos a conocer, y nos ocultamos el ligero tinte de vergüenza que sentimos vergüenza en asumir, suponiendo que tal vez de esta manera, por un instante al menos, nos sentiremos iguales que cualquiera. Este acusador interno colaboró tal vez en que nos pareciera tan natural la mentira para sobrevivir.

Aceptados y visibles. Son éstas reflexiones muy preliminares dictadas al calor de la conmoción de lo que está sucediendo. Se abren preguntas apasionantes, merecedoras de investigación y respuesta. El escarnio sobre los judíos coexistió, paradójicamente, con su invisibilización. El mundo occidental tiene esa otra deuda con nosotros, la del reconocimiento de cuánto de lo judío es constitutivo de la civilización occidental, cuánto de nuestro mundo está indisolublemente ligado a lo judío. La Argentina –en el lejano sur del sur del mundo- participó, claro está, tanto del escarnio como de la invisibilización.

Del crisol a los hechos. Las medidas que nos tienen como testigos y protagonistas, proponen espacios nuevos. Espacios y definiciones. Y no sólo para los judíos. Todos somos beneficiarios puesto que el blanqueo de los hechos, el reconocimiento, la aceptación, el pedido de perdón, son pasos que dignifican a todos y que informan a todos sobre este estado de cosas. Que la Constitución Nacional esté en camino de ser aplicable a todos los ciudadanos argentinos será en beneficio de todos los ciudadanos argentinos. Que lo que se dice se conjugue con lo que se hace tal vez pueda llevar, algún día, al profundo trabajo aún pendiente en nuestra sociedad, de reconocimiento y aceptación del otro en su otridad, honrando la retórica del crisol de etnias que tanto nos ha llenado la boca como frase hecha y que tan poco hemos aplicado en la realidad.

 

 

Papas y rabinos, libro de Rudy

El universo tsurembergueano creado por Rudy. (Prólogo)

El shtetl[1]. Rudy nunca estuvo en un shtetl. Como casi ninguno de nosotros. Los shtetlaj dejaron de existir poco después de la Primera Guerra Mundial cuando el imparable progreso llegó hasta los más pequeños villorrios alejados. El positivismo y la tecnología de la mano de la radio, el teléfono, los libros, el activismo político, el teatro, el cine, irrumpieron en los caseríos de la Europa oriental cambiando para siempre lo que ahora idílicamente se añora. Los emigrantes de entonces guardaron los shtetlaj en sus memorias tal como los habían conocido y los mantuvieron vivos en sus relatos, intactos en la quieta eternidad acariciada por la nostalgia. Pero el artificio de mantener un hecho inmóvil sólo sucede en la imaginación y abre un doble territorio de realidad. Por un lado, el lugar siguió viviendo, con la gente que permaneció allí, modificándose, lugar y gente. Por el otro, nació un lugar, narrado, recordado y revivido por siempre, guardado por los que se fueron, sin cambios, suspendido en la añoranza. Este retrato mítico y nostálgico fue el que transmitieron a su descendencia. Experiencia reiterada de la migrancia pues lo mismo ha sucedido con los otros pueblos inmigrantes venidos de la Europa de comienzos del siglo pasado. Cuentan, por ejemplo, los hijos y nietos de gallegos que vuelven hoy a las aldeas de sus mayores, el impacto que les produce el encuentro de la pujante Europa del siglo XXI, tan lejos de lo que fuera la añorada y pobre aldea, tan distante de los relatos escuchados, tan diferente y a menudo, tan extraño.

En el caso de los shtetlaj judíos sólo quedaron “vivos” los que se volvieron relatos. Los verdaderos, los que llegaron hasta el primer tercio del siglo XX, a poco de empezar a cambiar fueron destruidos, sus objetos, sus monumentos y testimonios, sus habitantes, sus testigos y relatores, convertidos en cenizas en la locura desatada en Europa contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Los shtetlaj formaron parte de las cinco mil comunidades judías arrasadas por la Shoá. Los judíos que allí vivían fueron masacrados y el dar testimonio de su existencia se transformó en una misión para los que se había ido. Los shtetlaj siguen vivos merced a estos relatos que transmitieron a hijos y nietos, nacidos ya en otro mundo, con la nostalgia del terruño y la cultura perdidos. Esta nostalgia, esta persistencia, esta verdad, está retratada en el entrañable Tsúremberg[2], cuyo segundo volumen de crónicas sigue a continuación.

Hermana menor de Kasrílevke, la aldea eternizada por Sholem Aleijem, habitada por gente pobre pero alegre[3], encontramos en la Tsúremberg de Rudy unos personajes que se nos parecen mucho y que viven en aquel medio añorado, con sus/nuestros mismos conflictos, sueños, pesares, amores y esperanzas. Ubicados Allá, en aquel lugar que no hemos visto ni vivido, nos hablan en un idioma familiarmente evocador, el idioma del lugar de donde venimos. Sueña, teje, imagina, inventa, vuela y construye un Tsúremberg habitado por tsúrelej[4] vestidos de nuestras miserias y silencios, nuestras músicas y esperanzas. Tsúremberg está Allá. Pero también está acá. No sólo porque los problemas, las penas, los tsures, son el bien mejor distribuido del planeta. Nos invita a visitar un mundo que fue pero que ya no está. Y sin embargo –he aquí su encanto- está, lo llevamos puesto. Ha conseguido, por arte de magia, tocar un rincón de identidad en el que nos vemos retratados.

Buenos Aires, siglo XXI. Los tsúrelej somos nosotros, aquí, en Buenos Aires, no sólo los judíos pero especialmente los judíos. Retóricos, verseros, argumentadores, laicos, seculares o irreverentes, buscadores de fe y de salvadores, convocadores de misterios, tan parecidos a estos antepasados míticos, tan talmúdicos, vulnerables y tiernos, tan crédulos en nuestra esperanza y descreídos en nuestras posibilidades, tan contradictoriamente iguales a través del tiempo. También vivimos preocupados por los pogroms, esa nube negra amenazadora que puede sobrevenir sorpresivamente disfrazada de dictaduras militares, AMIAs, corralitos o de mentiras y latrocinios multicolores varios, corporizados en los zares –metáfora de los poderosos/intocables/absolutos-, contra los que no hay forma de defenderse.

Las noticias se derramaban a la ligerísima velocidad del rumor en Tsúremberg y generaban innumerables discusiones y argumentaciones. En los viejos shtetlaj, cada novedad era una potencial amenaza. Cualquier invento, decreto, rumor o cosa nueva era recibido con el consabido: “¿Eso es bueno para los judíos?” Sabían en carne propia sobre su perpetua transitoriedad –desgraciadamente no sólo en sentido filosófico-. Duramente habían aprendido que si los caprichosos poderes de turno les dirigían alguna atención no era para nada bueno, en consecuencia, ante cualquier novedad había que ponerse en guardia. El pogrom tiene una presencia trágica, en el sentido de eterna y fatal, sin discusión, dada, con el peso del destino, aparece a todo lo largo del texto, en comparaciones, a veces en comentarios marginales. Se resumen aquí todos los males posibles. En un mundo que aún desconocía lo que sobrevendría con la Shoá, era el pogrom el absoluto del Mal. Nuestros pogroms y zares tiene hoy otras caras, pero bien que comprendemos a los pobres e inocentes tsúrelej que, en manos de Rudy, más que violinistas en el tejado hacen malabares con papas parados en un pie sobre el borde de una cornisa.

Rudy reformula refranes y maldiciones y nos inventa un nuevo espejo. Como en los mapas de Guillermo Kuitka que siguen recorridos geográficos imposibles, mezclando localidades en colchones desgastados, estos universos recreados por Rudy se nos enredan en el alma, tan fácilmente reconocibles en sus amores y odios, envidias y sueños, ideologías y tradiciones, progreso y ciencia. Este Tsúremberg parece haber crecido con los pies firmemente apoyados en Buenos Aires. Nuestra particular cultura, preocupaciones y sabores se filtran y condimentan en cada palabra. Imagino a Rudy en el Ramos, o La Paz, La Comedia, El Coto o El Florida, bares de mi adolescencia y juventud. Veo las mesas rodeadas de jóvenes barbudos fumando con fervor y chicas de pelo batido y ojos lánguidos, libros, apuntes, gestos enérgicos, discusiones, las palabras recién horneadas del último “maestro” de Francia, el más revolucionario, el más críptico, el más provocador, la intelectualidad narcisista y bohemia, El Lorraine y los ciclos de Antonioni o Bergman. Las crónicas de Tsúremberg traen de vuelta las discusiones de política, el psicoanálisis, las argumentaciones, la ingenua convicción y soñada ilusión de estar a la vera del gran cambio del mundo. Un mundo que, igual que Tsúremberg, quedó atrás, en el recuerdo y la nostalgia. Y nos fuimos poniendo viejos.

El idioma. Quien haya leído el primer volumen, “La circuncisión de Berta” (si no lo hizo, corra ya mismo a comprarlo), está familiarizado con lo que sucede en sus páginas con el idioma y que señalara EliahuToker en su prólogo. Está escrito en castellano pero se oye en idish. ¿Cómo se llamará este idioma? ¿Castellidish?, ¿idishllano?, ¿idishino?, ¿argenidish?, ¿idioñol?, ¿espanidish?. El texto está en castellano, con su ortografía y sintaxis mantenida y correcta, las palabras y las ideas son brotes del cemento de Buenos Aires, de una clase media deteriorada y empobrecida y su particular forma de vivir lo judío. Pero la melodía que se oye es el idish. Como aquella maravilla de creatividad gestada por Les Luthiers cuando combinaron una quena, un charango y un bombo con una orquesta de cuerdas alternando un carnavalito con un “concerto” barroco[5], el idioma en el que transcurren las crónicas de Tsúremberg, combina las palabras, la sintaxis y la conjugación del castellano, con la melodía, la gracia, el desparpajo y la intención del idish. Lo judío de la Europa oriental transplantado al sur de nuestra América del Sur, lo judío en clave de cultura, de cosmovisión, lo judío hecho literatura, teatro, chistes, formas de hablar, formas de sentir, formas de pensar. Esa modalidad argentina de vivir y ser judío que nos es tan particular y que difícilmente se encuentra en otras latitudes. Letra y música, música y letra. La palabra misma Tsúremberg, es una resultante de esta confluencia. Si fuera una trasliteración del improbable término en idish, habría sido “Tsúrenberg”, con “n” que es la terminación correcta en idish. Dado que la escritura es en castellano y como todos sabemos antes de “p” o “b”, nunca va “n” sino “m”... este querido shtetl se llama Tsúremberg. Lo dicho: castellidish.

La pobreza judía. La pobreza es una de las grandes protagonistas de esta comedia humana, uno de sus ejes centrales. Ya había desbaratado uno de los ingredientes del prejuicio antijudío con el temido pogrom que contradice la acusación del judío “sinárquico organizador de complots mundiales.” A ello se agrega otro ingrediente del estereotipo, la suposición de que los judíos, todos los judíos, son ricos (usureros, miserables, explotadores). Claro que hay judíos ricos, como hay italianos ricos, españoles, armenios, alemanes... pero también los hay pobres, y no son pocos. El tema de la pobreza judía fue sacado a luz hace no muchos años por el servicio social de AMIA para sorpresa incluso de no pocos judíos argentinos. Hacer a la pobreza judía protagonista y tejer con ello una trama colorida puede ser hasta una proposición política que nos cuenta otra historia sobre nosotros mismos. Encara con valentía y frescura la búsqueda de dinero, esa “valija llena de sueños”, protagonista desde su ausencia. El dinero, medio móvil por excelencia, permitiría, además de vivir mejor –lo que para un típico tsúrele significa dedicarse sólo a estudiar la Torá- escapar cuando fuera preciso. Y tarde o temprano lo será. La falta de dinero y la papa, la única posesión de Tsúremberg, nos hablan de la inventiva ante la adversidad. La papa, el producto americano que prosperó en Europa y constituyó la base de su alimentación popular, es al shtetl lo que “lo arreglamo con un poquito de alambre” es a nosotros, testigos y actores en esta comedia de eternas improvisaciones. Pogroms, zares y papas terminan siendo analogías de otros tsures que pueden evocarse junto al sonido del afilador de cuchillos que pasaba a la hora de la siesta soplando la flauta de Pan.

La conversación. Frente a la definición negativa de lo judío, es de resaltar lo positivo de lo judío que hay en estas crónicas. La inventiva para superar los desafíos, la creatividad para salir adelante ante carencias y dificultades, la alegría de vivir, los valores de la familia y la lealtad al grupo, la importancia del uso de la lógica, el razonamiento y la argumentación. Y el aventurado cronista lo hace como corresponde, con preguntas y réplicas, repreguntas y contrarréplicas, manteniendo vivo el arte de la conversación y la discusión, tan propio de lo judío, conversación de transcurso particular dado que no pretende llegar a conclusiones ni tener razón, tan solo la continuación del juego, que la conversación siga. Define en el delicioso capítulo “El cartel” a los judíos como “un pueblo que discute entre ellos y se defiende de los demás”.

Los nombres. A la desopilante lista de nombres del primer tomo, Rudy agregó varias nuevos, desopilantes, imaginativos y tiernos. A los ya conocidos como, por ejemplo, Erinque Groistsures[6], Motl Gueltindrerd[7] –el emprede(u)dor- Pílequele, Kíjele, Beigale, Tzibele, Kiguele[8] –los chicos de Tsúremberg-, suma ahora los nuevos personajes o persotsures como por ejemplo Hershel Cloranfenikolsky, Kolnidre Medarfloifn,[9] Reb Latque Gutekartofel[10]. A los shtetlaj “antiguos” de Vuguéistemberg[11], Lomirkvechn[12] y Gueshtorbeneshpilke[13] agrega Guerátevetkétzale[14], Chuprinemaine[15]. Ya el Tsúreldique Tzaitung no está solo pues ha venido a acompañarlo el Naie Linkeraje[16]. El glosario del final, es un capítulo en sí mismo, recopilación del ingenio desplegado en todas las páginas y aguda síntesis de las proposiciones humorísticas (es decir, cosas serias vestidas de saltimbanqui). Cuando llegue allí, tenga a mano alguna bobe o algún zeide[17] para que le ayude a traducir y a disfrutar cada una de las invenciones. Si no lo tiene, llámeme que disfrutaré junto a usted de volver a reírme de nosotros mismos.

Relatos con historia. Como hizo Víctor Hugo en “Los miserables”, comienza varios de los capítulos con un relato que pone en contexto histórico el texto posterior, contándonos parte de la historia del pueblo judío, de un modo claro, sencillo, sintético y desenfadado. Por ejemplo en el capítulo en el que Shloime Gueshijte[18] se dirige al juez Honorable Kapoc Czwczczczecztskn (sí, impronunciable, como son impronunciables muchos apellidos eslavos y como es impronunciable el lugar del poder omnímodo y autosuficiente en una retórica florida que revela su impotencia) con la argumentación con la que pretende liberar a su hijo preso por manifestar con una bandera roja, me evoca el viejo chiste judío de la mujer que le reclama a su vecina que la olla que le devolvió estaba rota, a lo que la primera argumentó: “primero, la olla que me prestaste y te devolví estaba sana; segundo, la olla ya estaba rota cuando me la prestaste y tercero, nunca me prestaste una olla”.

El lugar del inocente. Los tsúrelej hablan con la ingenuidad y falta de malicia del niño del cuento de Perrault, el de los trajes nuevos del emperador, que ignora que debe hacer como que no ve lo que sus ojos le revelan, dice en voz alta “pero... el emperador está desnudo” y desnuda la hipocresía disfrazada de sofisticación y savoir faire. En el desopilante diálogo sobre Moisés se las ingenia para que los niños pregunten sobre la lucha de clases, desnudando consignas que todos hemos oído, frases hechas que se repiten sin comprender, ataca el tema de los dogmas, los estereotipos y cómo se estrellan contra la lógica de la sensatez y la cotidianeidad. Puede decir, gracias al artilugio de ponerlo en boca de niños y de niños tsurelianos, cosas que no suenan políticamente correctas y que exhiben crudamente lo manipulativo de las simplificaciones panfletarias vacías de contenidos. “Moisés tenía conciencia”. “De que era un príncipe?”. “No, de que era proletario”, “Pero si acabás de decir que vivía como un príncipe! Cuando un proletario adquiere conciencia de clase se vuelve más proletario todavía, pero si un príncipe adquiere conciencia de clase, ¿no debería volverse más príncipe?”.

Y más. Reescribe parte de la historia judía, bromea no sólo con el psicoanálisis sino también con figuras reconocidas de la historia universal – como el Edipo y la tragedia -, reflexiona sobre la guerra, sobre la injusticia, y hasta nos da recetas de cocina –todas con papas y cebollas, por supuesto -. Resume la ética judía de manera simple y concluyente cuando dice por ejemplo que “cada tsúrele, cada lomirkvéchale[19], cada judío de cada shtetl se sentía personalmente responsable del buen funcionamiento del universo”. En el más cabal sentido aristotélico, estas crónicas son una comedia, habitada por personas como nosotros, con quienes nos podemos identificar, cariñosamente, en nuestra más amable y vulnerable humanidad.

El humor judeo-argentino[20]. Rudy ha abierto una nueva puerta al humor judeo argentino. Y lo hace sin mencionar a la Argentina (salvo como destino de la emigración bajo el nombre de Gute Shtinken[21]).

El humor judeo-argentino tiene antecedentes de nota. Por mencionar unos pocos, Jorge Schussheim en algunas ingeniosas y tiernas evocaciones de lo judío de su infancia, Tato Bores, lo cierto es que no ha habido hasta ahora nada que se propusiera como EL humor judeo-argentino. Tal vez ello se deba –en mi particular visión- a la muy reciente exposición de los judíos luego de decenas de años de cauteloso resguardo. Hasta el nefasto atentado a nuestra mutual, la AMIA, manteníamos en general una reserva, una cierta opacidad a los ojos de la sociedad en general. Si ni siquiera nos llamábamos “judíos”. La misma mutual se llamó “israelita” (Asociación Mutual Israelita Argentina) y recién después del atentado asumió la palabra “judía” en su logo. Como bien dijo el Dr José Itzigshon, el atentado derribó también muros invisibles en la relación de los judíos con la comunidad en general. En los Estados Unidos, por otra parte, Woody Allen y Billy Cristal, por citar a dos de los más conocidos, forman parte de un grupo de humoristas que han expresado y transmitido lo judío en la confluencia con lo norteamericano y han creado una manera particular de hacer humor que suele tomarse como típico del humor judío en general. Se trata sin embargo del sabor y el color de la idiosincrasia judía desarrollada en los Estados Unidos y que ha tenido una importante difusión en el cine, en libros, en la televisión –con, por ejemplo, el personaje de The Nanny - La niñera.

Rudy marca un hito con estas crónicas en la confluencia de lo judío con lo argentino, y nos habla de la agridulce y salpimentada identidad judeo-argentina en unos textos que tienen la virtud de hablarnos de nosotros, de las cosas que nos importan, en un idioma que entendemos, desde un lugar que nos es añoradamente familiar.

Ñatishe Jaknishtmerachaiñik[22] (fuera de Tsúremberg: Diana Wang)



[1] Sthetl: villorio, aldehuela.

[2] Tsúremberg: nombre ficticio formado por “tsure”, propiamente problemas, complicaciones y “berg”, monte, o sea “monte de los problemas”.

[3] Tomado del prólogo de Eliahu Toker para el primer volumen “La circuncisión de Berta y otras crónicas de Tsúremberg”, Astralib, marzo 2004.

[4] tsúrelej: palabra ficticia para denominar a los habitantes de Tsúremberg. La terminación “j” es una de las formas del plural en idish (de ahí también el plural de shtetl es shtetlaj).

[5] Concerto Grosso alla Rústica (En: “Sonamos pese a todo” Vol I, sept. 1971)

[6] Erinque Groistsures: Arenque Grandesproblemas

[7] Motl Gueltindred: Marquitos Dineroperdido

[8] Pílequele, Kíjele, Beigale, Tzibele, Kiguele: Pelotita, Galletita, Masita, Cebollita, Buñuelito

[9] Kolnidre Medarfloifn: Kolnidre (hebreo: todas las promesas), oración de Iom Kipur - Día del Perdón -, Medarfloifn: Hayquehuir

[10] Latque Gutekartofl: Buñuelo Papabuena

[11] Vugueistemberg: Vu: dónde, gueiste: vas, o sea, Monte de Adónde Vas

[12] Lomirkvechn: Apretémosnos

[13] Gueshtorbeneshpilke: Alfiler muerto

[14] Guerátevertkétzale: Gatito Salvado

[15] Chuprinemaine: Mi Chuprine

[16] Tsúreldique Tzaitung; el Diario de Tsúremberg, Naie Linkeraje: Nuevo Izquierdaje

[17] Bobe: abuela, Zeide: abuelo

[18] Shloime Gueshijte: Salomón Historia

[19] tsúrele, lomirkvéchale: habitantes, respectivamente, de Tsúremberg y de Lomirkvechn

[20] En realidad debería llamarla judeo-porteño, o judeo-bonaerense dado que corresponde a la vida urbana judía desarrollada principalmente en Buenos Aires. Como en tantas otras cosas, se toma Buenos Aires como si fuera LO argentino. Tomo la denominación judeo-argentino siguiendo lo que se estila, por ejemplo con el humor judío proveniente de Estados Unidos que, aunque se origina en los judíos de Nueva York, se lo conoce como judeo-norteamericano.

Por otra parte, ¿a qué llamamos humor judío? ¿al hecho por judíos? ¿sobre judíos? ¿con temas judíos? O ¿en un estilo judío? Aquí uní todo en un manojo y llamé judío al humor hecho por humoristas judíos sobre temas judíos con protagonistas judíos en un estilo judío.

[21] Gute Shtinken: Buenos Olores

[22] Ñatishe Jaknishtmerachaiñik: Ñatishe, de “ñata” que evoca “nárishe”, tonta, Jaknishtmer, no golpees más, a chaiñik, la pava, o sea, Ñatonta Norrompasmás

Acto Derogación

Hablando Beatriz Gurevich. Sentados: David Wengrover, Rafael Bielsa, Nestor Kirchner, Aníbal Fernandez y a un costado Uki Goñi.

PASITO A PASO

FUE DEROGADA LA DIRECTIVA QUE IMPEDÍA EL INGRESO DE JUDÍOS A LA ARGENTINA Y APROBADA LA RESTITUCIÓN DE LA IDENTIDAD

 “Gardel no sólo no canta mejor sino que hace 70 años que ya no canta, Evita seguro que ya no volverá, tampoco hemos recibido a todos los hombres del mundo que querían habitar el suelo argentino” dice Uki Goñi en su empeño por derribar algunas falsas verdades, retóricas huecas que constituyen parte de nuestro “ser nacional”.

La Circular 11 prohibía a los embajadores y cónsules otorgar visas a inmigrantes indeseables, -se entendía “judíos” por el contexto (ver www.ukinet.com). Emitida en julio del 38, acaba de ser derogada el 8 de junio pasado en un acto inédito de reconocimiento del gobierno de una falta del pasado. Hace diez años Jacques Chirac pedía perdón por la responsabilidad del gobierno francés con la política nazi durante la ocupación de Francia. Hoy nuestras autoridades hicieron lo propio acerca de estas decisiones de 67 años atrás y pidieron disculpas a todos los argentinos. Nuestro país, que acogió y prohijó a los jerarcas nazis, envió a la muerte a muchas de sus víctimas al no brindarles asilo y no admitirlas libremente una vez finalizada la guerra. Algunos embajadores obedecieron la orden pero otros aprovecharon de la veta económica  determinada por la desesperación de los que buscaban huir y se enriquecieron “gestionando” visas a judíos.

La derogación de la Circular 11 tuvo ya un efecto pragmático significativo. Sólo un mes después, desde el 7 de julio pasado, todos los judíos que ingresamos a la Argentina y que hubimos de mentir sobre nuestra condición judía, tenemos el derecho a la restitución de nuestra identidad en los registros migratorios, sin el abono del arancel correspondiente. Nos lo debían.

La Circular 11. Secreta, vergonzosa, era sin embargo vox populi entre todos los refugiados que buscaban asilo en la Argentina. Se sabía que si algún funcionario consular preguntaba la religión, lo que no había que decir era “judía”. Uki Goñi creció escuchando estas cosas que se convirtieron en un secreto familiar. Su abuelo se enorgullecía de no haber cedido a ningún soborno en su embajada de La Paz en obediencia a las órdenes recibidas del gobierno y criticaba a otros diplomáticos venales que no fueron tan respetuosos de la ley. Una pregunta popular entre los cónsules era “¿a cuánto está hoy la visa de un judío?”. Para Goñi era casi una cuestión personal el encuentro de algún documento que probara lo que había escuchado en su casa. Ello sucedió finalmente en 1998 cuando la Lic. Beatriz Gurevich, miembro entonces de la CEANA, descubrió la Circular en la legación de Estocolmo. Allí comenzó este camino. Después de idas y vueltas varias y promesas de derogación, de algunos conflictos y callejones sin salida, casi en soledad y en silencio, Goñi hace pública el pasado abril una carta al Canciller Rafael Bielsa reclamándole la prometida derogación. Con la colaboración en este último tramo de la Fundación Raoul Wallenberg y con el apoyo de Generaciones de la Shoá en Argentina, la necesaria derogación fue efectiva. Con el Presidente de la Nación Néstor Kirchner y el Ministro del Interior Aníbal Fernández como testigos presenciales, escuchamos de boca del Ministro de RREE el reconocimiento de aquella complicidad del pasado con una de las causas más abyectas de la humanidad, el nazismo. Parecía natural que la condición de judío nos ubicara en una categoría de secundariedad sin opción a ciertos barrios, posiciones, clubes, organizaciones, y que ello sucediera sin que se le moviera un pelo a los retóricos de la libertad y la igualdad de derechos y oportunidades. Este reconocimiento del gobierno argentino de la limitación al ingreso de los judíos, las disculpas y la derogación de la infamante directiva, ha sido un paso trascendental en nuestra vida de argentinos judíos. Claro que el sentimiento de sospecha frente a los judíos no cambiará de la noche a la mañana. Los prejuicios tienen raíces profundas que requieren de generaciones para modificarse, pero este acto de gobierno es un paso hacia ello. Llama la atención el silencio de los medios y las instituciones sobre este acontecimiento, lo que impide su debida difusión y conocimiento. No parecen haber advertido su potencia y profundo valor para revisar los prejuicios más acendrados y más invisibles, su inherente fertilidad educativa. Pareciera ser un tema de judíos y cuando se trata de judíos, ya se sabe. Sin embargo, no se trata sólo de judíos. Se trata de valores relativos a la democracia, a la libertad, a la humanidad.

La rectificación de datos. Si bien conocía la existencia de la Circular 11 porque fue publicada en su libro “La auténtica Odessa” recién la carta de Goñi al canciller me impulsó a la acción. El reclamo me tocó profundamente y lo hice propio. De hecho lo era. Tenía la información de que en algún lugar estaba inscripta como católica. Lo sabía pero nunca me había detenido en ello, lo había tomado como “natural” del mismo modo en que parecía “natural” ser ciudadana de segunda clase a causa de mi condición judía. Siempre fue así. ¿A quién se le ocurre que se pueda cambiar? A Goñi se le ocurrió. Probablemente porque no es judío. Probablemente porque vivió largos años fuera de la Argentina y lo atraviesan otras retóricas o cosmo visiones. Lo cierto es que, presa de fervor reivindicatorio, me fui a Migraciones a solicitar se me anule el “católica” y se me inscriba como “judía”. Sabía que los nazis ingresados con datos falsos habían logrado sus rectificaciones fácilmente. Tanto ellos como nosotros nos vimos obligados a mentir. Ellos por criminales. Nosotros porque la Circular 11 prohibiría nuestro ingreso. A ellos se les habían rectificado. A nosotros todavía no. Cuando lo solicité, me dijeron que nunca nadie lo había pedido con anterioridad. Tanto es así que los funcionarios (desde el Jefe del Archivo hasta el Director de Migraciones) desconocían la existencia de la prohibición.

La respuesta fue que se podía hacer la rectificación y que el arancel era de 200$. Consideré no sólo que no correspondía el pago de ningún arancel sino que era preciso un claro pedido de disculpas puesto que nuestra mentira había sido forzada por la directiva criminal no por un error o una mala intención. “Para eximirla del pago, es preciso una orden del Ministerio del Interior” me contestaron. Fui con mi inquietud al ministro Aníbal Fernández. Entendió en pocos segundos de qué se trataba, coincidió en la justicia del pedido y me aseguró que se haría cargo de ello. Confieso que no le creí, pero, a cuatro semanas de esa conversación, el pasado 7 de julio, el director de Migraciones, Dr Ricardo Rodríguez, me informó que el expediente abierto con el número 3729/05 caratulado como “Wang, Diana s/solicitud” había sido aprobado. Que, dado que mi caso era el primero, sería tomado como leading case y a él se adscribirían todas las solicitudes que vinieran y que, por supuesto, serían aprobadas inmediatamente. Ahora todos los que quieran pueden inscribirse como judíos en los registros migratorios, por derecho propio.

Los hechos del pasado no se pueden cambiar, pero estos gestos simbólicos, son pasos trascendentales en el camino de recuperación de valores que nos sustentan como sociedad y de nuestra dignidad humana.

Diana Wang

Presidenta de Generaciones de la Shoá en Argentina

¿Y Dónde Están las Mujeres?

Llenan conferencias, coros, talleres literarios, grupos, actividades múltiples, pero brillan por su ausencia en los lugares de conducción. Se revela una vez más, lo que ya conocemos en diferentes áreas y esferas de acción pública: la ausencia casi total de mujeres. Aunque no se trata de un problema exclusivo de las instituciones judías, los judíos particularmente no podemos darnos el lujo hacer la vista a un costado cuando se deja de lado a un grupo humano. Tomé a título de ejemplo, los listados de candidatos propuestos para la reciente elección de autoridades de la AMIA. Del total de candidatos de las 4 listas sumadas, el 13% correspondió a mujeres. El porcentaje se reduce aún más para los cargos titulares, sólo un 9% y por orden de aparición, figuran muy lejos de los primeros lugares. (Abajo, para quién le interese, los crudos números, lista por lista) (1)

El estereotipo de hombre=cosa-pública y mujer=esfera-privada, es desafiado por el estilo femenino que está siendo valorado por su forma particular de percepción, comprensión y abordaje, su cosmovisión, diferente de la masculina, que debieran complementarse y potenciarse mutuamente. El estilo de diálogo entre lo intelectual y lo emocional que caracteriza lo femenino, está siendo crecientemente requerido en los medios académicos, políticos, sociales y laborales. No todavía en las instituciones comunitarias.

Pilar Rahola (2), una ferviente luchadora por el lugar de la mujer y que suele convocar multitudes en sus visitas a la Argentina, dice: “el poder es masculino, quizás es la isla más indómita de masculinidad, el último trono de absoluto dominio, defendido con uñas y dientes contra la mancha de aceite femenina. … Y dentro del poder, el poder del pensamiento. El pensamiento es hombre en sentido puro, masculinidad en la medida que solo lo masculino tiene derecho a la inteligencia, al éxito y al prestigio. …. las mujeres del pensamiento no pintan casi nada, no son nunca escuchadas, por supuesto nunca son llamadas a gloria institucional y, si existen en alguna asesoría perdida, lo son casi por inercia de cuota. ¿Toca mujer en la era de las mujeres? Pongamos una que quede bien en el decorado de lo políticamente correcto..” Suena fuerte pero se confirma en las estadísticas que están abajo, observen como aumenta el porcentaje de mujeres en los cargos suplentes, los que no importan, los de “relleno”. Sigo con la cita de Pilar: “Pero pensar que las mujeres piensan, que hay un pensamiento escrito en mayúsculas y escrito en femenino, eso no lo piensa casi nadie en este país. Ellos son los llamados a pensar sobre el mundo, sus contradicciones, sus sociedades, sus religiones, sus mitos, sus liturgias, sus… Y nosotras, que hemos conseguido dejar de fregar el suelo de las ideas –para algo se inventó la fregona-, ahora nos hemos convertido en las florecitas del paisaje. ….”

Florecitas del paisaje. Bonitas, elegantes, perfumadas, sonrientes y en silencio. ¿Por qué están tan ausentes en los puestos de conducción, por ejemplo en las escuelas? Si son las que van y vienen con los chicos y cae sobre ellas mayormente la responsabilidad de su escolaridad, ¿por qué son tan pocas las que están en las comisiones directivas de las instituciones educativas? ¿y en los countries? ¿es que no les gusta, no quieren, no les interesa? ¿es que no son invitadas, respetadas, consideradas?

No hago mía una cierta argumentación feminista que atribuye todo al machismo acendrado y autoritario. Creo que se trata de un fenómeno más complejo, una cuestión cultural que seguimos construyendo y manteniendo juntos, hombres y mujeres como colectivos sociales. Veamos algunos argumentos.

Tal vez muchos hombres se sientan cómodos en los juegos de conquista, política y poder, ese mundo masculino con sus olores y códigos, sus licencias, su idioma y reglas, al estilo de los clubes ingleses elitistas y exclusivos donde se habla de política y economía, de la pasión por el fútbol, un mundo en el que se compite por los alcances de la cuenta de banco, del coche o de algún adminículo corporal y donde las mujeres, no sólo no tienen cabida, sino que están, por definición, absolutamente de más. Tal vez algunos precisen del alimento narcisista de imaginarse trascendentes, de codearse con importantes, de recibir honores y pisar alguna alfombra roja y tener el honor de no precisar mostrar los documentos. Tal vez otros sientan el compromiso genuino de hacer algo por los demás, de dejar su impronta en el mundo cumpliendo su destino de trascendencia. También puede suceder que haya algunos que simplemente quieran tener algo que hacer, donde ir, después del trabajo porque no es su casa un lugar suficientemente realimentador de su autoestima.

Lo cierto es que, sea por las razones que fuere, en ese club tradicional de saco y corbata, los hombres hablan entre sí, buscando mutua aprobación y aceptación. Felices de sentirse en tareas trascendentes, en lugares de importancia, más de uno tal vez no advierta que su mujer lo prefiera estando allí, entretenido, antes que perdido en casa, aburrido, y visualizando ante sí el amenazante tobogán de la depresión.

Una mujer que formaba parte de una comisión directiva mayoritariamente masculina y donde su presencia pasaba desapercibida, se preguntó si su inclusión servía para probar que la institución no era machista, igual que aquellas instituciones que incluyen judíos para mostrar que no son antisemitas. Dura pregunta, tanto para los hombres como para las mujeres. Pero veamos cómo colaboran éstas últimas en este estado de cosas.

Como miembros de la misma sociedad, también las mujeres estamos educadas para reinar en el mundo del hogar, no en el mundo de lo público. Este último sigue reglas de conducta masculinas, de modo que si una mujer llega allí no puede conducirse de manera femenina: el poder es masculino, luego, para ejercerlo debe masculinizarse. Las mujeres no parecemos tener este tipo de ambiciones ni apetencias por los juegos de poder, de un poder definido por un patrón machista. Conocemos la tarea sin embargo, y muy bien, porque organizar, gestionar, hacer las cosas posibles todos los días es lo que solemos hacer habitualmente en nuestras casas. ¿Qué cambia en los puestos institucionales que nos ahuyenta?

Quizá nos sintamos menos cómodas en el mundo de la esgrima política, de la conquista de espacios de poder, su sostenimiento, las alianzas y comidillas, los renuncios, en pos de momentos de gloria –que sabemos efímeros-. Frente al juego masculino del poder público, el nuestro parece ser el pequeño juego de las minucias y los detalles, de las concreciones, las relaciones interpersonales. La mujer tiene otra forma de actuar y de pensar, incluye lo emocional, se interesa en las relaciones interpersonales, está atenta a las miradas, a las intenciones, a lo sutil de la comunicación. Todo ello nos habilita para proponer tal vez una forma diferente de pensar y dirimir los problemas. Pero encontramos una fuerte resistencia.

La forma masculina, la que ha dominado el espacio resolutivo y las grandes decisiones gubernamentales, guerreras, conquistadoras, institucionales, sigue la lógica de los juegos de guerra, que genera universos de vencedores y vencidos, alternancias en el lugar del ganador, ansias de ocuparlo y estrategias para desplazar al oponente. La forma femenina, escasamente asumida en los espacios públicos, sigue la lógica de la interdependencia, de la colaboración, el equipo y el consenso, al estilo de las sociedades matriciales. Ambos niveles podrían ser complementarios en los distintos momentos de las gestiones, es decir, sin ser iguales, son igualmente necesarios. El tóxico que impide pensar y considerar a la mujer como miembro necesario lo introduce la adjudicación de un valor, cuando uno es superior y otro es inferior, uno –el masculino- valorado y el otro –el femenino- despreciado. No es “luchar como un hombre” de lo que se trata, sino de “trabajar como una mujer”, con nuestras características propias, nuestra mirada sincrética, capacidad de revitalización y empuje. Está siendo hora de abordar un cambio. No al estilo masculino según las leyes de ganar o perder sino al estilo femenino: compartido y dialogado, o si no, no será.

En palabras de Pilar: “¿Se darán cuenta de una vez que lo más revolucionario del pensamiento actual es la incorporación del pensamiento femenino? ¿Se darán cuenta que, sin él, el pensamiento moderno pasa a ser radicalmente antiguo? ¿Radicalmente inútil? … Acabo expresando mi pudor por la reflexión. Siempre que una apela a este tipo de cosas tiene miedo de parecer que pide algo. Forma parte del complejo de culpa que arrastramos las mujeres desde la Biblia. Los hombres nunca tienen ese pudor. Bien, pues sí: pido algo. Pido que también los hombres se saquen de una vez por todas, de la cabeza, ese pene dominante que durante siglos los ha hecho excluyentes. Pido que entiendan que, como dijo Mitterrand, “el hombre del siglo XXI será mujer”, y sin esa mujer el siglo no se entiende. Pido mujeres en el pensamiento oficial, y en el alternativo y en el marginal. Pido que las mujeres que ahí están, además de estar, se noten.”

Tiene razón Pilar cuando menciona el pudor de pedir, porque el que otorga es visto como superior y el que pide como inferior. Pero si lo pensamos como un pedido dirigido tanto a hombres como a mujeres, no existe la jerarquía desvalorizada y el pedido se vuelve una proclama. Le propongo un acertijo estimado/a lector/a: Un hombre que viajaba con su pequeña hija tiene un accidente de coche. El hombre muere y la niña queda en estado desesperante. Los cirujanos del hospital provincial dicen que la única persona profesionalmente capacitada para una cirugía de tanta complejidad no puede hacerlo porque le es demasiado próxima. ¿De quién se trata? Tómese su tiempo para pensarlo antes de leer la respuesta (3).

Nos espera mucho trabajo. Aires nuevos en nuestra comunidad, respuestas creativas frente a los desafíos presentes requieren tal vez del cambio sustancial de enfoque, el que podamos traer las mujeres con nuestra revolucionaria capacidad de combinar los niveles intelectuales y emocionales. Pero debemos trabajar en la instalación de estas ideas, tanto en los hombres como en las mujeres. No nos olvidemos que somos nosotras –ya lo decía Esther Vilar, ¿se acuerdan de “El varón domado”?- las encargadas de la educación en la familia, las que transmitimos y perpetuamos el lugar de lo masculino y lo femenino en la sociedad.

Termino con otra cita de Pilar: “Estoy plenamente convencida que la mujer va a cambiar, para siempre, cuando se normalice su papel social, el curso de la historia. Y creo también que lo único nuevo del pensamiento global, es la incorporación del caudal revolucionario emotivo, al motor arrollador de la inteligencia. De eso se trata cuando hablamos en femenino y a eso nos referimos cuando aseguramos que esto que está ocurriendo –la suma explosiva de lo sentimental y lo intelectual- es nuevo, catártico, creativo y grande.”

La Humanidad posee dos alas: una es la mujer, la otra el hombre. Hasta que las dos alas no estén igualmente desarrolladas, LA HUMANIDAD NO PODRÁ VOLAR

(1) Para 113 cargos, 90 cargos titulares y 24 suplentes, 456 personas postuladas. Total de mujeres 60, o sea 13%, 9% para cargos titulares y 28% para suplentes.

EN PORCENTAJES

SEGÚN Nº DE ORDEN

TOTAL

TITULARES

SUPLENTES

PRIMERA

SIGUIENTE

LISTA 1

0%

0%

0%

--------------

------------

LISTA 2

28%

23%

50%

18ª

LISTA 3

17.5%

9%

50%

21ª

30ª

LISTA 4

7%

4.5%

16%

48ª

64ª

(2)Textos de Pilar Rahola tomados de sus artículos: “El pensamiento lleva pene” y “Julia, la inteligencia emocional”.

(3) Es la madre. Si lo descubrió, felicitaciones. Si no, no se preocupe, casi nadie lo hace: parece muy difícil pensar que una mujer pueda ser la única cirujana capacitada, ¿no es verdad? Lo dicho, nos espera mucho trabajo.