Shoa

Lo dijo el Papa Francisco

Pogrom nov 2012 En noviembre del 2012 se conmemoró en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires el Pogrom de Noviembre (conocido por el nombre que le dieron los nazis, Kristallnacht). Como Presidenta de Generaciones de la Shoá fui invitada a encender una de las velas. Fue raro, fue fuerte, fue extraño verme allí. Una judía, hija de sobrevivientes de la Shoá, tan pequeña en ese recinto inmenso e imponente, subiendo al estrado (¿se llamará así?) con las piernas un tanto temblorosas y el corazón al galope y luego el encendido de la vela entre las cruces, los santos, los pisos de venecita y los dorados por doquier.... ¡Ay, si me vieran mis padres! atiné a pensar...siempre me contaban del antisemitismo rabioso y esencial de los curitas polacos.... ¡Ay! si me vieran...! En su nombre subí. Y en el nombre de todos los nuestros que fueron inmolados siglo tras siglo por las acusaciones antisemitas.

Las prédicas estuvieron a cargo del entonces Cardenal Jorge Bergoglio y del rabino Alejandro Avruj. Fueron dos prédicas medulosas, intensas, valientes y conmovedoras. Bergoglio mencionó el antisemitismo que durante siglos llenó de oprobio a la Iglesia y habló de la necesidad de insistir en el espíritu de Nostra Aetate luego del Concilio Vaticano II que empezó a cambiar las cosas.

Que alguien que dijera eso sea hoy Papa, me llena de esperanzada alegría. Un prejuicio tan fuerte e insistentemente propagado (la propaganda viene de ahí, de la "propagación de la fe" que hacía la Iglesia), regado, ilustrado y aplaudido desde fines del siglo IV con el Imperio de Constantino, no se disuelve solo con buenas intenciones. Pero es un comienzo. Y me gusta.

(Se lo ve en la foto, sentado detrás, repasando sus notas manuscritas, para la prédica que está por hacer).

Testimonio Rudolf Hoess

El psiquiatra norteamericano León Goldensohn entrevistó en los primeros meses de 1946 a los nazis detenidos en espera de ser juzgados. Escribió un libro con fragmentos de sus diálogos con los criminales. De entre todos, el que más impresionante y revelador (por su lenguaje técnico desprovisto de emoción al hablar de exterminio, cadáveres y procedimientos) es el de Rudolf Höss, tomado en abril de 1946, parte del cual se transcribe a continuación.

La Gobernación General originalmente pensó en Auschwitz como campo de cuarentena para los polacos. En principio, los polacos irían a campos de concentración dentro del Reich y Auschwitz sería un lugar de cuarentena transitorio donde los prisioneros estarían unas semanas para ver si tenían enfermedades contagiosas como tifus o fiebres maculares.

El sitio exacto en el que estaba el campo era cerca de la ciudad de Auschwitz. Anteriormente había sido un complejo de cuarteles de artillería del ejército polaco. Me dieron la orden de que los internos tenían que cultivar los campos y cuidar las granjas colindantes. Era un trabajo duro porque el territorio que lo rodeaba se inundaba con frecuencia y era una tierra muy pobre.

Hasta 1918 Auschwitz fue parte de Austria y Silesia. Entonces pasó a ser polaca. Estaba en la frontera de Galitzia, a sesenta km de Cracovia, se consideraba integrante de la nueva provincia de Alta Silesia.

Yo llegué a Auschwitz en mayo de 1940 y llevé conmigo un grupo de 30 internos del campo de concentración de Sachsenhausen en el que yo había sido primer ayudante y luego comandante. Cuando llegué, en Auschwitz solo había un par de cuarteles vacíos.

Entonces empezaron a llegar internos polacos al campo de concentración que venían de los territorios de la Gobernación General y de otros territorios polacos. En aquella época, Auschwitz se convirtió en un campo para gente que había participado en el movimiento de resistencia polaco. El primer año se ejecutó a muy poca gente, solo a los que habían sido condenados a muerte por la Gestapo y por las unidades de la SS.

El campo estaba destrozado y yo supervisé la reconstrucción de las casas y los cuarteles y lo preparé para alojar a 20.000 internos pero en los primeros meses solo recibimos unos pocos.

En la primavera de 1941 Himmler vino en visita de inspección. Me ordenó ampliar el campo lo máximo posible y ordenó al administrador general del Partido, Fritz Bracht, que estaba presente y era el responsable de la zona, que pusiera a mi disposición todo el territorio que tenía unas 5.000 hectáreas. Ordenó que se construyeran grandes talleres en el propio campo, por ejemplo, talleres de carpintería y maquinarias.

Se me ordenó entonces que desecara las zonas pantanosas, que construyera explotaciones agrícolas modelo y que desarrollase la agricultura al máximo. Se me ordenó levantar un campo de prisioneros de guerra que pudiese alojar a 100.000 personas en Birkenau, un lugar a 3 km del campo original. La población de la zona que comprendía unos 7 pueblos, fue evacuada y enviada a la ciudad de Auschwitz. Todos los que pudieron ser empleados en fábricas o en el ferrocarril se quedaron en Auschwitz pero el resto, que eran sobre todo agricultores, se fueron a trabajar a la Gobernación General en otros lugares.

Los 100.000 prisioneros de guerra del campo de Birkenau nunca llegaron y posteriormente se descartó el proyecto.

En el verano de 1941 me llamaron a Berlín para que una reunión con Himmler. Me dio la orden de construir campos de exterminio. Le puedo casi decir las palabras de Himmler literalmente: “El Führer ha decretado la Solución Final para el problema judío. Nosotros, las SS, tenemos que ejecutar los planes. Es un trabajo duro, pero si no se lleva a cabo inmediatamente, en lugar de que nosotros exterminemos a los judíos, los judíos exterminarán a los alemanes en una fecha posterior”.

Esa fue la explicación de Himmler. A continuación me explicó por qué había seleccionado Auschwitz. Ya existían campos de exterminio en el este, pero no podían realizar una acción de exterminio a gran escala. Himmler no me podía dar un número exacto, pero me dijo que en su momento Eichmann se pondría en contacto conmigo y me diría algo más al respecto. Me mantendría informado sobre cómo se efectuaría el transporte y cuestiones similares.

Himmler me ordenó que enviase planes precisos de las ideas que se me ocurrieran para llevar a cabo el programa de exterminio en Auschwitz. Se suponía que yo inspeccionaría un campo en el este, llamado Treblinka para aprender de los errores que se cometían allí.

Unas semanas después, Eichmann me visitó en Auschwitz y me dijo que los primeros trenes de la Gobernación General y de Eslovaquia estaban al llegar. Añadió que esa acción no podía ser retrasada por ninguna circunstancia para que no surgiesen dificultades técnicas de ningún tipo porque había que mantener a toda costa los planes de transporte.

Mientras tanto yo había inspeccionado el campo de exterminio de Treblinka, situado cerca del río Bug, en el territorio de la Gobernación General. Treblinka consistía en unos pocos cuarteles y en una vía muerta de tren, que previamente había formado parte de una cantera. Yo inspeccioné las cámaras de exterminio que había allí. Esas cámaras eran de madera y cemento; cada una del tamaño de esta celda (unos 2,5 x 3,5 metros) pero el techo era más bajo que el de esta celda. A los lados de las cámaras de exterminio se situaban los motores encendidos de viejos tanques o de camiones y los gases que salían de los motores se dirigían a las celdas a través de los tubos de escape y así era cómo exterminaban a la gente.

-¿a cuánta gente a la vez?

No se lo podría decir exactamente pero calculé que en cada cámara se podían meter a unas 200 personas de una vez, se les empujaba adentro y quedaban los unos pegados a los otros.

-¿hombres, mujeres y niños?

Sí, pero se les llevaba por separado, es decir, los hombres eran exterminados en las mismas cámaras pero a intervalos distintos.

-Usted tiene esta celda para usted solo, 200 personas aquí estarían literalmente como sardinas en lata.

Sí, había que empujar la puerta para cerrarla bien y dentro se quedaban pegados, de pie.

-¿cuántas cámaras había en Treblinka?

Había 10, cada una construida con cubierta con planchas de metal. Las autoridades de Treblinka dejaban durante una hora a las personas adentro con los motores en marcha y a continuación abrían las puertas. Para entonces todos estaban muertos. En realidad no sé cuánto tardaba el gas en matarlos.

-¿Cómo sacaban los cuerpos?

Los sacaban los otros internos. Al principio los metían en fosas comunes en las canteras, más tarde, cuando yo fui, acababan de empezar a quemar los cadáveres en las canteras, a cielo abierto o en zanjas y también habían empezado a abrir las fosas comunes y a quemar los cuerpos que habían sido enterrados.

-¿Cuánto estuvo en Treblinka?

Solo unas pocas horas, después volví a Auschwitz.

Entonces fue cuando empezaron a llegar los primeros trenes a Auschwitz. Había convertido en cámaras de gas dos granjas viejas que quedaban algo apartadas del campo. Quité los muros que separaban las habitaciones y los que daban al exterior y los recubrí de hormigón para que no hubiera escapes. El primer transporte de la Gobernación General llegó allí. Se les mató con el gas Zyklon-B.

-¿Cuánta gente era exterminada a la vez en cada una de las granjas?

Höss miró al suelo, pensando durante un momento. Levantó su mirada y después e unos 30 segundos de silencio dijo:

En cada granja se podía gasear a la vez entre 1.800 y 2.000 personas. Las 2 granjas estaban separadas por una distancia de 600 metros. Estaban completamente cerradas al exterior por árboles y tapias.

-¿Con qué frecuencia se utilizaban?

Ocurría así: los trenes no llegaban al principio a diario, aunque a veces llegaban dos o tres trenes al día. Cada tren traía a unas 2.000 personas pero había periodos de entre 3 y 6 semanas en los que no llegaban transportes.

-¿Cuánto tiempo permanecían las personas en Auschwitz?

Nada, Una vía muerta llegaba hasta Birkenau y allí se vaciaban los trenes y se hacía la selección. Se separaba a los que podían trabajar de los que no podían.

-¿Qué criterio de selección se utilizaba?

Bueno, teníamos dos médicos de la SS. Las personas simplemente pasaban por delante y los médicos juzgaban en función de su aspecto, edad y fortaleza física.

-De un tren de aproximadamente 2.000 personas, ¿cuántas se salvaban para trabajar?

En todos esos años yo creo que alrededor de 20 ó 30% valían para trabajar.

-Y entonces, ¿qué pasaba?

Los que no valían se iban hacia las granjas que estaban a cerca de 1 km. Una vez allí se les hacía desnudarse. Al principio era al aire libre, habíamos colocado unas vallas de paja y de ramas para evitar que los vieran los mirones. Pero después construimos cobertizos. Pusimos carteles grandes que decían “A la desinfección” o “Baños”. Era para que la gente creyera que solo iban a darse un baño o a ser desinfectados y así no tener dificultades técnicas en el proceso de exterminio.

Los internos que usábamos como intérpretes y como ayudantes en general les decían que tenían que tener cuidado con su ropa, que la dejasen en el suelo bien doblada par poder encontrarla cuando salieran del baño o de la desinfección. Esos internos ayudaban a que la gente se calmase contestando a sus preguntas de  una manera tranquilizadora y diciéndoles que en esas casas solo se iban a bañar.

Entonces se llevaba a la gente a las cámaras y los internos que les acompañaban entraban con ellos a las cámaras de exterminio para que estuviesen tranquilos al ver que los ayudantes entraban con ellos. Se hacía de tal modo que todas las cámaras se llenaban de gente a la vez. En el último momento cuando las cámaras estaban llenas, los internos que trabajaban para nosotros se escabullían, se cerraban las puertas herméticamente y se lanzaba el gas Zyklon-B a través de unas pequeñas aberturas.

-¿Se producían escenas de pánico entre la gente?

-Sí, a veces, pero en general, todo iba sobre ruedas, cada vez mejor conforme iba pasando el tiempo. Se exterminaba a los hombres en cámaras separadas y a las mujeres y niños juntos en la misma.

-¿cómo distinguían las edades de los niños?

-no le puedo decir, juzgábamos por el aspecto, algunos parecen adultos a los 15 años y otros a los 17. Sobre todo juzgábamos por la estatura.

-¿dice usted que los que no valían para trabajar eran ejecutados?

No exactamente, pero se puede considerar que la mayoría de los ejecutados no eran válidos para trabajar.

-¿por qué?

Los médicos que inspeccionaban a la gente vestida cuando salían de los trenes, también estaban presentes cuando se desnudaban antes del exterminio y a menudo comprobaban que la rápida selección que habían hecho antes había sido correcta porque, con pocas excepciones, las personas que habían seleccionado para el exterminio no podrían trabajar demasiado.

-no lo entiendo. ¿Dice usted que los médicos que hacían la selección estaban sentados en la vía muerta y que la gente pasaba delante de ellos completamente vestida?

Sí, pero lo que quiero decir es que los médicos también estaban presentes después, en el momento en que se desnudaban, justo al lado de las cámaras de gas, al aire libre y veían que su selección generalmente había sido muy precisa.

-¿cuánto tiempo tardaba el Zyklon-B en hacer efecto?

Después de todas las observaciones hechas a lo largo de estos años, creo que dependía del tiempo, del viento, de la temperatura, la efectividad del gas no era siempre la misma. Normalmente tardaba de 3 a 15 minutos en aniquilar a toda la gente, es decir, en que no quedasen signos de vida. En las granjas no teníamos mirillas y, a veces, al abrir las puertas después de pasar un considerable periodo de tiempo, todavía había signos de vida. Más tarde, en los crematorios y en las cámaras de gas de nueva construcción, diseñados por mí, teníamos mirillas y podíamos tener la certeza de que todas esas personas estaban muertas.

A la media hora, se abrían las puertas de las granjas. Había dos puertas, una en cada punta y se aireaba la habitación. Los trabajadores llevaban caretas antigás y arrastraban los cadáveres afuera de las habitaciones y, al principio. Los colocaban en fosas comunes.

Pensé que los crematorios podrían construirse muy rápidamente y lo que quería era quemar los cuerpos en fosas comunes en el crematorio, pero cuando vi que el crematorio no se podía construir tan pronto porque el número de los que llegaban para ser exterminados aumentaba sin cesar, empezamos a quemar los cuerpos en fosas comunes al aire libre como en Treblinka. Alternábamos capas de madera con capas de cadáveres. Para prender la pira usábamos un fardo de paja empapado en gasolina. Generalmente empezábamos a quemar la pira cuando tenía 5 capas de madera y 5 de cadáveres. Cuando el fuego estaba en su apogeo, se podían lanzar sin más a la pira los cadáveres frescos que llegaban de las cámaras de gas y se quemaban por sí solos.

En 1942 se terminaron unos crematorios más apropiados y el proceso en conjunto se pudo empezar a hacer en las nuevas edificaciones. Se construyeron nuevas vías de tren que llegaban hasta los crematorios. Se seleccionaba a la gente como antes, con la excepción de que los que no valían para trabajar iban al crematorio en lugar de marchar a las granjas. Era un edificio grande y moderno; había habitaciones para que se desnudasen y las cámaras de gas estaban en el sótano y el crematorio estaba más arriba, pero todo en el mismo edificio. Había 4 cámaras de gas en los sótanos; 2 muy grandes en las que cabían 2.000 personas y 2 más pequeñas que podían acoger a 1.600 personas. Las cámaras de gas se construyeron como una instalación de duchas, con las propias duchas, las tuberías de agua, algunos detalles de fontanería y un moderno sistema de ventilación eléctrica, de modo que después del gaseado la habitación podía ser ventilada mediante los aparatos de ventilación. Los cadáveres eran transportados al crematorio, que estaba encima, mediante montacargas. Había 5 hornos dobles.

En 24 horas se podía incinerar a 2.000 personas en los 5 hornos. Normalmente, conseguíamos incinerar solo a 1.800 cuerpos, o sea que siempre íbamos con retraso en la cremación porque como puede ver era mucho más fácil exterminar mediante gas que incinerar, que llevaba mucho más tiempo y más trabajo.

En la época culminante del proceso llegaban diariamente 2 ó 3 trenes, cada uno de ellos con alrededor de 2.000 personas. Esos fueron los tiempos más duros porque había que exterminarlos inmediatamente y las instalaciones para la incineración, incluso con los nuevos crematorios, no podían mantener el ritmo del exterminio.

-¿a cuántos mataron de ese modo?

No le puedo dar un número exacto. Las evidencias fueron destruidas. No había registros ni nombres de los que eran exterminados directamente e incluso se hacía un cálculo aproximado de los número. Sobre los últimos meses Eichmann tuvo que enviar un informe a Himmler y antes de ir a verlo me dijo que solo en Auschwitz se había gaseado a 2.500.000 de personas. Pero es totalmente imposible saber la cifra exacta.

-los que iban a trabajar eran exterminados más tarde?

No, solo los que morían de muerte natural, de enfermedades por ejemplo. Había epidemias de tifus constantemente debido a las masas de gente que había en el campo y a la falta de instalaciones de saneamiento que no se podían construir tan rápido como llegaba la gente. Calculo que alrededor de medio millón de personas murieron por epidemias.

-¿cuánta gente pasó por Auschwitz?

Es imposible saberlo. No tengo ni idea. Sé que en los años 1943 y 1944 tuvimos 144.000 internos trabajando en el campo. La mayoría de los que llegaban y no podían trabajar se los llevaban fuera de Auschwitz y no sé lo que era de ellos.

-he oído decir que se sacaban los dientes de oro de las personas exterminadas.

Sí, desde principios de 1942 se recibieron órdenes de instancias superiores de extraer todos los dientes de oro una vez que se sacaban los cuerpos de las cámaras de gas para enviarlos al departamento de Finanzas. Creo que desde allí se enviaban al tesorero.

-¿quién extraía los dientes de los muertos?

Los internos, en su mayoría dentistas que trabajaban allí. Normalmente siempre salvábamos de las cámaras de gas a los médicos, dentistas y enfermeras para utilizarlos en puestos técnicos.

-¿ cuántos alemanes trabajaban en Auschwitz?

En 1943, alrededor de diciembre cuando me fui, había 3.500 guardianes y alrededor 500 hombres como personal administrativo, incluidos los que supervisaban la sección de agricultura, laboratorios, cámaras de gas, crematorios, etc.

-¿cómo podían desconocer los alemanes lo que pasaba si solo en Auschwitz trabajaban 4.000 personas?

No le puedo contestar a eso porque no cabe duda de que entre muchos sectores de gente se sabía de sobra, pero se tomaron muchas precauciones. Por ejemplo, no salía en los periódicos; siempre usábamos al mismo personal para realizar el transporte; y casi todos los que trabajaban en Auschwitz tenían que hacer una declaración jurada de que no hablarían.

-en su opinión ¿usted es un sádico?

No, nunca le pegué a un interno en todo el tiempo que comandante. Cada vez que supe que un guardián era culpable de tratar con dureza a alguno de los internos intenté cambiarlo por otro.

-¿quién inventó las cámaras de gas?

Surgieron como consecuencia de la propia situación. Los tribunales traían a mucha gente que había que fusilar. Siempre estuve en contra de usar a los mismos hombres como pelotón de fusilamiento una y otra vez. En aquel período, mi jefe de campo, Karl Fritzsch, vino un día y me preguntó que por qué no intentaba ejecutar a la gente con el gas Zyklon-B. Hasta entonces se usaba solamente para desinfectar los barracones que estaban llenos de insectos, de pulgas, etc. Lo intenté con gente que estaba condenada a muerte en sus propias celdas y así es como surgió. Yo no quería más fusilamientos y en su lugar utilizamos las cámaras de gas.

-¿cuántos campos de concentración en Alemania o fuera de ella tenían cámaras de gas?

Mauthausen, Dachau, Auschwitz y en el este Treblinka. En Rusia usaban vagones de gas.

-¿y en Majdanek?

Tenían cámaras de gas temporales, pero ese campo estaba bajo el mandado de la Policía de Seguridad, de los Einsatzkommando y de la Policía de Seguridad. En Lublin había un campo de concentración que estaba bajo nuestra supervisión pero no era un campo de exterminio. Majdanek estaba cerca de la ciudad de Lublin y allí había un campo de exterminio bajo las órdenes del teniente general Globocnik que era el jefe político y de la SS de Lublin.

 

Rudolf Höss (o Hoess) fue sentenciado a muerte por el tribunal y colgado un año después de estas entrevistas, el 7 de abril de 1947.

Tomado de "Las entrevistas de Nurenberg" de León Goldensohn. Taurus Historia 2008.

 

 

Banalización revisitada

… Y ahora es Aguinis comparando al grupo de Milagros Sala con las Juventudes Hitleristas y Nelson Castro que inventa el neologismo “gestafip”, los feligreses de una iglesia en La Pampa van a misa con bigotes a lo hitler en protesta por la adhesión del cura al dictador Videla. Estamos en el reino del “segual”. Se toman estos conceptos-atajo como golpes de efecto en una esgrima mediática que excluye contextos, implicancias, objetivos y por sobre todo la verdad. Y parece ser imparable. Ya habían empezado los palestinos en la primer intifada llamando nazis a los israelíes lo que se toma hoy como “natural”. Nada de esto resiste a la menor reflexión. ¿Qué se puede parecer a la Shoá, al nazismo, a la Gestapo, a los SS, a la industria de la muerte, a los experimentos médicos, al asesinato de niños, al gaseamiento de millones de personas? ¿Qué? Nuestra desgarradora experiencia está siendo usada a mansalva. Y por nuestra me refiero a la Humanidad. Por más que resulte revulsivo e indignante, tendremos que acostumbrarnos a este estado de cosas y a tener que salir una y otra vez a explicar, esclarecer, enseñar porque el uso bastardeado de conceptos de la Shoá como herramientas de ataque y descalificación se extiende de manera virósica y epidémica. Hasta ahora solo algunos judíos advertimos el peligro de la banalización, la implicancia de que finalmente, si el nazismo se puede comparar con cualquier cosa, entonces “no fue para tanto”. Esperemos que el resto de la sociedad nos acompañe en esta empresa de esclarecimiento. Pueden y deben levantarse alertas ante algunos procesos al estilo de “el huevo de la serpiente”, para impedir su evolución y crecimiento. Pero en los textos y discursos que vemos en vez de enunciar una alerta se instala la idea de que es lo mismo la tergiversación, la mentira, el uso político, el acoso que el asesinato planificado. Y no puedo más que gritar con congoja y desolación que ¡NO ES LO MISMO! ¡NO ES LO MISMO! Publicado en cartas de lectores de La Nación, agosto 29, 2012

Sobre una frase de Aguinis

El artículo de Aguinis "El veneno de la épica kirschnerista" levantó mucha polvareda, no por lo que enuncia respecto de la actualidad política sino por la desafortunada frase:  "Las fuerzas (¿paramilitares?) de Milagro Sala provocaron analogías con las Juventudes Hitlerianas. Estas últimas, sin embargo, por asesinas y despreciables que hayan sido, luchaban por un ideal absurdo pero ideal al fin, como la raza superior y otras locuras."

Creo que la comparación que hizo entre las huestes de Milagro Sala y las Juventudes Hitleristas integra el capítulo de la banalización de la Shoá, capítulo que está siendo escrito por doquier, por gentes de todos los frentes y contrafrentes. El escritor ya había hecho esa comparación otra vez en un episodio de flores entregadas a la presidenta. Alguien como Aguinis no incurre en un error así sin darse cuenta. No podemos adjudicarle ignorancia ni inocencia. Debe creer que apelando a la Shoá hace más fuertes las ideas que propone (en ambos casos las mismas: señalar su radical oposición a la política oficial). Lamento que apele para ello a argumentos banalizadores de la Shoá, pero es libre de creer y hacer lo que quiera. Consiguió que el contenido de su artículo pasara y quedara sin comentarios ni críticas ni respuestas ni reflexiones.

Respecto al tema de los ideales, que fue lo que disparó la desaprobación, no coincido con la lectura que hicieron varias personas que quiero, respeto y admiro. Creo que lo formuló de manera poco clara dejando abierta la posibilidad de una justificación del nazismo que, no tengo dudas, está lejos de sentir y pensar. Yo misma no lo tomé de esa manera. Pensé, por el contrario, que es cierto que la guerra contra los judíos fue emprendida exclusivamente por una causa ideológica, la teoría racial, esa superchería pseudo científica que fundamentó el asesinato de un tercio de nuestro pueblo. Y ahí fue donde Aguinis no fue claro porque habló de "ideales" y no se refería a ideales en el sentido ideal, a algo bueno o deseable, sino a la teoría racial, una ideología. Por eso habla de, "asesinas", "despreciables", "absurdo" y "otras locuras". Aguinis no precisa defensores y lejos de mi la idea de defenderlo. Si quiere que lo haga solo. De paso, no estaría mal que lo hiciera. Tengo la personal convicción de que no se lo puede acusar de justificador del nazismo y de la Shoá, por eso entendí que al decir "ideal al fin" no hablaba de "ideales" sino de "ideología".
Merece también un comentario su "ideal al fin". ¿Por qué "al fin"?. Creo que es claramente un disparo hacia el movimiento de Milagro Sala al que así acusa de ni siquiera tener ideales, de moverse tal vez con otros fines, ¿personales? ¿mezquinos? ¿económicos?, no lo dice, pero es a lo que creo que apunta. Su "al fin" es lo que movió la indignación de varios, como si fuera una justificación de la Shoá. Debió haber invertido unas palabras relativas a los objetivos de unos y otros para no dejar ese resquicio de sospecha. O decirlo de otra manera. Cuando se escribe y se publica (y eso lo debe saber mucho mejor él que yo), hay que leer y releer con mucho cuidado todo lo que se pone y a veces darlo a leer a otros, porque queda y si no está claro puede ser malinterpretado y no hay vuelta atrás. Repito: estoy convencida de que no cree de ninguna manera que si se lucha con ideales se justifica el asesinato de nadie pero que se obnubiló en su empeño de enfatizar su oposición al gobierno.
Hubo quienes plantearon que la comunidad judía organizada debía pronunciarse repudiando el comentario como si hubiera hablado por todos los judíos. Opino que no me parece necesario. Aguinis no integra ninguna de las instituciones de la comunidad judía argentina, es un ciudadano argentino como cualquier otro, escritor muy conocido y editorialista político, pero para nada un referente de LOS judíos.
No coincidí en su momento con las acusaciones de antisemitismo hacia Gustavo Sala, me pareció que solo se había engolosinado con los parecidos de las palabras Gueta y gueto, y que había estirado la comparación sin pensar en lo que estaba planteando y no me pareció que era una cuestión tan trascendental como en su momento también pareció ser para muchos que lo vilipendiaron. Hoy no coincido con la acusación a Aguinis de que justifica la Shoá ni el nazismo.
La generalización de la banalización de la Shoá es un fenómeno que parece imparable. Formulé en un texto sobre ello (se lo puede ver acá) que la difusión de la Shoá había tenido una consecuencia positiva, su conocimiento más extendido, y tal vez otra negativa, su banalización. Me alegro de que tanta gente haya expresado su preocupación frente a ello.

IOM HASHOÁ DELIVERY

Y un día llega Iom Hashoá. De pronto la Shoá, que había estado dormida, vuelve a la vida. Nuestros teléfonos no paran de sonar. Todos, escuelas, instituciones, grupos de jóvenes y adultos, todos quieren un sobreviviente a quien honrar. Un sobreviviente que ha estado el año entero sin un solo llamado, de pronto se ve convocado a ir, a hablar, lo llevan y lo traen, lo suben, lo sientan, lo presentan con palabras enjundiosas que el sobreviviente siente como desproporcionadas (yo no hice nada, piensa, tan solo sobreviví, no merezco tanta bambolla). Las instituciones que nuclean sobrevivientes, como la nuestra, no dan tregua a los pedidos, la organización de los organigramas, la logística de quien va, como va,  quien acompaña, cómo será la actividad, qué hay que preparar…. Y todo se solicita en la misma semana, a veces dos días antes, como si hubiera un batallón infinito de sobrevivientes sentados en el banco esperando su turno para ir adonde los llamen. Nadie piensa o imagina que no son muchos, que están viejos, cansados, a menudo con alguna enfermedad o condición inhabilitante. Todos quieren un sobreviviente. Lo precisan para llenar la actividad con un contenido importante, transcendente pero, casi siempre, sin un trabajo previo ni una preparación adecuada, para cubrir los requerimientos de la efemérides (además de Iom Hashoá también en el 19 de abril, el Día de la Convivencia en la Diversidad Cultural -a veces las fechas coinciden-, las escuelas deben encarar el tema incluido en la curricula del año). Los que trabajamos todo el año con el tema de la Shoá nos sentimos abrumados por esta repentina, exigente y efímera demanda. Más de una vez se dirigen a nosotros como si  fuéramos una agencia de colocaciones o un delivery de sobrevivientes, como si nuestro trabajo constante de investigación, reflexión, difusión, enseñanza y dignificación de la memoria, se redujera a la provisión de sobrevivientes para la actividad de Iom Hashoá. Como una pizzería. Sería algo así: - “Pizzería Su Sobreviviente Delivery”, buenas tardes, ¿en qué lo podemos ayudar? - Sí, mirá, necesitamos un sobreviviente para mañana a las 8 de la mañana para ir a la zona de Mataderos cerca del Camino Negro … ¿de cuáles gustos tenés? - de casi todos, ¿alguna preferencia? - mmm…, sí, pero decime, ¿cuáles hay? Porque me pidieron que consiga uno pero no se bien de cuáles te quedan …. -  tenemos un par de katzetnikz, que son más bien picantes, algunos guéticos a la piedra con poca masa, salsa light y sin TACC, también tenemos de los escondidos, que vienen con sorpresa de dulce de leche y los de Rusia, que vienen en una promo especial con una botella de vodka. - Ahh, ¿y de “ashuits” no te quedan? - Sí, pero los de Auschwitz (no corregimos la pronunciación a los potenciales clientes pero cuando repetimos lo decimos como corresponde) los de Auschwitz son especiales, tienen muuuuucha demanda, hay que reservarlos con bastante tiempo y estamos muy sobre la hora. - ¿y cuánto salen? - son los más caros porque son muy exclusivos y vienen con certificado kasher - pero, ¿son ricos? - y, sí, son los más pedidos, pero el sabor depende de cómo venga la Widergutmachung… - ah (¿la qué me dijo?) … mmm … ¿y tenés partisanos? - teníamos, pero no los hacemos más porque son muy rebeldes,  jodidos de preparar, no les gusta que los lleven o los traigan. - Uh, que lástima. A mi me encantaban los partisanos. Hasta me acuerdo de un jingle muy conocido de cuando era chico “zogt nish kein mol”… - Ah si, lo tenemos de música de fondo todo el tiempo….  La promoción especial para Iom Hashoá es que el delivery lo hace un coro de hijos y nietos de sobrevivientes vestidos con el típico traje a rayas cantando el “zog nisht kein mol” acompañados por un autóctono bombo piquetero. - Bueno, no, eso debe ser muy caro, te pido entonces: mándame dos de gueto con tuco y queso, dos que sean viejitos lindos y se compren al público y si puede ser, uno de esos que hayan escrito un libro, con merengue italiano. - Dale, querés por cincuenta centavos más te mando uno con el video del testimonio de Spielberg que después te queda de recuerdo. - No, dejá, está bien así… La promo de la vodka está buena pero no me sirve porque son todos chicos, ¿no me podés mandar en su lugar una coca grande y un kilito de helado? - Dale, sale tu pedido. ¿Para donde? - Comunidad Aguante Israel y la Shoá, brigada “Recordar para no repetir”, grupo “Nunca más”. - Ya sale para allá. Es un gusto estar a tu servicio. Mir Zainen Do. Nuestros sobrevivientes judíos nos han enseñado el valor de denuncia que tiene el humor, humor que se ha hecho en todas las condiciones extremas en el transcurso de la Shoá. ¿Cómo decir lo que hemos dicho sin pontificar ni retar a nadie? Como decía el viejo Selecciones: la risa, remedio infalible. Aunque en este caso, sea un poco oscuro, casi negro el humor. Esperamos que redunde en una mirada diferente sobre las actividades de la Shoá, más específicamente en cuanto a la participación de sobrevivientes, que, infortunadamente, cada vez son menos y los que quedan, cada vez tienen menos fuerzas para testimoniar. La Shoá puede trabajarse todo el año. Debe trabajarse todo el año, en múltiples áreas de la formación personal y el aprendizaje escolar. Si solo se encara en Iom Hashoá se transforma en un símbolo fugaz, algo que podría ser de enorme potencia y se vuelve un contenido momificado, se pierde la oportunidad de que se inscriba en un contexto de significación que cale hondo en la construcción de una subjetividad responsable y comprometida. Es lo que, suponemos, desea cualquier abordaje educativo.
(texto colectivo de quienes recepcionamos los pedidos que se hacen alrededor de Iom Hashoá)