La pareja judía también puede fracasar.
Esquema de la exposición:
Mitos sobre las parejas judías: estables, confiables y sostenidas en el tiempo
El marido: casero, proveedor, no bebe ni se droga, trabajador, proactivo, exitoso, honesto y fiel.
La esposa: comprensiva, contenedora, callada, sostenedora de la familia, transmisora de la cultura, buena cocinera y ama de casa.
Son prejuicios positivos, pero prejuicios. Cuando algunas de estas cosas no se cumplían se mantenían puertas adentro, no trascendían. La imagen pública debía ser la del ideal.
Nunca fue así y cuando se empezaron a escribir novelas y relatos se empezó a ver que si acercábamos la mirada lo que sucedía en cada casa estaba a menudo lejos de ser ideal.
Pero hoy, en este mundo globalizado en el que pocas cosas pueden quedar afuera del escrutinio, vemos que la pareja judía no se diferencia mucho de cualquier otra pareja. Que tienen similares conflictos y parecidas dificultades en resolverlos. Y que sufren algunas cosas que nos pasan a todos los humanos que decidimos asumir la empresa de convivir y armar una familia.
En lugar de decir qué es lo que hay que hacer para ser feliz o vivir en paz o tener éxito en esta empresa, tomaré el camino contrario y compartiré algunas cosas, las que creo esenciales, en asegurar el fracaso de cualquier pareja.
El otro siempre tiene la culpa.
Desconfiá. Acusá. Ofendé.
Si no hace lo que tiene que hacer porque lo dejaste en claro miles de veces, es porque no quiere, no te considera, no le importás y no te quiere.
No tenés que decirle nada, lo tiene que saber sin que se lo digas, adivinarte
Todo lo que hace el otro te lo hace a vos.
Tu otro tiene una vida personal fácil y sin complicaciones.
Se empeña en no aceptar que sos el centro del mundo y que todo se debe hacer como te parece a vos y cuando te lo parece.
Vos poseés la verdad siempre.
Cada uno es como es.
barriletes y estacas
cascabeles y mejillones
solucionadores y conversadores
elocuentes y silenciosos
El modo de hablar es la clave:
no pidas nunca lo que necesites, reclamá, quejate por lo que no te dió.
Criticá y juzgá con libertad y placer
Usá siempre la segunda persona
Hablá de manera firme y tajante
No temas usar el no terminante
Jamás pidas perdón, ni reconozcas haber cometido algún error
Cierre: El fracaso es seguro cuando se confunde hablar con conversar. Muchas veces el hablar es una manera de luchar, de ganarle al otro, es un hablar que ataca, no es un hablar que dice. Conversar implica hablar pero es un hablar que no lucha, que no ataca, que comunica y dice.
Entrevista con escuela secundaria
Entrevista con Mateo Patelli, presidente del Centro de Estudiantes del Colegio José Manuel Estrada de La Plata
Cuando no podés comunicar lo único que te queda es ganar
Te pregunto si se lo dijiste y me contestás: “¡Miles de veces pero no me oye, yo hablo pero no podemos conversar!”. ¿Creés que hablar es conversar? ¿No será que lo hacés para ganar? Veamos cómo funciona la no conversación demostrada por reducción al absurdo.
Para ganar es preciso estar bien entrenado, tener los reflejos rápidos y la actitud apropiada, listo y afilado el estado de ánimo previo. Así:
Entendé todo lo que diga o haga el otro como dirigido a vos, un ataque a tu autoestima, capacidad, inteligencia y atractivo. Olvidate que el otro tiene sus propios problemas, dificultades, necesidades y angustias, vos sos el centro de su vida. Hasta si sufre de algún problema físico te lo hace a vos, a propósito, para molestarte, atraer tu atención y mostrarte que no le servís.
En el sistema planetario familiar sos el sol. No es preciso que digas lo que te pasa, lo que necesitás y estás esperando, lo tiene que adivinar. ¿Cómo no lo va a saber? Si no lo hace es porque es tan egoísta que no quiere y porque no le importás.
No te quiere. Pasá lista y tené presente todo lo que no te satisface o te molesta de su conducta como evidencia de que no le interesás, no te considera y no le importás. Decitelo varias veces por día, dos o tres veces por hora sería lo ideal. Olvidate de lo bueno que vivieron juntos, no dejes que interfiera en el estiramiento del músculo bélico. Si se te cruza la pregunta de por qué sigue a tu lado, respondete que es por comodidad, miedo o conveniencia. Nunca porque quiera estar con vos.
Habituate a revisarle el celular, la computadora, el teléfono y los bolsillos buscando la prueba de que está viendo a otra persona mejor que vos. Si tenés la suerte de encontrarla, pegale un mordiscón y no aflojes, apretá los dientes, quedate ahí, insistí y guardalo bajo la manga para mostrarle lo mala persona que es.
Siempre tenés razón, es un don natural con el que naciste, poseés la verdad de como son las cosas. No te olvides entonces que no sos vos quien tiene que cambiar, es el otro. Y si se opone y discute, es por perfidia, maldad y capricho.
Tiene la culpa. Acentuálo con patologías que te sirvan para probar que está enfermo. Narcisismo, negación, autismo, depresión, aislamiento emocional y tantas otras que, a modo de armas, te permitirán sumar la acusación de locura a la de maldad. No te compadezcas ni intentes ponerte en sus zapatos, mandalo a hacer terapia.
Siempre el problema es del otro. Todas las parejas están convencidas de que es preciso cambiar al otro. Sé como todos: creéte que sos de lo mejor, amable, complaciente, tolerante, un océano de comprensión y convencete de que el otro es imposible, hostil, agresivo y maltratador.
Ahora que sos una víctima inocente e indefensa y nadás en la furia tu estado de ánimo está a punto caramelo. Conducta a seguir en el campo de batalla:
Hablá siempre en segunda persona. Enunciá todo lo que decís con un “porque vos…” Nunca uses, ni soñando, la primera persona. Hablá siempre en reclamo, crítica, juicio, queja, que tu dedo erguido señale al culpable. Y sé espontáneo, vomitá lo que se te venga a la cabeza sin filtro alguno, tenés derecho a hacerlo porque sos la víctima.
Jamás menciones lo que necesitás, lo que te gustaría y no podés. Además de que, como ya dijimos, el otro seguro que lo sabe, que no se te vaya a caer la corona hablando de tus miedos y vulnerabilidades. ¡Atención! porque la tortilla se puede dar vuelta, se pondrá en evidencia tu imperfección y te acusará de locura.
Arrinconalo, avergonzalo, atacalo activa o pasivamente, desprecialo, a solas y ante los demás, que se vea como una cucaracha infecta, inútil y despreciable. Contale a su familia lo insoportable que es. Amenazalo con separarte y si aún insiste en seguir siendo como es y no cambia, castigalo: vengate, no le hables ni sientas deseo sexual.
Imponete siempre. Nunca digas “por favor”, “disculpame” o “¿puedo?” Sé terminante, respondé con un rotundo ¡NO! que suene a cachetazo definitivo. No vayas a reconocer ni agradecer nada que pudo haber hecho bien, focalizate sólo en todo lo que está mal.
Tampoco le tengas lástima ni caigas en la tentación de ser razonable con un “¿te parece?” o “mmmm… lo voy a pensar” o “no se me ocurrió verlo de esa manera”. Revela tu inseguridad y debilidad cosas que nunca podés mostrar. Tu posición debe ser siempre la del luchador aguerrido, reactivo e impaciente, un gladiador en el circo romano, firme, en guardia, es matar o morir.
Si mantenés tu entrenamiento al día y persistís en estas conductas tendrás el éxito asegurado, te será imposible conversar, habrás ganado todas las peleas y dejarás a tu alrededor un tendal de muertos. Y los muertos no discuten, ¡siempre nos dan la razón!
A ver si entendiste. “Se lo dijiste miles de veces y no pueden conversar”. Si lo que querés es eso, tendrás que construir un espacio de confianza y aceptación que lo haga posible. Es fácil: no hagas nada, absolutamente nada de lo que dije.
¡Que es lo que queríamos demostrar!
Fue lo que dije en Vivan las Ideas cuando se habló del arte de conversar:
Entrevista con Fanny Mandelbaum en "Sin Miedo".
Después de las entrevistas a Roly Serrano y Adriana, la mía está a partir del minuto 1:06.
Charlando sobre parejas
en Radio y Algo Más. Conductoras: @SandraAstun (Coach Ontológico), Lic. @MarianaPautasso (Psicóloga) y Lic. @RosaRasdolsky (Psicóloga)
Entrevista para Protagonistas, Telefé Córdoba
Lamenté que en la edición de la entrevista:
1) se cortaran algunas cosas que dije,
2) me arrogaran la autoría de los Cuadernos de la Shoá y
3) pusieran de fondo las imágenes estereotipadas de campos de concentración y tal, lo que no tenía nada que ver con lo que yo decía.
Convivencia forzosa, para Ideas en Casa
Temas tocados en una converesación informal:
los desafíos de la cuarentena:
el miedo y el hartazgo de estar limitados
el miedo a cuando termine, a salir y volver a interactuar con gente, lo que nos pasa cuando vemos las películas, los besos, los abrazos, las reuniones
el peligro del sesgo de negatividad personal que se suma a la negatividad contextual
los desafíos de la a convivencia forzosa:
para quien está solo
los que lo disfrutan porque no se sienten observados, y se sienten liberados, como más ligeros
los que añoran el contacto con familiares, amigos, hijos, compañeros de trabajo
para quien convive con alguien
la presencia del testigo, la mirada y la necesidad de pactar espacios personales
caminamos juntos y nos dejamos de ver
nuevas conversaciones con los otros y con uno mismo, peligro de caer en modos que no lo hagan posible (adivinar, usar la 2a.persona -queja, reclamo, crítica-, imponer)
el contacto personal ahora se volvió plano, las pantallas, lo que tiene de bueno y lo que tiene de malo
Preguntas para los grupos:
¿cómo se reconfigura la noción de intimidad?
¿qué estamos aprendiendo en estos días de cuarentena?
¿qué formas de relación no van a ser iguales después?
Comentario publicado en Linkedin:
El Abrazo de Julia Publicada el 8 de mayo de 2020
Javier Alejandro Felipe Gestor de Relación con el Negocio en YPF S.A.
Cuando mi hija tenía poco menos de dos años inventó su propio abrazo a la distancia, el cual se daba de la siguiente manera:
1. Brazo derecho por debajo de la axila izquierda
2. Brazo izquierdo por encima del hombro derecho
3. Cabeza inclinada hacia el hombro izquierdo, acercando el oído al corazón
4. Cerrar los ojos
5. Apretujarnos bien fuerte (el corazón tiene que parecer que se nos va a salir)
6. Terminamos con palmaditas por debajo de las axilas y por encima de los hombros.
Ayer tuve el lujazo de compartir ideas sobre los vínculos con Diana Wang, en el marco de “Ideas en Casa” organizado por el equipo de @TEDxRioDeLaPlata. Como diría Gerry Garbulsky, Diana es una genia genial del universo universal, mundo mundial... a lo cual ella acotaría INTERGALACTICO! Como casi todo en estos tiempos, la charla estuvo especialmente orientada a los vínculos durante el aislamiento y surgieron temas por demás interesante como lo es la intimidad, la reflexión personal acerca de la resignificación de los vínculos y de aquellas cosas que a partir de la pandemia nunca más volverán hacia atrás (estaría bueno que todos hagamos este ejercicio de introspección, pueden buscar el video de @AprenderDeGrandes entre Diana y Gerry hablando sobre algunos de estos temas: Relacicones de pareja en la cuarentena) Sobre las cosas que han cambiado durante este tiempo tan particular, me quedo con un tema en especial: los abrazos. Una de las cosas en las que coincidimos todos los asistentes es que es uno de los rituales que más extrañamos es ese abrazo con la gente que realmente queremos, ese abrazo que surge del corazón cuando festejamos un gran logro o cada vez que queremos expresarle nuestro amor o cariño a una persona en especial. Yo me siento afortunado en muchos sentidos, porque recibo los abrazos de mi hija y de mi esposa a diario, pero no dejo de angustiarme por aquellos que hoy no están recibiendo abrazos al mismo tiempo que me angustio con aquellos que no podemos darnos, especialmente los que no puedo darles a mis viejos. De alguna manera por esto, y también porque la mejor manera de aprender es compartiendo, les regalo a todos estas pocas y, aunque mal escritas, sinceras líneas. Al mismo tiempo les hago llegar desde mi corazón y a la distancia #ElAbrazoDeJulia (sus abuelos dan fe que a a través del ciberespacico también funcionan) Ojalá nos veamos pronto.
Negatividad, esa piedra en el camino.
En estos días en que estamos obligados a permanecer guardados porque hemos elegido cuidarnos y cuidar, la convivencia forzada y forzosa acentúa y reaviva cosas que ya venían pasando. Nos llueven por todas partes consejos y sugerencias para transcurrir este período de la mejor manera posible. Home office, reuniones familiares y de amigos, muchas actividades, mucha pantalla, mucho zoom y whatsapp, es como si existiéramos de la cintura para arriba, no importa qué zapatos llevamos. Ya estamos entrando en la recta del hartazgo, del cansancio, en el gris cotidiano en que todos los días son domingo y los horarios nos son esquivos porque da igual.
Ahora es cuando tenemos que estar alertas y no dejar que nuestras propias tendencias, cuando son negativas, nos venzan.
Hablemos de la negatividad. Se la ha descripto como un sesgo, un efecto que determina que respondamos más fuertemente a situaciones y emociones negativas que a las positivas. Si hacemos o decimos algo y recibimos elogios y felicitaciones, nos sentimos complacidos, pero si entre ellos aparece un comentario adverso, se vuelve lo único, lo más importante, nos obsesiona, nos altera la percepción y borra los elogios y aplausos. Somos mucho más permeables a lo negativo que a lo positivo. En la historia de nuestra evolución, el sesgo de negatividad fue esencial para nuestra supervivencia porque nos mantenía alerta frente a cualquier peligro, pero hoy puede ser una potente amenaza que altera nuestra mirada y modifica peligrosamente nuestra conducta.
El sesgo de negatividad es hoy, más que nunca, una gran piedra en el camino de la convivencia, tanto con nuestra pareja como con quien sea que estemos conviviendo. Cualquier cosita, cualquier pelusa que flote en el aire puede volverse un doloroso conflicto que termine en acusaciones y peleas. Todos tenemos ese sesgo pero no todos vivimos esa tendencia a la negatividad del mismo modo. Las personas que la tienen instalada como parte esencial de su personalidad son las que tienen que tener un cuidado especial porque pueden deslizarse a emociones desgarradoras que alteren su percepción de lo que están viviendo y transformen la convivencia en un infierno.
Uno se ve inundado por la pregunta de ¿por qué no me quiere? o ¿por qué no me valora? o ¿por qué no le importo? que insiste, horada y se transforma en un alud que desciende sobre uno con una potencia arrolladora y nos aplasta y sumerge en la más honda desdicha.
Dado que nadie es perfecto y que nadie satisfará completamente nuestras necesidades, el sesgo de negatividad será una lente que tomará las imperfecciones de nuestra pareja como centro de nuestra mirada, las exagerará y las volverá un muro infranqueable contra el que chocaremos una y otra vez. En lugar de ver lo que está bien, de apreciarlo y agradecerlo, seremos solo recipientes de lo que está mal, de lo que no funciona. Lo que está bien se vuelve difuso y poco importante, casi que desaparece y solo somos receptores de lo que está mal.
En los estudios de parejas que conviven hace largo tiempo se encontró que uno de los temas centrales era la reacción ante la negatividad. Que no es tan importante cuánto hay de bueno o positivo en cada uno sino cuál es la reacción que tiene frente a lo negativo. La forma en que cada pareja encara sus interacciones problemáticas será la medida de su continuidad o fracaso.
En esta convivencia virósica actuamos del mismo modo que ya lo hacíamos antes, solo que ahora se ve más, es más exagerado, no lo podemos evitar. Si ya venía ganando el sesgo de negatividad en nosotros, estamos ahora en un problema grave porque seguro que ha aumentado. Y una de sus características es que es muy contagioso, tanto como el coronavirus. La “mala onda” de uno, que es la forma en que el sesgo empieza a hacerse visible, genera fatalmente la “mala onda” de todos, el clima se enrarece, todos contagiados porque es altamente tóxico.
Si el sesgo de negatividad es una de tus características, tal vez éste sea un buen momento para revisarlo y ver cuánto lo podés diluir. Si no, este poderoso auto sabotaje desgastará tanto la relación que lo bueno que pudiera estar habrá desaparecido de tu percepción. El sesgo de negatividad, no puede ser anulado, pero puede ser relativizado o amaestrado.
Podés evitar el ciclo destructivo que produce. Son tres pasos. Detectar la negatividad ni bien aparece, no dejarla crecer. Preguntate dónde la sentís, después de qué te aparece, cómo suele acometerte sin que te des cuenta, ¿es un pensamiento?, ¿es una incomodidad?, ¿es un impulso motriz como pegar, salir corriendo, gritar? ¿es una sensación difusa pero alojada en alguna parte del cuerpo? Una vez que la tengas claramente individualizada, el segundo paso es controlar y frenar tu reacción, ponerla en stand by, no decir eso que mejor callar, no mirar como mejor no mirar, no actuar como mejor no actuar. El tercer paso es revisar, dialogar con el acceso de negatividad que te está ocupando. Digo bien, te está ocupando, como un alien que se aloja en tu interior y te tira gases venenosos pero que no es un desconocido. Miralo de frente, ponelo en palabras, conocelo, no te dejes ganar. Reconocelo como aquel impulso maléfico que tanto daño te hizo siempre y frente al cual te dejaste vencer una y otra vez.
Son tres pasos: reconocerlo, frenarlo y conocerlo.
No hemos elegido someternos a esta pandemia ni vivir este encierro. Pero sí habíamos elegido vivir con nuestra pareja y hoy podemos elegir hacerlo de una manera pacífica.
El sesgo de negatividad es tan destructivo como el virus del corona, igualmente contagioso y maléfico cuando nos toma con la defensa baja. La convivencia forzosa nos bajó las defensas. No dejes que la negatividad te gane la batalla. Podés elegir.
publicado en LN el 16 de mayo de 2020 como “Cuarentena. La negatividad en la convivencia y tres pasos para amaestrarla”.
Convivencia en pandemia, Radio Mitre, con Jorge F.D.
http://actualidadenfoco.com/pensandolo-bien-programa-completo-de-jorge-fernandez-diaz-20-04-20/