Publicada en La Nación 13/10/2010
¿Vale la pena contestar un desaguisado semejante al proferido por el Ministro de Economía cuando dijo que algunos periodistas eran “como los que ayudaban a limpiar las cámaras de gas en el nazismo”? ¿Tendrá alguna idea de lo que sucedía en los campos de exterminio? ¿Se imaginará lo que es estar obligado a retirar cientos de cuerpos de hombres y mujeres, viejos, adultos y niños, despegarlos para separarlos –y no me detengo en cuestiones de difícil digestión-, acomodarlos en carretillas, llevarlos a sitios especiales para hurgar en ellos por si tuvieran valores escondidos y después introducirlos uno a no en los hornos crematorios? ¿Le contaron que los encargados de estas tareas sabían que su propio destino iba a ser igual en pocos días? ¿Alguien le habrá informado que estos mismos prisioneros fueron los que dinamitaron uno de los hornos crematorios en Auschwitz?
Si supiera todo eso –es lo que espero de un ministro del poder ejecutivo de mi país- ¿cómo se atreve, cómo pudo ocurrírsele semejante analogía? Los pobres prisioneros que se ocupaban del trabajo más abyecto de los criminales nazis no tenían elección alguna, querían vivir un día más y tener la posibilidad de rebelarse y cuando llegara su hora, morir de manera digna y honorable luchando por la recuperación de su humanidad. ¿Pensará Boudou lo que dice o lo dice porque supone que tampoco tiene elección y también quiere estar un día más…? Y si lo consigue, ¿será que acaso espera rebelarse algún día y recuperar su honra y su dignidad? Si fuera así, vale la pena contestarle.
Diana Wang.
Presidenta de Generaciones de la Shoá en Argentina.