Cuadernos de la Shoá

Colección publicada por Generaciones de la Shoá en Argentina. Se entrega de manera gratuita. Solicitarlo a dirección@generaciones-shoa.org.ar

Tapas de cada ejemplar y enlaces para verlos en pdf y en youblisher.

Nº 1: Justos y Salvadores (2010)

tapa1 contratapa1

 

 

 

 

------------------------

Nº 2: Las dos guerras del nazismo (2011) 

tapa2

contratapa2

 

 

 

-----------------------

Nº 3: Resistir y Sobrevivir (2012)

TapaContratapa

 

 

 

 

------------------------

Nº 4: Caras de lo Humano (2013)

tapa4contratapa4

 

 

Me queda la palabra.

Comentario sobre la película de Bernardo Kononovich. Tener que comentar este documental me ha hecho mirarlo de otra manera e ir atendiendo a cuestiones que, como simple espectadora, tal vez no me habrían estimulado a pensar, a entender, a ver las entrelíneas y a adivinar intenciones, objetivos o propuestas. Ya había visto el film en ocasión de su estreno, hace diez años, pero esta nueva mirada me trajo otras reflexiones. Tal vez debidas al paso mismo del tiempo, tal vez a mi propio camino en mi contacto habitual con sobrevivientes, tal vez al gran cambio sucedido en el abordaje de la Shoá desde 2004 hasta hoy.

El título.

El título mismo del film es un resumen que, lejos de ser explícito y unívoco, es polisémico y atractivo. Tiene dos términos que me llaman a la reflexión y me abren preguntas: el “me” que refiere a la primera persona y “la palabra” que puede ser la voz, plural o individual, o simplemente el discurso de alguien, una palabra de alguien que le ha quedado a alguien.

De quién es la palabra. Según el título: ¿de quién es la palabra que le ha quedado a alguien? ¿Es del director? ¿es del sobreviviente? ¿es el relato de la escena de horror e inhumanidad? ¿en su enunciado universal es una forma de sugerir que cualquiera de nosotros podría estar en ese lugar? y, si fuera así, ¿cuál sería ese lugar en el que cualquiera de nosotros podría estar? ¿el del testimoniante, del que toma el testimonio o el del receptor? Y la palabra, ¿es una palabra o es la voz? Y si fuera la voz, ¿la voz de quién? ¿La del testimoniante? ¿la del tomador del testimonio? ¿la del realizador del film? ¿la de aquellos a los que está destinada, los espectadores? ¿al futuro?

A quién es dicha la palabra. No se trata de una confidencia a un familiar o amigo, tampoco es una crónica histórica ni social ni política ni antropológica dicha en un contexto académico. No es una declaración en un juicio en cuyo caso estaría dirigida a un jurado. Esta palabra, la palabra del testimonio de hechos de lesa humanidad, está emitida en este caso ante alguien interesado en escuchar la dimensión humana y personal de quien habla. También es alguien, Kononovich, que lo registra en un film, es decir, que lo hace para que llegue, a su vez, a otra gente. El director no es invisible, se involucra concretamente en los momentos del testimonio y se lo ve ante la pantalla en el momento de la reflexión y edición. Esta exposición habla de la complejidad del hecho en el que está envuelto y de los distintos niveles involucrados.

 

La danza de la palabra.

Es un triángulo coreográfico en el que esta palabra baila entre uno que dice, otro que oye y registra y otro que oirá más tarde, uno que pregunta, otro que reacciona y más tarde revisa, elige, edita y hace el documental, uno que se conmueve y llora, otro que se conmueve y respeta el llanto pero al mismo tiempo va computando lo que recibe para ver cómo transformarlo en una película que diga eso que quiere decir. La palabra sube y baja, grita y murmura, y en ese juego tiene ecos y resonancias que nos llegan a nosotros, ese tercero anónimo durante la conversación pero para quien estaba dirigido el encuentro, somos el sentido de esa conversación, es para nosotros, para cada uno de nosotros, un nosotros diferente cada vez que se proyecta. Y cuando nos llega, la palabra nos toca y nos invita a bailar también. Eso es lo que me resulta más rico del documental y lo que me deja con tantos interrogantes, a cual más interesante.

La pregunta del director acerca del hecho de testimoniar puede ser leída tanto desde el punto de vista del testimonio propiamente dicho como desde el punto de vista del hecho de la toma del testimonio y también desde el punto de vista del efecto del testimonio en quien lo toma y en quien después lo recibe. Palabra del sobreviviente. Palabra del entrevistador- transmisor. Palabra del receptor. Palabra triangulada que es dada y recibida de diferentes maneras en los sucesivos momentos relativos al film.

 

El testimoniante y el hablar o el callar.

En los testimonios mismos se plantea el tema del silencio en varios momentos, la necesidad de tomar distancia (Leonie Gabriel), el no querer dar lástima (Ela Bernath), las cosas que no se cuentan a nadie (Judith Rieger) y la reflexión de Abraham Huberman acerca de la revivencia del hecho de que quien testimonia. Pero también la necesidad de llevar la palabra para afuera (Mario Villani), el alivio al aligerarse de los fantasmas. Callar o hablar se presenta en este film como un tema a resolver. Hoy, diez años después, los testimonios se derraman sin dique alguno. Los oídos parecen haberse abierto y las pieles se muestran más porosas a la escucha de estos viejos que dan cuenta de aquellos horrores que han pasado. Pero en las primeras décadas el silencio fue casi una constante y se debió a múltiples razones, no solo a que no había aún oídos, sino también a otros aspectos en los que no me detendré ahora. Pero, entre ellos, quiero mencionar uno, los contenidos que suelen impedir el relato no son los relativos al horror, al dolor o al sufrimiento; lo que no se puede contar es lo relativo a la vergüenza, a la humillación y a la culpa, territorios del cuerpo, donde viven las emociones pero donde se revela de manera sórdida la apropiación del otro. En contextos de sometimiento y crueldad, se produce una insólita modificación del self y las personas se descubren en conductas, sentimientos y pensamientos que desconocían, un nuevo self los habita para que les sea posible vivir en la nueva realidad. Al salir de ella -lo que llamo el “bache”, ese accidente sorpresivo en el que se cae, pozo negro y oscuro, pura caída, sin fondo ni temporalidad, ni final anunciado- y recuperar la vida “normal”, al volver a caminar por los lugares de antes dejando el “bache” atrás, se recupera el viejo self, el de antes, y queda una especie de extrañamiento acerca de quien se fue cuando se estaba dentro del “bache”, un otro self con otras leyes y capacidades, un self que ahora se ve como ajeno, que no se adapta a la vida “normal”. De ese extrañamiento no se puede hablar, de cuando el hambre tergiversaba las percepciones de lo que estaba bien o estaba mal, cuando la exhibición de la desnudez o el ejercicio de alguna sexualidad era parte de la supervivencia, cuando aceptar la humillación era mejor que ser asesinado. De todo eso no se puede hablar porque se trata de una especie de alien que habitó ese cuerpo durante su derrumbe en caída libreo dentro del “bache”, un alien con quien es difícil convivir en el mundo recuperado.

 

Leonie plantea un tema ríspido, digno de reflexión: la pregunta de si siempre es bueno hablar. Después que lo hizo la primera vez tuvo un infarto, situación que no es común en los sobrevivientes que, en general, se alivian al poner en palabras lo que siempre guardaron en rincones oscuros y malolientes. Pero para algunos no solo no es un alivio sino que abre una especie de caja de Pandora que libera arañas pollito tóxicas y las consecuencias se ven en síntomas físicos, a veces graves. Tampoco me puedo extender acá sobre este tema pero menciono que considero que hay dos silencios diferentes como consecuencia de hechos traumáticos diferentes (el texto completo se puede ver acá). Que cuando el ataque es entre dos personas, cuando intervienen los sentimientos (odio, resentimiento, venganza, codicia, deseo sexual, de posesión, ejercicio del poder, etc) es un hecho entre dos, del orden de los mamíferos, y es beneficioso ponerle palabras lo más rápidamente posible y así volverlo operable. Cuando el ataque es de un colectivo sobre otro, cuando el individuo que ataca no lo hace por algún sentimiento personal sino por ser miembro de un estamento que se lo ordena y cuando quien lo recibe no lo recibe de manera personal sino en tanto miembro del otro colectivo a ser atacado, la cosa es de otro nivel, de un orden solo humano, el ataque es racional -ideología o política- subvierte valores fundantes de la convivencia civilizada. En este caso, el observable en distintos hechos genocidas es que hay un silencio de décadas en las cuales se recompone la confianza en la estructura social y, cuando ello ha sucedido, recién entonces se puede hablar en condiciones saludables. Para estos sobrevivientes haber callado es lo que permitió su salud física y mental y la reconstitución de sus mundos quebrantados. Los que hablaron asincrónicamente enloquecieron a sus familias según testimonian sus hijos.

 

Es potente la analogía que hace Judith, cuando dice que ha guardado sus memoria en un placard con distintos cajones y que en su testimonio “se abrieron todos juntos”. Cajón habla de muertos, de lugares en donde se entierra lo que se quiere guardar y hablar, para ella, este testimonio corresponde a un literal y metafórico desentierro.

 

Por último, respecto del testimonio mismo, menciono que su valor como documento histórico es relativo. El testimonio no es una foto fija, es móvil y refleja tanto el hecho sucedido como las circunstancias en la que es relatado. Cambia, crece, hay partes que se olvidan o dejan de lado, otras que se privilegian e iluminan, se agregan elementos que aparecen de pronto y que no habían estado antes, nunca es igual, aún en aquellos relatos que parecen estructurados y rígidos. Sin embargo, cuando varios testimonios de personas que no se conocen entre sí coinciden en algunos elementos relatados, eso se transforma en un documento con validez histórica, algo del orden de la verdad. Por eso este film como los otros realizados por Kononovich son de un gran valor documental.

 

Las películas de Kononovich

Bernardo Kononovich tiene un estilo particular de entrevistar y filmar. Lo sé porque he participado en dos de sus films. Es un hurgador del testimonio y de la persona del testimoniante. Te quiere sorprender, escudriña tu reacción, la espera, la provoca, quiere mostrar ese fragmento de verdad que escondés detrás de tu versión estructurada de tu historia, esa versión que construiste y te permite seguir viviendo. Con el cuidado de su larga experiencia como psicoanalista y mano suave, se acerca, te pide permiso y te pone un poquito en ese lugar incómodo que permite que produzcas algo nuevo, algo que te sorprende a vos mismo porque no lo habías pensado antes así. Investiga tanto en quien da el testimonio como en sí mismo, en como preguntarlo y producir ese momento que quedará registrado y que llegará al tercero de esa danza, al espectador, de modo que lo involucre, lo comprometa, le haga pensar y sentir que eso que pasa ahí es humano, que podría pasarle a cualquiera. En cada film, en cada testimonio, Kononovich apela a lo universal y cuanto más se acerca su cámara a la lágrima que se desliza por una mejilla ajada, cuanto más sigue la crispación de unos dedos que son todo un discurso cuando la palabra se ha silenciado, ahí estamos todos en nuestras vulnerabilidades y penas, en nuestras fortalezas y descubrimientos.

 

La eternidad.

Un último comentario acerca que representa la fijación en un film.

“Me queda la palabra” fue filmada hace 10 años. Leonie y Abraham hoy ya no están. Impresiona la fuerza de la imagen y la voz, la manera en que nos eterniza. El cine cumple finalmente la promesa de la eternidad, no hace falta ya imaginar que seguiremos vivos en infiernos ni paraísos o reencarnaciones como premio o castigo, allí estaremos todos los que alguna vez hemos sido capturados por una cámara, vivos para siempre de manera inédita en la historia de la humanidad. Antes quedábamos tan solo en la memoria de los nuestros, memoria que se desleía con el paso del tiempo hasta quedar en fragmentos de anécdotas o frases sueltas. Ahora en un vuelco un tanto siniestro, hasta esa memoria está siendo subvertida y reconfigurada. Veo a Abraham y a Leonie como los recuerdo vivos, hasta casi puedo evocar sus energías y sus olores y me extraña mirar a mi alrededor y no verlos y saber que ya no están. Pero están allí y, curiosa y misteriosamente, estarán siempre, aún cuando nos hayamos muerto los que los hemos conocido. Es raro. En el film estás detenido en un momento de tu vida, en una edad que contraría el paso del tiempo y la experiencia humana. En el film Me queda la palabra, quedan muchas otras cosas. Además de todas las preguntas que he planteado, quedan estas personas vivas para siempre contando ad eternum su mismo relato que será resignificado una y otra vez por los nuevos públicos que encontrarán en sus palabras otras coreografías y, esperemos, mejores horizontes.

 

Diana Wang en la Sociedad Hebraica Argentina, 16 de julio 2014

 

¿Los judíos ashkenazis son más inteligentes?

¿Por qué el coeficiente intelectual de los judíos ashkenazi es tan alto? - Veinte posibles explicaciones. Por Hank Pellissier Los judíos ashkenazi son inteligentes. En general asombrosamente brillantes,. Impresionantes en capacidad mental. ¿Cómo lo lograron?

Los judíos ashkenazi, también conocido como askenazíes, son los descendientes de los judíos de Alsacia medieval y del valle del Rin y, más tarde, de toda Europa Oriental. Originalmente, por supuesto, eran de Israel. La investigación genética de la Escuela de Medicina Albert Einstein sugiere que el linaje asquenazí es una ramificación, hace 2.500 años, de otros grupos judíos de Israel, y que el 40% de ellos son descendientes de sólo cuatro madres judías. Aproximadamente el 80% de los Judíos del mundo de hoy son askenazíes, y el resto principalmente sefardí.

Los investigadores que estudian a los askenazíes están de acuerdo en que los hijos de Abraham están en la parte superior de la tabla de coeficiente intelectual. Steven Pinker – que, en 2007, pronunció una conferencia sobre "Los Judíos, los Genes y la Inteligencia" - dice que "Su coeficiente intelectual promedio se ha medido en 108-115". Richard Lynn, autor de "La Inteligencia de los Judíos de Estados Unidos" de 2004, dice que es "sólo" un poco más alto que el promedio: 107,5. Henry Harpending, Jason Hardy y Gregory Cochran, autores del informe de investigación de 2005 de la Universidad de Utah, "Historia Natural de la Inteligencia de los Ashkenazi", afirma que sus sujetos, "marcan desviaciones estándar de 0,75 a 1,0 por encima de la media general europea, que corresponde a un coeficiente intelectual de 112 a 115”. Charles Murray, en su ensayo de 2007 "El Genio Judío", dice "su promedio está en algún lugar en el rango de 107 a 115, siendo 110 un plausible valor".

Un coeficiente intelectual judío promedio de 115 es 8 puntos mayor que el coeficiente intelectual generalmente aceptado de sus más cercanos rivales – los asiáticos nororientales - y aproximadamente 40% más alto que el coeficiente intelectual promedio mundial de 79,1 calculado por Richard Lynn y Tatu Vanhanen en Coeficiente intelectual e Inequidad Global.

Además, considérese esta sorprendente perlita: las puntuaciones del coeficiente intelectual ashkenazi "visual-espacial" son sólo mediocres; en un estudio su promedio en esta categoría estuvo por debajo del promedio 98. Superan esta predisposición llegando a cifras astronómicas en "coeficiente intelectual verbal", que incluye razonamiento verbal, comprensión, memoria de trabajo y habilidad matemática; una encuesta de 1958 de estudiantes de yeshiva encontró un coeficiente intelectual verbal promedio de 125,6.

¿Qué significa que los askenazíes tienen un alto coeficiente intelectual, en términos de producción de "genios"? Con su población tan pequeña - un mero 0,25% del total mundial - ¿hace alguna importante diferencia? La respuesta es SÍ. Se utiliza una "curva de campana" [curva de Gauss] para ilustrar el percentil del índice de inteligencia en un grupo específico - en una "población general", donde el coeficiente intelectual promedio es 100, la curva asume estas proporciones:

Coeficiente intelectual menor de 70 - 2,5%

Coeficiente intelectual entre 70 y 85 - 12.5%

Coeficiente intelectual entre 86 y 100 - 35%

Coeficiente intelectual entre 101 y 115 - 35%

Coeficiente intelectual entre 116 y 130 - 12.5%

Coeficiente intelectual mayor de 130 - 2,5%

Aplicando la misma curva de campana para los ashkenazim, pero con un incremento de 17 puntos en el coeficiente intelectual promedio (usando la cifra de De La Oportunidad a la Elección) se obtiene el coeficiente Intelectual modificado a continuación:

Coeficiente intelectual menor de 87 - 2,5%

Coeficiente intelectual entre 88 y 102 - 12.5%

Coeficiente intelectual entre 103 - 117 - 35%

Coeficiente intelectual entre 118 y 132 - 35%

Coeficiente intelectual entre 133 y 148 - 12.5%

Coeficiente intelectual mayor que 148 - 2,5%

Este desplazamiento hacia arriba de la curva de campana por más de una desviación estándar (15 puntos) significa que los ashkenazim son, más de cinco veces, elegibles para Mensa (coeficiente intelectual mínimo 130) y tienen, más de cinco veces, el coeficiente intelectual promedio de un graduado de la Ivy League.

En realidad, los askenazíes están matriculados en la Ivy League en una proporción diez veces mayor que su número; por ejemplo representan el 30% de los estudiantes de Yale, el 27% de Harvard, el 23% de Brown, el 32% de Columbia, y el 31% de Pennsylvania.

 

Esto sugiere que, o bien la "curva de campana" fue levantada un poco más para los Ashkenazi en la parte alta o hay factores adicionales que mejoran su aptitud para tener éxito. En cuanto a la primera posibilidad, Charles Murray señala que "la proporción de judíos con un coeficiente intelectual de 140 o mayor es de alrededor de seis veces la proporción de todos los demás". Harpending, Hardy y Cochran tienen más o menos la misma ecuación; "4 de cada 1.000 europeos del norte tienen un coeficiente intelectual mayor de 140, pero 23 de cada 1.000 judíos tienen 140 o más". Murray también transmite un informe de la parte alta, en el rango de genio, cuando señala que una encuesta de 1954 de los niños de las escuelas públicas de Nueva York con coeficiente Intelectual mayor de 170 reveló que 24 de los 28 eran judíos.

Ahora que he establecido que los ashkenazi tienen coeficientes intelectuales superlativos, veamos lo que han logrado con sus cerebros altamente funcionales.

En el siglo XIX, Mark Twain señaló que:

[Los judíos] son peculiar y conspicuamente la aristocracia intelectual del mundo... las contribuciones [judías] a la lista mundial de los grandes nombres de la literatura, la ciencia, el arte, la música, las finanzas, la medicina y los estudios abstrusos, están muy fuera de proporción respecto de la flaqueza de su cantidad. Han luchado maravillosamente en este mundo... y lo han hecho con las manos atadas a la espalda.

El comentario de Twain no está fechado. Después de su declaración, los judíos ashkenazi continuaron superando mentalmente otros datos demográficos, a menudo sufriendo terribles consecuencias por su trabajo. He aquí una breve lista de logros ashkenazi en los últimos 90 años.

Premios Nobel: Desde 1950, el 29% de los premios han sido para ashkenazim, a pesar de que representan sólo una pequeña fracción de la humanidad. Los logros ashkenazi en esta área son 117 veces mayores que su porcentaje en la población. Este ritmo no se está desacelerando; se está acelerando. En el siglo XXI, han recibido el 32% del total, y en 2011, cinco de los trece ganadores del Premio Nobel fueron judíos - 38,5%.

Hungría en la década de 1930: Los askenazíes eran el 6% de la población, pero componían el 55,7% de los médicos, el 49,2% de los abogados, el 30,4% de los ingenieros y el 59,4% de los funcionarios de bancos; además eran dueños del 49,4% de la industria metalúrgica, del 41,6% de las fábricas de maquinaria, del 72,8% de la fabricación de prendas de vestir, y, como propietarios de viviendas, recibían el 45,1% de los ingresos por alquiler de Budapest. Los judíos eran similarmente exitosos en los países vecinos, como Polonia y Alemania.

"Cifras significativas": En "El Genio Judío", de Charles Murray, el autor hace un recuento de personas importantes que contribuyen en una variedad de vocaciones, observando cuán inmensamente sobre representados están los judíos, comparado con lo que podría esperarse debido a su escasa población. Su conclusión, en diversas categorías es: Biología - judíos "significativos" aparecen multiplicando por 5 el porcentaje de su población, Química por 6, Física por 9, Literatura por 4, Música por 5, Artes Visuales por 5, Matemáticas por 12, Filosofía por 14.2

EE.UU. (hoy): Los judíos ashkenazi comprenden el 2,2% de la población de EE.UU., pero representan el 30% de los profesores en las universidades de élite, el 21% de los estudiantes de la Ivy League y el 25% de los ganadores del Premio Turing. Además, "Los judíos son más del 50% de los doscientos principales intelectuales... el 40% de los socios en las principales firmas de abogados de Nueva York y Washington... el 59% de los directores, escritores y productores de las cincuenta películas más taquilleras…"

Israel: En el año 1922 estas pantanosas y desérticas tierras tenían una población empobrecida de 752.000 habitantes. Hoy en día hay 7.746.000 habitantes, con una gran población ashkenazi (3 millones y el 60% de la fuerza laboral) que han elevado a Israel a una nación emprendedora de alta tecnología con el mayor ingreso per cápita de la región. Israel está primero en el mundo en estudios de postgrado, 1o en museos, 1o en computadoras personales, y 1o en publicación de artículos científicos.

Personalmente, creo que la estadística del Premio Nobel es la más asombrosa. Considere esto: si todo el mundo en el planeta fuera judío ashkenazi, el resultado sería que habría 117 veces más individuos de la envergadura de ganador del Premio Nobel, con 117 veces más de logros espectaculares, ¿por año? ¡SINGULARIDAD INSTANTÁNEA! Sin ninguna ayuda de Inteligencia Artificial...

Los logros judíos sefardíes están representados en muchas de las categorías anteriores, especialmente en las estadísticas del Premio Nobel. Cuando este artículo fue publicado inicialmente - en una versión más corta, el 7 de agosto de 2011, por el Instituto para la Ética en la Tecnología Emergente (ieet.org) – los judíos sefardíes expresaron cierta perturbación porque fueron omitidos en el ensayo. Con esta demasiada breve lista de notables de su linaje, me gustaría reconocer la inmensa contribución de los judíos sefardíes:

Elias Canetti (Premio Nobel de Literatura, 1981), Tobias Michael Carel Asser (Premio Nobel de la Paz, 1911), Rene Cassin (Premio Nobel de la Paz, 1968), Franco Modigliani (Premio Nobel de Economía, 1985), Francois Jacob (Premio Nobel de Medicina/Fisiología, 1965), Salvador Luria (Premio Nobel de Medicina/Fisiología, 1969), Baruj Benacerraf (Premio Nobel en Medicina/Fisiología, 1980), Rita Levi-Montalcini (Premio Nobel de Medicina/Fisiología, 1986), Emilio Segre (Premio Nobel de Física, 1959), Claude Cohen-Tannoudj (Premio Nobel de Física, 1997), además del filósofo Jacques Derrida, el economista/filántropo Bernard Baruch, el pintor Amedeo Modigliani, y Benjamin Disraeli, el Primer Ministro Británico.

En la época medieval, los logros sefardíes fueron también bastante significativos. En la Introducción a la Historia de la Ciencia, de George Sarton, el autor señala que 95 de entre 626 científicos del mundo, entre 1150 y 1300, fueron judíos sefarditas - 15% - muy por encima de su proporción en la población.

Sin embargo, cuando en la actualidad se registra el coeficiente intelectual sefardí, las sumas no son más altas que la media del norte europeo, y definitivamente no son tan elevadas como las de los ashkenazi.

Prosigamos. Con los hechos que he presentado, sólo el lector más obtuso puede oponerse a mi dictamen de que los judíos ashkenazi son, en promedio, extraordinariamente inteligentes. No estoy reivindicando la especificidad cognitiva ashkenazi porque soy filo-semita, o sionista, o pro-israelí. Lo señalo porque es una verdad irrefutable.

Dicho esto, la pregunta que mi ensayo trata de desentrañar es... ¿Por qué? ¿Por qué el coeficiente intelectual de los judíos ashkenazi es tan alto? ¿Es debido a su genética, al medio ambiente, a la cultura, a la educación, o a una singular combinación de múltiples factores?

En mi primera publicación de este ensayo, proporcioné ocho razones para el elevado coeficiente intelectual ashkenazi. Pero entonces, recibí un aluvión de sugerencias por correo electrónico (muchas de profesores) brindándome información adicional. En este ensayo ampliado, están ahora enumeradas veinte teorías, y he tratado de dar a mis fuentes el crédito que merecen, a pesar de que - en varios casos - no tengo sus nombres reales, sólo sus apodos de chat de Internet. Aquí está mi nueva lista - muchas relacionados entre sí – presentada aproximadamente en orden cronológico:

Eugenesia babilónica - En el año 586 AEC, Jerusalén fue totalmente destruida por los babilonios, encabezados por su monarca Nabucodonosor, que "llevaron al exilio... a todos los funcionarios y combatientes, y a todos los hombres con oficio y artesanos [judíos]... sólo quedaron los más pobres del país" (Reyes 24:10-14). Los Indestructibles Judíos, de Max Dimont, define a los deportados como "la flor de la aristocracia y los intelectuales de Judea".

Los judíos exiliados de esta primera diáspora se convirtieron en altamente exitosos en Babilonia. Dimont afirma: "En las bibliotecas de Babilonia, los intelectuales judíos encontraron un nuevo mundo de nuevas ideas. En cinco décadas, los judíos exiliados se mecían en la superficie de los niveles más altos de la sociedad babilónica, en empresas de negocios, en el mundo académico, en los círculos de la corte. Se convirtieron en líderes en el comercio, en hombres del saber, en asesores de reyes".

En el año 538 AEC, el rey persa Ciro el Grande concedió el permiso para que los judíos regresaran a su tierra natal. Judíos ricos - que habían establecido rutas comerciales exitosas y empresas en Babilonia – financiaron a los fervientes repatriados que querían volver a asentarse en Judea. Los primeros intentos fracasaron pero, con el tiempo, 1.760 colonos dirigidos por el profeta Ezra y el gobernador Nehemías reconstruyeron el muro de Jerusalén y resucitaron la nación. Estos judíos "babilonios" que regresaron a Israel descubrieron que sus hermanos más pobres, que hacía medio siglo se habían quedado, se habían escurrido hacia la asimilación, esfumándose en los credos paganos vecinos. Cyril Darlington, en su libro La Evolución del Hombre y la Sociedad, sugiere que la separación temporaria de la elite judía, y la remoción permanente de las personas sin educación y no calificadas, proporcionaron un impulso genético intelectual al judaísmo.

Los judíos que regresaron instituyeron también dos costumbres que mejoraron la solidez mental del futuro de su cultura. Se hizo cumplir la prohibición de los matrimonios mixtos con gentiles, y los primeros cinco libros de Moisés fueron canonizados como la Torá.

Pueblo del Complejo Libro: La Torá (los cinco primeros libros de la Biblia judía) y el Talmud (registros de discusiones rabínicas) son intelectualmente complejos y sofisticados. Se requiere de los practicantes del judaísmo que aprendan y estudien las extensas y mentalmente rigurosas leyes. El contenido temático de los pasajes de las Escrituras no es simplista o literal, está, por el contrario, diseñado para la comprensión en múltiples, metafóricos y abstractos niveles. La fe ciega y la devoción servil, alentada por otras religiones, no es conducente para el judaísmo. En cambio, el culto en el antiguo monoteísmo exige habilidades de alfabetización significativas debido a las demandas cognitivas de los textos, con una tradición que sostiene que la comprensión del Talmud exige "estudiar siete horas diarias durante siete años". Charles Murray señala que "ninguna otra religión demanda tanto de todo el conjunto de sus creyentes", con el consiguiente comentario que "el judaísmo evolucionó de tal manera que ser un buen judío significaba que un hombre tenía que ser inteligente".

Higiene y Dieta Saludable:ElProfesor Sam Lehman-Wilzig de la Universidad Bar-Ilan de Israel me proporcionó esta teoría. Su sugerencia se basa en el hecho de que - debido a sus prácticas habituales - los judíos probablemente disfrutaron de una mejor higiene que los gentiles. Señala el lavado de las manos judío antes de cada comida, el baño de los hombres por lo menos una vez a la semana en la "mikve" (una casa de baños de purificación), y el baño de las mujeres por lo menos una vez al mes, después del fin de su menstruación. También señala que la restricción a la carne de cerdo impidió que los judíos contrajeran triquinosis. (Víctimas famosas de esta enfermedad parasitaria incluyen a Gautama Buda y Wolfgang Mozart). Con menores tasas de enfermedades, los cuerpos judíos no habrían sufrido tanto como los cuerpos gentiles y esto habría mejorado sus capacidades mentales.

Esta noción se ha reiterado en otro lugar. En 1953, la investigación del farmacólogo de la Universidad Johns Hopkins, David I. Macht supuso que todas las decenas de artículos cárneos prohibidos por las leyes dietéticas judías en Deuteronomio y Levítico son, de hecho, más perjudiciales que la carne kosher, que estaba permitida. Además, en el último libro de la Supervivencia de los Más Enfermos, el escritor Sharon Moalem sugiere que los judíos, quitando toda la levadura de sus casas durante Pesaj, ayudaron a mantener fuera a las ratas que propagaron la peste bubónica en el siglo XIII. Por último, pero no menos importante, los judíos ashkenazi ricos de Europa oriental que habitaban en casas más grandes, habrían sobrevivido epidemias más fácilmente porque no sufrieron la misma alta tasa de infección múltiple que se producía en casas más pequeñas con mayor hacinamiento.

La amplia correlación entre un alto coeficiente intelectual y dieta sana, enfermedades infecciosas, sanidad y hacinamiento hogareño, es examinada a través de estudios de investigación, en los últimos capítulos de este libro, particularmente en "Primeros Años".

Énfasis en la Educación Desde AEC - Jeremías Unterman de Jerusalén me informó que la Torá ordena a cada padre judío enseñar la Torá a sus hijos, y Marisa Landau señala, en una discusión en futurepundit.com del 4/06/05, que la religión judía prohibe mantener analfabetos a los niños. Además, Landau informa que las mujeres judías aprendían a leer y escribir, un fenómeno que era único en el mundo antiguo. Landau menciona también que había una vieja costumbre entre los judíos, la de proporcionar una pensión completa - de hasta 10 años - a un yerno inteligente que deseaba dedicarse por completo al estudio. Los judíos, parece, inventaron la noción de "becas".

En la época medieval, el monje francés Pedro Abelardo (1079-1142) escribió esto acerca de la educación judía: "Un Judío, por más pobre que sea, aunque tenga diez hijos, les dará instrucción, no por ganancia como hacen los cristianos, sino para la comprensión de la ley de Dios. Y no sólo a sus hijos, también a sus hijas”.

Escuelas Obligatorias Para Varones - En el año 64 AEC, el sumo sacerdote Josué ben Gamla emitió e implementó una ordenanza obligando a la escolaridad para todos los niños a partir de los 6 años. En 100 años, los judíos habían establecido la alfabetización universal masculina y la aritmética, la primera etnia en la historia en lograr esto.

El progresista y exigente edicto produjo un enorme cambio demográfico. El a menudo prohibitivo costo de educar a los niños, en la economía de subsistencia agrícola de los siglos II al IV, motivó que numerosos judíos se convirtieran voluntariamente al cristianismo, lo que llevó a una disminución de la población judía de 4.500.000 a 1.200.000.

La "eugenesia" natural favoreció a dos grupos por esta situación: 1) a los hijos de los ricos, aparentemente judíos más inteligentes, que podrían proporcionar una mayor financiación para las escuelas que mantuvieron a su prole como judíos, y, 2) a los chicos más inteligentes que podrían aprender rápidamente a leer, escribir y aritmética a un ritmo en el que podían permitirse "permanecer judíos".

¿Quién quedó fuera? ¿Fuera del acervo genético? Respuesta: los más pobres, judíos sin educación, y/o aquellos con el más bajo coeficiente intelectual.

Ascenso a la Categoría Urbana – En el siglo I DEC el 80-90% de los judíos eran agricultores. Pero, para el año 1000 DEC, sólo el 10-20% se mantuvo en la agricultura. La educación requerida por la ordenanza de Joshua ben Gamla proveyó de habilidades verbales y matemáticas a los niños judíos, permitiéndoles salir de la vida rural de subsistencia hacia las profesiones urbanas altamente calificadas, implicando ventas, comercio y transacciones financieras.

Pasar de un entorno pastoral a las ciudades pone en marcha un impulso del coeficiente intelectual, debido al aumento de la complejidad, la alfabetización y la tecnología del urbanismo. Un estudio de la Universidad Nacional de Hanoi de 2006 mostró una enorme diferencia de 19,4 puntos del coeficiente intelectual entre estudiantes de la ciudad y del campo. Una encuesta de 1970 en Grecia registró una diferencia de 10 a 13 puntos. Otros estudios señalan diferencias más pequeñas de sólo 2-6 puntos, pero en todos los casos, los residentes urbanos siempre obtienen mejores calificaciones, y los judíos son una de las etnias más largamente urbanizadas del mundo.

Dialéctica y Pensamiento Racional – El Dr. Sam Lehman-Wilzig me informó que uno de los enfoques del aprendizaje judío digno de mención es la "dialéctica". El Talmud en sí no es un "código legal", sino un enorme compendio de DISCUSIONES. Los judíos son estimulados a ver un problema con diferentes perspectivas y se les enseña a cuestionar todo, incluida la Ley, la lógica del rabino, y el propio sistema de creencias. Los rabinos desarrollaron principios argumentativos, todo un sistema de cuestionamiento que los judíos han utilizado durante 2.000 años, tanto en debates religiosos como seculares.

La dialéctica no fue un invento "judío": Fue una técnica de aprendizaje que los judíos tomaron prestada y adaptaron de la filosofía griega; la síntesis es una 'metodología socrática judía'. Las huellas de la influencia griega son evidentes en el Seder de Pesaj, en el que el padre judío está reclinado sobre una almohada (similar a los griegos), mientras que el niño judío más joven hace Cuatro Preguntas. Este método de aprendizaje fue único en la Edad Media, en comparación con las tradiciones 'autoritarias' de la Europa católica.

El Dr. Sanford Aranoff, Profesor de Ciencias y Matemáticas de la Universidad Rider, me transmitió un mensaje similar. En su opinión, el judaísmo se basa en los principios del pensamiento racional. (El pensamiento racional comienza con principios claramente establecidos, continúa con deducciones lógicas, y luego examina la evidencia empírica para modificar, posiblemente, los principios).

Las habilidades analíticas y estratégicas desarrolladas, tanto por la dialéctica judía como por el pensamiento crítico, son un componente importante de los test de coeficiente intelectual, y son esenciales en las carreras jurídicas, académicas, científicas y de ingeniería.

Los Clérigos Inteligentes Procrean: Una importante diferencia entre el catolicismo y el judaísmo es que los sacerdotes han sido célibes desde que el Concilio de Cartago del siglo cuarto decretó que se abstengan de las relaciones conyugales, mientras que los rabinos judíos siempre han sido alentados a casarse y multiplicarse. En la Edad Media esto dio lugar a la depresión masiva del coeficiente intelectual de los católicos, porque sus chicos más brillantes y académicamente dotados eran usualmente encerrados en seminarios que desperdiciaban su acervo genético. Mientras tanto... los doctos y escolásticos rabinos judíos se casaban con mujeres inteligentes y creaban grandes e inteligentes familias. Tres volúmenes que analizan este fenómeno son Anarquía, Estado y Utopía de Robert Novick, La Mística Judía de Ernst Vandenberg, y Una Historia de los Judíos de Paul Johnson.

Procrear Cerebros:

"Nuestros rabinos enseñan, Permítasele a un hombre que venda todo lo que tiene y se case con la hija de un hombre culto. Si no puede encontrar a la hija de un hombre culto, permítasele casarse con la hija de uno de los grandes hombres de su época. Si no encuentra una así, permítasele casarse con la hija de uno de los dirigentes de la congregación, o, en su defecto, con la hija de un recaudador de la caridad, o incluso con la hija de un maestro de escuela; pero no se le permita casarse con la hija de un analfabeto, porque los ignorantes son una abominación, como también sus esposas y sus hijas". P'sachim, fol. 49, col. 2.

Textos judaicos como el de arriba enfatizan reiteradamente que el conocimiento y la inteligencia son virtudes supremas, siendo la ignorancia el lastre más grosero. Siguiendo esta máxima, los judíos mejoraron su acervo genético para la inteligencia. En Una Historia de los Judíos, el escritor Paul Johnson señala que, "entre los judíos las personas más inteligentes siempre han sido muy valoradas y buscadas como esposos, de modo que procrearan y difundieran sus buenos genes". Charles Murray observó otra tendencia en la formación de parejas, cuando señala que "al casar a hijos de estudiosos con hijos de comerciantes exitosos, los judíos estaban, prácticamente, uniendo a los seleccionados por la capacidad de razonamiento abstracto con los seleccionados por la inteligencia práctica".

 

Mientras tanto, los católicos se casaban por razones "de clase", inclinándose por ganancias aristocráticas de sangre azul que no tenían ningún vínculo con la inteligencia. También se deseaba la fuerza física y el valor de valientes caballeros en el campo de batalla - esta exaltación del músculo sobre el cerebro, igualmente, no hizo nada para incrementar el coeficiente intelectual colectivo de esa religión.

Idiomas del Comercio: Los comerciantes Ashkenazi difundían sus mercancías sobre una vasta área, originalmente en las regiones islámicas, pero más tarde internacionalmente – desde el caucho de Brasil hasta la seda de China. Para prosperar en el intercambio, memorizaban múltiples idiomas. La tribu sin estado, de todos modos, necesitaba variada fluidez para comunicarse en tierras adoptivas con sus vecinos que hablaban alemán, polaco, letón, lituano, húngaro, ruso, ucraniano, francés, holandés, etc.

El ashkenazi desarrolló una "fusión" lingüística: el yiddish (alemán, hebreo, arameo, además de otras lenguas eslavas y un toque de romance). En su mejor momento - antes de la Segunda Guerra Mundial – el yiddish era hablado por 13 millones de personas. El políglota lenguaje produjo una ejemplar cultura en la literatura, el teatro y el cine.

Hoy los neurólogos reconocen que el aprendizaje de varios idiomas mejora la memoria, la flexibilidad mental, la resolución de problemas, el pensamiento abstracto, y la formulación de hipótesis originales. Las explicaciones de los beneficios abundan; Recomiendo prestar atención al video, "El Bilingüismo Sobrealimenta el Cerebro de su Bebé".

Restringidos a la Brillantez: Entre 800 y 1700 DEC, los judíos de Europa fueron excluidos oficialmente de las ocupaciones "comunes", como la agricultura, De hecho, por lo general no se les permitió poseer tierras. Las restricciones obligaron a los ashkenazim, durante 900 años, a dedicarse a las profesiones urbanas que eran cognitivamente más exigentes, como el comercio, la contabilidad, las ventas y la inversión. La habitual prohibición cristiana contra el cobro de intereses por préstamos de dinero - prohibido como "usura" - ayudó a abrir las ocupaciones bancarias y financieras para los judíos. Los registros históricos revelan que el 80% de los judíos de Roussilon, en el sur de Francia, en 1270, eran prestamistas.

Más tarde, después de que fueran expulsados ​​de Europa occidental, los ashkenazim fueron bienvenidos en Polonia como inversores urbanos e iniciadores del comercio que podrían ayudar a modernizar la nación. También eran muy demandados para puestos de dirección de nivel medio porque tenían habilidades matemáticas y de administración de empresas.

Los askenazíes que no eran, matemática y verbalmente, lo suficientemente versados para tener éxito en estos trabajos de "cuello blanco" se alejaron del judaísmo – los de bajo coeficiente intelectual fueron hechos a un lado. Por el contrario, los comerciantes más exitosos y los contadores formaron familias más numerosas, legando una proporción cada vez mayor de cerebros algebraicos.

Esparcidos Por la Persecución: Los askenazíes más inteligentes y/o ricos estaban mejor equipados para escapar de las inquisiciones, pogromos, persecuciones, holocaustos y otras amenazas genocidas porque: 1) podían permitirse el lujo de emigrar; 2) podían predecir la necesidad de hacerlo; y 3) tenían oportunidades sociales y económicas en los países a los que huyeron. Los ashkenazi más pobres, menos conectados y menos astutos mermaron inexorablemente.

La reiterada aniquilación, expulsión y huida del pueblo judío es universalmente conocida. La primera diáspora de Babilonia ya ha sido mencionada. Una segunda diáspora es comúnmente considerada como una serie de dispersiones desde Israel después del fracaso de las revueltas judías contra el Imperio Romano entre el año 70 DEC hasta 135 DEC. En 629 DEC, el rey Dagoberto de los francos ordenó a los judíos a convertirse, abandonar su tierra o enfrentar ejecución. La Primera Cruzada, 1096-1099 DEC, masacró cruelmente a miles de ashkenazi, un estimado del 25%. Los judíos fueron expulsados ​​de Inglaterra en 1290, de Francia en 1394 y de partes de Alemania en el siglo XV. Los pogromos en el Imperio Ruso, en el siglo XIX y principios del siglo XX, asesinaron a un considerable número de judíos, y el Holocausto, instigado por Adolf Hitler, condujo al genocidio de aproximadamente seis millones, principalmente ashkenazi.

Cuándo y dónde fuere que comenzara la persecución, era más probable que los judíos escaparan si podían pagar su salida, o si eran lo suficientemente ricos como para tener caballos, carruajes, empleados como guardias, parientes ricos a dónde huir, y amigos en "elevados puestos". Frecuentemente, un alto coeficiente intelectual ha sido correlacionado con el éxito económico.

Genio Enfermo: Los askenazíes son presa de alrededor de diecinueve enfermedades genéticas debilitantes, y se ha conjeturado que varias de ellas podrían tener "efectos secundarios" cognitivos que pueden mejorar la inteligencia. Muchos de los trastornos pueden matar o debilitar seriamente a los que tienen dos copias del gen, pero si se hereda sólo una, se obtiene una "ventaja heterocigótica" que puede incluir la promoción del crecimiento de las neuronas y acelerar la interconexión de las células cerebrales. Por ejemplo, tener sólo uno de los alelos de Tay-Sachs y Niemann-Pick - GM2 gangliósido - podría aumentar moderadamente el crecimiento de las dendritas.

Otra dolencia ashkenazi es la enfermedad de Gaucher, que parece promover el crecimiento axonal y la ramificación. Un estudio descubrió que 255 empleados, pacientes de la enfermedad de Gaucher en el Shaare Zedek Medical Centre de Jerusalén, tenían ocupaciones que requieren un coeficiente intelectual superior a 120, y el 15% eran científicos. Otra encuesta de askenazíes con distonía de torsión reveló un coeficiente intelectual promedio de 121.

Entrevisté a Gregory Cochran por correo electrónico; es co-autor del informe de investigación de la Universidad de Utah de 2005, "Historia Natural de la Inteligencia Ashkenazi". En sus palabras, "cualquier estímulo del coeficiente intelectual debido a la enfermedad de Gaucher de menos de 10 a 15 puntos [sería] una ganga [pero] podría ser así de grande para la distonía de torsión: todos los que los han tratado se maravillan de lo agudos que son... [Sin embargo] en nuestra opinión sólo una fracción [del incremento del coeficiente intelectual ashkenazi] se debe a mutaciones particulares como Gaucher". En otra entrevista, Cochran precisó las fracciones como "Uno de cada dos mil askenazi, a lo sumo, porta una mutación de Tay-Sachs y una mutación de Gaucher, las dos más comunes".

Después de residir con vecinos de Europa oriental durante más de un milenio, los ashkenazim no son una etnia aislada. Mientras que muchos observadores sugieren que son 30% europeos, un estudio de la Universidad Emory concluyó que los investigadores "pudieron estimar que entre el 35 y el 55 por ciento del moderno genoma ashkenazi proviene de ascendencia europea".

Pensamiento Positivo - Aubrey Max Sandman, PhD, un ingeniero eléctrico de Londres, me envió un correo electrónico afirmando que la actitud positiva es lo que cuenta, no la genética. Su opinión es que los no judíos no trabajan tan duro como los judíos para alcanzar su máximo potencial.

En la actualidad, el "pensamiento positivo" eleva efectivamente el coeficiente intelectual. Una investigación de 2011 en la Universidad del Estado de Michigan reveló que la "actitud" de un sujeto provoca una diferencia en la inteligencia, porque su actitud determina si reacciona, en relación a sus errores, de forma productiva o auto-destructiva. El informe será publicado en un próximo número de la revista Psychological Science, espero que con los datos específicos graficando los incrementos del coeficiente intelectual.

Jaque Mate: El ajedrez ha sido históricamente una actividad altamente favorecida entre los askenazíes; una revista de 1905 lo describió como el "Juego Nacional Judío". Casi el 50% de los grandes maestros son ashkenazi. Las habilidades visuales, de organización y estratégicas requeridas por el ajedrez desarrollan el precúneo en el lóbulo parietal superior y el núcleo caudado, una parte de los ganglios basales en la región subcortical. Es cierto que estas ventajas no son hereditarias, pero los jóvenes que practican el juego pueden incrementar su almacenamiento de memoria, la planificación estratégica y el coeficiente intelectual.

Información adicional sobre los beneficios del ajedrez se puede encontrar en mi capítulo posterior, "Los Años de la Escuela."

Mentes Melódicas: La música ha sido venerada en las tradiciones religiosas de los judíos durante 3.000 años. Los Klezmer "alcanzaron un nivel muy alto de sofisticación y ornamentación", según el Instituto de Música Judía, y los compositores e instrumentistas ashkenazi contribuyen enormemente a la música clásica occidental (un sitio web de historia declara… "Los Judíos ´Poseen’ el Violín”). ¿Siglos de práctica dieron sus frutos? Hoy los investigadores creen que la formación musical optimiza el desarrollo de las neuronas y mejora la función del cerebro en matemáticas, análisis, memoria, creatividad, manejo del estrés, concentración, motivación y ciencia.

Información adicional sobre los beneficios de la formación musical puede encontrarse en los siguientes capítulos: "Primeros Años" y "Años de Escolaridad".

Familias Acomodadas y Apoyadoras, Con Grandes Expectativas: En el nivel neurológico, el éxito promueve el éxito. La victoria produce un torrente de dopamina, un neurotransmisor que activa la motivación para obtener más logros. Los niños ashkenazi generalmente entienden que son capaces de un alto rendimiento, y son instados a desarrollar sus habilidades para contribuir a la humanidad.

¿Es necesaria una severa disciplina para producir estos resultados? Los ashkenazim han desalentado dar nalgadas a sus hijos; parecen ser suficientes fuertes lazos familiares, estímulo incesante y duro y concentrado trabajo en excelentes instituciones.

También son importantes los ingresos disponibles que les permitan a los hijos estudiar y desarrollarse intelectualmente; la riqueza también permite el acceso a escuelas de élite. Las encuestas indican que los judíos estadounidenses tienen casi el doble de ingresos que los no judíos, además de que tienen 2,5 veces más bienes de capital. ¿El resultado? El judío estadounidense promedio recibe 2,5 años más de educación. Incluso durante la Edad Media muchos judíos eran, en estatus económico, de clase media y alta, una condición que aseguraba una buena educación para sus hijos.

¿El Untermensch Se Va a Otra Parte? Un comentarista judío de más de 40 años de edad, de la ciudad de Nueva York, con la nomenclatura "ASAMATTEROFFACT" me informó que - en su opinión – los ashkenazi que carecen de una gran inteligencia y creatividad terminan sintiéndose inferiores. Él cree que esto a la larga conduce al "untermensch" que se casa fuera de la tribu. Sólo el ubermensch permanece para reproducirse. Su punto de vista fue repetido por otro colaborador - Efox"- quien declaró que los judíos menos inteligentes incapaces de ser su propio "Sacerdote” inevitablemente abandonan el judaísmo para unirse a otra religión.

Rabinos Empáticos - Un comentarista que se identificó como "zeev from jew york city" me informó que muchos rabinos eran "Einsteins de la Empatía" - increíblemente amables, pacientes, cariñosos y comprensivos hacia otros seres humanos. Los "empáticos" de alto nivel afectan a sus congregaciones, haciendo que sus vidas sean mejores y promoviendo sus ambiciones e iniciativas.

En posteriores capítulos ("Primeros Años" y "Años de Escolaridad") analizo los beneficios para el mayor coeficiente intelectual del "Apoyo Emocional" y la "Eficacia de los Maestros" - dos dones que, sin duda, fueron proporcionados por rabinos compasivos.

¿Miedo al Antisemitismo? - El comentarista "Morris Wise", después de leer mi artículo original en el sitio web instapundit.com, expuso una posición paranoica. En su opinión, los judíos son motivados ​​para alcanzar altos éxitos académicos, logros profesionales y riqueza, porque quieren sentirse seguros, protegidos y aislados de los sentimientos anti-judíos de la comunidad exterior. Este punto de vista puede, por supuesto, estar justificado por la larga historia de resentimiento y persecución que los judíos han experimentado.

———————————————————————————————————————————

¡Veinte explicaciones para el alto coeficiente intelectual ashkenazi! ¿Mi opinión? ¿En cuanto al cuádruple? Son posiblemente todos correctos, y valiosos para reflexionar. Sin embargo, los que me parecen más interesantes son los factores "ambientales" que son accesibles a toda la humanidad.

Me pregunto: si los pueblos del mundo, realmente, queremos logros intelectuales de alto nivel, ¿por qué no jugamos al ajedrez con nuestros hijos en las noches, en lugar de arrojarlos a un violento video juego? ¿Por qué no podemos escuchar sus composiciones de música clásica durante el fin de semana, en lugar de instarlos a tener conmociones cerebrales en el campo de fútbol? ¿Un "programa alimentario" no es en realidad una excelente idea, en la cultura estadounidense con su 33,5% de obesidad en adultos? ¿Por qué no les proporcionamos excelentes escuelas, los persuadimos a aprender la gramática extranjera, y los convencemos de creer en sus capacidades y ampliarlas, en lugar de obligarlos a soportar años de mediocridad educativa y sin esperar nada en cambio, sino lo mismo?

Si toda la humanidad adoptara las mejores características disponibles de las culturas exitosas, como la ashkenazi, ¿podríamos, en conjunto, beneficiarnos enormemente? ¿Podríamos aprender más rápidamente, con mayor profundidad y producir mayores maravillas? ¿Nos convertiríamos en destacados en lugar de personas que no desarrollan su potencial?

¿Si promoviéramos conductas de alto coeficiente intelectual para los seres humanos en todas partes, en todo el mundo, todos… nos destacaríamos? ¿Mejores seres humanos?

Traducción de José Blumenfeld

 

Circular 11 - el documento

Texto completo de la Circular 11 e imagen de la misma.

Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto

Buenos Aires, Julio 12 de 1938

CIRCULAR Nº 11

Reservada - Estrictamente Confidencial

Señor Embajador:

Este Gobierno prepara actualmente una nueva reglamentación de la Ley 817, a fin de ajustar la inmigración en los límites que imponen las necesidades económicas y sociales del país. Junto con estos propósitos, será necesario considerar también los compromisos que ha contraído la Nación en los convenios bilaterales últimamente celebrados para la admisión de agricultores extranjeros, y los que puedan derivar de nuestra participación en las Conferencias y organizaciones internacionales que estudian en estos momentos una solución general al respecto. Se señala así la necesidad de mantener por lo pronto un control riguroso, extremando todos los medios de selección, a fin de impedir que las corrientes inmigratorias se dirijan desordenadamente sobre nuestro país, y se anticipen al plan definitivo que el Gobierno crea del caso establecer contemplando los diversos aspectos del problema.

En consecuencia, se servirá V.E. comunicar al Cuerpo Consular de su jurisdicción que, en adelante, la visación de pasaportes en general, para el traslado de extranjeros a la República de cualquier categoría que sean, queda reservada a los Cónsules rentados, de carrera, salvo autorización expresa de esta Cancillería en favor de determinados Vicecónsules o Cónsules Honorarios.

Asimismo, y en carácter estrictamente reservado, se servirá V.E. poner en conocimiento solamente de los Cónsules rentados de esa jurisdicción las siguientes instrucciones:

"Sin perjuicio de las demás disposiciones establecidas para la selección de los viajeros destinados al pais, y salvo orden especial de esta Cancillería, los Cónsules deberán negar la visación - aún a titulo de turista o pasajero en tránsito - a toda persona que fundadamente se considere que abandona o ha abandonado su país de origen como indeseable o expulsado, cualquiera que sea el motivo de su expulsión. Este Ministerio espera que el celo y buen criterío del Señor Cónsul suplirán a este efecto la información formal que no sea posible obtener en cada caso, lo que permitirá establecer la capacidad del funcionario para el cargo que ocupa. Todo caso de duda deberá ser consultado a la Cancillería, así como el de toda persona cuya incorporación al pais considere el Señor Cónsul inconveniente. Estas instrucciones son estrictamente reservadas y por ningún motivo deberán ser invocadas ante el público o ante las autoridades del país donde ejerce sus funciones. Quedan derogadas todas las instrucciones anteriores en cuanto se opongan a la presente. Los Señores Cónsules se servirán acusar recibo de la presente Circular, directamente al Ministerio de Relaciones Exteriores".

Al recomendar a V.E. quiera servirse dar cuenta a este Ministerio del recibo de esta Circular, me complazco en saludarlo con mi consideración más distinguida.

 José María Cantilo

A S.E. el Enviado Extraordinario y Plenipotenciario de la República en Estocolmo, Embajador Doctor Ricardo Olivera.

 

CIRCULAR 11 - 1938 - 1CIRCULAR 11 - 1938 - 2

Desagravio en Vicente López - Lea Novera, una mujer en Auschwitz

La Municipalidad de Vicente López organizó una serie de actividades dedicadas a mujeres. En cada encuentro se encararía un par de mujeres notables por alguna característica. Uno de ellos se refería a la mujer en el poder y las figuras elegidas fueron Eva Perón y Eva Braun. vte lopez eva braun El Centro Simon Wiesenthal envió inmediatamente un firme repudio al que se plegó Generaciones de la Shoá. Sergio Widder, representante del Centro en América Latina, recibió un llamado del intendente, Jorge Macri, pidiendo disculpas e informándole que ya mismo suspendía la actividad. Widder le propuso hacer otra con una mujer que expusiera los efectos que el marido de Eva Braun había determinado en su vida. Elegimos a Lea Novera para hacerlo. Captura de pantalla 2014-03-27 a la(s) 15.46.35

Reconocimiento del error, disculpas y reparación.

A instancias del Centro Simon Wiesenthal, junto con Generaciones de la Shoá, la intendencia de Vicente López suspendió una serie de actividades que había propuesto por el mes de la mujer. Una de ellas era el paralelo entre Eva Perón y Eva Braun como mujeres del poder. La protesta fue inmediata y la reacción del intendente también. Reconoció su error, pidió disculpas públicas y actuó en consecuencia. Uno de los efectos fue el ofrecimiento de hacer un acto de desagravio con la voz de un sobreviviente de la Shoá._DSC5785-001

Se realizó en la noche del lunes 31 de marzo en el CineTeatro York, ícono histórico de Vicente López. Acompañaron a Lea Novera, el intendente Jorge Macri, el Director del Centro Simón Wiesenthal, Sergio Widder y la Presidenta de Generaciones de la Shoá, Diana Wang._DSC5751-001_DSC5724-001

El numeroso público estuvo constituido por vecinos de la zona, miembros del gabinete de la intendencia, periodistas, sobrevivientes y sus familiares quienes escucharon conmovidos el discurso de la sobreviviente.

_DSC5771-001Las palabras de Lea Novera pusieron el contenido y el tono necesario para exponer qué y a quién representa Eva Braun, figura insignificante y totalmente alejada del poder, que simboliza los peores horrores sufridos por la Humanidad en el siglo XX. Fue una comprometida puesta en contexto que conmovió hondamente al auditorio que aplaudió de pie sostenidamente. Ante la constante banalización de la Shoá, el uso y abuso de sus conceptos sin tener cabal de idea de a qué se refieren y qué comportan, debemos reaccionar de viva voz toda vez que suceda. La respuesta debe ser inmediata, pedagógica y aleccionadora.

Bernardo Kononovich sobre "Salvar al niño"

en la pag web del director Salvar al niño Entrevista hecha por Osvaldo Quiroga en su programa Otra Trama, en marzo 2014.

Crítica, Nueva Sion.

Publicado por Aurora, en Israel:

Un film de Bernardo Kononovich en Yom Hashoá. La TV israelí proyectó el documental argentino “Salvar al Niño”. Por Efraim Zadoff

En el reciente Yom Hashoá, se proyectó en el Canal 10 de la TV israelí, “Salvar al Niño”, un film deBernardo Kononovich.

Bernardo Kononovich nació en Buenos Aires. Psicoanalista y docente universitario, egresado de “Cinema”, escuela de cine y video de Buenos Aires, realizó desde 1991 hasta la fecha, cinco mediometrajes y dos largometrajes documentales: “Crónicas de Ciegos” 1991, “Atención (Achtung)!” 1992, “Lunes 9:53” 2000, “Aquellos Niños” 2002, “Me Queda la Palabra” 2004, “Kadish” 2009 y “Salvar al Niño” 2013. Dos de estas películas fueron emitidas por la TV abierta de Israel y en varios canales de cable como así también fueron elegidas para la programación del "Jerusalem Jewish" film Festival en varias de sus emisiones. Kononovich, desarrolla el género testimonial, explora la capacidad expresiva y narrativa de los protagonistas de sus películas: los testigos. Pone particular cuidado en facilitar la palabra con toda su carga subjetiva. El interés temático de su obra gira en torno a los derechos humanos: a la discapacidad y su superación, a la lucha ciudadana por la justicia en el caso AMIA, al genocidio perpetrado por los nazis, el Holocausto y a las consecuencias de la represión militar en la Argentina.*

¿Es posible identificar un hilo conductor que recorra tus documentales? Este film, “Salvar al Niño”, así como todos los demás, están vinculados a la defensa de los Derechos Humanos, al rescate de la palabra, del testimonio y al sostén de la memoria por sobre la crueldad y la destrucción de la dignidad humana. Estos serían los temas que se trabajan en mis documentales. Este film pivotea sobre el testimonio de tres mujeres radicadas en la Argentina, sobrevivientes del nazismo, cuyo pasado está atravesado por historias en las cuales hay un niño para ser buscado, para ser salvado, para ser rescatado.

La búsqueda de niños desaparecidos, perdidos, apropiados es un tema de actualidad en el mundo y en particular en América Latina. ¿Esta realidad jugó un papel inspirador en este documental?  Sí, en gran medida lo fue. Los niños son las víctimas privilegiadas de las máquinas genocidas y si no son eliminados, quedan expuestos a la apropiación, a la pérdida de su identidad y al despojo de sus raíces. Esta experiencia de horror fue habitual durante el nazismo y también en la Argentina en los años de terror de la última dictadura militar.

¿No plantea para el realizador un verdadero desafío transmitir vivencias tan extremas como las que padecieron las víctimas de un genocidio? Sí, absolutamente. A menudo suelo preguntarme: ¿Cómo

comunicar el horror sin provocar rechazo y repulsión? Las protagonistas de “Salvar al Niño”: Judit Horvat, Jacqueline Albzajt yDiana Wang hablan desde el corazón para establecer un puente, un espacio de identificación con el espectador. No hay en su decir ni exabruptos ni desmesuras. Por otra parte me interesa investigar acerca de la relación que establece el testigo con su propio relato, relato que construyó y que lo brinda cada vez que se le solicita. Me pregunto si la repetición del relato no establece un formato fijo que preserva al testigo de las emociones intensas cada vez que evoca esos recuerdos ominosos. También pienso si es legítimo alentar al entrevistado a que se abra a los requerimientos expresivos que le propone el entrevistador. Intento en esta película que el testimonio brindado sorprenda también al propio testimoniante, que le abra preguntas, que le devuelva algo más que un espejo conocido, que le permita explorar los alcances de su propia capacidad narrativa ampliando su repertorio expresivo.

En base a tu experiencia, ¿por qué habla el sobreviviente, qué lo lleva a relatar lo vivido una y otra vez? Hasta los primeros años de la década de los '90, eran muy pocas las producciones cinematográficas dedicadas a documentar el Holocausto. Durante largos años la mayoría de los sobrevivientes se llamaron a silencio. De hecho muy poca gente, incluso entre los más allegados, tenía alguna disposición a escucharlos. Se llegaba al extremo de considerar a los sobrevivientes como personas sospechadas, fabuladoras, desequilibradas o que trataban de obtener algún beneficio personal. Mis primeros videos sobre el tema datan de aquella época y a la distancia, los veo como un intento de abrir la circulación de la palabra, fomentar el relato de aquellas vivencias luctuosas, darles curso, sacarlas del secreto yla vergüenza. Al mismo tiempo traté de abrir un espacio de investigación para explorar de qué manera aquellos hechos traumáticos inciden sobre las otras generaciones, sobre sus hijos y sus nietos. Cuando, aproximadamente cincuenta años después, los sobrevivientes comenzaron a hablar, sentí la necesidad de recoger sus imágenes y sus palabras. En relación a los niños, más de un millón de niños judíos fueron exterminados, varios miles fueron salvados. Una de mis películas registra sus historias porque pienso que merecen ser conocidas y difundidas. En “Salvar al Niño” se investiga el lugar del testimonio como valor en sí. Me quedan muchas preguntas y esto constituye mi mayor estímulo para seguir trabajando e investigando. El que quiera ver el documental puede aún hacerlo en la siguiente dirección: http://docu.nana10.co.il/Article/ ?ArticleID=1053404&sid=186

* Ver filmografía completa en: http://bernardokononovich.com

The Holocaust and Jewish Identity. A Dilemma.

During the first 50 years of my life, I never thought that being Jewish differentiated me from others.

In order to be admitted as immigrants to Argentina in 1947, my family ominously arrived under the pretense of being Catholic. During those first years, we avoided speaking about Judaism or being Jewish in our daily interactions, both within and outside of our family. We did not belong to any Jewish organizations. We did not deny our identity, but we did not broadcast it either.

Forgive me,I heard my mother's trembling voice over the telephone that Monday morning.  Now decades later, it was the 18th of July, 1994.  “It’s happening again, forgive me for bringing you to this country–I did not know.” After catching her breath, she explained herself, referring to that day’s deadly terrorist attack on the building of the Argentine Israelite Mutual Association in Buenos Aires: “AMIA was bombed! They want to kill us! Again!

Us?Us? What did she mean by us? They wanted to kill me? Here, in Argentina? And what was her againfor? My mothers usand againwere the catalysts that thrust me suddenly, at age 50, into the roles of being both an heir to the legacy of the Holocaust and a Jew. Puzzled and surprised, I had to understand. In my quest for answers, I met children of survivors and we began to disclose to each other information about who we were. After so many years, I felt as though I had finally begun my journey home.

Our identity is not a static, monolithic conditionbestowed at birth, once and for all. It is an ongoing construct, forged from our gender, ethnicity, nationality, profession or vocation, ideology, age, hobbies, skills, and the myriad other aspects of our ever evolving lives. The Jewish identity I have cultivated for myself ever since that fateful Monday morning—is intertwined with the knowledge that I am a daughter of Holocaust survivors. This merger of my previously concealed identities brought to light some lost pieces of the puzzle of who I was – or who I thought I was – based on what had been meaningful to me earlier in life. But, to my surprise, this “new” Jewish identity had, in reality, always been there. Lying dormant, waiting patiently for me, it fit as snugly a second skin. Bewildered, I had discovered just how Jewish we were, despite the fact that we had never spoken of it growing up.

I live in Buenos Aires in a secular Jewish microcosm of people who do not base their identity upon religion. For most religious Jewsas for the Israelisthere is no need to contemplate their Jewish identity. But for the secular diaspora, the question of identity thirsts for answers. As the old joke goes, if you have two Jews, youll have three synagogues, and so arriving at a consensus regarding identity will always be an uphill battle. Now that the world is more welcoming to Jews than ever before, the temptations of assimilation, intermarriage, and secularism have put the feeling of a common Jewish identity at stake. If not religion, what binds us together to give us a sense of community within this heterogeneous, individualistic, and highly opinionated collective?

For many, the Holocaust seems to fill that void. The Nazis defined very specifically what it was to be a Jewproud or self-hating, converted or not, in acceptance or denial. For them a Jew was a Jew. There was no debate. And as every Jew was targeted for extermination, Judaism equaled victimhood. Jewish identity was unambiguously imposed not only by the Nuremberg Laws, but also by the common prospect of death.

With religion no longer a common denominator among secular Diaspora Jews, identifying ourselves as heirs to the Holocaust is a tempting alternative. It was our worst suffering ever, andin an absurd waythis low-hanging fruit is now subconsciously ready to be used to homogenize us into a common identity. But while being a victim then was not a choice, it is today.

After decades of silence, hundredsif not thousandsof papers, dissertations, books, museums, exhibitions, films, and survivorstestimonies have sprung to life and thrust the Holocaust onto the world stage. Society has finally opened its ears, shut for so many years. For us, the Holocaust family, justice has been accomplished and our painful past can now be re-contextualized in a meaningful way. 

Anti-Semitism still exists today and overlaps with anti-Zionism. Highlighting anti-Jewish attacks is important to keep us alert, our eyes open. But I sometimes find people deriving an almost perverse pleasure from hearing that there has “again” been an anti-Jewish attackthe Holocaust has become the lens, the central pillar of identity that beckons to be mentioned at every possible occasion.

This Holocaust identitydirectly links being Jewish with being a victim; so by definition there is an imperative need to be attacked regularly in order for this identity to be justified and validated. This attitude is, in my opinion, counterproductive. How can we free ourselves from the shackles of victimhood if we insist on using that very victimhood as the primary means by which we define ourselves?

I am Jewish, and I refuse to let myself be defined as a victim. As the daughter of survivors, I believe that we must place ourselves in the positive context of Jewish values and that we must continue teaching not only about not succumbing to being a perpetrator of evil, but also how to affirmatively choose not to become a victim. As historian Yehuda Bauer said in his January 27, 1998, address to the German Bundestag, we should add three new commandments to the original ten: not to be a perpetrator, not to be a bystander, and not to be a victim -- again.

Diana Wang

Published in "God, Faith and Identity in the Ashes. Reflections of Children and Grandchildren of Holocaust Survivors" (2014)  Menachem Rosensaft (editor). Jewish Lights Publishing.

El Holocausto y la identidad judía. Un dilema.

Traducción del original en inglés en: “The Holocaust and Jewish Identity. A dilemma”.
  • Publicado en "God, Faith and Identity in the Ashes. Reflections of Children and Grandchildren of Holocaust Survivors" (2014)  Menachem Rosensaft (editor). Jewish Lights Publishing.  
  • Publicado en Davar Nº 129, Revista Literaria de la Sociedad Hebraica Argentina. Junio 2015

Durante los primeros cincuenta años de mi vida nunca pensé que el ser judía era un tema que debía considerar particularmente. En mi infancia no se hablaba acerca de ello en casa; a diferencia de otras familias,  no pertenecíamos a ninguna organización judía. No era cuestión de negar nuestra identidad, simplemente no se hablaba sobre ello. Después de lo sufrido en Polonia durante la Shoá, el ingreso a la Argentina subrayó para mis padres la idea de que tal vez seguía habiendo algún riesgo si se era visto como judío: para ser admitidos como inmigrantes en 1947, debimos declararnos católicos, lo que fue reforzado años después por las clases de Religión -católica, por supuesto- que se impartían en la escuela primaria. Durante aquellos primeros años en nuestras interacciones cotidianas, tanto dentro como fuera de la familia, nuestra identidad judía no era un tema de conversación y no me percataba entonces cuán importante era en mi vida. Con el paso del tiempo mis padres se fueron tranquilizando y la vida judía ingresó en nuestra casa. Durante mi escuela secundaria y universitaria -a fines de la década del cincuenta y comienzos del sesenta- me sentía y me veía argentina, igual que todos los demás, una ciudadana del mundo, ni más, ni menos, ni diferente que los demás; era judía, lo sabía, no lo ocultaba pero no era un tema en el que me detenía a reflexionar ni creía que era importante o esencial.

“Perdoname,” escuché la voz temblorosa de mamá a través del teléfono ese lunes por la mañana. “Está pasando otra vez, perdoname por traerte a este país, no sabía”. No comprendía el exabrupto ni la angustia hasta que, después de recuperar el aire, entre sollozos desgarrados me murmuró “¡Bombardearon la AMIA! ¡Nos quieren matar!, ¡Otra vez!”. Era el 18 de julio de 1994.

¿Nos?… ¿a nosotros? ¿Qué quiso decir por nos? ¿A mí me quieren matar? ¿Acá, en Argentina? Y su otra vez ¿qué quería decir? ¿Se refería a allá, ¿eso me decía? ¿que era igual que allá? Estos “nos” y “otra vez” de mi mamá me cubrían de estupor y fueron los catalizadores que me arrojaban abruptamente, a la edad de 50 años, a asumirme como heredera del Holocausto y, junto con ello, como judía. De pronto, todas las prevenciones de mis padres parecieron haber desaparecido. El ataque a la AMIA tuvo para mi madre, un efecto sorprendente, fue como si se hubiera quitado todo aquello con lo que se había vestido para protegernos y me pedía perdón. Perdón por haberme protegido, perdón por haberme traído a la Argentina, perdón porque éramos judíos, perdón porque no me había instruido en ello. Aturdida y sorprendida, conmovida e interesada, me era imperioso saber y entender. 

Empecé por el otra vez, o sea, por la Shoá. Busqué y conocí a otros hijos de sobrevivientes y nos sumergimos, enredamos y acompañamos en conversaciones reveladoras y de una inimitable intimidad. Juntos fuimos reconstruyendo, con fragmentos propios y ajenos, quiénes éramos en un proceso, que fue para mi, de iluminación y honda resignificación de mi identidad judía. Después de tantos años sentía que estaba emprendiendo, finalmente, la vuelta a casa. 

Nuestra identidad no es una condición estática o monolítica instalada al nacer de manera inmutable. Es una construcción móvil y constante compuesta de género, etnicidad, nacionalidad, profesión o actividad, ideología, edad, hobbies, habilidades y una miríada de otros aspectos de nuestra vida. La identidad judía que regué yo misma a partir de esa desdichada mañana de julio de 1994, está entretejida con mi condición de ser hija de sobrevivientes de la Shoá. Esta asociación entre ser judía e hija de sobrevivientes reacomodó algunos rincones y piezas discordantes del rompecabezas de quién era, o mejor dicho, de quién creía que era basándome en lo que hasta ese momento había sido significativo para mí.  Pero, para mi sorpresa, junto con estas revelaciones, descubrí que esta “nueva” identidad judía no era tal, que había estaba siempre allí. Dormida, latente, esperándome pacientemente, se acomodó a mi piel como un traje a medida y descubrí maravillada cuán judíos éramos en casa aún cuando no habláramos de ello durante mi infancia y en mi temprana juventud.

Vivo en Buenos Aires en un microcosmos judío secular integrado por personas que no basan su identidad en la religión. Para la mayoría de los judíos religiosos así como para los judíos israelíes, la cuestión de la identidad judía ni siquiera se plantea.  Pero para los judíos seculares que vivimos fuera de Israel, la pregunta por la identidad, hecha por quienes nos rodean o por nosotros mismos, exige respuestas. Esta interpelación a una identidad común, consensuada y social que no implique la identidad religiosa, recibe múltiples respuestas, tantas como personas las emiten. Como dice el chiste “dos judíos construyen tres sinagogas”, y si la respuesta requiere un consenso identitario, pues la batalla es ardua. No solamente por el entusiasmo argumentador judío. Ahora que el mundo es más amistoso que nunca antes hacia nosotros, la tentación de la asimilación, el matrimonio mixto y el secularismo, colaboran en que una definición común, homogénea socialmente, no sea fácil. En consecuencia, ¿cómo conseguir una sensación de comunidad dentro de este colectivo heterogéneo, individualista y discutidor? ¿Si la religión no es la respuesta, entonces qué?

Para muchos pareciera que el Holocausto llena ese vacío. Los nazis definieron muy específicamente quién es judío: orgulloso o avergonzado, convertido o no, aceptándolo o negándolo, para ellos, un judío era judío y no dependía de él ni de su militancia religiosa. Sin lugar a discusión, naturalizado y legalizado. Adicionalmente, poco después todo judío fue señalado como blanco para el exterminio, luego, ser judío pasó a identificarse con ser víctima. En consecuencia, no solo la identidad judía impuesta era incuestionable sino que también lo era la prospectiva de muerte.

Si la religión no es más el común denominador entre los judíos seculares que vivimos fuera de Israel, identificarnos como herederos del Holocausto aparece como una respuesta tentadora. Fue nuestro peor sufrimiento pero, absurdamente, esta fruta madura parece estar lista para ser usada para homogeneizarnos en una identidad común. Sin embargo ser una víctima durante el nazismo no fue una elección, hoy lo es.

Después de décadas de silencio, cientos, si no miles de papers, tesis, libros, museos, muestras, películas, testimonios de sobrevivientes, han vuelto a la vida y han colocado al Holocausto en el escenario mundial. La sociedad ha abierto finalmente sus oídos cerrados durante tantos años. Para nosotros, la familia del Holocausto, la justicia ha llegado y nuestro doloroso pasado puede ser ahora re-contextualizado de una manera significativa.

El antisemitismo sigue existiendo y hoy se superpone al anti-sionismo. Iluminando los ataques anti judíos es importante para mantenernos alerta con los ojos bien abiertos. Pero encuentro a veces personas que se regodean en una especie de perverso placer luego de saber que ha habido un nuevo ataque anti judío, “otra vez”, con el Holocausto como lente y pilar central de una identidad que debe ser mencionado todas las veces que sea posible.

La “identidad del Holocausto” implica que ser judío es ser una víctima. Luego, esta misma definición se vuelve un imperativo que requiere de ataques regulares para que sea justificada y validada. Parece un camino sin salida y un riesgo peligroso. ¿Cómo podemos liberarnos de la victimización si insistimos en usarla como el elemento primordial que nos define?

Soy judía y no acepto ser definida como víctima. Como hija de sobrevivientes creo que es necesario que nos veamos bajo la luz positiva de los valores judíos y que es necesario que continuemos enseñando sobre los peligros no solo de ser un perpetrador del Mal sino también de la amenaza que represente elegir ser una víctima de ello. Siguiendo a Yehuda Bauer (discurso ante el Bundestag, Alemania, 27/1/98), deberíamos agregar tres nuevos mandamientos a los diez existentes: no seré un perpetrador, no seré un transeúnte (bystander), no seré una víctima “otra vez”.