Shoa

Reencuentro sobrevivientes 82 años después

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Comentario introductorio: Los sobrevivientes de la Shoá nos hemos quedado sin familias. Sus hijos nos hemos criado entre tíos y primos postizos. ¿Y qué pasó con los amigos? ¿Los compañeros de escuela, de juegos, de sueños? No suele hablarse mucho de esa amputación sufrida, la pérdida de esa personita que era nuestro compinche, confidente y en quien confiábamos tanto que era casi la persona más importante de nuestra vida. La alegría que sentimos todos en este momento es que la separación de hace 82 años hoy se ha revertido. Como las aguas del Mar Rojo que se abrieron para que podamos huir y no ser atrapados, las aguas del tiempo han construido este puente que hoy une a Ana María y a Betty, separadas e ignorando cada una acerca de cuál había sido el destino de la otra, y nosotros tenemos el privilegio de ser testigos de este reencuentro. Pero antes, y para ser prolijos, vamos a ver cómo fue que se reencontraron.

Comentario de cierre: Si cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo, ¿qué decir de este milagroso reencuentro de Ana María y Betty? Uno se pregunta ¿cuánta gente aún queda por reencontrarse? ¿Cuántos de nosotros, yo misma, sentimos que esto que han vivido Ana María y Betty es una evidencia de que tal vez, quien sabe, podremos encontrar a esa persona que creemos perdida? Es como encontrar una aguja en un pajar, pero esto que ha pasado nos abre, aunque sea un pequeño resquicio, la ventanita de la esperanza. Un querido sobreviviente que ya no está con nosotros, Charles Papiernik Z’L, decía con amargura “los optimistas nos quedamos y los pesimistas se fueron” y nos deja esa pregunta abierta acerca de cómo evaluar realísticamente lo que sucede y cómo saber de antemano lo que es mejor hacer. Ana María y Betty tuvieron la suerte de tener padres que hicieron lo que resultó correcto para sobrevivir. Es una fiesta este reencuentro. Gracias Ita por tu increíble corazonada, gracias Aliza por tu búsqueda insistente y gracias Ana María y Betty por haberse prestado a este emocionante momento que nos hace tan bien a todos. Buenas tardes.

Pilares de reconstrucción

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Proyectos latinoamericanos presentados en cuatro bloques:

INDIFERENCIA

ACCIÓN

RECONSTRUCCIÓN

COMPROMISO

Presentación del cuarto bloque: Compromiso

Hola, soy Diana Wang, como para muchos de ustedes, uno de los ejes alrededor del cual gira mi vida es la Shoá. Mi compromiso con el presente y el futuro empieza con la supervivencia de mis padres y guía todos mis pasos orientados a mantener la memoria de lo sucedido y a generar proyectos educativos. 

Guardar la memoria es más que recordar penurias, humillaciones y vejaciones. Guardar la memoria es también iluminar la fuerza de la vida que, una vez recobrada, no se detuvo, abrió nuevos surcos. 

Así como mis padres, la mayoría de los sobrevivientes generaron familias contrariando el propósito asesino del nazismo. Cada hijo, cada nieto, fue una declaración de triunfo, un “¡estamos y seguimos acá!” parafraseando al último verso del himno partisano. 

Guardar la memoria y honrar el legado recibido, en lo personal y en comunidad, requiere un compromiso firme y activo. Las palabras memoria, legado, honrar, no son solo palabras. Su hondo sentido proviene de las acciones resultantes. No es lo que se dice, es lo que se hace.

Este último bloque, es el del compromiso. Presentaremos algunos proyectos educativos, nuestra apuesta al futuro, nuestro deber con nuestros nietos y con los nietos de nuestros nietos, las acciones que proyectamos, emprendemos y realizamos, para que reciban un mundo un poco mejor que el que hemos recibido nosotros. 

Cada cabeza que se abre, cada corazón que resuena, cada oreja que escucha testimonios y enseñanas, cada asistente y cada alumno de los proyectos que se conocerán a continuación abre una nueva posibilidad para que el antisemitismo pueda, alguna vez, ser desarmado, erradicado y convertido en un doloroso recuerdo que los nietos de nuestros nietos les contarán a sus nietos en el seder de Pésaj. 

Falta mucho. Ya sé. Pero cualquier camino, comienza con los primeros pasos, pasos que pueden parecer insignificantes pero que si se continúan y si el compromiso se multiplica, pueden llevar a que aquel “nunca más” soñado se haga realidad alguna vez. 

Los proyectos que siguen, a cargo de esta gente latino americana rebelde, creativa y comprometida, son algunos de los que están en marcha. Contar, hacer pensar, educar, son poderosas herramientas de transformación. 

Gracias a cada uno y a todos. 

Hay esperanzas. 

Allá vamos.

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Justice, Truth and Memory in Jewish Argentina

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Traducción
Argentina durante la II Guerra y tiempo después

Para los que sobrevivieron y se encontraron vivos, el final de la guerra no fue un momento de celebración o alegría. 

Europa estaba cubierta por la sangre de las familias desaparecidas y también debían enfrentar la amenaza de la Guerra Fría. Sabían que debían encontrar otro lugar donde vivir.

Sin embargo, el triste resultado de la conferencia de Wannsee de 1938 -que ningún país aceptaba recibir a los refugiados alemanes y austríacos- se repitió al final de la guerra. Los sobrevivientes no sabían dónde podían ir. 

Mis padres, que habían sobrevivido e la guerra en Polonia y que habían perdido a su primer hijo, ya me tenían a mi y, junto a tantos otros, buscaban un país que nos recibiera. Las embajadas y consulados tenían largas filas pero sin buenas noticias. Y no les llevó mucho darse cuenta que el problema era que eran judíos. 

Decidieron decir entonces que eran católicos, dado que ya tenían experiencia en hacer lo que fuera para sobrevivir. Así fue como, soborno mediante, obtuvimos visas para ir a Paraguay.

¿Paraguay? ¡Qué palabra tan exótica! ¿Dónde era? ¿Cómo llegaríamos allí? Resultó que debíamos cruzar el océano Atlántico hasta el puerto de Buenos Aires en Argentina y continuar por tierra desde allí.

Buenos aires era prometedor porque sabíamos que una importante comunidad judía estaba allí desde antes de la guerra; así, ése fue su destino.

Llegamos en un barco el 4 de julio de 1947 llevando documentos falsos que indicaban que éramos católicos, pero recién en 2005 pude descubrir por qué había sido necesaria la falsificación. 

Uki Goñi, un investigador que estudió la inmigración de nazis a la Argentina y autor de “La Auténtica Odessa”, publicó una carta abierta exigiendo que la llamada Circular 11 fuera reconocida y abolida. Gracias a su trabajo el gobierno argentino finalmente reconoció, luego de décadas de negarlo, que la Circular 11 emitida el julio de 1938 prohibía a embajadores y cónsules proveer de visas a los “indeseables”, es decir, a los judíos y a los republicanos españoles.

Y Argentina no fue el único país en hacerlo. Casi todos los países latinoamericanos lo habían hecho y los Estados Unidos habían limitado mucho la inmigración judía entonces.

Cuando la Circular 11 fue finalmente reconocida y abolida, 67 años después de su emisión, solicité al gobierno argentino la rectificación de mi registro migratorio para que diga judía en lugar de católica. Lo conseguí y mi caso fue un leading case para todos los que debieron mentir acerca de su identidad para ser admitidos después de la guerra.

La Dictadura

Recuerdo el orgullo de mi mamá cuando fuimos al acto del Movimiento Judío por los Derehcos Humanos. Expresar nuestra oposición a la dictadura, abiertamente, en la calle, como judíos, era más de lo que podíamos imaginar. 

Con lágrimas en los ojos y la boca abierta, mamá me tomaba del brazo compartiendo el reclamo por los derechos humanos. 

Hasta ese momento habíamos vivido en una especie de burbuja evitando cualquier actividad que pudiera provocar un ataque antisemita o poner nuestras vidas en peligro.

Un ejemplo fue que en castellano nos llamábamos israelitas, no judíos, como si la palabra judío fuera ofensiva. De hecho, fue durante ese acto que por primera vez vi la palabra JUDIO escrita en un enorme cartel, públicamente.

Sin embargo, no teníamos todavía un cuadro completo de lo que estaba pasando. No todos tenían conciencia de las torturas, las detenciones y los desaparecidos, los asesinados cuyos cuerpos nunca fueron recuperados. 

El silencio que ya existía se volvió doloroso dolía a medida que la gente comenzaba a darse cuenta de lo que de verdad pasaba.

Recuerdo tenerle miedo a los militares y policías, pero por alguna razón desconocida no hice la conexión directa entre el autoritarismo de la dictadura militar con el nazismo a pesar de lo que habían vivido mis padres en Polonia. Sé de otras familias que habían enviado a sus hijos al exterior porque vieron el paralelo con la Shoá.

Como resultado de haber ingresado al país mediante un engaño y con el recuerdo del antisemitismo polaco todavía fresco en nuestra memoria, durante mis años infantiles mantuvimos nuestra condición judía de manera privada, casi como si no existiera. 

No éramos religiosos ni pertenecíamos a organización judía alguna. Nuestra identidad era mantenida solo en canciones y algunas tradiciones.

Pero todo iba a cambiar con la bomba de la AMIA.


1994 La bomba de la AMIA

El 18 de julio de 1994, aquel día inolvidable, mamá me llamó por teléfono. Estaba llorando y me pedía perdón por haberme traído a la Argentina. “No sabía” sollozaba “creí que estaríamos seguros aquí” su llanto se hacía más fuerte, le pregunté “”¿qué pasó mamá?” y su respuesta cambió mi vida: “Bombardearon la AMIA, ¡nos quieren matar otra vez!”. 

La mutual judía era un centro muy importante de la comunidad judía argentina. Había estado allí muchas veces en conferencias, conciertos y otras actividades. Era un sitio icónico y en muchos sentidos un refugio. 

¿Pero bombardeada? ¿En el centro de Buenos Aires? ¿Y por qué me dijo nos quieren matar otra vez? ¿A nosotros? ¿A mí? ¿Y por qué “otra vez”?

La bomba de la AMIA me volvió judía otra vez. No había elegido serlo antes, simplemente había nacido así. Pero entonces abracé voluntariamente la decisión. No podía huir del hecho que en el “nosotros” de mi mamá estaba incluida yo.

Y el “otra vez” era la Shoá. Aquel “otra vez” me indicó que era hija de sobrevivientes del Holocausto y que eso era también parte de mi identidad.

Esas palabras “nosotros” y “otra vez” fueron las encrucijadas de mi vida. Así, a los cincuenta años, decidí tomar un nuevo camino.

Comencé a buscar a otros hijos de sobrevivientes y los encontré. 

Fui a Marcha por la Vida en Polonia donde reencontré el polaco, mi primer idioma, junto con tradiciones y comidas que me eran familiares. 

Si el Holocausto no hubiera sucedido Polonia habría sido mi hogar. Habría sido como cualquier mujer polaca que veía caminando por la calle y jamás habría llegado a Buenos Aires. 

Fue un sentimiento abrumador.

Recorrer los sitios del Holocausto me conectó fuertemente con lo que estaba empezando a aprender.

Fui a la Fundación Memoria del Holocausto y me sumé más tarde al equipo que registró testimonios para la Fundación creada por Steven Spielberg.

Estos testigos eran los “Niños de la Shoá”, y algunos eran muy poco mayores que yo. 

Mis padres habían perdido a su primer hijo, Zenus, un hermano que nunca conocí. Fue entregado a una familia cristiana para que lo salvara mientras mis padres estaban escondidos pero no pudieron recuperarlo. No sabemos si sobrevivió o no. 

Podía ver a mi hermano perdido en cada uno de los “niños de la shoá” que habían testimoniado.



Escenarios y horizontes.

Durante los primeros años después de la guerra, la forma en que el Holocausto era mencionado no era como lo que había vivido en mi casa. Los héroes del gueto de Varsovia glorificados. Los horrores enfatizados todo el tiempo. La idea de que los sobrevivientes no podían recuperarse de los traumas vividos. 

Nada de esto coincidía con mis experiencias en la infancia ni con muchos sobrevivientes conocidos. 

Empezó mi búsqueda en libros que ofrecían nuevas perspectivas y me permitían reconstruir una narrativa diferente sobre la experiencia de los sobrevivientes, una que coincidiera con la mía, que luego intenté difundir lo más ampliamente que pude.

Unos años después, junto con otros sobrevivientes y sus hijos, fundamos Generaciones de la Shoá en Argentina y comenzamos con varios proyectos educativos.

Uno de esos proyectos fue los Cuadernos de la Shoá en donde planteamos, en cada número, temas marginalizados como los rescatadores, la experiencia de las mujeres y los niños, las búsquedas de salvación, la instalación y destrucción de los guetos, los campos de concentración, la progresión de los ataques, las diferentes maneras de supervivencia, los otros genocidios del siglo XX, los programas de exterminio, la deshumanización.

También creamos el Proyecto Aprendiz, un desesperado intento de mantener vivos los testimonios orales de los sobrevivientes para asegurar que una vez que no pudieran ya hablar habría alguien que podría continuar hablando en su lugar.

Y finalmente, en 2018, nos sumamos al Museo del Holocausto de Buenos Aires que creó una exhibición interactiva maravillosa. Desde allí continuamos nuestro trabajo con nuestros proyectos y la intención de crear nuevos.

Outline

  1. Introduction to key themes and tension [Refuge for Nazis like Eichmann; yet home to Holocaust survivors] - from the description of event for whoever is introducing us!

  2. Immigration and National Belonging [Natasha]

  3. This is context for what Natasha calls a “tenuous belonging” in her book

  4. Pre-Holocaust: History of Jewish belonging in Argentina (a “nation of immigrants” that also became home to the Semana Trágica (an urban “pogrom”) → revealing the tensions for Jews who were able to have religious institutions, create vibrant Yiddish press, theatre, etc., yet still grapple with antisemitism and questioning their belonging, often through violent means

  5. Argentina during WWII/first postwar years [Diana leads; then Natasha]

  6. Her experience and her families in immigrating to Argentina (and many others); Diana can speak to silence as well as the laws that put quotas on Jews immigrating to Argentina, forcing them to enter Argentina with falsified/forged documents

  7. Natasha can speak to how this manifested in the experience of her other interview subjects as well

    Diana: Argentina During and Shortly After WWII

For those who survived and found themselves still alive, the end of the war wasn’t a time for celebration or joy.

Europe was covered with the blood of their missing families, and they also faced the menace of a Cold War. They knew that they had to find another place to live. 

Yet, the sad result of the 1938 Wannsee conference—that no country would accept Jewish German or Austrian refugees—repeated itself at the end of the war. Survivors did not know where they could go. 

My parents, who had survived the war in Poland, and who had lost their first child, carried an infant around -me- as they, with many others, looked for a place that would welcome us.  The embassies and consulates had long lines with virtually no good news, and it didn’t take them long to realize that their Jewishness was the problem. 

So, they decided to say they were Catholics instead, as they were already well-versed in doing whatever it took to survive. That was how, with the help of a bribe, we obtained a visa to Paraguay. 

Paraguay? What an exotic word! Where was it? How would we get there? It turned out that we would need to cross the Atlantic Ocean to the port of Buenos Aires in Argentina, and, from there, to continue overland. 

Buenos Aires was promising because we knew that a large Jewish community had already been living there in peace since before the war; and so that became our destination. 

We arrived on a ship on the 4th of July, 1947 holding false documents that stated we were Catholics, but it wouldn’t be until 2005 that I would eventually discover why those falsifications had been necessary. 

Uki Goñi, a researcher studying the immigration of Nazis to Argentina and author of the book The Real Odessa, published an open letter demanding that what was called Directive 11 should be recognized and abolished. Thanks to his work, the Argentine government finally recognized, after decades of denial, that the secret Directive 11, enacted in July of 1938, prohibited ambassadors and consuls from providing visas to “undesirables''—i.e. Jews and Spanish Republicans. 

And Argentina was far from the only country that did this. Almost all Latin American countries had done it and the United States had extremely limited Jewish immigration then. 

When Directive 11 was finally recognized and abolished, 67 years after its enactment, I asked the Argentine government to rectify my immigration records to state Jewish rather than Catholic. I succeeded, pioneering the case for many other Jews in Argentina  who had to lie about their identity in order to be admitted in the years after the war. 

  1. Dictatorship years [Natasha leads; then Diana]

  2. speak of the experience of Jews during the 1976-1983 dictatorship and the antisemitism during those years

  3. Also the role of Jews in the human rights movement [including Rabbi Marshall Meyer]

  4. but then, some of the silences and tensions in the community [Diana can speak from the first person about this]

Diana: The Dictatorship

I remember my mother’s pride when we went to the first march for the Jewish Movement for Human Rights. Expressing our opposition to the dictatorship openly, on the street, as Jews, was more than we could have ever imagined. 

With tears in our eyes and mouths agape, my mother held my arm while looking upon the crowds willing to fight for human rights.  

Until that moment, we had lived in a sort of bubble, avoiding any kind of activity that could provoke an antisemitic attack [or put our lives in danger].  

One example was that in Spanish, we would call ourselves - “israelitas” (Israelites) instead of “judíos” (Jews), as if the term “Jewish” was offensive. In fact, it was during that march that I saw the word JEWISH, written on a big sign, publicly for the first time. 

However, we still didn’t have a good picture of what was going on. Not everyone was aware of the torture, inprisonments, and the “desaparecidos”, the murdered people whose bodies were never recovered.  

The silence that existed continued and became painful to realize as people began to learn what was truly going on. 

I remember being afraid of the military and the police, but for some unknown reason I did not make a direct connection between the authoritarianism of the military dictatorship and Nazism, despite what my parents had lived through in Poland. I know of other families who sent their children abroad because they did see parallels to the Shoah. 

As a result of having entered the country under false pretenses, and with the memory of Polish antisemitism still fresh in our minds, for much of my early years, we kept our Jewish identity private, almost as if it didn't exist. 

We were not religious and did not belong to any Jewish organizations. Our heritage manifested only in songs and a few traditions.    

But everything would change with the AMIA bombing. 

  1. 1994 AMIA Bombing [Diana leads, then, Natasha]

  2. Diana can speak of her experience of the attack, and how it resonated for in relation to her mother as a survivor; what it galvanized for her in terms of her own engagement with Holocaust memory with March of the Living, going back to Poland, and starting her work with the group Niños de la Shoá (Child Survivors of the Shoah) and later Generatiosn of the Shoah and the Holocaust Museum of Buenos Aires

  3. Natasha can provide additional context from her perspective as an ethnographer on the power of testimony and survivors/family members of victims’ voices in the efforts for justice and human rights, also reflecting on working with social movements like Memoria Activa and Diana’s groups and how this fits into context of other human rights/social justice movements; and her concept of “acts of repair” (from her book)

Diana. 1994 AMIA Bombing

On July 18th, 1994, that unforgettable day, my mother called me. She was crying as she asked my forgiveness for having brought me to Argentina. “I didn’t know”, she sobbed, “I thought that we would be safe here”. 

As her crying intensified, I asked “What happened, Mom?”. Her response changed my life, “The AMIA was bombed. They want to kill us again.” 

AMIA, the Argentine Jewish Mutual Aid Society, was the most important Jewish cultural center in Argentina. I had been there numerous times for conferences, concerts, and other activities.  It was an iconic place and a refuge in many ways.

But bombed? In downtown Buenos Aires? Why was she saying they want to kill us again? “Us”? Me? And why “again”?

The AMIA bombing made me a Jew once more. I was born Jewish, and did not make an active choice to be Jewish. But this time around it was a conscious and voluntary decision. I couldn’t run away from the fact that my mother’s “us” included me.  

And the “again” was the Shoah. That “again” taught me that I was a child of Holocaust survivors and that that was also a part of my identity. 

Those words,“us” and “again”, were turning points in my life.  And so, at fifty years old, I decided to forge a new path.  

I began searching for other children of Holocaust survivors, and found them. 
I went to the March of the Living in Poland, and there reencountered Polish—my first tongue—along with familiar traditions and foods.  

If the Holocaust had never happened, this would have been my home. I would have been just another Polish woman like all the others I saw walking on the street and would have never traveled to Buenos Aires. 

It was an overwhelming feeling.  

Traveling to Holocaust sites afforded me a strong connection to what I was beginning to learn about. 

I went to the Fundación Memoria del Holocausto, the Holocaust Museum of Buenos Aires, and joined the team collecting testimonies for Spielberg’s USC Shoah Foundation – The Institute for Visual History and Education (formerly known as Survivors of the Shoah Visual History Foundation). 

These witnesses were the “Shoah’s children”, and yet only a few years older than me. 

My parents had lost their first son, Zenus, the brother I never met. He was given to a Christian family to look after him while my parents were in hiding, and they were never able to get him back. We don’t know if he survived or not. 

However, I could see my lost brother in each one of those “children” who had given testimony.

  • Landscapes and Horizons [Diana and Natasha]

  • Diana can speak about the current landscape of Holocaust education and awareness from the museum’s perspective; their new work with Holocaust memory with the program “Proyecto Aprendiz” (Apprentice Project)

  • Natasha can speak about the landscape of justice - including new trials for dictatorship-era crimes along with ongoing impunity in AMIA case; also additional dilemmas related to reframing of dictatorship as a genocide and the nuances of the legacies of the concept of “Nunca Más” (never again) in relation to the dictatorship and Holocaust

Diana. Landscapes and Horizons

During the first years after the war, the way in which the Holocaust was typically discussed was not as I heard it at home. The “heroes of the Warsaw ghetto” would be glorified. The horrors would be highlighted over and over again. The assumption was that the survivors had been left with hopeless trauma.

None of this matched, however, with what I had experienced in my childhood nor with the many survivors I knew.  

So I sought out books from authors who offered new perspectives and began to reconstruct a different narrative of the survivors’ experience; a narrative that matched my own, which I then tried to spread as far and as wide as I could.

A few years later, together with several survivors and their children, we founded Generations of the Shoah in Argentina and started a handful of educational projects.

In one of those projects, Cuadernos de la Shoá, the Shoah Notebooks, we discuss in a number of volumes such marginalized topics as: the rescuers, women’s experiences, children’s experiences, their endeavor to find a safe haven, their forced removal to ghettos and concentration camps, progressions of antisemitic attacks, different ways in which they survived, other genocides of the 20th century, and other engineered programs of dehumanization.

We also created the Apprentice Project in a desperate attempt to keep the oral history of survivors alive; wanting to ensure that once they were no longer able to speak, there would be someone else who could continue to speak on their behalf. 

And finally, in 2018, we joined the Holocaust Museum of Buenos Aires, which created wonderful interactive exhibits and from where we continue to work on our projects and aiming to create new ones.

Tan insignificante como adelantarse en una cola

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Balka vivió hasta los 92 años. Se casó, tuvo varios hijos y nietos. Vio crecer a sus nietos y un día se murió. En su cama. Rodeada de su familia.

Pero no toda su vida había sido buena. Cumplió 18 en Auschwitz. Sobrevivió, obviamente, pero algo pasó allí que la siguió acosando la vida entera.

Rapada y tatuada, fue considerada apta para el trabajo y por ello tuvo el privilegio de seguir viviendo, al menos mientras pudiera ser útil. Su barraca estaba en Birkenau, en uno de esos enormes galpones sin ventanas cubiertos por camastros de tres pisos en donde se apilaban las prisioneras, de a dos o tres por cama. Tuvo suerte, solo tenía una compañera, Ema. También tuvo suerte porque la amistad que creció entre ellas fue inmediata. Se contaban, se consolaban, se escuchaban, se animaban, se hacían bien. Eran una burbuja de paz en medio del horror circundante. Juntas en las largas horas del recuento cotidiano, de pie, bajo el sol o la nieve, bajo la lluvia o el frío. Juntas iban todos los días a la cantera para levantar esas piedras pesadas. Juntas sostenían el cuenco en el que recibían ese líquido inmundo que los guardias llamaban sopa. Juntas soñaban y dibujaban lo que harían una vez libres, una vez afuera, una vez recuperada su condición humana.

Cada tanto venía un camión que cargaba a decenas de mujeres para ser llevadas a otro sitio. Nadie sabía a dónde. Se rumoreaba que para trabajar en una fábrica de aviones o municiones. Otros decían que eran llevadas para experimentos médicos o para satisfacer las necesidades de los soldados. 

Balka y Ema fueron esquivando esos viajes a lo desconocido ubicándose al final de la fila para no ser vistas. Pero las condiciones se fueron haciendo tan extremas, los maltratos y el hambre tan acuciantes que cuando apareció el camión otra vez decidieron ponerse más adelante para ser elegidas. Nada podía ser peor que lo que estaban viviendo. Valía la pena probar. Las mujeres fueron subiendo pero cuando le tocó el turno a Ema el camión ya estaba lleno, titubeó, se quedó quieta y Balka se adelantó, subió decidida para ver, con espanto, que detrás de ella se cerraba la puerta del camión sin que Ema hubiese alcanzado a subir. Fue tarde su grito desesperado “¡Ema! ¡Ema! ¡Déjenla subir! ¡Ema!”, el camión ya estaba en marcha.

Balka sobrevivió. Ema no. “¿Por qué me adelanté en la cola?” era la pregunta torturante que la acosó la vida entera. En medio de cada momento feliz, en su casamiento, en el nacimiento de cada hijo, en los logros de cada uno de sus nietos, a la hora de brindar se le ensombrecía la memoria y volvía, como una letanía irrefrenable la eterna pregunta “¿Por qué me adelanté en la cola?”. En esos momentos sentía que no merecía vivir esas alegrías, le tocaban a Ema, ella estaba adelante. 

Claro que no podía haber sabido que sería la última en ser cargada en el camión, pero, lúcida y con una decencia feroz, Balka horadaba su conciencia preguntándose “y si lo hubiera sabido, ¿también me habría colado?”. Un enjambre de moscas culpabilizadoras le ensombrecía el festejo y le impedía disfrutar. “Vivo de prestado, Ema estaba antes que yo, ¿Por qué me adelanté? ¿por apurada, por impaciente o por egoísta?”

Balka murió en su cama después de haber vivido una vida digna pero se fue con esas preguntas sin responder, preguntas que la pintan humana a rabiar, honesta, valiente y, por sobre todo, consciente de que uno es responsable de todo lo que hace. Aunque sea algo que parezca tan insignificante como pasarse en una cola.

Publicado en Clarin 8 de marzo 2021

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Publicado en El Diario de Leuco

Relato como cierre del discurso en Iom Hashoá para DAIA filial Córdoba.

Yoma antisemita, carta de lectores

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Epítetos

La escueta respuesta de Jorge Yoma al texto de la DAIA posterior a la muerte de Menem incluye los siguientes epítetos acerca de los judíos: “sátrapas, comerciantes, racistas, empachados de indemnizaciones” que critican a un expresidente del “país que los cobija”. Faltó decir deicidas, envenenadores de pozos de agua y asesinos de niños cristianos y ¡bingo! el clásico ideario antisemita completo. ¡Ay, Yoma, Yoma! ¿Qué lo habrá guiado? ¿El odio? ¿Qué es lo que confundió su mente? ¿Será también terraplanista y antivacunas? No se le puede contestar en serio, aunque sea diputado de mi Congreso y de mi país. No se lo puede tomar en serio. En serio, no se puede.

Diana Wang DNI 10.134.355

Publicada en LN.

Publicada en Clarin 22 de febrero 2021

Publicada en Clarin 22 de febrero 2021

“Cada senda es un inicio” por Aida Ender y Diana Wang

Cada senda es un inicio

Cada senda es un inicio

Introducción para el acto del Día Internacional del Holocausto, 27 de enero, en el Colegio Hebreo Sefaradí de México para ser leído antes del poema.

Somos hijas de sobrevivientes nacidas en aquella Europa desgarrada apenas terminada la guerra. Las historias de nuestros padres construyeron gran parte de nuestra identidad. Elegimos ser un puente entre el pasado y el futuro.

Desde nuestras infancias sin familias, los otros sobrevivientes lo fueron y nuestros cuentos de hadas fueron las pérdidas sufridas y las sagas de supervivencia. Cada sobreviviente con su historia particular se volvió nuestra propia historia. Curiosamente compartimos la triste experiencia de la pérdida de un hermano mayor que no llegamos a conocer. Uno en la fría Siberia entre el hambre y las arbitrariedades del gulag y el otro entregado a una familia cristiana y nunca recuperado. 

Nacimos en 1945. La escritora israelí Dina Wardi nos llamó la “generación del iurtsait”, la de las velas conmemorativas, cuya llama mantiene viva la memoria de los que no están y al mismo tiempo ilumina la esperanza del camino por venir.

Este poema surge de nuestra vivencia como hijas de padres que, después de lo padecido, han apostado a la vida. Desde hace muchos años somos las continuadoras de esa misión en diferentes grupos y organizaciones. Desde “Niños de la Shoá” en un principio, luego creamos Generaciones de la Shoá en Argentina y hoy nos hemos integrado al Museo del Holocausto de Buenos Aires donde seguimos desarrollando nuestras actividades habituales. Damos testimonio, dictamos clases, y desarrollamos varios proyectos destinados a docentes y a jóvenes como el “Proyecto Aprendiz” y los “Cuadernos de la Shoá”.

El Himno Partisano canta a la resistencia y fue y sigue siendo una bandera de lucha. Nuestros padres lo cantaban con los ojos bien abiertos y los puños en alto mientras nosotras los mirábamos admiradas por su fuerza y determinación. Fue nuestra mejor canción de cuna. Esa marcha de los que no se dejan vencer sostiene que ninguna senda es la final. A partir de allí, y a la luz de lo vivido durante los últimos 80 años, agregamos que no solo no es la senda final sino que toda senda es un inicio. Nuestras vidas y las de nuestros hijos y nietos, son el documento que testifica y confirma esa apuesta al futuro. 

Aida Ender y Diana Wang

Buenos Aires, enero 2021

Nosotros, los que sobrevivimos

Los expoliados, aislados y marcados

Los encerrados, violados y denigrados

Sabemos, lo sabemos bien, que ninguna senda es la final

Estuvimos en el lodazal del infierno

En la oscuridad, el terror y la tormenta 

Aprendimos que aquella senda no era la final

Emergimos del hambre, del frío y el horror

Del tifus, la humillación y la vergüenza

Soñando un árbol lleno de pan

Y que esa senda no fuera la final

Somos los escapados, los escondidos 

Los afortunados, los rescatados, los salvados

Y gritamos a voz en cuello ¡no hay una senda final!

Somos los que cambiaron sus nombres

Los que lucharon en los bosques 

Los que, emergidos de entre escombros y desconcierto 

Confirmaron que esa senda no había sido la final

Con recuerdos, marcas y lágrimas aún vivas

Caminamos vías, calles y caminos

Entre muros derrumbados bajo cielos de plomo 

Los ojos bien abiertos en cada senda. ¡Ninguna fue final!

De la tierra, húmeda tras el vendaval, nacieron nuevos brotes

Hojas y frutos cubrieron los árboles heridos

Germinaron semillas, bravas e incontenibles 

Puestos de pie, reconstruidos, desafiantes

Seguimos caminando, no paramos de andar 

Lloramos nuestros muertos, está prohibido olvidar

Los que nos siguen abrazan nuestro legado

Ahondan nuestras huellas, llevan la memoria detrás

En la mira el horizonte abierto, todo promesa, todo concierto

Porque cada senda es nueva y ninguna es la final

Somos los que sobrevivimos y los que nacimos después

Nos bebemos la vida medida por medida

¡Ni aquella senda, ni ésta, ni ninguna, será la final!

Cada senda es un inicio y habrá otras, muchas más

¡El pueblo judío vive! ¡Estamos acá! 

¡Mir Zainen Do!  ¡Am Israel Jai!

Aida Ender - Diana Wang

Hijas de sobrevivientes de la Shoá


Recitado por Jessica Schultz en el Museo del Holocausto de Buenos Aires en el acto de Iom Hashoá, abril 2021

Memory in Action. Bio

Captura de Pantalla 2021-01-22 a la(s) 16.39.15.png

Published in Jewish Latin America.

Diana Wang was born in Poland in 1945, the daughter of survivors of the Shoah. She arrived in Argentina in 1947. Psychotherapist specializing in couples therapy (private practice). Writer and lecturer. Until 2018: with the “Generations of the Shoah” (Holocaust): worked dissemination and education. Talks, conferences, seminars in Argentina and abroad, in formal and informal educational institutions. Her groups produced educational material on the various themes of the Shoah, published the Cuadernos de la Shoá (Shoah Notebooks) and generated the “Apprentice Project” to keep the oral memory of the Shoah alive. They are part of the Argentine chapter of the ITF (Task Force for International Cooperation on Holocaust Education, Remembrance and Research). Since 2018, Diana Wang is a member of the Board of Directors of the Museum of the Holocaust of Buenos Aires. The “Generations of the Shoah” projects continue in Argentina.

Children of the Shoá. To tell of what was lived, to include it in the chain of family descendance, to understand it according to the specific context, to look at it again, to put it into a new perspective and to learn from one’s own experiences, all of this is what we are.  the survivors of the Shoah (Holocaust) and their descendants have found to be since the very moment in which we began to meet. Additionally, we learned from each other and we went on reconstructing our pasts with new pieces that responded to obscure questions. We learned useful lessons for the present and for the future. We began to meet regularly in 1997. We told our stories, and with surprise, we discovered how very similar were so many things we had believed  happened only to each one of us, and were, in fact, shared with the others.

To tell of what was lived, to include it in the chain of family descendance, to understand it according to the specific context, to look at it again, to put it into a new perspective and to learn from one’s own experiences, all of this is what we are.  the survivors of the Shoah (Holocaust) and their descendants have found to be since the very moment in which we began to meet. Additionally, we learned from each other and we went on reconstructing our pasts with new pieces that responded to obscure questions. We learned useful lessons for the present and for the future. We began to meet regularly in 1997. We told our stories, and with surprise, we discovered how very similar were so many things we had believed  happened only to each one of us, and were, in fact, shared with the others.

     We began as the “Children of the Shoah,” because almost all of us had been very little at the end of the war. Some, including myself, though born a bit after that, saw that our stories also had points in  common. Those born after 1940 have almost no early memories and so their “memories” had to be investigated and reconstructed. Also, those of us who were born after the Shoah sought in our families’ past the links that we lacked to reconstruct the chain of connections to our parents and our grandparents. I often say that most important thing that happened to me in my life, happened before I was born. That “most Important thing” was that which unified us and what became an affectionate nest in which to find the keys that we lacked. We all had an intimate and personal relationship with the Shoah, and sharing it gave us a new sense of belonging. We felt like a family.

A Different Type of Institution. Clearly, we invented a way of doing things that was different from the usual procedures of local Jewish organizations. There was no difference between the Board of was Directors who thought about and made decisions and those who carried out what decided upon. Those of us who were members of the Board, were active in all other areas: we participated discussions, thought, signed checks about programs, and when it was necessary, took a broom and swept the floor. While we generated educational materials, we went down to open the door; while we invented innovative projects, we also made sure that there was no lack of coffee, tea, mate, sweetener and crackers. All volunteers, we all developed a very meaningful mission, we were in our home with our family.

Generations of the Shoah. In 2004, we set out on a great adventure, an international conference that we called “Facing the Future. In attendance were survivors, children, grandchildren, relatives, teachers, historians and cultural figures from several countries. This event strengthened our association. It was formalized and began to be known as the “Generations of the Shoah” in Argentina. “Generations” was a very unusual in the context of local Jewish organization, because it mainly consisted of women. The men who accompanied us were amazed that we were able to be talking about four things at the same time, not only what had to be done, but also the health of each one of us, whose daughter was pregnant or which grandson had done well at school or had a high fever the previous night.

       These were fertile meetings, with such a pleasant environment that it was enjoyable to be there. But we didn’t only create and distributed pedagogic materials, we also celebrated the holidays of our Jewish tradition, celebrated birthdays, gave support during unhappy events and were happy about our joys. . .we constituted an unexpected new affective web with close ties, perhaps a compensation for what some of us had lacked during our childhoods.

     We learned from our parents and survivors to transform the tragedy into a motive for living. We created a philosophy that valued life and gave it meaning, in the organization as well as in our own lives, recounting, almost with joy, who we were and what we had learned.

     We participated intensely in social networks, and we reacted strongly against the use of the Shoah for reasons that were not connected to it. Phrases like “Never again,” “Remember so not to  repeat,” “For the future generations” and so many others that we heard every day, brought us back again and again to explanations and demystifications. We permanently rectified false information. We fought against the banalization when Nazism, Hitler or Goebbels were mentioned as a common noun, which we took as an insult. We came out against statements that treated the facts lightly or superficially. We repudiated statements that distorted the facts, for they impeded making the making them known and the understanding of their content and scope. We protested against the spurious comparison of the Shoah with the politics of the State of Israel, pointing that what is now called Anti-Zionism is the same old Anti-Semitism in disguise.

Members of Generations of the Shoah

     We created three project that would go beyond what we had accomplished so far: the Cuadernos de la Shoá (Notebooks of the Shoah) and Proyecto Aprendiz I y II (Project Apprentice I and 2 (Project Apprentice I and II).

1.  Cuadernos de la Shoá. The Cuadernos are a publication directed at teachers who require an exhaustive pedagogical tool for teaching about the Holocaust. Each Cuaderno (there are now eight published and a nineth about to come out) deals with a specific theme: the rescuers, the children, the women, the resistance, the Shoah as part of the Second World Warthe dehumanization, the outcomes, the genocides of the twentieth century. Each book is structured around three central concepts: the definition and explanation of the main ideas, the design of the book and graphic illustrations, the personal testimonies of survivors that transmit the human aspect of those involved.

To Live with Evil: Genocides of the Twentieth Century

To see or download the Cuadernos, go to:  https://museodelholocausto.org.ar/publicaciones/cuadernos-de-la-shoa/

A video about the Cuadernos (in Spanish) :https://www.youtube.com/watch?v=9f3XT66m6qA&ab_channel=BACultura

2. – Project Apprentice I. Project Apprentice I was developed to assure that each one of the living survivor’s stories continue to be told in an oral and face-to-face way. The living testimony permits interaction and questioning and brings directly to each listener the emotion of someone who lived through it all. The idea is to train young adults to tell in the future, the history of a specific survivor. During three months of direct contact, each Apprentice gets to know, accompanies, converses with the survivor. This conversation treats not only the survivor’s experiences during the Shoah, but also her childhood, her old age, her ideals, her joys, her sorrows. The Apprentice receives and incorporates that story into his or her life and commits to retell it in the coming decades. There are now 150 Apprentices who now have this responsibility.

One of Diana Wang’s TED talks, with English subtitles:  “Los aprendices de la Historia”/”The Apprentices of History”:  https://www.youtube.com/watch?v=OeNvaToNv_k&t=4s

Survivor Lea Zajac (left) with her apprentice Darío Berlinerblau (right), in Buenos Aires

Project Apprentice I

3. Project Apprentice II. We created a second level to these activities. The Apprentices were trained to develop a short talk, up to twenty minutes in length, in which they described their experiences living along with a survivor and the ways in which their own lives were affected by it. Each talk was recorded on videos that were distributed through social media. These brief talks have a strong potential in education. After showing a video in a single class, there is time left to complement it with concepts, commentaries, questions and pedagogic activities that assure the understanding of what had been lived through.

The talks by these young adults have a strong effect on those who hear them. The anecdote, the living presence, the immediacy of emotion are exceptional vehicles for stimulating memory and not allowing things to be forgotten.

4. Museum of the Holocaust in Buenos Aires. In 2018, Generations of the Shoah became part of the Museum of the Holocaust in Buenos Airescombining forces and voluntary work. We contributed who we are and what we knew, the materials we produced and the presentations to schools and universities. We learn and we teach.     

Conversations with Survivors: Rudi Haymann is interviewed from Chile

     We were in dialogue with different groups. We formed the Argentine chapter of the International Alliance for the Memory of the Holocaust. With training sessions, testimonies, and with our survivors, we supported the March for Life. We participate in the Latin American Network for the Teaching of the Shoah.  We continue with the Cuadernos de la Shoá and Proyecto Aprendiz. This activity is in the process of reformulation, given that with the passage of time, we can no longer count on survivors to take part. We will encounter the situation of the children of the survivors like us with our own experience of having grown up with the scars left in our parents and also our grandchildren, now freer from the direct connection with the survivors, with a renewed capacity for questioning, investigation and memory.

In synthesis. During the Battle of Britain, Sir Winston Churchill referred to those who fought, saying that “never have so few done so much for so many.” We are like that squadron of the RAF, a handful of people, with small voices that as the Children of the Shoah, Generations of the Shoah and now from the Museum, grow and become louder, become strong and powerful in their persistence to keep alive the memory of the Shoah, generate consciousness so that the so wished for “Never again” will someday be so.

Traducción:

Para el site Jewish Latin America
Diana Wang nació en Polonia en 1945, hija de sobrevivientes de la Shoá. Llegó a la Argentina en 1947. Psicoterapeuta especializada en terapia de pareja (práctica privada). Escritora y conferencista. Hasta 2018: Desde “Generaciones de la Shoá”: realizó una constante labor en difusión y educación. Charlas, conferencias, seminarios en la Argentina y el exterior, en instituciones de educación formal e informal. Produjeron material educativo sobre las variadas temáticas de la Shoá, publican los Cuadernos de la Shoá y han generado el “Proyecto Aprendiz” para mantener viva la memoria oral de la Shoá. Integran el capítulo argentino de la IHRA (International Holocaust Remembrance Alliance). Desde 2018 miembro del Consejo de Administración del Museo del Holocausto de Buenos Aires . Continúan los proyectos de “Generaciones de la Shoá” en Argentina.

Niños de la Shoá. Contar lo vivido, incluirlo en la cadena del linaje familiar, entenderlo según el contexto específico, volver a mirarse, ubicarse en una nueva perspectiva y aprender de las propias experiencias, es lo que los sobrevivientes de la Shoá y sus descendientes hemos encontrado desde el momento en que comenzamos a reunirnos. Adicionalmente aprendimos los unos de los otros y fuimos reconstruyendo nuestros pasados con nuevas piezas que respondían a oscuros interrogantes y aprendiendo lecciones útiles para el presente y el futuro. 

Nos conocimos y comenzamos a reunirnos en 1997. Nos contamos nuestras historias y descubrimos con sorpresa cómo se parecían y cuántas cosas que creímos nos pasaban solo a nosotros eran compartidas por los demás. 

Empezamos a ser “Niños de la Shoá” porque casi todos habían sido muy chicos en aquel momento. Algunos, como yo misma, aunque nacimos poco después, vimos que nuestras historias también tenían puntos en común. Los nacidos después de 1940 casi no tenían recuerdos y sus memorias debían ser indagadas y reconstruidas. También los que nacimos una vez terminada la Shoá buscábamos en nuestros pasados familiares los eslabones que nos faltaban para reconstruir la cadena con nuestros padres y abuelos. Suelo decir que lo más importante que me pasó en la vida pasó antes de que yo naciera. Lo “más importante” era lo que nos unía y lo que constituía un nido cariñoso en donde encontrar las claves que nos faltaban. Todos tenemos una relación íntima y personal con la Shoá y el compartirla nos regaló una nueva pertenencia, nos sentíamos una familia.


Generaciones de la Shoá. En 2004 emprendimos una gran aventura, el encuentro internacional que llamamos De Cara al Futuro con la asistencia de sobrevivientes, hijos, nietos, parientes, docentes, historiadores y personalidades de la cultura de varios países. Este evento consolidó nuestra asociación que se formalizó y pasó a ser Generaciones de la Shoá en Argentina. 

Generaciones fue una institución muy particular en el contexto de las organizaciones judías locales, porque estaba integrada por muchas mujeres. Los hombres que nos acompañaban se sorprendían de que pudiéramos estar hablando de cuatro cosas al mismo tiempo, no solo sobre lo que había que hacer sino también sobre el estado de salud de cada uno, qué hija está embarazada o qué nieto tuvo un éxito en la escuela o mucha fiebre la noche anterior.

Una institución diferente. Claramente inventamos un modo particular distinto de los modelos usuales de las organizaciones judías locales. No había diferencia entre la comisión directiva que pensaba y decidía y quienes ejecutaban lo decidido. Los que integrábamos la CD estábamos en todas las otras áreas: discutíamos, pensábamos, firmábamos cheques y, cuando hacía falta, tomábamos una escoba y barríamos el piso. Mientras generábamos materiales educativos bajábamos a abrir la puerta, cuando inventábamos proyectos innovadores estábamos también atentos a que no faltara el café ni el té ni el mate ni el edulcorante ni las galletitas. Todos voluntarios, todos llevando adelante una misión muy significativa, estábamos en nuestra casa con nuestra familia. 

Eran reuniones fértiles, con un clima tan amable que daba gusto estar allí. Pero no sólo creábamos y difundíamos materiales pedagógicos, también celebrábamos las fechas de nuestra tradición judía, festejábamos los cumpleaños, nos acompañábamos en las tristezas y nos alegrábamos con las alegrías… constituíamos una impensada nueva red afectiva con vínculos entrañables, tal vez una compensación por lo que a algunos nos había faltado en nuestras infancias. Aprendimos de nuestros padres y sobrevivientes, a transformar la tragedia en motivo de vida. Hacíamos en la institución lo mismo que con nuestras propias historias sostenidos sobre una filosofía que privilegia la vida y le da sentido, contando hasta con alegría quiénes éramos y lo que habíamos aprendido. 

Participamos intensamente en redes sociales y reaccionamos fuertemente ante la utilización de la Shoá para fines ajenos a ella, los lugares comunes y las mentiras. Frases como “nunca más”, “recordar para no repetir”, “para las futuras generaciones”, y tantas otras que escuchamos a diario, nos llevan una y otra vez a explicaciones y desmitificaciones.  Rectificamos permanentemente informaciones falsas. Luchamos contra la banalización cuando se menciona al nazismo, a Hitler o a Goebbels, como un sustantivo común, como un insulto. Salimos al cruce de las declaraciones que toman los hechos a la ligera y superficialmente, que los tergiversa e impide revelar y comprender su contenido y alcance. Protestamos ante la espuria comparación entre la Shoá y la política del Estado de Israel señalando que el hoy llamado antisionismo es el mismo antisemitismo travestido. 

Creamos tres proyectos que nos trascenderán: los Cuadernos de la Shoá y el Proyecto Aprendiz I y II.

1.- Cuadernos de la Shoá. Es una publicación destinada a los docentes que precisan una herramienta pedagógica exhaustiva para enseñar sobre el Holocausto. Cada Cuaderno (hay 8 publicados y el 9 a punto de salir) encara un tema específico, los rescatadores, los niños, las mujeres, las resistencias, la shoá inmersa en la segunda guerra, la deshumanización, las trayectorias, los genocidios del siglo XX. Cada número está estructurado alrededor de 3 ejes: la conceptualización, el diseño y la ilustración gráfica y los testimonios personales que transmiten el aspecto humano involucrado. 

2.- Proyecto Aprendiz I. Surgió para asegurar que cada una de las historias siga siendo contada de manera presencial y oral. Cuando ya no haya sobrevivientes que cuenten lo vivido, ¿cómo llegar a la gente con un similar potencial emotivo que haga que el testimonio sea inolvidable? El testimonio vivo permite la interacción, la pregunta y llega directamente a cada oyente porque es entregado con la emoción de quien lo vivió. La idea es capacitar a adultos jóvenes para contar, el día de mañana, la historia de un sobreviviente particular. Durante tres meses de contacto directo, cada Aprendiz conoce, acompaña y conversa con un sobreviviente. No es solo sobre sus vivencias en la Shoá, también sobre su infancia, su vejez, sus ideales, sus alegrías, sus tristezas. El Aprendiz recibe e incorpora esa historia a su propia vida y se compromete a contarla en las siguientes décadas. Son en la actualidad 150 los Aprendices que tienen ahora esta nueva responsabilidad en sus vidas.

3.- Proyecto Aprendiz II. Creamos una segunda etapa, la capacitación de los Aprendices en la construcción de una charla breve, de hasta 20 minutos, contando la experiencia vivida al lado del sobreviviente y la manera en que fueron atravesados por ella en su propia vida. Cada charla se registra en video que se difunde por las redes sociales. Estas breves charlas tienen un fuerte potencial educativo. En una clase alcanza el tiempo para complementarlo con conceptualizaciones, comentarios, preguntas y actividades pedagógicas que aseguran la comprensión de lo vivido. 

Las charlas de estos adultos jóvenes tienen un poderoso efecto sobre quienes las oyen. La anécdota, la presencia viva, la emoción puesta en acto, son vehículos privilegiados para que la memoria se estimule y no se pierda en el olvido.

Museo del Holocausto de Buenos Aires. En 2018 pasamos a integrar el Museo aunando esfuerzos y voluntariados. Aportamos lo que somos y lo que sabemos, los materiales que producimos y los testimonios a escuelas y universidades. Dialogamos con distintos grupos, aprendemos y enseñamos, integramos el capítulo argentino de la Alianza Internacional para la memoria del Holocausto, acompañamos con capacitaciones, testimonios y con nuestros sobrevivientes al programa Marcha por la Vida.

Participamos de la red LAES y seguimos con los Cuadernos de la Shoá y con el Proyecto Aprendiz. Este último está en proceso de reactualización dado que el paso del tiempo hizo que ya no contemos con sobrevivientes para hacerlo. Entraremos al escenario los hijos de sobrevivientes con nuestras experiencias de haber crecido con las marcas que la Shoá dejó en nuestros padres; también los nietos, ya más libres del vínculo directo con los sobrevivientes, con una renovada capacidad de pregunta, investigación y memoria.

En síntesis. Durante la Batalla de Inglaterra, Sir Winston Churchill se refirió a quienes lucharon diciendo que “nunca tan pocos habían hecho tanto por tantos”. Somos, como aquel escuadrón de la RAF, un puñado de personas, con pequeñas voces que, antes desde Niños de la Shoá, Generaciones de la Shoá y ahora desde el Museo, crecen y se amplifican, se vuelven fuertes y potentes en su persistencia por mantener viva la memoria de la Shoá, generar conciencia para que el tan ansiado “nunca más” alguna vez lo sea.

Memory in action. In Jewish Latin America.

Captura de Pantalla 2021-01-25 a la(s) 10.35.45.png

Memory in Action

Survivors of the Shoah and their descendants in a trajectory of reconstruction

Children of the Shoá. To tell of what was lived, to include it in the chain of family descendance, to understand it according to the specific context, to look at it again, to put it into a new perspective and to learn from one’s own experiences is what the survivors of the Shoah (Holocaust) and their descendants have found to be since we began to meet. We reconnected with the chain of our family lineage; we learned from each other and we went on reconstructing our pasts with new pieces that responded to obscure questions. We learned useful lessons for the present and for the future.

We began to meet regularly in 1997. We told our stories, and with surprise, we discovered how very similar were so many things we had believed  happened only to each one of us, and were, in fact, shared with the others.

     We began as the “Children of the Shoah,” because almost all of us had been very little at the end of the war. Some, including myself, though born a bit after that, saw that our stories also had points in  common. Those born after 1940 have almost no early memories and so their “memories” had to be investigated and reconstructed. Also, those of us who were born after the Shoah sought in our families’ past the links that we lacked to reconstruct the chain of connections to our parents and our grandparents. I often say that most important thing that happened to me in my life, happened before I was born. That “most Important thing” was that which unified us and what became an affectionate nest in which to find the keys that we lacked. We all had an intimate and personal relationship with the Shoah, and sharing it gave us a new sense of belonging. We felt like a family.

A Different Type of Institution. Clearly, we invented a way of doing things that was different from the usual procedures of local Jewish organizations. There was no difference between the Board of was Directors who thought about and made decisions and those who carried out what decided upon. Those of us who were members of the Board, were active in all other areas: we participated discussions, thought, signed checks about programs, and when it was necessary, took a broom and swept the floor. While we generated educational materials, we went down to open the door; while we invented innovative projects, we also made sure that there was no lack of coffee, tea, mate, sweetener and crackers. All volunteers, we all developed a very meaningful mission, we were in our home with our family.

Generations of the Shoah. In 2004, we set out on a great adventure, an international conference that we called “Facing the Future. In attendance were survivors, children, grandchildren, relatives, teachers, historians and cultural figures from several countries. This event strengthened our association. It was formalized and began to be known as the “Generations of the Shoah” in Argentina. “Generations” was a very unusual in the context of local Jewish organization, because it mainly consisted of women. The men who accompanied us were amazed that we were able to be talking about four things at the same time, not only what had to be done, but also the health of each one of us, whose daughter was pregnant or which grandson had done well at school or had a high fever the previous night.

       These were fertile meetings, with such a pleasant environment that it was enjoyable to be there. But we didn’t only create and distributed pedagogic materials, we also celebrated the holidays of our Jewish tradition, celebrated birthdays, gave support during unhappy events and were happy about our joys. . .we constituted an unexpected new affective web with close ties, perhaps a compensation for what some of us had lacked during our childhoods.

     We learned from our parents and survivors to transform the tragedy into a motive for living. We created a philosophy that valued life and gave it meaning, in the organization as well as in our own lives, recounting, almost with joy, who we were and what we had learned.

     We participated intensely in social networks, and we reacted strongly against the use of the Shoah for reasons that were not connected to it. Phrases like “Never again,” “Remember so not to  repeat,” “For the future generations” and so many others that we heard every day, brought us back again and again to explanations and demystifications. We permanently rectified false information. We fought against the banalization when Nazism, Hitler or Goebbels were mentioned as a common noun, which we took as an insult. We came out against statements that treated the facts lightly or superficially. We repudiated statements that distorted the facts, for they impeded making the making them known and the understanding of their content and scope. We protested against the spurious comparison of the Shoah with the politics of the State of Israel, pointing that what is now called Anti-Zionism is the same old Anti-Semitism in disguise.

Members of Generations of the Shoah

     We created three project that would go beyond what we had accomplished so far: the Cuadernos de la Shoá (Notebooks of the Shoah) and Proyecto Aprendiz I y II (Project Apprentice I and 2 (Project Apprentice I and II).

1.  Cuadernos de la Shoá. The Cuadernos are a publication directed at teachers who require an exhaustive pedagogical tool for teaching about the Holocaust. Each Cuaderno (there are now eight published and a nineth about to come out) deals with a specific theme: the rescuers, the children, the women, the resistance, the Shoah as part of the Second World Warthe dehumanization, the outcomes, the genocides of the twentieth century. Each book is structured around three central concepts: the definition and explanation of the main ideas, the design of the book and graphic illustrations, the personal testimonies of survivors that transmit the human aspect of those involved.

To Live with Evil: Genocides of the Twentieth Century

To see or download the Cuadernos, go to:  https://museodelholocausto.org.ar/publicaciones/cuadernos-de-la-shoa/

A video about the Cuadernos (in Spanish) :https://www.youtube.com/watch?v=9f3XT66m6qA&ab_channel=BACultura

2. – Project Apprentice I. Project Apprentice I was developed to assure that each one of the living survivor’s stories continue to be told in an oral and face-to-face way. The living testimony permits interaction and questioning and brings directly to each listener the emotion of someone who lived through it all. The idea is to train young adults to tell in the future, the history of a specific survivor. During three months of direct contact, each Apprentice gets to know, accompanies, converses with the survivor. This conversation treats not only the survivor’s experiences during the Shoah, but also her childhood, her old age, her ideals, her joys, her sorrows. The Apprentice receives and incorporates that story into his or her life and commits to retell it in the coming decades. There are now 150 Apprentices who now have this responsibility.

One of Diana Wang’s TED talks, with English subtitles:  “Los aprendices de la Historia”/”The Apprentices of History”:  https://www.youtube.com/watch?v=OeNvaToNv_k&t=4s

Survivor Lea Zajac (right) with her apprentice Darío Berlinerblau (left), in Buenos Aires

3. Project Apprentice II. We created a second level to these activities. The Apprentices were trained to develop a short talk, up to twenty minutes in length, in which they described their experiences living along with a survivor and the ways in which their own lives were affected by it. Each talk was recorded on videos that were distributed through social media. These brief talks have a strong potential in education. After showing a video in a single class, there is time left to complement it with concepts, commentaries, questions and pedagogic activities that assure the understanding of what had been lived through.

The talks by these young adults have a strong effect on those who hear them. The anecdote, the living presence, the immediacy of emotion are exceptional vehicles for stimulating memory and not allowing things to be forgotten.

4. Museum of the Holocaust in Buenos Aires. In 2018, Generations of the Shoah became part of the Museum of the Holocaust in Buenos Airescombining forces and voluntary work. We contributed who we are and what we knew, the materials we produced and the presentations to schools and universities. We learn and we teach.     

Conversations with Survivors: The survivor Rudi Haymann is interviewed from Chile

     We were in dialogue with different groups. We formed the Argentine chapter of the International Alliance for the Memory of the Holocaust. With training sessions, testimonies, and with our survivors, we supported the March for Life. We participate in the Latin American Network for the Teaching of the Shoah.  We continue with the Cuadernos de la Shoá and Proyecto Aprendiz. This activity is in the process of reformulation, given that with the passage of time, we can no longer count on survivors to take part. We will encounter the situation of the children of the survivors like us with our own experience of having grown up with the scars left in our parents and also our grandchildren, now freer from the direct connection with the survivors, with a renewed capacity for questioning, investigation and memory.

In synthesis. During the Battle of Britain, Sir Winston Churchill referred to those who fought, saying that “never have so few done so much for so many.” We are like that squadron of the RAF, a handful of people, with small voices that as the Children of the Shoah, Generations of the Shoah and now from the Museum, grow and become louder, become strong and powerful in their persistence to keep alive the memory of the Shoah, generate consciousness so that the so wished for “Never again” will someday be so.

Diana Wang was born in Poland in 1945, the daughter of survivors of the Shoah. She arrived in Argentina in 1947. Psychotherapist specializing in couples therapy (private practice). Writer and lecturer. Until 2018: with the “Generations of the Shoah” (Holocaust): worked dissemination and education. Talks, conferences, seminars in Argentina and abroad, in formal and informal educational institutions. Her groups produced educational material on the various themes of the Shoah, published the Cuadernos de la Shoá (Shoah Notebooks) and generated the “Apprentice Project” to keep the oral memory of the Shoah alive. They are part of the Argentine chapter of Integran el capítulo argentino de la IHRA (International Holocaust Remembrance Alliance.) Since 2018, Diana Wang is a member of the Board of Directors of the Museum of the Holocaust of Buenos Aires. The “Generations of the Shoah” projects continue in Argentina.

Published in Jewish Latin America.

Traducción:

Niños de la Shoá. Contar lo vivido, incluirlo en el contexto específico, volver a mirarse, ubicarse en una nueva perspectiva y aprender de las propias experiencias, es lo que los sobrevivientes de la Shoá y sus descendientes hemos encontrado  desde  que comenzamos a reunirnos. Nos recolectamos con la cadena de nuestro linaje familiar, aprendimos los unos de los otros y fuimos reconstruyendo nuestros pasados con nuevas piezas que respondían a oscuros interrogantes y aprendiendo lecciones útiles para el presente y el futuro.

      Nos conocimos y comenzamos a reunirnos en 1997. Nos contamos nuestras historias y descubrimos con sorpresa cómo se parecían y cuántas cosas que creímos nos pasaban solo a nosotros eran compartidas por los demás.

     Empezamos a ser “Niños de la Shoá” porque casi todos habían sido muy chicos en aquel momento. Algunos, como yo misma, aunque nacimos poco después, vimos que nuestras historias también tenían puntos en común. Los nacidos después de 1940 casi no tenían recuerdos y sus memorias debían ser indagadas y reconstruidas. También los que nacimos una vez terminada la Shoá buscábamos en nuestros pasados familiares los eslabones que nos faltaban para reconstruir la cadena con nuestros padres y abuelos. Suelo decir que lo más importante que me pasó en la vida pasó antes de que yo naciera. Lo “más importante” era lo que nos unía y lo que constituía un nido cariñoso en donde encontrar las claves que nos faltaban. Todos tenemos una relación íntima y personal con la Shoá y el compartirla nos regaló una nueva pertenencia, nos sentíamos una familia.

Generaciones de la Shoá. En 2004 emprendimos una gran aventura, el encuentro internacional que llamamos De Cara al Futuro con la asistencia de sobrevivientes, hijos, nietos, parientes, docentes, historiadores y personalidades de la cultura de varios países. Este evento consolidó nuestra asociación que se formalizó y pasó a ser “Generaciones de la Shoá” en Argentina.

      Generaciones fue una institución muy particular en el contexto de las organizaciones judías locales, porque estaba integrada por muchas mujeres. Los hombres que nos acompañaban se sorprendían de que pudiéramos estar hablando de cuatro cosas al mismo tiempo, no solo sobre lo que había que hacer sino también sobre el estado de salud de cada uno, qué hija está embarazada o qué nieto tuvo un éxito en la escuela o mucha fiebre la noche anterior.

Una institución diferente. Claramente inventamos un modo particular distinto de los modelos usuales de las organizaciones judías locales. No había diferencia entre la comisión directiva que pensaba y decidía y quienes ejecutaban lo decidido. Los que integrábamos la Comité Directiva estábamos en todas las otras áreas: discutíamos, pensábamos, firmábamos cheques y, cuando hacía falta, tomábamos una escoba y barríamos el piso. Mientras generábamos materiales educativos bajábamos a abrir la puerta, cuando inventábamos proyectos innovadores estábamos también atentos a que no faltara el café ni el té ni el mate ni el edulcorante ni las galletitas. Todos voluntarios, todos llevando adelante una misión muy significativa, estábamos en nuestra casa con nuestra familia.

       Eran reuniones fértiles, con un clima tan amable que daba gusto estar allí. Pero no sólo creábamos y difundíamos materiales pedagógicos, también celebrábamos las fechas de nuestra tradición judía, festejábamos los cumpleaños, nos acompañábamos en las tristezas y nos alegrábamos con las alegrías… constituíamos una impensada nueva red entrañables, tal vez una compensación afectiva por lo que  algunas de nosotros nos había faltado en nuestras infancias.

       Aprendimos de nuestros padres y sobrevivientes, a transformar la tragedia en una filosofía que privilegia la vida y le da sentido, contando hasta con alegría quiénes éramos y lo que habíamos aprendido. Participamos intensamente en redes sociales y reaccionamos fuertemente ante la utilización de la Shoá para fines ajenos a ella, los lugares comunes y las mentiras. Frases como “nunca más”, “recordar para no repetir”, “para las futuras generaciones”, y tantas otras que escuchamos a diario, nos llevan una y otra vez a explicaciones y desmitificaciones.  Rectificamos permanentemente informaciones falsas.    Luchamos contra la banalización cuando se menciona al nazismo, a Hitler o a Goebbels, como un sustantivo común, como un insulto. Salimos al cruce de las declaraciones que toman los hechos a la ligera y superficialmente, que los tergiversa e impide revelar y comprender su contenido y alcance. Protestamos ante la espuria comparación entre la Shoá y la política del Estado de Israel señalando que el hoy llamado anti-sionismo es el mismo antisemitismo travestido.

Miembros de Generaciones de la Shoá

Creamos tres proyectos que nos trascenderán: los Cuadernos de la Shoá y el Proyecto Aprendiz I y II.

1.- Cuadernos de la Shoá. Es una publicación destinada a los docentes que precisan una herramienta pedagógica exhaustiva para enseñar sobre el Holocausto. Cada Cuaderno (hay 8 publicados y el 9 a punto de salir) encara un tema específico, los rescatadores, los niños, las mujeres, las resistencias, la shoá inmersa en la segunda guerra, la deshumanización, las trayectorias, los genocidios del siglo XX. Cada número está estructurado alrededor de 3 ejes: la conceptualización, el diseño y la ilustración gráfica y los testimonios personales que transmiten el aspecto humano involucrado.

Los cuadernos se pueden ver/descargar: en https://museodelholocausto.org.ar/publicaciones/cuadernos-de-la-shoa/

Aquí un video sobre los cuadernos: https://www.youtube.com/watch?v=9f3XT66m6qA&ab_channel=BACultura

2.- Proyecto Aprendiz I. Surgió para asegurar que cada una de las historias siga siendo contada de manera presencial y oral. Cuando ya no haya sobrevivientes que cuenten lo vivido, El testimonio vivo permite la interacción, la pregunta y llega directamente a cada oyente porque es entregado con la emoción de quien lo vivió. La idea es capacitar a adultos jóvenes para contar, el día de mañana, la historia de un sobreviviente particular. Durante tres meses de contacto directo, cada Aprendiz conoce, acompaña y conversa con un sobreviviente. No es solo sobre sus vivencias en la Shoá, también sobre su infancia, su vejez, sus ideales, sus alegrías, sus tristezas. El Aprendiz recibe e incorpora esa historia a su propia vida y se compromete a contarla en las siguientes décadas. Son en la actualidad 150 los Aprendices que tienen ahora esta nueva responsabilidad en sus vidas.

Una charlas TED de Diana Wang “Los aprendices de la Historia” subtitulada en inglés https://www.youtube.com/watch?v=OeNvaToNv_k&t=

La superviviente Lea Zajac (derecha) y su aprendiz Darío Berlinerblau (izquierda), en Buenos Aires

3.- Proyecto Aprendiz II. Creamos una segunda etapa, la capacitación de los Aprendices en la construcción de una charla breve, de hasta 20 minutos, contando la experiencia vivida al lado del sobreviviente y la manera en que fueron atravesados por ella en su propia vida. Cada charla se registra en video que se difunde por las redes sociales. Estas breves charlas tienen un fuerte potencial educativo. En una clase alcanza el tiempo para complementarlo con conceptualizaciones, comentarios, preguntas y actividades pedagógicas que aseguran la comprensión de lo vivido.

      Las charlas de estos adultos jóvenes tienen un poderoso efecto sobre quienes las oyen. La anécdota, la presencia viva, la emoción puesta en acto, son vehículos privilegiados para que la memoria se estimule y no se pierda en el olvido.

4. – Museo del Holocausto de Buenos Aires. En 2018 pasamos a integrar el Museo aunando esfuerzos y voluntariados. Aportamos lo que somos y lo que sabemos, los materiales que producimos y los testimonios a escuelas y universidades.

El sobreviviente Rudi Haymann

Dialogamos con distintos grupos, aprendemos y enseñamos, integramos el capítulo argentino de la Alianza Internacional para la memoria del Holocausto, acompañamos con capacitaciones, testimonios y con nuestros sobrevivientes al programa Marcha por la Vida. Participamos de la Red Latinoamericana para la Enseñanza de la Shoá y seguimos con los Cuadernos de la Shoá y con el Proyecto Aprendiz. Este último está en proceso de reactualización dado que el paso del tiempo hizo que ya no contemos con sobrevivientes para hacerlo. Entraremos al escenario los hijos de sobrevivientes con nuestras experiencias de haber crecido con las marcas que la Shoá dejó en nuestros padres; también los nietos, ya más libres del vínculo directo con los sobrevivientes, con una renovada capacidad de pregunta, investigación y memoria.

En síntesis. Durante la Batalla de Inglaterra, Sir Winston Churchill se refirió a quienes lucharon diciendo que “nunca tan pocos habían hecho tanto por tantos”. Somos, como aquel escuadrón de la RAF, un puñado de personas, con pequeñas voces que, antes desde Niños de la Shoá, Generaciones de la Shoá y ahora desde el Museo, crecen y se amplifican, se vuelven fuertes y potentes en su persistencia por mantener viva la memoria de la Shoá, generar conciencia para que el tan ansiado “nunca más” alguna vez lo sea.

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Diana Wang nació en Polonia en 1945, hija de sobrevivientes de la Shoá. Llegó a la Argentina en 1947.  Psicoterapeuta especializada en terapia de pareja (práctica privada). Escritora y conferencista. Hasta 2018: Desde “Generaciones de la Shoá”: realizó una constante labor en difusión y educación. Charlas, conferencias, seminarios en la Argentina y el exterior, en instituciones de educación formal e informal. Produjeron material educativo sobre las variadas temáticas de la Shoá, publican los Cuadernos de la Shoá y han generado el “Proyecto Aprendiz” para mantener viva la memoria oral de la Shoá. Integran el capítulo argentino de la IHRA (International Holocaust Remembrance Alliance). . Desde 2018 miembro del Consejo de Administración del Museo del Holocausto de Buenos Aires Continúan los proyectos de “Generaciones de la Shoá” en Argentina.

Velas jánuca 2020

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Mis padres decían que sobrevivir a la Shoá fue un milagro. No lo creían posible. Lo deseaban, vaya si lo deseaban, igual que todos los judíos sentenciados por el nazismo, pero todo decía que no lo lograrían. ¿Por qué irían a sobrevivir ellos? ¿Qué tenían de particular para ser beneficiados por la suerte? Nada. Ni eran más fuertes. Ni más ricos. Ni más inteligentes. Nada. Hicieron lo mejor que pudieron, igual que todos y sin que supieran bien por qué, un día todo terminó, los nazis fueron vencidos y pudieron salir a la luz.  Fue un milagro por lo inesperado, anhelado e imposible, como aquel aceite suficiente para un día que ardió durante ocho. 

Así son los milagros. Extraordinarios. Impredecibles. Sorpresivos.

¿De qué están hechos los milagros? ¿Qué hay que hacer para que sucedan? ¿Cómo convocarlos en esos momentos en que nos hacen tanta falta? Pregunté y pregunté pero nadie supo responder, nadie pudo nunca convocar un milagro a voluntad. Aprendí entonces que los milagros, como la suerte, no se dejan asir, no los podemos anticipar, les gusta sorprendernos. No los podemos dominar ni domesticar. Sin embargo cada tanto nos sucede un milagro que nos maravilla y que, mirado de cerca, es un gran maestro. Los milagros nos recuerdan que no lo podemos todo, que toda nuestra lógica, nuestra voluntad y racionalidad, nuestra ciencia y tecnología, no son suficientes para conseguir lo que sea que queramos. O sea que los milagros tienen decisión y vida propia y se ríen de nuestra infantil arrogancia que nos alimenta la ilusa esperanza de poder dominarlos algún día. 

Los milagros son una luz de esperanza, la promesa de que la palabra imposible se puede torcer. Pero al mismo tiempo derriba de un hondazo nuestra omnipotencia y desnudos de superpoderes y disfraces, nos devuelve a esa dimensión que tan poco nos gusta donde no podemos más que asumir nuestra pequeñez con la cándida humildad de ser solo eso que somos, pequeños seres humanos, minúsculas partículas de polvo estelar de un universo maravilloso y misterioso cuyas leyes desconocemos.