prejuicios

Gentiles (1) sensibles contra el nazismo

Una de las cosas que caracterizan a los judíos es la dificultad de caracterizarnos. Cada judío lo es a su manera. Pero, aunque no somos un grupo homogéneo ni todos tenemos la misma sensibilidad respecto al antisemitismo, todos lo conocemos personalmente. Me sorprendió encontrar esa sensibilidad también en algunos gentiles. 

Te cuento. Fui a ver “Escape Room” (2) luego de un llamado de alguien espantada por la “exhibición de elementos y simbología nazi que no considero necesarios y son una peligrosa apología del nazismo” (sic). Dado que Tomás Rotemberg era el productor, no creí que pusiera una obra nazi, sugerí que tal vez podría ser una cuestión de miradas. “¡No solo me pasó a mi!” respondió, “lo mismo sintieron otros espectadores con los que hablé a la salida”. Me intrigó. 

Obviamente fui a ver la obra. Teatro lleno. Público de entre 20 y 30 años. Risas, momento grato. Efectivamente hay símbolos nazis pero están al servicio de la trama y, claramente, en clave de sátira, al estilo de “El Gran Dictador”, “Los Productores”, “El Tren de la Vida”, La “Vida es Bella”, “Jo Jo Rabbit” y tantos films y textos que toman al nazismo como el paradigma del mal absoluto y confían en la mirada del público. Ni Chaplin ni Mel Brooks ni Mihăileanu ni Benigni ni Waititi fueron acusados de hacer apología alguna del nazismo. ¿Qué pasaba acá? ¿Era la obra o era la sensibilidad de la mirada de algunos espectadores?

“Escape room”, pensada para un público joven, encuentra muy graciosas algunas situaciones y giros temáticos y lingüísticos. Es la típica obra que transcurre en un espacio cerrado y amenazante que fuerza a los participantes a una interacción en la que van cayendo las caretas e hipocresías de una falsa y tramposa corrección política. La simbología nazi es la herramienta que desafía, presiona y asusta y así lo entiende el público asistente.

No encontré nada ofensivo, malévolo, banalizador ni alentador del nazismo. Tampoco lo encontraron espectadores conocidos a quienes les pregunté. Y acá viene lo que me despierta esta reflexión: tanto quien me alertó como los que pensaban igual, no eran judíos, mientras que mis conocidos lo eran. Entonces me pregunto ¿por qué nosotros, los judíos, no lo percibimos como amenaza? ¿Por qué fueron los gentiles quienes se sensibilizaron? ¿Será que temen y repudian la amenaza de ser acusados de antisemitas y están alertas para ver los indicios y expresarse en contra? ¿Como el convertido que para confirmar su conversión debe ser más papista que el Papa? ¿Habrá algo así como una especie de señal de alarma que se enciende ante la sospecha de que podría haber un contenido antisemita y “si no levanto mi voz no vaya a ser que alguien piense que lo soy”? 

Yo creía que esa susceptibilidad era algo que nos pasaba solo a los judíos, no a todos, a muchos. Lo describí como la ABEJA (3) (Alarma Básica y Específica de Judeofobia Ambiente) dispositivo que nos hace prestar una especial atención y a veces exagerar o ver amenazas de antisemitismo hasta donde no las hay. Creía que para algunos judíos la evidencia de la judeofobia era incluso una noticia confirmatoria; subraya ese miedo ancestral que, de una manera misteriosa y si se quiere absurda, nos tranquiliza porque todo está igual, habrá que seguir cuidándose. Y con este episodio descubro que algo parecido podría pasarle a los gentiles especialmente a los que rechazan y desnaturalizan el prejuicio antisemita de la cultura occidental y viven y exhiben esa oposición con compromiso y de manera militante. Como cuando un hombre que ha descubierto las trampas de la cultura patriarcal imbuida de masculinidad tóxica, se propone no actuar con el modo autoritario y violento típico del estereotipo pero, como el patriarcado sigue siendo dominante, debe ponerle freno a su espontaneidad no vaya a ser que se le “escape” alguna conducta que exponga eso que ha decidido no sentir ni mostrar.

¿Le pasará igual al gentil sobre quien pende la acusación histórica de antisemitismo? ¿Sentirá también el peso de tener que validar una y otra vez su compromiso ético ajustando la lente para descubrir cualquier señal que pudiera revelar lo contrario? Si fuera así es para mi una sorpresa, una buena sorpresa, porque me hace pensar que el flagelo del antisemitismo ha dejado de ser un tema exclusivamente judío. Algunos gentiles lo entienden como parte preocupante de la convivencia, lo rechazan y han hecho suya la tarea de su denuncia, dilución y tal vez (pongo las manos en gesto de plegaria), erradicación.

“Escape Room” es una comedia que desenmascara hipocresías. No le veo ninguna amenaza y si ha permitido que descubra a estas personas que se apropiaron de lo que siempre hemos asumido los judíos, ¡chapeau por ellos! ¡Bienvenidos al mundo de la susceptibilidad, del prejuicio, la maledicencia, la oscuridad y la crueldad de los estereotipos cuyo modelo más acabado es el antisemitismo! Ojalá tengan más éxito que nosotros. 

Diana Wang, Febrero 2024

Notas:

(1) Gentil: no judíos, según la traducción al latin de la Biblia (la Vulgata, S IV
(2) Autores Joel Joan y Héctor Claramunt. Dirección Nelson Valente. Teatro Multitabaris.
(3) Ver en http://tinyurl.com/2b9yn2v3

Publicado por Infobae

Antisemitismo, antisionismo y judeofobia.

Primero las definiciones.

Antisemitismo es la demonización y hostilidad contra los judíos y su cultura.

Judeofobia designa directamente el odio a los judíos.

Antisionismo es oponerse a la existencia del estado de Israel.

Después del 7 de octubre las 3 palabras quieren decir lo mismo. Veamos una por una.

La repulsa al pueblo judío tiene una larga historia. Fue históricamente acusado por reyes y emperadores, por curas y pastores, de todos los males. Se los investía de ropajes demoníacos y de ser los causantes de pestes y epidemias, de inundaciones y cataclismos, de guerras y sequías. 

¿Por qué fue necesario construir al pueblo judío como el eterno culpable? 

Durante las distintas invasiones en la antigüedad de lo que hoy es Israel, los judíos mantuvieron sus rituales y creencias y no se sometieron a la voluntad de los conquistadores. Esto fue visto por el poder de turno como una rebelión intolerable. Ese pueblo de zaparrastrosos que se lo pasaban leyendo y orando ¿quiénes se creen que son que no respetan ni a griegos ni a romanos, ni a reyes ni a emperadores e insisten en sus creencias absurdas de que dios es uno solo? 

Jesus fue uno de esos judíos rebeldes que predicaba la existencia de un dios único y como la gente lo seguía del único modo en que el poder romano pudo acallarlo fue crucificándolo como un delincuente junto a dos ladrones. 

Jesus fue un rabino, nunca renegó de su judaísmo, siempre lo respetó y predicó en su nombre. 

¿De dónde viene el cristianismo entonces? Es posterior a su muerte y se lo debemos a Pablo y a Mateo, Marcos, Lucas y Juan, los apóstoles que en el primer siglo de la era común escribieron las crónicas de su vida y lo llamaron  Cristo que era la transcripción griega de la palabra hebrea mesías, el que según la promesa de los profetas sería el redentor enviado por Dios. Si era el mesías era el fin de una era y el comienzo de otra, había que diferenciar a los judíos de los nuevos discípulos. Era una nueva religión, el cristianismo. y comenzó la caracterización del judío como el opuesto. Si Cristo era el bien los judíos eran el mal, si Cristo era la santidad los judíos el demonio. 

El proceso de cristianización del judaísmo y de su demonización culminó en el siglo IV cuando el emperador Constantino declaró a la Iglesia Católica como la religión oficial de lo que quedaba del imperio romano, entronizó y oficializó al cristianismo como la verdadera religión. A partir de entonces se dedicaron a propagar la fe, de ahí la palabra propaganda.

En todas las iglesias y parroquias europeas a partir de entonces las prédicas insistían en la condición maligna de los judíos y los campesinos y el pueblo iletrado tomaba la palabra de curas y prelados como palabra santa. 

En la edad media las acusaciones de la malevolencia judía llevó a que fueran acusados de todo lo malo que sucedía, pestes, hambrunas, inundaciones, reyes y emperadores culpaban de todo a los judíos. Se popularizaron cosas como el libelo de sangre, la acusación de que los judíos secuestraban niños cristianos y los desangraban para sus rituales satánicos, que los judíos tenían los cuernos y una cola de cerdo, que fogoneaban teorías conspirativas por codiciocosos y explotadores. 

Esta judeofobia, este odio a los judíos, fue regada y sostenida durante esos siglos pasando a integrar a la cultura europea, Pero no solo acusaciones. Fueron múltiples las expulsiones de los judíos durante aquellos siglos. Fueron echados de Francia en 1192 y varias veces más en los 1300, de Inglaterra en 1290, de los ducados de Austria, Parma y Milán en los 1400, de Castilla y Aragón  en 1492, Lituania en 1295, Portugal 1496, Navarra 1498 y así lugar por lugar, año tras año, siglo tras siglo sin olvidar los terribles pogromos de la Rusia Zarista en Odessa 1821, Kishinev 1903 y varios otros

Quedan huellas en nuestro idioma de aquellas acusaciones. Por ejemplo la palabra judiada como mala acción, la palabra ladino como astuto, traicionero.

El sonido de la jota de judío se asocia con el sonido de la jota de jodido. Y hay toda una familia de palabras de origen judío y hebreo incorporadas a nuestra habla cotidiana pero invisibilizadas como originadas en la cultura judía: amén, aleluya, barajas, eden, jubileo, cábala, mesías y las que vienen del idish como idishe mame, tujes y tantas otras.

Hasta el siglo XIX en que la judeofobia se transformó en antisemitismo.

Fue a raíz de dos teorías: una la teoría racial y la otra el origen de las lenguas.

Veamos la teoría racial.

Los europeos esclavistas debían explicarse de alguna manera por qué los negros y los indígenas americanos, tenían otro color, otras costumbres, otras lenguas. No eran iguales que ellos, los veían como inferiores, bárbaros, incapaces, más animales que humanos. La teoría racial decía que hay razas superiores e inferiores y que los europeos, por supuesto, eran superiores lo que tranquiliza las almas civilizadas europeas que lucraban  con esta conveniente explicación que justificaba el negocio esclavista.

Al mismo se puso en boga la ciencia lingüística que investigaba los orígenes de los distintos idiomas y se categorizaron familias lingüísticas. Las que  venían del sánscrito, las indoeuropeas tenían raíces arias. Las familias del extremo oriente compartían raíces orientales. Se describieron varias familias.  La afroasiática, la urálica, la esquimo aleutiana, y varias más. Entre ellas, estaba la familia de las lenguas semitas provenientes del medio oriente, como el arameo, el árabe y el hebreo. 

A fines del siglo XIX al político alemán Wilhelm Marr se le ocurrió tomar los orígenes de las lenguas y aplicarlo a la teoría racial, a los orígenes biológicos de las personas. Fundó la organización “Liga antisemita” e introdujo la palabra antisemitismo en la cultura de occidente. Su hipótesis era que los hablaban idiomas arios pertenecían a la raza aria, los que hablaban idiomas semitas a la raza semita. Lo que explica la curiosidad de cómo es posible que judíos y árabes sean ambos semitas. Es que, y ahora lo entendemos, ambos pueblos hablan lenguas semitas pero son distintos pueblos, con historias y culturas diferentes. 

El viejo odio, las viejas acusaciones ahora eran una cuestión racial, biológica. Los judíos eran una raza semita, inferiores, malignos, mentirosos, sucios y conspiradores. Ya no se trataba de una religión o de formas de pensar y vivir sino de algo genético. racial, heredado en la sangre. La conversión al catolicismo como había sido forzoso durante la inquisición dejó de tener sentido. Venía en la sangre, no había forma de cambiar eso. De este modo, la teoría racial sustentó el plan de exterminio nazi. En su delirante proyecto de cambiar al género humano para que solo subsistieran los “puros”, los “arios”, debían hacer desaparecer a todos aquellos pueblos que amenazaban con enlodar su supuesta pureza y superioridad. Empezaron asesinando judíos dado que la judeofobia ya estaba instalada y no había que hacer mucho trabajo para convencer a la gente que venía escuchando acusaciones desde los púlpitos de las iglesias.

Es importante señalar que el plan maestro del nazismo empezaba con el antisemitismo, con el exterminio de los judíos, pero si no hubieran sido derrotados en la guerra habrían seguido con el resto de los “impuros”: latinos y eslavos, orientales,  indígenas de América, Africa, Asia y Oceanía, negros, marrones, amarillos, rojos. Solo se salvarían los que podían probar su pura ascendencia “aria”. Pero ya sabemos que esto de las razas fue una superchería, que la cosa venía de los idiomas que se hablaban. 

La teoría racial es un delirio y una falsedad al que se adscribieron muchos que la dieron por cierta. Incluso hoy está tan enraizada en la cultura occidental que hablamos de racismo, muchos organismos y académicos siguen usando la palabra raza como si tuviera alguna validez y legitimidad científica. 

No existen razas entre los humanos, somos la raza humana, una sola, sin subdivisiones de ninguna especie.

Hay varios textos que difunden el prejuicio antisemita. “Los protocolos de los sabios de Sión” ese panfleto escrito por la policía zarista, “El judío internacional” de Henry Ford, en la Argentina “La Bolsa” de Julián Martel, las notas y tapas de Clarinada en la década del treinta. Sin dejar de mencionar la Circular 11 que desde 1938, un año antes del comienzo de la II guerra, restringía el ingreso de refugiados judíos del nazismo a la Argentina y el supuesto plan andinia que aún se sigue mencionando como real por los antisemitas de turno.  En la Argentina hemos vivido las incursiones de Tacuara de la pasada década del sesenta, los ataques a Graciela Sirota y a Norma Penjerek, el antisemitismo durante la dictadura, los atentados a la embajada de Israel y a la AMIA donde murieron judíos e “inocentes”, ¿se acuerdan? el asesinato del fiscal Nissman.

¿Y por qué decimos que antisionismo es sinónimo de antisemitismo y judeofobia?

Escuchamos con frecuencia la frase “yo no soy antisemita, soy antisionista” dicha incluso hasta por algunos judíos.

El sionismo es un movimiento político nacido a finales del siglo XIX. En la misma época de la invención del concepto de antisemitismo. Como consecuencia del infame juicio al capitán Dreyfus en el que se derramó la judeofobia francesa, Theodor Herzl pensó y soñó con la necesidad de un estado nacional judío, en sitio propio, un hogar,  a salvo del antisemitismo para vivir sin esa constante amenaza. El regreso a la tierra en la que habían vivido durante su origen como pueblo era un anhelo expresado año tras año alrededor de la mesa familiar en todos los hogares judíos. La fiesta del año nuevo, rosh hashaná, termina siempre con la frase “el año que viene en Jerusalém”. Luego de la II guerra, las Naciones Unidas decretaron la partición de la tierra que los ingleses habían llamado Palestina en dos naciones, una judía y otra árabe. Los judíos lo aceptaron, los árabes no. Luego de la retirada británica todos los vecinos árabes atacaron al recién nacido estado y fueron derrotados. Los árabes que vivían en Israel abandonaron sus casas y sus terrenos alentados por los que les decían que sería transitorio hasta que todos los judíos desaparecieran y ello pudieran regresar. Se crearon los campos de refugiados y el desgarrador anhelo de haber perdido su casa, su lugar. Al mismo tiempo más de un millón de judíos fue expulsado de los países árabes. 

A partir de allí se sucedieron los ataques, las guerras, y los atacantes fueron vencidos en todas. La geopolítica y el petróleo cambiaron los apoyos internacionales y hubo una nueva partición del mundo.. El punto de inflexión fue la Guerra de los Seis Días a partir de la cual Israel se convirtió en un enemigo poderoso. La Unión Soviética se alió con los países árabes mientras que los países occidentales lo hicieron con Israel. Ya olvidada la victimización sufrida por los judíos en los campos de exterminio, la imagen del judío víctima se cambió por la del judío vencedor y aguerrido, el que defendería a sangre y fuego su nación y su casa. La OLP liderada por Yaser Arafat regía la vida de los exiliados en los campamentos de refugiados y creó el concepto de pueblo palestino como un modo de aglutinarlos e instalar una bandera de lucha y reivindicación. En lo que hoy se llama pueblo palestino hay árabes y cristianos. Israel comenzó a ser acusado de expulsivos, de colonizadores y hoy como haciendo apartheid. Todas acusaciones infundadas y contradichas por los hechos. 

En esta breve e incompleta crónica debemos señalar que ninguna de las guerras sucedidas fue comenzada por Israel, siempre respondió de manera defensiva. La OLP perdió poder político en manos de Hamás que hoy es amo y señor de los territorios, la franja de Gaza y la ribera oriental de Judea y Samaria. Los israelíes abandonaron Gaza en 2005 y los palestinos destruyeron todos los emprendimientos construidos (granjas, viveros, fabricas). La constitución de Hamás enuncia sin eufemismos que su objetivo es la ocupación de Israel y la erradicación de todos los judíos. El exterminio es un propósito fundante y explícito. El pogrom perpetrado por Hamás el pasado 7 de octubre es la concretización de ese objetivo y anuncia su disposición a seguir haciéndolo hasta que no quede ningún judío. La frase “desde el río hasta el mar” es una clara enunciación del propósito asesino. 

“No soy antisemita, soy antisionista”. En esta formulación se advierte una doble negación. El antisionismo implica la negación de la existencia de Israel, no lo reconoce como legítimo y su consecuencia sería la expulsión de los judíos de allí o, como reza el islamismo radical, el exterminio del pueblo judío de la faz de la tierra. Se acusa a Israel de la muerte de miles de gazatíes. Los mismos que fueron alertados con anticipación de los ataques para que pudieran evacuar los lugar a ser atacados y evitar su muerte y que Hamás los convencía o forzaba a quedarse con lo cual, si eran atacados, conseguían el rédito político de mostrarlos como víctimas de los israelíes. La tragedia del pueblo gazatí es una consecuencia directa de la dictadura de Hamás.

Las acusaciones hacia Israel replican las históricas acusaciones judeófobas travestidas hoy como políticas. Hemos dicho hasta el cansancio que criticar alguna política israelí es legítimo como criticar a cualquier política de cualquier país del mundo. Pero a ningún país del mundo se le niega el derecho a existir. Ningún país es identificado con su gobierno.A ningún país se le exige que sus residentes lo abandonen. Ningún país es acusado de maldad, crueldad, discriminación, racismo -¡qué paradoja! como Israel. Guerras y asesinatos en todas las latitudes son pasados por alto y no registrados como merecedores de repulsa social ni por los medios. Salvo que se trate de Israel. Hay que vender noticias y ya sabemos, jews are news. 

Muchos antisionistas no advierten el antisemitismo involucrado en su posición. Esa es la doble negación en que incurren: No ven que no ven. Reconocerse antisionista hoy es cool, antisemita está mal visto. Los islamistas radicales han hecho un exitoso trabajo de instalación del pueblo palestino como víctima de Israel, están ganando la batalla cultural y hoy se vuelve a demonizar a los judíos y a acusarlos de todo lo malo que sucede. ¡a la hoguera! ¡a las cámaras de gas! ¡a morir, otra vez!

Por todo ello antisionismo es igual que antisemitismo.

videos:

DW: https://m.youtube.com/watch?v=mzfx0dgzIco&d=w

JS: https://www.youtube.com/watch?v=bVW3Nxz-a4U&feature=youtu.be

DS: https://youtu.be/LxQS4cuGkkU?si=7_5eee--Ag86YLQe

AC: https://youtu.be/yGvboetPtFA?feature=shared

Las marcas del antisemitismo

Transcripción de la entrevista para “El explorador de los chicos” podcast De Lorena Peverengo Lacombe - https://wetoker.com/author/lorena-peverengo/

1-Qué valor tiene hoy la memoria de lo que sucedió en la Shoá después de los sucesos del 7 de Octubre?

La Shoá es sinónimo de genocidio. Se llama genocidio al exterminio de un grupo humano, por causas geopolíticas, económicas, religiosas o étnicas. Si decimos shoá, u holocausto que aunque no son lo mismo se usan indistintamente, no hace falta explicar nada más, se entiende que se refiere a asesinatos masivos de personas inocentes. En un genocidio s decir, quien ataca no lo está haciendo para defenderse sino para conseguir algo. Es la diferencia entre matar y asesinar. Los mandamientos prohíben asesinar, no matar. Matar está permitido porque se mata en defensa propia o en defensa de alguien que está siendo atacado. Asesinar está prohibido porque se asesina por una conveniencia, una razón, por un sentimiento nunca es como defensa. Se asesina por robar, por ocupar un lugar, por invadir un territorio, por odio, por venganza, eso es lo que prohíben los mandamientos. 

La memoria por sí misma tiene un valor relativo. Se repite que hay que recordar para no repetir y eso está probado que no es así. El holocausto se recuerda, se investiga, se enseña y se conmemora y sin embargo el anhelado nunca más es otra vez y otra vez y otra vez. Los asesinatos masivos han seguido sucediendo. La memoria cobra importancia cuando de ella se extraen enseñanzas para el presente y el futuro. No es solo recordar. Apliquemos esta reflexión a lo sucedido el pasado 7 de octubre. Tanto la shoá como el ataque de hamás fueron contra judíos.  En la shoá el plan era su exterminio completo del planeta, en lo sucedido el 7 de octubre se revela el mismo propósito. Pero hay algunas diferencias. Una diferencia con la shoá es que los nazis perpetraron el asesinato de manera oculta, impidieron que el mundo lo supiera mientras que hamás que entró a matar, a violar, a torturar y a secuestrar, filmó cada una de las perpetraciones y luego las difundió por las redes sociales, a diferencia de los nazis, estaban felices y orgullosos de lo que habían hecho. Sin disimulo alguno, al contrario. El plan de exterminio nazi fue descubierto después de que fueron derrotados. El objetivo de asesinar, violar, desmembrar, torturar y humillar a los judíos y luego hacerlos desaparecer es público, lo dice la constitución de hamás y lo proclaman sus líderes abiertamente. 

Otra similitud es que durante la shoá el plan maestro de los nazis era el exterminio de todos los que llamaban impuros. Empezaban con los judíos. Pero continuarían con los eslavos, los latinos, los negros, los amarillos, los rojos, los marrones, es decir, todos los que no eran parte de su grupo étnico, gran parte del mundo estaba designado a ser asesinado. No lo pudieron hacer porque fueron vencidos en la guerra. ¿Pero qué pasará con la amenaza de hamás y el islamismo radical si no son frenados? El plan del islamismo radical de hamás es atacar y asesinar a judíos en donde se encuentren y seguirá con los que llaman infieles, es decir con todos los que no pertenezcan al islam. Los nazis querían exterminar a los impuros, los de hamás a los infieles. A todos. O sea que luego de los judíos seguirán con los cristianos y con todos los demás y el infierno será imparable. 

Hamás debe ser derrotado así como fue derrotado el nazismo. Para todo esto sirve la memoria de lo que pasó en la shoá.

2-¿Por qué el antisemitismo está tan integrado a nuestra cultura?

es la pregunta del millón y tiene muchas respuestas, ninguna definitiva.

Lo que llamamos antisemitismo debería ser llamado judeofobia, odio a los judíos. Antes de que se llamara antisemitismo era simplemente odio y demonización. Esto tiene una larga historia porque durante las distintas invasiones que sufrió lo que hoy es Israel desde la antigüedad, los judíos no se sometieron pasivamente a los conquistadores y mantuvieron sus rituales y creencias lo que era visto por el poder de turno como una rebelión intolerable. Ese pueblo de zaparrastrosos que se lo pasaban leyendo y orando ¿quiénes se creen que son que no respetan ni a griegos ni a romanos, ni a reyes ni a emperadores e insisten en sus creencias absurdas de que dios es uno solo? Jesus fue uno de esos judíos rebeldes que predicaba la existencia de un dios único y la gente lo seguía. El peligro era tanto para el poder romano que el único modo en que lo callaron fue deteniéndolo y crucificándolo como un delincuente junto a dos ladrones. Jesus fue un rabino, nunca renegó de su judaísmo, siempre lo respetó y predicó en su nombre. ¿De dónde viene el cristianismo entonces? Es posterior a su muerte y se lo debemos a Pablo y a los apóstoles que escribieron las crónicas de su vida. En nombre Cristo es la transcripción griega de la palabra hebrea mesías y al reconocer a Jesús como tal lo comenzaron a llamar Cristo. Y precisaron diferenciarlo de su herencia judía pues para ellos fue el fundador de una nueva religión y comenzó la tarea de oponer la figura del judío a la del cristiano como opuesto, como el mal, como el demonio. El proceso de cristianización del judaísmo y de su demonización culminó en el siglo IV cuando el emperador Constantino declaró a la Iglesia Católica como la religión oficial del imperio romano. En todas las iglesias y parroquias europeas a partir de entonces las prédicas insistían en la condición maligna de los judíos y los campesinos y el pueblo iletrado tomaba la palabra de los curas y prelados como palabra santa. En la edad media las acusaciones de la malevolencia judía llevó a que fueran acusados de todo lo malo que sucedía, pestes, hambrunas, inundaciones, reyes y emperadores culpaban de todo a los judíos. Esta judeofobia, este odio a los judíos, fue construido durante esos siglos, luego corroborado y afirmado durante la inquisición española. Pero la cosa no quedó ahí. Durante el siglo XIX hubo un vuelco insólito con dos teorías que comenzaron a circular. Una fue la teoría racial. Los europeos debían explicarse de alguna manera por qué los esclavos, los negros, los indígenas americanos, por qué tenían otro color, por qué otras costumbres, por qué no tenían las mismas costumbres que ellos. Los veían como inferiores, como incapaces y más animales que seres humanos. La teoría racial surge como una explicación que tranquiliza las almas civilizadas europeas pues dice que hay razas superiores e inferiores y que los europeos, por supuesto, eran superiores. Al mismo que los esclavistas veían a sus esclavos como inferiores, la ciencia lingüística investigaba los orígenes de los distintos idiomas. Algunos venían del sánscrito, eran las raíces arias, otros venían del extremo oriente, eran las raíces orientales, otros del medio oriente con raíces  semitas y varios orígenes más. Pero a fines del siglo XIX al periodista, Wilhelm Marr se le ocurrió tomar los orígenes de las lenguas y aplicarlo a los orígenes de las personas. Los que hablaban idiomas arios pertenecían a la raza aira, los que hablaban idiomas semitas a la raza semita. Aquí se explica una curiosidad porque judíos y árabes hablan lenguas semitas pero son distintos pueblos, con historias y culturas diferentes. Esta unión del origen del idioma con la teoría racial creó el antisemitismo. El viejo odio, las viejas acusaciones ahora se transformaron en cuestión racial, biológica. Los judíos eran una raza semita, inferiores, malignos, mentirosos, sucios y conspiradores. Ya no se trataba de una religión o de formas de pensar y vivir sino a algo genético. racial, heredado en la sangre. Ya no era cuestión de que se convirtieran al catolicismo como durante la inquisición, la teoría racial sustentó el plan de exterminio nazi que debía exterminar a todos aquellos pueblos que amenazaban como volver impura a lo que llamaban la raza aria. Empezaban por los judíos porque le judeofobia ya estaba instalada y no había que hacer mucho trabajo para convencer a la gente que venía escuchando acusaciones desde los púlpitos de las iglesias. Si no hubieran perdido la II guerra, una vez exterminados los judíos iban a seguir con el resto de los que creían impuros en el planeta. Es importante saber que la teoría racial es una superchería, que no existe algo así como razas entre los humanos, somos la raza humana, una sola, sin subdivisiones de ninguna especie.

3-Qué lecciones nos dejó el Holocausto que no aprendimos para poder respetarnos y enriquecernos con las diferencias?

Que la diversidad es una fuente de riqueza, eso lo sabe la biología, por eso es bueno que los hijos provengan de padres de familias diferentes y para traer renovación genética y enriquecer las respuestas y defensas naturales. 

Es natural que nos sintamos más cómodos con los que se nos parecen. Es natural que seamos amigos de gente con la que compartimos idiomas, culturas y visiones del mundo. Los que viven en el extrajero tienden a juntarse con sus compatriotas como un nido tranquilizador, todos comparten los códigos, historias similares, gustos y memorias. El diferente nos levanta una inquietud, ¿le gustaremos? ¿podremos comunicarnos? ¿querrá aprovecharse de mí de alguna manera? ¿me tengo que cuidar? Acercarse al diferente, conocerlo, conversar, mirarlo con simpatía, permite levantar esas barreras naturales y reconocer en lo que parece tan diferente aquello que nos iguala. Todos tenemos sangre en nuestras venas, cuando tenemos hambre nos hace felices comer, cuando estamos enfermos nos alivia ser cuidados, protegemos a nuestros hijos, nos ocupamos de nuestros padres, tenemos rituales para los distintos momentos de nuestras vidas, en todo eso todos somos iguales y es iluminador verlo porque nos hace sentir que los humanos somos una gran familia, una sola raza. Con distintos colores de piel, de pelo y de ojos, distintas alturas y tamaños, distintos idiomas y formas de ver el mundo pero compartimos el 98% de nuestro ADN, no tenemos razas que nos dividan, tan solo diferencias superficiales y exteriores. La raza humana es una sola. Eso es lo que tenemos que aprender todavía luego del holocausto.

4-Cuáles son las distintas marcas (físicas o indelebles como el numero tatuado e invisibles) que deja el antisemitismo en la vida de las infancias, las adolescencias y los jóvenes?

En situaciones benévolas tendemos a creer que el antisemitismo ha desaparecido y cuando rebrota nos sorprende, nos asusta, nos angustia. Es lo que está pasando ahora luego del sanguinario festín de sangre y tortura del terrorismo en Israel. El islamismo radical tiene como objetivo el exterminio del pueblo judío y de todos los infieles, como una vez lo tuvo el nazismo. No hay fronteras para ello. Lo que hicieron en Israel también lo hicieron en todos los atentados terroristas en Estados Unidos, Francia, España, Inglaterra. Ningún sitio está seguro para el terrorismo islámico. Los judíos vivimos a partir de entonces en un estado de alerta porque sabemos que podemos ser blanco de ataques en cualquier momento. Las escuelas, las sinagogas y las instituciones culturales judías son sitios que deben ser resguardados todos los días y todas las noches. El antisemitismo es un arma lista para disparar y no hay chaleco antibalas que nos proteja del todo. En Europa, durante el ascenso del nazismo, los chicos judíos fueron echados de sus escuelas, tenían prohibido ir a parques publicos, al cine, tener mascotas. Fue un shock drástico para los jóvenes tener que abandonar su equipo de fútbol o natación, no poder ver a sus amigos, novios, sus bandas de música. De pronto todo lo que les gustaba les estaba prohibido. De pronto ser judío era tener que estar marcado con una estrella que impedía que se subieran al colectivo porque no les estaba permitido, que hacía que algunos se burlaran o los humillaran, los hacían bajar de las veredas y caminar por la calle “como los caballos”. La marca del excluido, la marca del discriminado, la marca del ninguneado, es una herida muy dolorosa que queda guardada en nuestra identidad. Los que hemos sufrido ataques, humillaciones, acosos sabemos de qué hablo porque la memoria de esos hechos será para siempre parte de quienes somos. La prevención contra los ataques terroristas del islamismo radical debiera ser tomado en cuenta también por los cristianos y los de otras etnias, culturas y religiones porque todos somos igualmente infieles y todos estamos en la mira del terror. Pero es triste ver que casi todos creen que es un tema judío.

5-Cuáles de todas estas marcas permanecen en la vida adulta?

En cada persona es diferente y depende de lo que vivió y de qué es lo que cada uno pudo hacer con aquello que sufrió. Las consecuencias son variadas. 

La baja autoestima, la sensación de tener que probar que se tiene derecho. 

El enojo, el deseo de reivindicarse y demostrar que aquel ataque era injustificado, que fue arbitrario e injusto. 

Algunos judíos tiene dificultades con defender su salario, reclamar alguna deuda, pedir un aumento no vaya a ser que crean que su único interés es el dinero y esa es una marca que se imprimió por la histórica acusación de avaricia. 

Otra marca es poner atención en no sobresalir, en no hacerse notar, no vaya a ser que alguien crea que por ser judío uno se siente superior y esto es una consecuencia de la acusación de creernos el pueblo elegido… idea que se malentiende. Me explico. Hemos sido el pueblo elegido pero no para tener privilegio alguno sino para llevar al mundo la idea del monoteísmo, de que dios es uno solo y de que todos somos sus criaturas, iguales y sin discriminación. La idea proclamada en contextos de paganismo y de múltiples dioses, era una idea revolucionaria y ha sido una pesada responsabilidad del pueblo judío sostenerla, apegarse a la ley y no dejarse colonizar por ningún canto de sirenas. Lejos de la idea de ser elegidos como privilegiados o superiores, la tarea no nos ha sido fácil y nos hemos atenido a ella siglo tras siglo, persecución tras persecución, matanza tras matanza.

6-De qué manera se pueden componer las situaciones de discriminación y antisemitismo?

No sé cuánto se podrá componer. Pero habrá que seguir intentándolo. Hablar con quien quiera escuchar, enseñar, investigar, publicar, responder en las redes sociales… hasta hace poco creíamos que era una cuestión de educación, hoy sabemos que no alcanza, que el poder de las redes es tanto que es ése el frente que debemos encarar. La viralización de contenidos breves y contundentes, muchas veces falsos o manipulatorios, sin explicaciones ni contextos tergiversa los hechos y construye relatos que se infiltran como verdades y se multiplican hasta el infinito. Es lo que está pasando ahora con la respuesta defensiva de Israel luego del feroz ataque terrorista de hamás. Es en la redes donde es importantísimo responder a los mensajes engañosos con contenidos ciertos pero atractivos que inviten a ser vistos y likeados. Cada mensaje que es visto, likeado o reenviado informa al algoritmo que es de mucho  interés y se reproduce con más velocidad. Es una tarea enorme la que tenemos que encarar y lo que estamos haciendo acá con este podcast está orientado hacia allí.

7-Podría definir con una palabra la marca más profunda que deja el antisemitismo? para mí es desconfianza. Y la desconfianza horada y lastima el piso sobre el que estamos parados, nos fuerza a mirar con recelo, a tomar precauciones, a vivir bajo la alerta de la amenaza, a perder espontaneidad y frescura, la desconfianza lastima las bases de la solidaridad y la esperanza.

8-Como se combate el Antisemitismo? -Que podemos hacer como ciudadanos para evitarlo?

En principio con podcasts como éste, con buscar informaciones fidedignas y veraces, acudir a personas autorizadas, preguntar, aprender, no dejarse llevar por slogans o consignas engañosas disfrazadas de buenas intenciones. Pero hay mucho más. 

Conocer nuestros propios prejuicios y no solo contra los judíos. Tenemos un montón de prejuicios que funcionan silenciosamente, que nos pasan inadvertidos, que naturalizamos y que a la hora de actuar nos ponen en contra de alguien sin darnos cuenta del prejuicio que nos mueve en las sombras. Prejuicios sobre la imagen corporal, la edad, la condición social, el género, la sexualidad, el color de piel, la ropa, las formas de hablar, las discapacidades, las enfermedades, en cada una de estas cosas hay decenas de prejuicios. Todos tenemos prejuicios. 

El prejuicio antisemita acusa a los judíos de haber matado a dios, de ser explotadores, de ser comunistas, de ser capitalistas, de manejar la economía mundial, de ser dueños de los medios, de ser los demonios de la civilización, los culpables de todos los males que nos aquejan. Ninguna de estas acusaciones tiene asidero real, son ideas fraudulentas destinadas a generar odio y a sostenerlo. Esto lo estamos viendo en estos días con las acusaciones a Israel, el único estado judío del planeta, que está siendo acusado de las mismas cosas de las que se ha acusado a los judíos a lo largo de siglos. Israel y los judíos somos culpables por definición, por definición del prejuicio que así nos ha construido. Los ciudadanos debemos estar alertas ante este y todos los prejuicios y revisar nuestras ideas y puntos de vista tomando en consideración el modo en que los prejuicios nos manipulan y construyen nuestras opiniones. El antisemitismo no es un problema judío. Cae sobre los judíos pero debe ser un tema de cuidado de cristianos y musulmanes, es SU problema, ellos lo originaron y no nos corresponde a nosotros solucionarlo, nosotros debemos seguir sobreviviendo ante esta amenaza, explicar, contar las cosas cómo son y esperar que los odiadores recobren el sentido y encuentren la cura a esta enfermedad que sufren hace tantos siglos. Hay personalidades muy prestigiosas que dicen que el antisemitismo es el odio más importante en el siglo XXI y que hacia allí debemos dirigir nuestras fuerzas.

Hago mía la frase de Albert Einstein: Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Y yo agrego: sí Einstein, es cierto, pero debemos seguir intentándolo.


Ser elegido tiene sus "privilegios"

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El pueblo judío es un pueblo privilegiado. En los comienzos de su historia oral dicen los textos que fue designado para ser portador del monoteísmo, ingente tarea en un mundo panteísta y adorador de imágenes. Ese concepto abstracto, no era una persona ni tenía imagen, ni siquiera tenía nombre, era EL-NOMBRE, constituyó el eje alrededor del cual se desarrolló la misión y la cultura del pueblo judío. La extraña idea del Dios único traída por estos pastores nómades fue sostenida durante siglos y siglos hasta que un grupo de judíos crearon su coto propio y la transformaron lo suficiente como para llamarse de otra manera. Lo que sigue es conocido. A la religión del padre le siguió el cristianismo, la religión del hijo, luego el islam, la religión de los cuñados (sunitas, los descendientes de Mahoma y chiitas los de Alí, el yerno de Mahoma). La cristiandad y el islam se lo tomaron a pecho y difundieron, en sermones y exhortaciones y también a capa y espada, la extraña idea del monoteísmo que los esforzados pastores habían sostenido persistentemente aún cuando el contexto de múltiples divinidades e imágenes les había sido tan adverso. Era una carga pero habíamos sido elegidos para eso.

Pasado el Holocausto que nos puso como blanco de la guerra contra los judíos emprendida por el nazismo y exterminó a un tercio, hoy los judíos tenemos el renovado privilegio de estar en el centro de polémicas, acusaciones y protestas. Es encomiable y regocijante que mucha gente en la izquierda progresista y en la derecha fascista se preocupe tanto por los palestinos a los que sus dirigentes no dejan salir del desgarrador status de refugiados perpetuos. Esa preocupación habla muy bien de la Humanidad, de la mirada ética, de lo mejor que tenemos los humanos interesados por el prójimo. Pero en su honda y genuina preocupación simplifican un tanto el cuadro y lo reducen a buenos y malos, perpetradores y víctimas, débiles y poderosos sin considerar los contextos. Es tanta la defensa que hacen del victimizado pueblo palestino que no ven, o ven pero dejan de lado, que es un peón en un juego que lo trasciende, un juego de codicia y poder en el entramado geopolítico que excede en mucho a la dicotomía construida con una narrativa tendenciosa. Ambos pueblos sufren sus consecuencias durante las últimas 7 décadas. Los refugiados palestinos usados como escudos, mantenidos en la transitoriedad, azuzados para odiar por un lado y los residentes israelíes que, además de tener sobre sí la constante amenaza de la destrucción de Israel como estado, viven diariamente el terror de los atentados tanto con cuchillos caseros como con misiles altamente desarrollados. El argumento sobre simplificado señala a Israel como el perpetrador del pueblo palestino y a éste como su víctima propiciatoria. Nada se dice ni se sabe ni se quiere sugerir acerca de los intereses en juego en la dirigencia palestina que medra con el estado de victimización al que somete a su pueblo y que no le interesa modificar. Hay muchos negocios allí. Para mantener el statu quo hace falta que el pueblo palestino se mantenga unificado y acepte a esa dirigencia corrupta. Esa unidad se consigue instalando a un enemigo común, igual que todo estado totalitario y el nazismo, en este caso con una eficaz escuela de odio cuyo objetivo es la destrucción del Estado de Israel.

La política de los gobiernos de Israel puede ser criticada, y de hecho lo es especialmente por sus propios ciudadanos dado que es el único estado democrático en el oriente medio. Pero oponerse a su política ¿justifica su total aniquilación como país?.

Confío en la humanidad de los reclamos y espero que los mismos que se muestran tan preocupados por lo que sucede en aquel distante lugar del mundo, miren también lo que sucede en otras partes y se pronuncien con la misma energía y a viva voz en contra de asesinatos, injusticias y perpetraciones como las de cristianos y kurdos masacrados en Siria, y, por mencionar solo unos pocos sitios más, lo que sucede en Turquía, Zimbabwe, China, Pakistán, Arabia Saudita, Bielorrusia y siguen las firmas. Ésos y tantos más son sitios en los que la población sufre condiciones inauditas pero, aparentemente, ninguno de esos lugares y pueblos les resultan suficientemente atractivos a los bien pensantes anti israelíes como para protestar o no les despierta una irrefrenable ansia liberadora. La acusación a Israel es una obsesión que, en vista de tanto ataque a otros pueblos, resulta difícil de comprender si solo se protesta por ello a menos que se la lea desde el viejo prejuicio anti judío que aún sigue vigente en la cultura occidental.

O sea que seguimos siendo el pueblo elegido. Y ser elegido tiene sus “privilegios”. Nos eligen como blanco quienes arguyen que no deberíamos existir y nuestro triste “privilegio” es ser el único país en el planeta que debe seguir luchando para mantenerse vivo.

Es tan fuerte la judeofobia ancestral que no pueden dejar de mirarnos, vernos y acusarnos de cualquier peste negra que asole la Tierra. Y no resiste el menor análisis eso de que “no soy antisemita, soy antisionista”. Acusar a los judíos vende, asegura atención, centimetraje periodístico y difusión en las redes sociales. Jews are news. Siempre.

Publicado en Infobae.
Publicado en Por Israel

Sobresaliente. Los prejuicios y nuestra mirada.

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Juliana llegó ansiosa al Jardín “La ronda mironda”. Ya había hablado con la directora y fue  directamente a la salita de 4, la “de los Dinos” como la llamaron los chicos.

Entró, saludó, tomó una sillita y se sentó en un rincón. “Juliana está estudiando y vino a ver cómo son los chicos de 4 años” explicó la seño mientras los “dinos” no entendían bien de qué se trataba ni para qué estaba ahí esa señora. Juliana tenía 19 pero a los 4 los cualquier mayor de 10 es grande.

Juliana, estudiante de Psicopedagogía, tenía toda la semana para observar a cada uno de los 12 chicos, tomar notas, hacer cuadros e ir llenando cada uno de los rubros a completar: sociabilidad, motricidad gruesa y fina, capacidad verbal, nivel y contenido de los juegos, participación, interés y concentración. Registrados los comportamientos debía evaluar el grado de adecuación de cada chico a los estándares normales y categorizarlos en una lista decreciente según su grado y condición evolutiva. El ejercicio estipulaba que la única información debía ser la observación de las conductas, sin preguntar nada ni tener ninguna información adicional. Como decía el etólogo Konrad Lorenz “se puede comprender la conducta sin tener el anillo del rey Salomón, basta con la observación”.

Tomó notas afiebradamente a medida que iba individualizando a cada uno de los chicos. En el aula y en los recreos, en cada uno de los rincones de las actividades, anotó textualmente lo que decían y la secuencia de conductas e interacciones. Llenó hojas y hojas y pasada la semana, comenzó, ya en su casa, la tarea de ordenamiento, categorización y evaluación. Consultó libros de referencia, repasó una y otra vez las clases teóricas, las indicaciones recibidas y los puntos a considerar. Cada uno de los 12 chicos fue calificado con un número en cada una de las 8 categorías observadas, según se ajustara al perfil descripto como esperable para la edad. Trabajó concienzudamente durante varios días, comparó notas y conclusiones con varios de sus compañeros de cátedra y finalmente sumó los puntajes parciales y ubicó a cada chico en el orden correspondiente. Estaba feliz por el trabajo hecho.

Pero la cosa no había terminado. En la segunda parte debía volver al jardín para hablar con los docentes y auxiliares, solicitar la carpeta de cada uno de los chicos para conocer sus contextos familiares y condiciones de vida. Esta nueva información confirmaría que la adecuación de la conducta estaba directamente vinculada a circunstancias y contexto familiares e históricos convencionalmente normales.  

Su sorpresa fue mayúscula.

De todos los chicos observados y categorizados, había sido obvio, claro e indudable, que era Nahuel el que sobresalía. Además de haber recibido el mayor puntaje en todas las categorías observadas, era de una simpatía arrolladora, una mirada límpida, alegre y siempre dispuesto a colaborar.

Un chico ideal.

La salud y normalidad personificadas.

De libro.

Pero cuando tuvo la información en sus manos Juliana supo que Nahuel provenía del medio menos convencional posible. Era adoptado, el único del grupo. Y no solo eso, sino que la pareja de sus padres estaba muy lejos de ser convencionalmente “normal” porque Nahuel tenía dos papás, era una pareja gay.

Juliana quedó aturdida por el shock. Supo instantáneamente que de haber conocido esas circunstancias su observación habría estado fuertemente contaminada. Creía hasta ese momento que no tenía prejuicios respecto a la adopción o la parentalidad gay y reconoció que la fuerza de lo cultural era tanta que de haberlo sabido, habría leído la conducta de Nahuel con otros parámetros y que seguro no habría resultado el más saludable del grupo. De todos los aprendizajes posibles, éste fue el más iluminador.

Expuso la situación en la cátedra y obtuvo el permiso para cambiar el tema de su tesina. Ya no fue “Evaluación del grado de normalidad basado en la observación de conductas”, sino “Los prejuicios alteran y distorsionan la observación de conductas”.

Fue un sobresaliente.

Como Nahuel.


29 de septiembre 2018. Suplemento Sábado de La Nación.