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NUEVOS INSULTOS POLITICOS

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Puede observarse con estupor que Goebbels, Hitler y nazi se han vuelto palabras/proyectiles disparadas como insultos tanto por comunicadores como por políticos de diversas arenas partidarias. Buscando un efectismo mediático contundente no parece importarles la invalidez de la analogía. Banalizan impunemente al nazismo y sus figuras prominentes, reducidos a íconos a los que nadie quiere parecerse. Al establecer la comparación hacen gala de un grave desconocimiento tanto de Goebbels y Hitler como de la ideología nazi.

Goebbels. Se acusa de Goebbels a todo aquel que sea visto manejando la información de modo sesgado o autoritario. Hemos escuchado estas acusaciones dirigidas al actual gobierno y a sus amigos, de parte de Jorge Lanata, Joaquín Morales Solá, Jorge Fontevecchia, Carlos Reutemann y Carlos Menem; pero también fue acusado Hermes Binner en boca de Carlos Mercier. Aplicar alegremente el apelativo de Goebbels es una clara evidencia del más absoluto desconocimiento de lo que se está hablando. ¿Quién fue y qué hizo Goebbels? El Ministro de Propaganda del III Reich montó un operativo tan exitoso que consiguió encolumnar a todo un pueblo tras los delirios megalomaníacos de Hitler y convertir a gente común en ejecutores y cómplices de asesinatos masivos. Cualquiera sabe que ninguna medida impopular podrá ser aceptada y ningún estado dictatorial puede mantenerse en el poder sin el apoyo de la población civil. El Ministerio de Propaganda nazi propagó la teoría “racial” e instaló la idea y la necesidad de la reingeniería humana para mejorar la “raza”: se mataría así a gitanos, homosexuales, discapacitados físicos y mentales y por supuesto y de manera central, a todo el pueblo judío. El plan quedó trunco merced a la derrota del nazismo, pero si hubiera triunfado, habría continuado con el exterminio del resto de los “inferiores”: los negros, los amarillos, los marrones, los rojos…, todo el que no fuera blanco, rubio y germano. ¿Puede un plan de esta enormidad compararse siquiera con cualquier medida tomada por un político local?

Hitler. ¿Puede ser válida la asimilación que algunos hicieron del ex presidente Néstor Kirchner con la figura de Hitler (de lo que tal vez, a pocos días de su muerte, prefieran olvidarse)? Previamente a su deceso, Elisa Carrió lo comparó con el Führer y también la revista Noticias lo puso en la tapa con uniforme y pose hitleriana. El ex presidente podía caer simpático o no, verse negociador o autoritario, democrático o fascista, pero compararlo con el que pretendía la instalación del imperio de los mil años y la conquista del mundo bajo la supremacía de la “raza” superior mediante el asesinato de millones de personas no resiste el menor análisis ni merece siquiera ser considerado.

Nazi. La palabra nazi es usada como sinónimo de autoritarismo, obcecación, rigidez. Marcelo Parrilli llamó nazi a Mauricio Macri, Miguel Ángel Pichetto a Liliana Alonso de Negre, Beatriz Rojkes de Alperovich y Gerardo Morales a los que se les opusieron en el congreso. Pero el nazismo fue otra cosa que un arranque o estilo autoritario o caprichoso, fue una ideología política impuesta por un estado dictatorial, que propendía a la supremacía de Alemania primero sobre Europa y finalmente sobre toda la humanidad. La teoría “racial” y el consecuente asesinato de los considerados “inferiores” no tiene ni un pequeño e insignificante punto de comparación con nada de lo que pudiera acusarse a ninguno de nuestros políticos, por más autoritarios, caprichosos o antidemocráticos que sean. El insulto proferido revela, nuevamente, que quien lo dice no sabe nada del nazismo. El insulto califica a quien lo dice pues muestra su ignorancia y el oportunismo efectista y la devaluación de su palabra.

Boudou no está solo. Amado Boudou y su desdichado improperio hacia los periodistas a quienes acusó de ser como “los que limpiaban las cámaras de gas” no está solo. Hitler, Goebbels y nazi se han vuelto malas palabras comunes. Y aunque es bueno que en el imaginario popular el nazismo sea visualizado como algo malo, la banalidad del insulto reduce su significación de tal manera que oculta su verdadera dimensión. Hitler, Goebbels y nazi se han vuelto solo dardos inofensivos destinados a producirle sarpullido al adversario.

Boludo. Pasó con la palabra boludo. En su origen era sinónimo de mogólico debido a la hiperplasia testicular de los que padecen el Síndrome de Down. Son “boludos” por el tamaño de sus testículos. Olvidado su origen lesivo hacia quienes padecen la mencionada alteración genética, ya ni “suena” a mala palabra, hasta ha sido incluido en el diccionario de americanismos de la Real Academia como sinónimo de tonto. Tal vez en poco tiempo Hitler, Goebbels y nazi también serán palabras coloquiales vaciadas de historia, pompas de jabón insustanciales que se desvanecerán en gotitas minúsculas antes de tocar el suelo.

En otros países no se consigue. No pasa igual aparentemente en otros países, en donde Hitler, Goebbels y nazi siguen correspondiendo a lo que designan y no se han abaratado en el uso ligero de la esgrima verbal ofensiva y vacía de sentido de nuestra clase política.

Insultos disponibles.

Tal vez habría que refrescar el repertorio de insultos y malas palabras que quieren decir lo que quieren decir sin necesidad de hacer alarde de creatividad alguna ni de falsear la historia o aprovecharse de sus anti-próceres. Por ejemplo: estúpido, ladrón, asesino, tramposo, corrupto, avivado, traicionero, falluto, hipócrita, mala persona, poco confiable, manipulador, sinvergüenza, mal bicho, indecente, ímprobo, intolerante, estafador, bribón, atorrante, vividor, aprovechador, vago, irrespetuoso, bruto, criminal, coimero…. ¿no son

mucho más elocuentes?

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