La noticia de la publicación de Mi Lucha, texto fundacional de la ideología nazi, ha producido preocupación y temor. El estado de Baviera, Alemania, propone su publicación antes de que venzan los derechos que detenta. Se trata del libro que Adolf Hitler escribiera en la cárcel de Landsberg en la década del veinte sobre cuyas ideas se construyó el nazional-socialismo. Sería publicado antes de 2015 en dos versiones comentadas, con datos objetivos, referencias críticas y profusa revisión histórica con el propósito de su desmitificación. Una versión sería para los jóvenes y la otra, más académica, se apoyaría en textos de historiadores e investigadores.Muchos sobrevivientes de la Shoá y sus descendientes, así como personas genuinamente preocupadas por las consecuencias de su difusión se oponen a esta publicación alegando –o temiendo- que legitimaría el odio anti judío, generarían nuevas huestes de odiadores y daría un fuerte espaldarazo a la ideología nazi que podría luego derramarse sin contención ni freno. Aunque es comprensible que la sola mención de Hitler o de Mi Lucha abra los archivos más ignominiosos y la repulsa más visceral de toda persona bien pensante, no me opongo a tal publicación. Es más, creo que sería beneficiosa.
La prohibición. En principio, no apoyo ni aliento la censura. La libertad de expresión puede ser peligrosa, pero es indispensable para que todos tengamos el mismo derecho a expresar nuestro punto de vista, sea cual fuere, incluso, y especialmente, cuando se oponga al poder de turno. Idealmente, la libertad de expresión debería ser responsable: el emisor debiera conocer y asumir el peso de hacer público algo y el receptor debiera tener el suficiente espíritu crítico como para poder extraer sus propias conclusiones. Sabemos a estas alturas que la responsabilidad o la lectura crítica no podrán enseñarse mediante prohibición alguna. La historia nos muestra que sucede lo contrario: lo prohibido se vuelve deseado, despierta curiosidad y el hacerlo público termina siendo un acto de rebeldía y de libertad. Desarrollar la responsabilidad social de los medios así como la lectura crítica de los lectores, siguen siendo asignaturas pendientes en nuestra educación. Es fácil defender la libertad de expresión cuando se trata de cosas con las que acordamos. El reto es cuando la opinión contraviene nuestra ideología y debemos elegir a qué nivel obedecer, si al particular de la opinión específica o al más general del derecho a opinar. En lugar de prohibir, nos vemos ante el desafío de buscar medios para contrarrestar y argumentar en contra, abrir el diálogo, conversar con la otra idea y hacerlo de modo tal que el eventual lector incorpore nuestra opinión a su universo de sentido y le abra la posibilidad de pensar de otra manera. No es prohibiendo sino conversando inteligentemente que se puede conmover una idea establecida. Creo, en consecuencia, que si el estado de Baviera lo desea, se debe publicar Mi Lucha en esta edición que promete ser crítica y comentada. Todo el que quiera puede encontrar el libro y leerlo, por ello, es mejor esta versión cuidada y estudiada que las que circulan libremente por internet o las que pueden comprarse en kioskos y plazas.
El prejuicio. Llámese judeofobia, antisemitismo, odio a los judíos o sospecha-desconfianza ante lo judío, este libro nos enfrenta con ello y se teme que su publicación reavive el prejuicio, lo despierte, desarrolle o genere nuevos adeptos. Creer que una publicación tiene este poder es creer que los prejuicios pueden ser construidos o destruidos de manera unívoca, simple y sencilla. Disolver y erradicar un prejuicio requiere de mucho trabajo, tiempo y paciencia, precisa del consenso social y la persistencia de volverlo tema de la formación personal desde variados frentes (escuela, familia, Iglesia, medios, chistes, creaciones artísticas, etc). Un prejuicio no se construye -ni se destruye- de buenas a primeras con un libro, con un consejo, con una reflexión. Ojalá así fuera. Esto lo sabemos muy bien quienes trabajamos con la difusión de la Shoá cuyo sustento ideológico es el antisemitismo y vemos que la información que transmitimos no es suficiente para diluir este prejuicio tan hondamente enraizado en la civilización occidental. El prejuicio anti judío se ha construido desde lo emocional a lo largo de siglos de formulaciones, re-formulaciones y validaciones, instiladas desde comentarios al pasar, chistes, rumores, novelas, teatro, prédicas, noticias, atribuciones de culpas, ironías, medias verdades públicas, religiosas o dichas en el seno familiar que penetran y se instalan como verdades incuestionables y naturalizadas, no se someten a crítica ni reflexión alguna. Un prejuicio, como su palabra lo indica, es previo al juicio, no es racional sino que está basado en supuestos ideológicos-emocionales y no en evidencias objetivas y no se disuelve solo con la racionalidad. Un libro más o un libro menos no le hacen mella.
El negacionismo. Creo que la publicación de esta nueva versión de Mi Lucha, oficial, legal y debidamente comentada, podría generar el efecto contrario al temido. Aunque sea un libro de tanta y tan persistente circulación, es más un objeto de culto que de lectura. Los nuevos lectores, si es que lo leen, podrían descubrir dos cosas. Una, es conocer los fundamentos y alcances de las propuestas ideológicas que le dieron legitimidad al inédito plan de exterminar a todo un pueblo, el pueblo judío, sin límites geográficos ni nacionales, esté donde esté y por causas falsamente científicas como la “teoría racial”. La otra cosa que pueden descubrir suele serles escatimada por los propagadores de la ideología nazi que prefieren no mencionar cómo ella condujo a Alemania a emprender dos guerras simultáneamente: la II Guerra Mundial y la Guerra contra los Judíos. Evitan hablar sobre la cantidad de víctimas –más de 50 millones de personas- así como sobre el horror y la crueldad que alcanzaron grados inéditos en la historia de la humanidad. A eso nos referimos cuando decimos unánimemente “Nunca Más”. El negacionismo de la Shoá tiene como función disociar la ideología nazi de estos resultados que, conocidos, le harían perder adeptos. Me parece deseable que se publique esta versión crítica y comentada de Mi Lucha para que los nazis o los potenciales nazis de hoy y más de algún distraído se enteren de a qué grados de iniquidad conducen estas ideas.