Las malas palabras

Columna número 14 de Vivir en pareja columna en Le doy mi palabra conducido por Alfredo Leuco en radio Mitre. 3 de junio de 2022

Hoy voy a hablar de las malas palabras. No te asustes Alfredo, no diré ni caca, ni pis, ni moco ni pedo. Voy a hablar de esas palabras que son tan pero tan malas que tienen la virtud de cerrar la oreja de nuestra pareja, son como llaves al revés, llaves que cierran y que hacen difícil seguir hablando. Vienen en pareja, son siempre/nunca, todo/nada, sano/enfermo, normal/anormal, una contraria a la otra pero cualquiera tiene la capacidad de enardecer. 

Nunca te acordás de mí. Lo que hacés es enfermo. No colaborás en nada. No sos normal. Siempre me estás criticando. Todo lo que vivimos está mal. Ver tan seguido a tu madre es anormal. Lo que yo hago es sano mientras que lo que hacés vos… 

Repito estas malas, malísimas palabras: siempre/nunca, todo/nada, sano/enfermo, normal/anormal.

En medio de una conversación o de una discusión o de un intercambio de ideas para tomar alguna decisión, se nos cuelan estas palabras que enarbolamos enfáticamente, nos apoyamos en ellas como si tuviéramos la verdad revelada que comprueba de manera objetiva e irrefutable lo que creemos y lo que pensamos, lo que es así.

¿Es que hay algo que pasa siempre o que no pasa nunca? ¿No será más cierto decir que pasa muchas veces o que rara vez pasa? Si decimos siempre o nunca es probable que al otro se le ocurra alguna vez en que no haya sido así y ahí la conversación cambia de rumbo y en lugar de hablar de lo que se debería hablar el siempre o nunca son tomados como esa exageración que te descalifica y te deja pagando.

Igual con todo o nada, sano o enfermo, normal o anormal. Todas palabras definitivas, pruebas irrefutables que nos hacen sentir seguros de lo que decimos y con las que , al mismo tiempo, que estamos probando de manera objetiva la incapacidad, la maldad o la incompetencia de nuestro otro. 

Son palabras que cierran la conversación porque lo ponen al otro en el lugar del que siempre hace todo mal. Y ¿a quién le gusta ser puesto en un lugar así? Pensá ¿Qué sentís cuando te ponen en ese lugar? y además cuando decís todo, ¿de verdad es todo? ¿Cuando decís nada, de verdad es nada? Lo mismo con sano/enfermo, siempre/nunca. Ya sé que lo decís para enfatizar, para mostrar cuánto te duele algo, habla tu desesperación o tu enojo, pero las cosas rara vez son tan absolutas. Estuve a punto de decir nunca pero sé que si quiero que me escuches, lo debo decir con más cuidado y en lugar de decir nunca dije rara vez.

 Las malas palabras parecen garantizar autoridad pero embarran tanto la cancha que el otro termina sin escuchar lo que tenías que decir. Las repito para que no las olvides. Deci sin pedir perdón caca, pis, moco y pedo pero borrá de tu vocabulario, en especial cuando conversás con tu pareja, los siempre/nunca, todo/nada, sano/enfermo, normal/anormal. Son palabras que arrinconan, no dejan una salida caballerosa y a veces hasta ofenden. Cambiá de llave, usá una que abra no una que cierre.