hablar y escuchar

Oídos libres de jametz - Pésaj 2023

Días de reuniones familiares. Días de comidas ricas. Días de rituales alrededor de la mesa. Días de historias. Días en los que la conversación es el eje alrededor del cual nos confirmamos, nos reconocemos y reinstalamos nuestra pertenencia a esta familia, a nuestro linaje y a nuestra cultura. 

En Pésaj hacemos concreta la transmisión. Por un lado un recordatorio de nuestra historia pero, en un nivel lógico superior, el mandato de contarla generación tras generación para mantenerla viva. 

En Pésaj hacemos presente, por si se nos hubiera olvidado, quienes somos y el lazo que nos une.

La hagadá se puede contar de diferentes maneras, larga o corta, formal o informal, siguiendo cada uno de los pasos del seder o de modo improvisado, pero siempre será la puesta en acto del “shemá Israel”, ¡escucha pueblo!. En la interacción entre quien habla y los que escuchan reviviremos el sentido del relato y el destino de la noche para que la fiesta sea una fiesta.

Además del mantel blanco, la keará, el guefilte fish o el lajmayim, la matzá reinando en nuestra mesa luego de haber limpiado la casa de jametz, nos sentaremos a la mesa con las orejas igualmente limpias y abiertas para entregarnos a escuchar. 

Escuchar no es un acto pasivo. Eso es oír. Escuchar es una conducta voluntaria, activa y comprometida en la que uno decide subirse a la embarcación del relato y navegar con la atención despierta que permita recibir e incorporar. Comida y palabra. Canciones y silencios. Bebida y relato. Por eso digo que “Le contarás a tus hijos…” debería seguir con “y que te escuchen”. 

En el relato de Pésaj y en cualquier comunicación humana hay dos escuchas diferentes. Una superficial que toma la cáscara de lo que se oye y la rellena con ideas previas, prejuicios y críticas. Podría ser un estímulo nutritivo y generador de diálogo pero la cáscara es tan finita que no se escucha. Se espera que quien habla haga un breve silencio para tomar aire y se abalanza en una supuesta respuesta que es en realidad un monólogo paralelo. Si no se escucha no se puede dialogar. 

Esta noche distinta de otras noches nos pide una escucha activa y dialogal, profunda. Aprendemos en el relato de Pésaj a suspender la crítica, mirar los labios de quien habla y seguir sus palabras como si fuera la primera vez que se dicen. Tal vez eso que creemos que es siempre igual no lo sea tanto y haya algo que nos pueda sorprender. Alguna inflexión inesperada. Un gesto con el que no contábamos. Esa mano detenida en el aire acompañada de un suspiro. Esa silla por primera vez vacía. Todo parece repetirse pero el escuchar profundo, esa decisión voluntaria de estar de verdad, de dejarse tocar por lo que sucede, nos sumerge en ese clima irrepetible de lo humano que es siempre único. 

Pésaj, libertad, transmisión y escucha. Escuchemos a nuestros abuelos y a nuestros nietos. Escuchemos a nuestros compañeros en la vida. Escuchemos en silencio lo que nos decían los que hoy ya no están. La escucha profunda tiene esa ventaja: uno puede revisitar lo que una vez escuchó, que tal vez pasó inadvertido o que luego de un tiempo se resignifica y se entiende de otra manera. Pésaj nos invita a mantener limpios de jametz nuestros oídos para poder escuchar lo que dice y necesita la gente que nos rodea.

Hace 100 años Salvador Kibrick y Samuel Resnick tuvieron la idea de publicar un periódico en castellano para incorporar a sefaradíes e hispanoparlantes que no podían leer Di Idishe Zaitung y Di Presse, los dos periódicos de la comunidad judía de entonces que se publicaban en idish. Cuatro años después del pogrom de la Semana Trágica, la fundación de Mundo Israelita fue un acto valiente de escucha profunda que respondía a la necesidad de integración e información de los judíos recién llegados. Siempre alerta y en consonancia con los tiempos, refrendó una y otra vez su propósito, denunció el antisemitismo reinante durante el ascenso del nazismo y el intento de instalar un regimen similar en la Argentina y mantiene abiertas sus puertas a pensadores e intelectuales que tienen algo que decir. Casi un quijote en el avasallador mundo de internet, nuestro Mundo Israelita sigue vivo en el papel y renace todas las semanas desde hace cien años. Un ejemplo de valor, persistencia y compromiso. Un periódico libre de jametz todo el año.

Para Mundo Israelita.

Hablamos de hablar, una charla en Mishkan

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Comenzando Slijot, los días previos a los Días Terribles, “Iamim Noraim” que van entre “Rosh Hashaná” el comienzo del año y “Iom Kipur”, el día del perdón, el inicio de las reflexiones tendientes a dar un pasito más para ser mejores personas.

Charla en el Centro de Espiritualidad Judía, Mishkan, con Daniel Helft que hizo posible un intercambio fluido y relevante sobre ideas relativas a la culpa y al perdón, al hablar para comunicar en lugar del hablar para atacar y a la importancia de considerar al otro, al que escucha, del que dependemos, tanto para vivir como para ser perdonados.

La charla se transmitió online y al final (los últimos 4 minutos) el rabino Reuben Nisenbom intervino de manera conmovedora.

Entrevista y concurso Radio con vos

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“No sabemos hablar”, dijo la psicoterapeuta Diana Wang, especialista en conversaciones difíciles

Por Martina Tortonesi 

Los humanos son seres sociales por naturaleza, pero en momentos de grieta, desencuentro y pérdida, suele confundirse hablar con conversar y las discusiones llegan para tomar protagonismo.

“Hay un hablar que conversa y otro que ataca. Si hay ataque, no hay conversación posible”. Esto es lo que sostiene la psicoterapeuta Diana Wang, que aconseja a personas que deben enfrentar situaciones ríspidas e incómodas, discusiones o peleas que impiden el diálogo.

La escritora y especialista en vínculos –miembro del Museo del Holocausto de Buenos Aires y de TEDxRiodelaPlata– habló con Diario Con Vos sobre su próximo curso para enfrentar conversaciones difíciles.

-¿Con qué inquietudes suele llegar la gente a tus cursos? ¿Qué tipo de gente suele ir?

-Viene gente de diferentes ámbitos puesto que cuando se trata de la interacción humana pasan las mismas cosas en todas partes. Recibo tanto personas interesadas en resolver alguna conversación difícil en el ámbito familiar como en el social o el laboral. Las inquietudes suelen coincidir en el desánimo por haberlo intentado muchas veces y no haber podido conseguir conversar. La gente suele venir herida y con poca esperanza.

-¿Qué puede generar en una persona el guardarse una conversación difícil?

-Las conversaciones difíciles tienen un trámite doloroso porque para evitar la pelea, que es donde suelen desembocar, a veces se las calla esperando el momento adecuado, que no llega porque el temor al enfrentamiento lo posterga una y otra vez. Y hacen bien porque, y este es mi descubrimiento para nada novedoso, no sabemos hablar. No sabemos hablar y dialogar, lo que solemos hacer es hablar y quejarnos, hablar y acusar, hablar y demandar.

No sabemos hablar y dialogar, lo que solemos hacer es hablar y quejarnos, hablar y acusar, hablar y demandar.”

-¿Tus cursos tienen un enfoque especial por la pandemia? ¿Qué tipos de conversaciones difíciles surgieron en este último tiempo?

-Empecé los cursos durante la pandemia y como resultado de ella, así que no sé cómo serán una vez que termine. Las dificultades para conversar ya las tenía descriptas previamente pero el encierro forzoso y la convivencia obligada las puso de modo protagónico y tal vez lo que antes se podía ocultar ahora está resultando más difícil.

-¿Hay diferencias entre los hombres y las mujeres? ¿Es cierto que a los hombres les cuesta más abrirse o son más reservados?

-Claro que hay diferencias, tantas como diferencias entre las personas. Una de las cosas que enfatizo en los cursos y en mis conferencias es que la gente no cambia, hay características que nos definen y nos acompañan toda la vida. Sociables o recluidos, conversadores o callados, optimistas o pesimistas, activos o reflexivos, planificadores o repentinistas… y puedo seguir con este tipo de categorías que no cambian. Y esa es una de las fuentes de conflictos más común, la expectativa de cambiar al otro. Es el motivo universal de las consultas de pareja que recibo: ambos vienen pidiendo y esperando cambiar al otro. Aunque ciertamente es más común encontrar mujeres que tienen más desarrollada la conexión de sus emociones y que se frustran cuando su compañero masculino no responde de la misma manera. También es más común que los hombres tengan desarrollada la actitud de ir directo a la solución de algo, que el diálogo les resulte incómodo. Más común no quiere decir que todos lo hagan ni siempre ni del mismo modo. Pero estas y otras diferencias están en la base de muchos desencuentros y penurias.

-¿Hay diferencias generacionales? ¿Los niños, adolescentes y adultos enfrenta conversaciones diferentes?

-Hay diferencias etarias, aunque no en la metodología de encarar una conversación que sea un diálogo y no una pelea. En la base de un verdadero intento de dialogar debe estar la consideración por el otro, la convicción de que el otro tiene tanto derecho como uno a opinar e incluso a opinar distinto, porque es un otro, es distinto que uno. Incluso los hijos. Si nos acercamos pontificando, con un discurso de superioridad, enarbolando la insignia de la verdad que solo nosotros poseemos, no podemos ver al otro. Y si el otro, sea niño, adolescente o adulto, no es visto, no es atendido, no es respetado, ninguna conversación podrá tener lugar. Será un monólogo, o dos monólogos paralelos, cada uno creerá que el otro no lo ha escuchado y tendrá razón: nadie fue escuchado. Si queremos conversar de modo dialogal, el requisito indispensable es tener abierta la oreja mucho más que la boca.

La gente no cambia, hay características que nos definen y nos acompañan toda la vida. Y esa es una de las fuentes de conflictos más común: la expectativa de cambiar al otro.”

Wang resumió que “de todo esto es que se trata el curso. Es adquirir una nueva habilidad, una súper habilidad, porque una vez adquirida, la podemos naturalizar y aplicar a todos los ámbitos de nuestra vida. Una vez que vemos con qué poco podemos revertir una situación que parecía imposible, esta habilidad queda incorporada. No hay nada mejor para mantener un cambio que el éxito. Lo que enseño no es mágico ni requiere poderes especiales: son cosas que todos conocemos, que tenemos a mano y que no solemos usar“, finalizó.

Publicado en Diario con vos