El desafío de la IA: ¿verdad o mentira? *

¿Cómo saber si ese video que llega por Whatsapp no es fraguado? ¿Cómo saber si ese texto que leemos fue escrito por un humano o por el chat gpt? Además de las conocidas fake news, la IA (inteligencia artificial) hoy permite audios y videos fraguados y textos no escritos por humanos. ¿Qué es verdad? ¿Qué es mentira? 

Algunos científicos, tecnólogos y pensadores de nota levantan la voz de alarma con toda razón y piden poner freno a la amenaza de los desarrollos de la IA temiendo que destruyan nuestro mundo así como lo conocemos. 

La alarma es legítima pero sospecho que el freno no es posible. La inagotable pasión del conocimiento y las posibilidades económicas que prevén las grandes corporaciones son un flujo imparable. Como en la antesala de un nuevo mundo, todos quieren ser parte del descubrimiento, la creación y los desarrollos. Nadie quiere quedarse afuera. 

El aluvión de programas de IA y su poder de reemplazar mucho del trabajo humano tiene además la potencia de controlar individuos, sociedades, empresas y gobiernos. Tal vez se pueda regular y controlar -con el peligro que entraña quién lo controla y con qué objetivos- pero difícilmente se podrá frenar. La IA llegó para quedarse. 

¿Cómo convivir con el ataque a la credibilidad de estos productos que desafían nuestra percepción? Si se puede tomar la imagen y la voz de cualquiera y hacerle decir cualquier cosa, nuestro registro de la realidad está sufriendo un ataque masivo, pone en cuestión lo que es y lo que no es. 

Ya el photoshop había demostrado que las imágenes que circulan en las redes pueden estar intervenidas y que no podemos estar seguros de que la imagen publicada sea fidedigna. Ahora se agregan los audios y los videos. Cunden las voces de alerta pero, dado que no lo podremos frenar, tal vez tengamos una excelente oportunidad para estimular y entrenar el juicio crítico. Si todo puede ser intervenido y modelado a gusto, habrá que aguzar el músculo de la cautela y la credibilidad. Nada podrá ser tomado por cierto a priori. Ni textos ni voces, ni noticias ni imágenes. 

Antes de creer tendremos que asegurarnos de que efectivamente fue así. “Lo vi o lo escuché por televisión” o “me llegó por whatsapp, facebook o instagram” ya no son indicadores verosímiles. Antes de darlo por cierto y difundirlo, es preciso confirmarlo por varias fuentes confiables, como hace todo buen periodista. Y acá se nos abre una oportunidad insospechada. Podría ser una nueva materia en la educación formal, especialmente para nuestros adolescentes tan sometidos al mundo de la imagen y pendientes de los “likes”. Una materia que exponga el proceso de construcción de estas falsedades, su backstage, y desarrolle el juicio crítico que permita distinguir lo falso de lo real.

Y también, vaya paradoja, como la mejor manera de confirmar la veracidad de algo es con quien lo dijo, deberemos volver al encuentro vivo en lugar de fiarnos de una red social. Volver al mundo del encuentro, del diálogo, de la pregunta y de la conversación. Volver a usar el teléfono como tal y llamar a quien corresponda, cuando sea posible, para saber si eso que está circulando lo dijo o no lo dijo.

La IA, como aquel robot soñado que resolvería todos nuestros problemas, no distingue verdad de mentira. Amenazados con vivir en un mundo de espejismos la salida es recuperar nuestra humanidad y volver a buscarnos, en carne y hueso, el ojo en el ojo, la única manera de saber si lo visto o leído sobre lo alguien cree o dice es, de verdad, lo que cree que dice.

*El título fue generado por Chat GPT


Publicado en Clarin.