El mito del jabón

Sabemos todos que los negadores del holocausto no precisan de argumentos para su empresa, pero es alarmante que nosotros mismos se los proveyamos, repitiendo rumores sin fundamento. Uno de los mitos que circulan profusamente y que no pocos sobrevivientes corroboran, es el de que los nazis usaron los cuerpos de los judíos masacrados para la fabricación de jabón. La noción se ha popularizado y es frecuente escuchar, a modo de insulto o amenaza (por ejemplo en las canchas de futbol cuando juega algún equipo supuestamente cercano a los judíos como es el caso de Atlanta en Buenos Aires) el grito de "los vamos a hacer jabón". En el argot hebreo, en el moderno Israel, la palabra "savon" (jabón) se sigue utilizando como sinónimo de "cobarde" probablemente sin que se advierta su origen falaz. Como nota al margen, esta vinculación de la palabra "savon" a la cobardía se remite probablemente a esa otra acusación, también falsa, de que "los judíos nos dejamos llevar mansamente como ovejas al matadero". Las dos cosas, tanto lo del jabón como lo de las ovejas, se sigue diciendo una y otra vez. A continuación un texto del profesor Yehuda Bauer, escrito en 1991, en respuesta a una carta publicada por un Sr Starkman en el The Jewish Standard de Nueva Jersey, USA, en la cual se discutía su afirmación sobre la ausencia de pruebas de la elaboración de jabón con grasa humana durante la Segunda Guerra Mundial. www.dianawang.net

El Sr. Starkman afirma que este jabón se distribuyó en Polonia a través de cupones de racionamiento desde 1941 y que llevaba la inscripción RJF, siglas según él de "rein Juden fett".

En realidad, las pastillas de jabón, algunas de las cuales se pueden ver en museos memoriales judíos, incluidos los de Jerusalén, llevan escritas las letras "R.I.F.", siglas de "Reichsstelle für Industrielle Fettversorgung," o Centro del Reich para el Suministro Industrial de Grasas. Los términos "rein Juden fett" escritos de esta manera no existen en el idioma alemán, y en 1941, cuando el Sr. Starkman dice correctamente que se empezó a distribuir el jabón, todavía no había ningún campo de exterminio. El primero, Chelmno, empezó a funcionar el 8 de diciembre de 1941 y el segundo, Belzec, en marzo. Auschwitz realizó sus primeros gaseamientos experimentales en enero de 1942.

La fuente de la leyenda fue un rumor que surgió en la Primera Guerra Mundial, difundido por los británicos, según el cual los alemanes estaban usando cuerpos de sus propios soldados para producir jabón y fertilizantes - se demostró que el rumor era falso en 1918. Los nazis recuperaron el rumor, y lo emplearon como una forma adicional de sadismo, empleando palabras actuales, con sus víctimas judías: fueron los nazis los que dijeron a los judíos que se convertirían en jabón, y los polacos lo oyeron de los nazis.

Al final de la guerra, los rusos descubrieron, cerca de Gdansk [entonces denominada Danzig (JD)] un pequeño laboratorio en el que se usaron partes de cuerpos humanos, probablemente de trabajadores esclavos polacos y rusos, para ciertos trabajos químicos. Estos experimentos posiblemente incluyeron el intento de fabricar jabón con grasa humana (algo que sabemos hoy que es casi imposible), pero al parecer los nazis nunca lograron pasar de la fase experimental, si es que esto fue lo que trataron de hacer. El laboratorio era pequeño, y no se creó hasta cerca del final de la guerra. No se emplearon cuerpos de judíos. El fiscal ruso de Nuremberg presentó el asunto en el juicio, pero tuvo que abandonarlo porque no se pudieron presentar pruebas de que se tratara de experimentos para la producción de jabón.

Se ha de combatir los conceptos erróneos sobre el Holocausto, incluso aunque un grupo numeroso de supervivientes los acepte como verdaderos. Esto no quiere decir que los nazis no habrían sido capaces de cometer esta atrocidad- ciertamente lo eran- pero no lo hicieron. Decir, basándose en los eslóganes antisemitas polacos o los rumores que circulaban en los campos -en Auschwitz era un rumor aceptado- que se fabricó jabón con cadáveres de judíos, simplemente le pone en bandeja el trabajo a los negadores del Holocausto, que pueden demostrar fácilmente que no ocurrió nada de esto. Respeto profundamente los testimonios de los supervivientes, y el Sr. Starkman es uno de ellos, pero esto no quiere decir que estos testimonios no puedan incluir conceptos confundidos.

Atentamente, Yehuda Bauer Profesor de Estudios Sobre el Holocausto