El pedido de perdón de la Iglesia: I have a dream! ¡yo tengo un sueño!)

La Iglesia Católica pide perdón. Se ha publicado la versión en castellano -supongo que la oficial- del pedido de perdón de la Iglesia Católica por los pecados de sus hijos, tanto los pasados como los presentes (La Nación, 10 de marzo de 2000, páginas 10 y 11).

Es éste, creo, un paso importante en el camino de recuperación del respeto por los principios humanitarios enunciados en la palabra de Jesús del que tantas y tan dolorosas veces se ha desviado la Iglesia Católica.

Yo, judía, hija de sobrevivientes de la Shoá, buscadora de ese hermano que alguna vez tuvo mi apellido y que hoy vaya a saber si vive, dónde está y cómo se llama, preguntadora de porqués muchas veces sin respuesta, celebro este pedido de perdón que la Iglesia, en la voz de su actual Papa, ha dirigido a Dios (sic). Lo celebro y espero que no se detenga la marcha, que este camino emprendido siga adelante y que abra perspectivas esperanzadoras para las futuras generaciones.

Es en este espíritu que quiero señalar algunos elementos del texto en cuestión y un sueño que me gustaría ver realizado.

Me referiré tan sólo a los tres párrafos relativos al pedido de perdón por lo hecho a los judíos que forman parte del quinto punto titulado "Discernimiento ético". Mis reparos están relacionados con el uso de ciertas palabras y su probable alusión a la forma de ver a los judíos que sigue pareciendo conflictiva, aún dentro de este texto de pedido de perdón. Es más flagrante esta evidencia cuando se observa que se ha tenido el sumo cuidado de hablar de Shoá en lugar del incorrecto pero popular término "holocausto". No ha sucedido igual con otras palabras utilizadas.

¿"Hebreos" es mejor que "judíos"? Los tres párrafos en donde se refiere a los judíos, están bajo el subtítulo: Cristianos y hebreos. Desde allí y en lo que sigue dice hebreo toda vez que debiera decir judío. Por ej: ...Ala relación de la Iglesia con el pueblo hebreo...la historia de las relaciones entre cristianos y hebreos...la hostilidad o desconfianza de numerosos cristianos hacia los hebreos...del pueblo hebreo nacieron la Virgen María y los Apóstoles...los hebreos son nuestros hermanos queridos y amados. La palabra hebreo, sea en singular o plural, aparece exactamente 12 (doce) veces en los tres párrafos del texto.

La palabra judío y la sintaxis. Por el contrario, la única vez que aparece la palabra judío es cuando dice que "hay que preguntarse si la persecución del nazismo respecto a los hebreos no haya sido facilitada por los prejuicios antijudíos presentes en las mentes y en los corazones de algunos cristianos"(los subrayados son míos). No puedo resistirme a la pequeña disgresión de analizar la sintaxis de esta oración:

a) Formula un hecho innegable -la persecución nazi facilitada por los prejuicios antijudíos- como si fuera una hipótesis a comprobar ("hay que preguntarse si...") y b) antecede con un "no" su sospecha de que los prejuicios antijudíos hayan facilitado la persecución. Reveladora sintaxis de una intención buena, pero no del todo firme.

En este fragmento vuelvo a observar que, aún cuando lo habitual es escuchar prejuicio antisemita, se ha usado las palabras prejuicio antijudío de forma correcta y apropiada. Repito que revela un cuidado atento de las palabras usadas. Pero, dado ese mismo cuidado, no puedo dejar de señalar que es la única vez que los judíos llamados por su nombre aparecen en el texto. La única vez que dice judío dice antijudíos.

En resumen, dice judío cuando está cerca del prejuicio, a algo que está mal, a una emoción, ligado a una patología social, mientras que dice hebreo cuando se refiere al pueblo, un concepto descriptivo, limpio, inodoro, potable.

¿Por qué hebreos? Hasta donde sé, los textos emitidos por la Iglesia, son analizados, estudiados y evaluados concienzudamente, pasan varios filtros de asesores de todo orden, incluso los lingüísticos. Para la redacción del documento "Memoria y Reconciliación" una comisión de más de 30 teólogos trabajó bajo la coordinación del cardenal alemán Josef Ratzinger (cabeza de la Congregación para la Doctrina de la Fe -ex Santo Oficio-). La sede de la Iglesia está en el Vaticano, en el corazón de Roma. En Italia se suele llamar ebrei a los judíos, la antigua denominación del pueblo judío. No sucede lo mismo en idioma castellano, en el cual se dice judíos o, también, israelitas. En ambos términos hay una concordancia entre la palabra y aquello que designa: judíos es de Judá e israelitas es del pueblo de Israel. Hebreos, por el contrario, es los que hablan hebreo identificando un idioma con un pueblo. Es tan inapropiado como decir latinos a los cristianos.

La lingüística y el racismo "científico". El término hebreos tiene un origen lingüístico, no denomina a un pueblo sino a los hablantes de una lengua. Y aquí sucede un fenómeno curioso y si se quiere sorprendente: lo mismo sucede con las palabras antisemitismo y ario. Ambas provienen de contextos lingüísticos y ambas, han sido trasladadas impunemente al contexto étnico por los creadores del antisemitismo "científico" del siglo pasado en el floreciente y civilizado Imperio Austro Húngaro y en Francia.

Semitas y judíos. Merced a la difusión del ideario "científico" antijudío, se comenzó a llamar semitas a los judíos dejando de lado que, en términos lingüísticos, también les correspondería ese nombre a otros pueblos, como por ejemplo a los árabes (pensado así vemos el absurdo de proponer a los árabes como antisemitas, un semita es un antisemita). A partir de entonces, se comenzó a usar indistintamente semita y judío, así como también antisemita y antijudío.

En los países católicos, la palabra semita parecía permitir nombrar a los judíos de modo más aceptable, más "científico". Las palabras judío y antijudío son fuertes, pesadas, corpóreas (en castellano, hasta en la emisión del sonido, esa jota inicial que raspa en la garganta, es tan poco elegante). Las palabras semita y antisemita son más ligeras, asépticas, más decentes, su sonido es más delicado, si se quiere susurrante. En una conversación cualquiera, uno dice judío y la palabra queda resaltada, misteriosamente acentuada en el contexto de la oración, mientras que si uno dice semita, la palabra se mezcla como una igual entre las otras.

Lo ario. Otro tanto sucede con la palabra y el concepto ario. Lo ario es la lengua, el origen indo-europeo, no hay tal cosa como lo ario referido a lo corporal, a lo genético o a lo étnico. Los fundadores del racismo pretendidamente científico, tomaron la palabra ario referida a un linaje de lenguas y la trasladó a personas, a su biología, a su herencia, a su sangre, mediante esta malhadada invención del concepto de razas y todas esas vilezas y paparruchadas que tanto dolor causaron y persisten en causar a la humanidad.

¿Igual que los nazis? De modo que, la Iglesia Católica, que tanto cuida sus dichos, que tanto estudia y prepara sus enunciados, en su pedido de perdón habla de los judíos y dice hebreos, es decir, toma un concepto del dominio de lo lingüístico -un idioma- y lo traslada a lo étnico -un pueblo-, lo mismo que habían hecho los odiadores científicos y los teóricos nazis. Vaya con la sorpresa. No se deben haber dado cuenta. Lo deben haber hecho sin querer. No hay que ser mal pensado. O, tal vez, lo que sucede sea más simple que todas las cosas turbias que a uno se le ocurren, tal vez simplemente no querían irritar a nadie del amplio espectro de su grey, querían que el texto no despertara resentimientos y la palabra judío, quizá todavía siga oliendo mal, sea sospechosa y haya que mejorarla por una más admisible y potable, que se pueda leer sin que a uno se le borronee el texto. Hebreo está bien y todo el mundo entiende.

¿Por qué no decir judío? Por otra parte está la referencia al origen de Jesús a quién se menciona como descendiente de David. Ya sé. No va a faltar quién piense que soy demasiaaaaaaaado susceptible, pero, digo, me pregunto, no sé, disculpen la irreverencia ¿por qué no escribir directamente y sin eufemismos Jesús, de quien se dice que era judío? ¿Por qué disfrazarlo? )Qué es lo que no se puede decir todavía?

La mala palabra. Obviamente, no se puede decir judío. Lo repito: no se puede decir judío. No se puede decir que Jesús era judío. No se puede decir que el primero de enero se conmemora la circuncisión de Jesús, acto que lo marcaba para siempre como hijo del pacto, un judío más. ¿No se puede pensar judío? ¿Qué es lo que perturba tanto? ¿Qué clase de pedido de perdón es éste en el que la víctima no puede ser denominada por su nombre?

Es especialmente doloroso que estas imprecisiones se hayan colado en este texto que es, no me cabe duda, una mano tendida. Tomo esa mano, la aprieto. Yo, nadie importante, tan solo una judía que con jutzpa (arrogancia, provocación) bien judía, miro a los ojos a Su Santidad Juan Pablo II, el Papa de la Santa Iglesia Católica y veo la buena voluntad, veo la disposición, y digo entonces lo que, a mi parecer, todavía falta.

Mi sueño. Me gustaría abrir el diario y leer alguna vez un texto oficial, en su versión oficial en castellano, distribuida oficialmente por voceros oficiales de la Iglesia, con estas palabras:

"Reconocemos que la Iglesia Católica, a lo largo de muchos siglos, ha sostenido y diseminado acusaciones falsas, mentiras y arbitrariedades acerca del pueblo judío, al que ha demonizado y escarnecido; que, mediante esa estrategia desarrollada ante un público crédulo e iletrado, ha construido al judío como un enemigo al que se debía combatir, un pueblo del que era imprescindible desconfiar y sospechar y con cuyos miembros era inconveniente cualquier intercambio. Reconocemos que estos contenidos han sido difundidos en las prédicas de gran parte de los curas en todo el mundo y que dicha palabras han alimentado el odio y el resentimiento de los cristianos hacia sus hermanos, los judíos. Lamentamos profundamente que estos sentimientos, cuyo objetivo no era el asesinato, hayan sido en gran parte su sustento en esta tragedia irrecuperable que ha sido la Shoá. Por todo ello pedimos perdón, a Dios por no haber honrado sus designios, por habernos dejado sumergir en el odio y habernos olvidado del amor; también pedimos perdón a nuestros hermanos judíos y a todos aquellos que han sido víctimas del odio racial.

No creemos, sin embargo, que baste el pedido de perdón por este pecado tan arraigado y de consecuencias tan nefastas. Queremos enmendarnos de manera concreta. Por ello a partir de ahora, desandaremos con firmeza el camino equivocado que habíamos recorrido y en nuestra prédicas habituales, en la catequesis y en toda oportunidad que tengamos de ser escuchados, insistiremos en el reconocimiento de nuestros graves pecados, en la dignidad que confiere al ser humano el pedido de perdón y la revisión de los errores cometidos; hablaremos acerca del pueblo judío, transmitiremos sus enseñanzas milenarias, su filosofía humanística y su ética del respeto por la vida de la que somos herederos, e instruiremos a nuestros fieles y, en especial, a nuestros párrocos, la firme tarea de rescatar el espíritu de Cristo y su evangelio, ofreciendo al mundo una vida de valores inspirada en la fe, porque la gloria de Dios es el hombre viviente, la vida del hombre es la visión de Dios (tomado del texto publicado por la Iglesia)." Como el reverendo Martin Luther King, I have a dream (yo tengo un sueño).