Shoa

Charla TED/TED Talk: Los aprendices de la Historia-The History Apprentices

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Todas las fotos del evento https://www.flickr.com/photos/tedxriodelaplata/sets/72157651871523725/

Abrir para ver la transcripción en castellano. Clicking "Continuing reading", are both transcriptions of the talk: first in Spanish and then in English.

Transcripción (a continuación de la versión original está la traducción al inglés)

Ania se quedó solita en Polonia durante la guerra. A los 12 años. Pidió limosna, sirvió en casas de familia, aprendió a rezar. Pero vivía aterrada porque pronunciaba mal la errey se le había metido en la cabeza que por esa causa descubrirían que era judía y la iban a matar. Con sus ojitos celestes casi transparentes y su voz finita y delicada, me contaba cuando yo era chica que se pasó todos los años de la guerra sin usar ninguna ni una palabra con erre. Me parecía imposible. Mi mamá me decía: “es posible! eso y mucho más. Ojalá que la vida nunca te desafíe”.

Hanka tenía 7 años. Escondida con su mamá en un ropero, contenían el aire mientras escuchaban los gritos en alemán. “¿Por qué nos tenemos que esconder mamá?. "Porque si nos descubren nos matan".“Y ¿por qué me quieren matar si me porté bien?”.

Historias como éstas acompañaron mi infancia, con preguntas acuciantes que no me dejan dormir.

Soy hija de la guerra. Nací en Polonia cuando en Japón caían las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki. Mis padres se habían salvado escondidos en un diminuto altillo durante varios años. Llegamos a la Argentina en 1947. Mis cuentos de hadas fueron historias como esas, algunas maravillosas, heroicas otras negras, terroríficas, que les oía contar a los sobrevivientes sentados alrededor de una mesa, tomando el té, con masitas y tortas.

Yo no viví la guerra pero siempre tuve la sensación que lo más importante de mi vida había pasado antes de que yo naciera. La guerra misma. La milagrosa supervivencia de mis padres. La pérdida de Zenus, su primer hijo, mi hermano mayor al que nunca conocí. Debieron entregarlo a una familia cristiana para asegurar su salvación, la de ellos parecía imposible. Cuando terminó la guerra lo fueron a buscar; “está muerto” les dijeron. Pidieron su cuerpo. No “recordaban” dónde lo habían enterrado. Era obvio, Zenus estaba vivo y había sido apropiado. Lo buscaron, lo buscaron. Pero nunca lo pudieron encontrar. Su ausencia fue una presencia tangible en mi casa en la única foto que se conservó. Es raro vivir con la sensación, de que tengo tal vez por ahí, alguien de mi familia, que se me parece y que no sabe quién es.

¿Tener que entregar a un hijo para que se salve? ¿Qué pudo haber hecho un chiquito de dos años? ¿de qué se acusaba a mi hermanito, a Ania, a Hanka? ¿Por qué me quieren matar si me porté bien?

Preguntas que me hicieron pensar en el MAL, no en el Mal interpersonal, el cotidiano, este que nos hacemos en medio de un enojo, de una emoción. No, no. En el MAL con mayúsculas, el impersonal, sistemático, político, el que hace alguien en nombre de un sistema sobre otro que es parte de un grupo al que hay que destruir, el que se hace obedeciendo órdenes, que produce guerras, matanzas, genocidios, pero que no genera culpa.

¿Cómo responder a la pregunta por el MAL con mayúsculas?

Creo que la respuesta está en la educación. En una educación que incluya de manera central la dimensión ética. Ni las religiones ni los abordajes voluntaristas han podido hacer nada con el MAL con mayúsculas y se nos va la vida en ello. Debería integrar toda currícula educativa. Pero si así fuera ¿cómo introducir un tema así como el MAL en la escuela? y además ¿Cómo enfatizar su importancia para que no sea una materia más: a las 9 lengua, a las 10 gimnasia, a las 11 genocidio?

¡El protagonista! El protagonista en el aula es la llave. El que está atravesado por la Historia, con su voz y su presencia nos atrapan nos abren las orejas y nos permiten conocer lo que hay de humano en todo hecho histórico.

Pero ¿cómo será cuando ya no quede ninguno? ¿Qué pasará con historias como la de Ania o Hanka? Perdidas en algún libro de historia, inalcanzables. ¿Cómo mantener viva la potencia motivadora del testimonio vivo en la clase?

En “Farenheit 451” Bradbury describe un mundo en el que los libros están prohibidos. Los rebeldes deciden aprenderse cada uno un libro de memoria para que siga existiendo.

Esa es la solución, como aquellos rebeldes, rebelarnos contra la marea del olvido y asegurarnos de que cada una de las historias siga siendo escuchada. Y así nació el Proyecto Aprendiz.

Una idea muy simple: juntar a dos personas, una que tiene algo para contar otra que la quiere escuchar y que se compromete a seguirlo contando. Como el Maestro zapatero que transmite su arte a un Aprendiz, así el protagonista entrega su experiencia y su historia a un testigo que la recibe e incorpora a su propia vida.

Contagié mi entusiasmo a la gente de Generaciones de la Shoá, una organización que se ocupa del Holocausto, y empezamos a trabajar. Al principio no teníamos idea de como hacerlo   pero el proyecto enamoraba, insistimos y a fuerza de ensayo y error aprendimos y ¡lo estamos haciendo!

Se trata de una conversación entre dos personas: el ojo en el ojo, la piel en la piel. A un testimonio escrito o filmado no se le puede preguntar, a quien uno tiene delante, sí. Y nos cuenta historias como las que conté, humanas, universales, que cualquiera puede entender No importa dónde fue ni en qué circunstancia, permiten que nos pongamos en la piel del otro. Es algo vibrante, como en el teatro, cuando la gente está acá, y lo que pasa nos atraviesa a todos. Esto no puede ser registrado por ninguna cámara, es energía pura.

El Proyecto se difunde de boca a boca. Los candidatos son adultos jóvenes de entre 20 y 35 años. Hacen primero una capacitación y llega luego el momento tan esperado: la Reunión de Emparejamiento. Ese día cada Aprendiz conoce a quien será su Maestro. Se arman las parejas y cada pareja sigue luego su propio camino, se encuentra donde quieran, cuando quieran y por el tiempo que precisen. La única condición es que el Aprendiz debe llevar un diario, una bitácora del viaje que emprende: su memoria para el futuro. Las parejas se encuentran muchas veces y la culminación se da en la Reunión de Cierre: Un ritual de pasaje ante familiares y amigos de Maestros y Aprendices. A lo largo de los encuentros cada pareja ha construido una relación muy intensa que se concreta ese día ante la presencia de todos con la firma de un compromiso ético: cada historia seguirá siendo contada.

Hasta hoy, 90 parejas, terminaron el proyecto 90 son los Aprendices que incorporaron la historia de su Maestro a la suya propia. En los cinco años que van desde que comenzamos aprendimos muchas cosas.

Aprendimos que es más fácil hablar con desconocidos que con parientes.

Cuando Dora murió, sus nietos rodearon a Sol, en el velatorio y le pidieron “contanos lo que te dijo la abuela porque a nosotros no nos contó nada”.

Aprendimos que además de mantener vivo el relato oral, se tejen nuevas relaciones de parentesco, nietos y abuelos postizos, invitaciones a fiestas, celebraciones, familiares de unos que se conocen con familiares de otros.

Gabriel dice feliz “Tengo una nueva nieta.”

Ariana invitó a Eugenia a ser testigo en su boda.

Brian bailó la historia de Lea hecha coreografía.

Aprendimos que estas conversaciones entre Maestro y Aprendiz son un puente entre el pasado y el futuro.

Aprendimos que los viejos somos depositarios de un archivo imprescindible. Somos como somos porque antes pasó lo que pasó. Seremos como seremos si aprendemos de los remeros   a ganar fuerza para avanzar mirando hacia atrás.

¿Se imaginan la potencia que puede tener contar en el aula con el testimonio vivo de un testigo de culturas en vías de extinción, la guerra de Malvinas, de la dictadura militar, de la trata de personas?

Los Aprendices son esas voces de la Historia.

Pame le preguntó a Judith si alguna vez durante la guerra había tenido vergüenza. Sorprendida por la curiosa pregunta Judith le dijo:

“sí, sabés que sí? y lo había olvidado Fue  el día que entramos en Auschwitz. Cientos de mujeres agolpadas en este horrible lugar y nos ordenaron que teníamos que desnudarnos. Yo tenía 14 años, nunca me había desnudado delante de nadie. Me moría de vergüenza, pero el miedo era muy grande, imité a todas y me empecé a sacar una a la ropa la ropa que tenía puesta hasta que me quedé en ropa interior, no podía más. pero enfrente de mí estaba este soldado alemán,   era un muchacho … no tenía ni 20 años, rubio, de ojos celestes, lindo como un sol, que cuando me vio en ropa interior, levantó su arma   y con ferocidad me dijo “¡todo! ¡todo!”. Temblando me saqué la camiseta y cuando me bajé la bombacha   vi con horror que tenía sangre. y que él también lo vió. Me quise morir. Fue lo peor que me pasó en Auschwitz, ya sé que no me vas a creer. Pero fue peor que los piojos, peor que el hambre, peor que la sed. Mi intimidad estaba ahí sobre el piso, a la vista de todos yo tenía 14 años y había dejado de ser dueña de mí.

Estas palabras hablan sobre la deshumanización con mayor elocuencia que cualquier tratado. Judith se murió cuando yo estaba preparando esta charla. Pero su relato sigue vivo en mí. Lo cuento toda vez que puedo. Nunca nunca lo olvidaré.

Y ahora que lo conté, tampoco ustedes lo podrán olvidar.

y esta es la esencia del Proyecto Aprendiz:

¡El que escucha a un testigo se convierte en testigo!

 

ENGLISH VERSION.

Ania was left alone in Poland during the war. She was 12 years old. She begged for handouts, served as a domestic in homes, and learned how to pray. But she lived in terror because she mispronounced the sound of the letter “r” and convinced herself that that was how they were going to discover she was Jewish and kill her. With her nearly transparent, baby-blue eyes and her tiny delicate voice, she would tell me when I was a child that she spent all the years of the war without using any word containing the letter “r”. I found that impossible. My mom said “it is possible, as is so much more. Let’s hope that life never challenges you”.Hanka was 7 years old. She was hiding with her mother in a closet they held their breath as they listened to the shouting in German. “Why do we have to hide momma?” “Because if they find us they’ll kill us.” “And, why do they want to kill me if I’ve been good?”Stories like these accompanied me during my childhood, with questions that would harass me and not allow me to sleep.I am a child of the war. I was born in Poland while the bombs fell in Japan over Hiroshima and Nagasaki. My parents survived by hiding in a tiny attic for several years. We arrived in Argentina in 1947. My fairytales were stories like these ---some miraculous, heroic; other sad, terrifying--- that I would hear the survivors tell, sitting around the table while drinking tea with pastries and cake.I didn't live the war, but I have always had the feeling that the most important things in my life had happened before I was born. The war itself. The miracle of my parents’ survival. The loss of Zenus, their first son, my older brother who I've never known. They had to give him away to a Christian family to ensure his survival as theirs seemed impossible. When the war was over they went back for him.  "He’s dead", they were told. They asked for his body. The family claimed not to "remember" where he had been buried. It seemed obvious, Zenus was still alive and was being kept by them. They searched and searched. But they never found him. His absence was a tangible presence in my house in the only photo that remained. It's strange to live with the feeling that maybe somewhere, there is someone with my blood who looks like me yet doesn't know who he is.

Imagine having to leave your children behind to save their life. What conceivable threat could a two year-old child pose? What were my little brother, Ania, and Hanka accused of? Why do they want to kill me if I’ve been good?

These questions led me to think about EVIL. Not the interpersonal evil, the everyday one, uttered in the midst of an argument or a heated moment. No, no. Uppercase EVIL: impersonal, systematic, political. The EVIL perpetrated by someone in the name of a system against others belonging to a group targeted for destruction.The one done by obeying orders, that manufactures wars, massive killings, and genocides, but without any guilt.

How do we answer the question posed by uppercase EVIL?

I believe the answer relies on education. An education where ethics is central. Neither religions nor cultural norms have been able to prevent uppercase EVIL yet humanity depends on this. It should be part of every curriculum. But if it were to be, how to introduce something like EVIL at school? And also, how can we highlight its importance in order that it not become just another class: 9am: English, 10am: Gym, 11am: Genocide?

The “protagonists”! Those who experienced it being in the classroom is the key. The one who was there, shaped by history. Their voice and their presence touch us It opens ears and helps us to see the human perspective in every historical event. But what will  it be like when none of the witnesses to a given event are left?   What is going to happen to stories like Ania’s or Hanka’s? Buried in the page of some history book. Unreachable. How can we keep alive that motivating force of the live testimony in the classroom?

In Fahrenheit 451, Bradbury describes a world in which books are forbidden. Each rebel decides to learn a book by heart in order to keep it alive. This is the solution: like those rebels, let us rebel against tides of forgetfulness to ensure that each story continues to be heard. And this is how the Apprentice Project was born.

A very simple idea: bringing two people together---one who has something to tell, and another who wants to hear it and commits to continue telling it. Like the master shoemaker who teaches his art to an Apprentice,   so too the “protagonists”, as Teachers, pass on their experiences and story to a witness, who masters that account and embodies it as their own.

I transmitted my enthusiasm to the people at Generations of the Shoah, an organization that deals with the Holocaust, and we began to work. At first, we had no idea how to tackle it, but the project enthralled people, we persisted, and through trial and error we learned, and we are doing it!

It’s a simple conversation between two people, eye to eye, in the flesh. You can’t ask questions to a written or recorded testimony, but if someone is sitting in front of you, you can. And they tell stories like the ones I told earlier, human, universal, stories that anyone can understand. It doesn’t even matter where or under which circumstances they happened, they allow us to inhabit someone else's shoes. It’s something vibrant, like in the theater, when people are here   and what’s happening touches all of us. This can’t be registered on any camera, it’s pure energy.

The project is spread by word of mouth. The candidates are young adults from 20 to 35 years-old. They first complete a training before the long-awaited moment arrives: the Pairing Event. That day each Apprentice meets their Teacher. The matches are made and each pair chooses its own path. They meet wherever they want, whenever they want, and for as long as they need. The only requirement is that the Apprentice must keep a journal, logging the memories of the journey---their memory for the future.

The pairs meet several times before the final moment arrives at the Closure Event: a rite of passage in front of friends and family of both the Teachers and the Apprentices. Throughout their meetings, each pair has developed a powerful relationship that is formalized that day in front of all those in attendance by signing an ethical commitment: that each story will continue to be told.

To this point, ninety pairs have completed the project. Ninety are the Apprentices who have made their Teacher’s story a part of their own lives.

Since we began five years ago, we’ve learned many things.

We have learned that it’s easier to talk with a stranger than with your own family.

When Dora died, all her grandchildren surrounded Sol at the wake and they asked “tell us what grandma told you, because she never told us anything”.

We’ve also learned that on top of keeping oral storytelling alive, new kinship networks were created: “foster” grandchildren and grandparents, invitations to parties, celebrations, the Apprentice’s family meeting the Teacher’s family.

Gabriel happily says “I have a new granddaughter”.

Ariana invited Eugenia to be a witness at her wedding.

Brian danced Lea’s story in choreographic form.

We’ve learned that these conversations between Teacher and Apprentice are a bridge between past and future.

We’ve learned that we old people are the owners of an indispensable archive. We are how we are because of what happened before. We will be who we will be if we learn from the rowers to gain the power to move forward by looking back.

Imagine the power produced when sharing the live testimony of witnesses of: a culture in danger of extinction, the Malvinas/Falklands War, military dictatorships, or human trafficking.

The Apprentices are these voices of History.

Pamela asked Judith if she had ever felt ashamed during the war. Surprised by the curious question, Judith said: “You know what? Yes, I have, and I had forgotten. It was the day when we first arrived at Auschwitz. Hundreds of women cramped in that horrible place. And we were ordered to strip. I was 14 years old. I had never stripped in front of anyone before. I was dying of shame, but amidst the terror I imitated the others and kept removing my clothing piece by piece until I was down to my underwear. I had reached my limit. But in front of me there was this German soldier, he was a young man...who couldn’t have been more than 20. Blond, light blue eyes, handsome as could be. When he saw me in my underwear, he pointed at me with his gun and fiercely shouted “everything, all of it!” Shivering, I took off my undershirt, and when I pulled down my panties I was horrified to see that there was blood, and that the soldier saw it as well. I wanted to die. That was the worst thing that happened to me in Auschwitz. I know you won’t believe me. But it was worse than lice, worse than hunger, worse than thirst. My intimacy was there lying on the ground in front of everyone. I was 14 years-old and was no longer the owner of myself.”

These words speak about dehumanization with more eloquence that any essay could. Judith died while I was preparing this talk, but her story is still alive in me. I tell it every time I can. I will never ever forget it. And now that I’ve told it, you won’t be able to forget it either.

This is the essence of the Apprentice Project:

When you listen to a witness, you become a witness!

 

Dos videos de Generaciones de la Shoá

Habiendo completado los primeros diez años de Generaciones de la Shoá, ver acá un breve resumen de gran parte de lo hecho en ese lapso. Es un orgullo y una gran alegría ver cuánto puede se puede conseguir con entusiasmo, inteligencia y voluntad.
Va también el video realizado para la presentación de Cuadernos de la Shoá 5: Mujeres. Vidas y Destinos. En éste se puede ver y oír el testimonio breve y conciso de 15 de nuestras sobrevivientes sobre la conducta de sus madres, uno de los temas centrales de este 5º número. Cliquear acá.

 

Generaciones de la Shoá cumplió diez años.

Palabras pronunciadas en el acto del 18 de noviembre de 2014 en la Legislatura de Buenos Aires: Equipo completo de Cuadernos de la Shoá: Fernando Ender, Melisa Berlin, José Blumenfeld, Natalia Rus, Feigue Machabansky,  Susana Luterstein, Aida Ender, Diana Wang, Angela Waksman, Rosa Rotenberg, Viviana Rosenthal, Ruthy Fleischer, Jonathan Karszenbaum y Karen Rofchuc.

Hoy cumplimos diez años pero existíamos antes, 7 años antes, nos reuníamos de manera informal, espontánea en nuestras casas, éramos los “niños de la Shoá”. Hace diez años nos organizamos formalmente y nos pusimos Generaciones de la Shoá porque además de sobrevivientes había hijos de sobrevivientes. Fue en 2004 cuando gestamos De Cara al Futuro. Nos reuníamos en la Fundación Memoria del Holocausto, después nos mudamos a la Wizo en la calle Larrea gracias a una invitación de Amalia Pollack y finalmente José Moskovits, presidente honorario de Sherit Hapleitá, nos invitó a seguir su legado en la sede de Paso. Y allí estamos, honrando lo mejor que podemos el compromiso asumido.

Somos sobrevivientes, hijos, nietos, parientes y amigos de quienes han sufrido el Holocausto. Todos tenemos familiares perdidos en Europa, nuestra relación con la Shoá es personal. También nos acompañan docentes especializados en la temática y los jóvenes que se han ido integrando.

Las mujeres somos, como verán, mayoría, pero somos educadas y de tan amplio criterio que recibimos gentilmente a algunos hombres. Vieran cómo se sorprenden de que podamos estar hablando de cuatro cosas al mismo tiempo, no solo sobre lo que hay que hacer sino también sobre el estado de salud de cada uno, qué hija está embarazada o qué nieto tuvo un éxito en la escuela o mucha fiebre la noche anterior.

Esto hace que seamos una institución diferente y un tanto rara. Los mismos que integramos la CD participamos en las distintas áreas institucionales, discutimos, pensamos y firmamos cheques y cuando hace falta, tomamos una escoba y barremos el piso. Generamos materiales educativos y bajamos a abrir la puerta, inventamos proyectos innovadores y estamos atentos a que no falte el café ni el té ni el mate ni el edulcorante ni las galletitas. Son reuniones fértiles, donde siempre pasan cosas en un clima amable en el que da gusto estar. Y también hacemos celebraciones, festejamos los cumpleaños, nos acompañamos en las tristezas y nos alegramos con las alegrías… constituimos una impensada familia, tal vez una compensación de la que a algunos nos faltó en nuestras infancias.

Uno termina de conocerse cuando se compara con la forma en que es visto por el afuera. El reflejo que recibimos es de valoración de este clima desacartonado, de este acercamiento sin tabúes ni falsos prejuicios a lo más doloroso que hemos vivido. Aprendimos de nuestros padres y sobrevivientes, a transformar la tragedia en motivo de vida. Lo que hacemos en la institución es lo mismo que hacemos con nuestras propias historias: sostenemos una filosofía que privilegia la vida y le da sentido, orientamos nuestro esfuerzo a contar y transmitir, a veces hasta con alegría, lo que hemos aprendido. Muchos de los amigos que hemos hecho en estos diez años están acá hoy con nosotros y veo sus caras diciendo que sí, sus sonrisas relajadas y siento en mi piel sus abrazos.

Honrando esta mayoría femenina, nuestra mesa de trabajo es una gran cocina alrededor de la cual, a veces con ingredientes mínimos, inventamos -modestia aparte- exquisitos manjares. Los Cuadernos de la Shoá, que todos conocen y que ya son quintillizos, surgieron alrededor de esa mesa.

También el Proyecto Aprendiz, primero la simple idea de que el día de mañana haya alguien que cuente cada una de las historias de los sobrevivientes a lo que cada año, cada grupo, cada experiencia agregó un detalle, algo diferente que mejora el resultado. Lo que parecía que iba a ser un budincito se convirtió en una torta elaborada de varios pisos con distintos rellenos y sabores. Ya son 90 las parejas constituidas.

Entre los ingredientes de nuestra mesa, también está la tecnología, no solo no le tenemos miedo sino que la usamos como si hubiéramos nacido con ella: facebook, twitter, whatsapp, email, power points, mp4, nada de esto nos es ajeno. Nuestra lista de correo electrónico todosgeneraciones llega a cientos de suscriptores, hacemos fotos, grabamos audios y videos con nuestros celulares, internet es una de nuestras herramientas más ricas.

Los lugares comunes, las mentiras y la utilización de la Shoá para fines ajenos a ella, nos producen agudas reacciones alérgicas. Frases como “nunca más”, “recordar para no repetir”, “para las siguientes generaciones”, y tantas otras que escuchamos a diario, nos llevan una y otra vez a explicaciones y desmitificaciones. Rectificamos permanentemente informaciones falsas que distribuyen las redes sociales y las cadenas de mails. Luchamos contra la banalización cuando se menciona al nazismo, a Hitler o a Goebbels, como un sustantivo común, como un insulto. Levantamos nuestra voz contra el abaratamiento y el uso político y falaz de estos hechos y personas. Protestamos ante la espuria comparación entre la Shoá y la política del Estado de Israel señalando que el hoy llamado antisionismo es el mismo antisemitismo travestido. Salimos al cruce de estas declaraciones que toman los hechos a la ligera y superficialmente, de un modo que los tergiversa e impide revelar y comprender su contenido y alcance.

Aportamos lo que somos y lo que sabemos, los materiales que producimos y los testimonios a escuelas y universidades. Dialogamos con distintos grupos, aprendemos y enseñamos, integramos el capítulo argentino de la Alianza Internacional para la memoria del Holocausto, acompañamos con capacitaciones, testimonios y con nuestros sobrevivientes al programa Marcha por la Vida recientemente declarado de interés educativo por el gobierno de BsAs.

Como nos enseñan nuestras tradiciones, en toda fiesta hay que recordar también los momentos tristes. Hemos visto en el video inicial, las caras y los nombres de quienes nos acompañaron y ya no están con nosotros. Pero en estos diez han nacido nietos y bisnietos y cada embarazo, cada nacimiento es una celebración mística. No somos muchos pero sí muy prolíficos, en estos diez años nacieron 30 pimpollos, todo un ramillete de promesas de continuidad.

Durante la Batalla de Inglaterra, Sir Winston Churchill se refirió a quienes lucharon diciendo que “nunca tan pocos habían hecho tanto por tantos”. Generaciones de la Shoá, como aquel escuadrón de la RAF, está integrado por apenas un puñado de personas, las que ven acá. Sus voces son pequeñas, pero crecen y se amplifican, se vuelven fuertes y potentes en su persistencia por mantener viva la memoria de la Shoá.

Y, como decía Luis Sandrini -esto es solo para mayores de 60-, “mientras el cuerpo aguante” seguiremos insistiendo, desafiandonos con nuevas ideas y formas de llegar, transmitir y enseñar en la ilusión de que estamos haciendo una diferencia, de que no es solo porque hacer lo que hacemos nos es esencial para seguir viviendo sino porque tal vez, alguna vez, algo cambie y nuestros nietos y los nietos de nuestros nietos vivirán en un mundo mejor.

publicado en vis a vis   

Cuadernos de la Shoá

Colección publicada por Generaciones de la Shoá en Argentina. Se entrega de manera gratuita. Solicitarlo a dirección@generaciones-shoa.org.ar

Tapas de cada ejemplar y enlaces para verlos en pdf y en youblisher.

Nº 1: Justos y Salvadores (2010)

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Nº 2: Las dos guerras del nazismo (2011) 

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Nº 3: Resistir y Sobrevivir (2012)

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Nº 4: Caras de lo Humano (2013)

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Me queda la palabra.

Comentario sobre la película de Bernardo Kononovich. Tener que comentar este documental me ha hecho mirarlo de otra manera e ir atendiendo a cuestiones que, como simple espectadora, tal vez no me habrían estimulado a pensar, a entender, a ver las entrelíneas y a adivinar intenciones, objetivos o propuestas. Ya había visto el film en ocasión de su estreno, hace diez años, pero esta nueva mirada me trajo otras reflexiones. Tal vez debidas al paso mismo del tiempo, tal vez a mi propio camino en mi contacto habitual con sobrevivientes, tal vez al gran cambio sucedido en el abordaje de la Shoá desde 2004 hasta hoy.

El título.

El título mismo del film es un resumen que, lejos de ser explícito y unívoco, es polisémico y atractivo. Tiene dos términos que me llaman a la reflexión y me abren preguntas: el “me” que refiere a la primera persona y “la palabra” que puede ser la voz, plural o individual, o simplemente el discurso de alguien, una palabra de alguien que le ha quedado a alguien.

De quién es la palabra. Según el título: ¿de quién es la palabra que le ha quedado a alguien? ¿Es del director? ¿es del sobreviviente? ¿es el relato de la escena de horror e inhumanidad? ¿en su enunciado universal es una forma de sugerir que cualquiera de nosotros podría estar en ese lugar? y, si fuera así, ¿cuál sería ese lugar en el que cualquiera de nosotros podría estar? ¿el del testimoniante, del que toma el testimonio o el del receptor? Y la palabra, ¿es una palabra o es la voz? Y si fuera la voz, ¿la voz de quién? ¿La del testimoniante? ¿la del tomador del testimonio? ¿la del realizador del film? ¿la de aquellos a los que está destinada, los espectadores? ¿al futuro?

A quién es dicha la palabra. No se trata de una confidencia a un familiar o amigo, tampoco es una crónica histórica ni social ni política ni antropológica dicha en un contexto académico. No es una declaración en un juicio en cuyo caso estaría dirigida a un jurado. Esta palabra, la palabra del testimonio de hechos de lesa humanidad, está emitida en este caso ante alguien interesado en escuchar la dimensión humana y personal de quien habla. También es alguien, Kononovich, que lo registra en un film, es decir, que lo hace para que llegue, a su vez, a otra gente. El director no es invisible, se involucra concretamente en los momentos del testimonio y se lo ve ante la pantalla en el momento de la reflexión y edición. Esta exposición habla de la complejidad del hecho en el que está envuelto y de los distintos niveles involucrados.

 

La danza de la palabra.

Es un triángulo coreográfico en el que esta palabra baila entre uno que dice, otro que oye y registra y otro que oirá más tarde, uno que pregunta, otro que reacciona y más tarde revisa, elige, edita y hace el documental, uno que se conmueve y llora, otro que se conmueve y respeta el llanto pero al mismo tiempo va computando lo que recibe para ver cómo transformarlo en una película que diga eso que quiere decir. La palabra sube y baja, grita y murmura, y en ese juego tiene ecos y resonancias que nos llegan a nosotros, ese tercero anónimo durante la conversación pero para quien estaba dirigido el encuentro, somos el sentido de esa conversación, es para nosotros, para cada uno de nosotros, un nosotros diferente cada vez que se proyecta. Y cuando nos llega, la palabra nos toca y nos invita a bailar también. Eso es lo que me resulta más rico del documental y lo que me deja con tantos interrogantes, a cual más interesante.

La pregunta del director acerca del hecho de testimoniar puede ser leída tanto desde el punto de vista del testimonio propiamente dicho como desde el punto de vista del hecho de la toma del testimonio y también desde el punto de vista del efecto del testimonio en quien lo toma y en quien después lo recibe. Palabra del sobreviviente. Palabra del entrevistador- transmisor. Palabra del receptor. Palabra triangulada que es dada y recibida de diferentes maneras en los sucesivos momentos relativos al film.

 

El testimoniante y el hablar o el callar.

En los testimonios mismos se plantea el tema del silencio en varios momentos, la necesidad de tomar distancia (Leonie Gabriel), el no querer dar lástima (Ela Bernath), las cosas que no se cuentan a nadie (Judith Rieger) y la reflexión de Abraham Huberman acerca de la revivencia del hecho de que quien testimonia. Pero también la necesidad de llevar la palabra para afuera (Mario Villani), el alivio al aligerarse de los fantasmas. Callar o hablar se presenta en este film como un tema a resolver. Hoy, diez años después, los testimonios se derraman sin dique alguno. Los oídos parecen haberse abierto y las pieles se muestran más porosas a la escucha de estos viejos que dan cuenta de aquellos horrores que han pasado. Pero en las primeras décadas el silencio fue casi una constante y se debió a múltiples razones, no solo a que no había aún oídos, sino también a otros aspectos en los que no me detendré ahora. Pero, entre ellos, quiero mencionar uno, los contenidos que suelen impedir el relato no son los relativos al horror, al dolor o al sufrimiento; lo que no se puede contar es lo relativo a la vergüenza, a la humillación y a la culpa, territorios del cuerpo, donde viven las emociones pero donde se revela de manera sórdida la apropiación del otro. En contextos de sometimiento y crueldad, se produce una insólita modificación del self y las personas se descubren en conductas, sentimientos y pensamientos que desconocían, un nuevo self los habita para que les sea posible vivir en la nueva realidad. Al salir de ella -lo que llamo el “bache”, ese accidente sorpresivo en el que se cae, pozo negro y oscuro, pura caída, sin fondo ni temporalidad, ni final anunciado- y recuperar la vida “normal”, al volver a caminar por los lugares de antes dejando el “bache” atrás, se recupera el viejo self, el de antes, y queda una especie de extrañamiento acerca de quien se fue cuando se estaba dentro del “bache”, un otro self con otras leyes y capacidades, un self que ahora se ve como ajeno, que no se adapta a la vida “normal”. De ese extrañamiento no se puede hablar, de cuando el hambre tergiversaba las percepciones de lo que estaba bien o estaba mal, cuando la exhibición de la desnudez o el ejercicio de alguna sexualidad era parte de la supervivencia, cuando aceptar la humillación era mejor que ser asesinado. De todo eso no se puede hablar porque se trata de una especie de alien que habitó ese cuerpo durante su derrumbe en caída libreo dentro del “bache”, un alien con quien es difícil convivir en el mundo recuperado.

 

Leonie plantea un tema ríspido, digno de reflexión: la pregunta de si siempre es bueno hablar. Después que lo hizo la primera vez tuvo un infarto, situación que no es común en los sobrevivientes que, en general, se alivian al poner en palabras lo que siempre guardaron en rincones oscuros y malolientes. Pero para algunos no solo no es un alivio sino que abre una especie de caja de Pandora que libera arañas pollito tóxicas y las consecuencias se ven en síntomas físicos, a veces graves. Tampoco me puedo extender acá sobre este tema pero menciono que considero que hay dos silencios diferentes como consecuencia de hechos traumáticos diferentes (el texto completo se puede ver acá). Que cuando el ataque es entre dos personas, cuando intervienen los sentimientos (odio, resentimiento, venganza, codicia, deseo sexual, de posesión, ejercicio del poder, etc) es un hecho entre dos, del orden de los mamíferos, y es beneficioso ponerle palabras lo más rápidamente posible y así volverlo operable. Cuando el ataque es de un colectivo sobre otro, cuando el individuo que ataca no lo hace por algún sentimiento personal sino por ser miembro de un estamento que se lo ordena y cuando quien lo recibe no lo recibe de manera personal sino en tanto miembro del otro colectivo a ser atacado, la cosa es de otro nivel, de un orden solo humano, el ataque es racional -ideología o política- subvierte valores fundantes de la convivencia civilizada. En este caso, el observable en distintos hechos genocidas es que hay un silencio de décadas en las cuales se recompone la confianza en la estructura social y, cuando ello ha sucedido, recién entonces se puede hablar en condiciones saludables. Para estos sobrevivientes haber callado es lo que permitió su salud física y mental y la reconstitución de sus mundos quebrantados. Los que hablaron asincrónicamente enloquecieron a sus familias según testimonian sus hijos.

 

Es potente la analogía que hace Judith, cuando dice que ha guardado sus memoria en un placard con distintos cajones y que en su testimonio “se abrieron todos juntos”. Cajón habla de muertos, de lugares en donde se entierra lo que se quiere guardar y hablar, para ella, este testimonio corresponde a un literal y metafórico desentierro.

 

Por último, respecto del testimonio mismo, menciono que su valor como documento histórico es relativo. El testimonio no es una foto fija, es móvil y refleja tanto el hecho sucedido como las circunstancias en la que es relatado. Cambia, crece, hay partes que se olvidan o dejan de lado, otras que se privilegian e iluminan, se agregan elementos que aparecen de pronto y que no habían estado antes, nunca es igual, aún en aquellos relatos que parecen estructurados y rígidos. Sin embargo, cuando varios testimonios de personas que no se conocen entre sí coinciden en algunos elementos relatados, eso se transforma en un documento con validez histórica, algo del orden de la verdad. Por eso este film como los otros realizados por Kononovich son de un gran valor documental.

 

Las películas de Kononovich

Bernardo Kononovich tiene un estilo particular de entrevistar y filmar. Lo sé porque he participado en dos de sus films. Es un hurgador del testimonio y de la persona del testimoniante. Te quiere sorprender, escudriña tu reacción, la espera, la provoca, quiere mostrar ese fragmento de verdad que escondés detrás de tu versión estructurada de tu historia, esa versión que construiste y te permite seguir viviendo. Con el cuidado de su larga experiencia como psicoanalista y mano suave, se acerca, te pide permiso y te pone un poquito en ese lugar incómodo que permite que produzcas algo nuevo, algo que te sorprende a vos mismo porque no lo habías pensado antes así. Investiga tanto en quien da el testimonio como en sí mismo, en como preguntarlo y producir ese momento que quedará registrado y que llegará al tercero de esa danza, al espectador, de modo que lo involucre, lo comprometa, le haga pensar y sentir que eso que pasa ahí es humano, que podría pasarle a cualquiera. En cada film, en cada testimonio, Kononovich apela a lo universal y cuanto más se acerca su cámara a la lágrima que se desliza por una mejilla ajada, cuanto más sigue la crispación de unos dedos que son todo un discurso cuando la palabra se ha silenciado, ahí estamos todos en nuestras vulnerabilidades y penas, en nuestras fortalezas y descubrimientos.

 

La eternidad.

Un último comentario acerca que representa la fijación en un film.

“Me queda la palabra” fue filmada hace 10 años. Leonie y Abraham hoy ya no están. Impresiona la fuerza de la imagen y la voz, la manera en que nos eterniza. El cine cumple finalmente la promesa de la eternidad, no hace falta ya imaginar que seguiremos vivos en infiernos ni paraísos o reencarnaciones como premio o castigo, allí estaremos todos los que alguna vez hemos sido capturados por una cámara, vivos para siempre de manera inédita en la historia de la humanidad. Antes quedábamos tan solo en la memoria de los nuestros, memoria que se desleía con el paso del tiempo hasta quedar en fragmentos de anécdotas o frases sueltas. Ahora en un vuelco un tanto siniestro, hasta esa memoria está siendo subvertida y reconfigurada. Veo a Abraham y a Leonie como los recuerdo vivos, hasta casi puedo evocar sus energías y sus olores y me extraña mirar a mi alrededor y no verlos y saber que ya no están. Pero están allí y, curiosa y misteriosamente, estarán siempre, aún cuando nos hayamos muerto los que los hemos conocido. Es raro. En el film estás detenido en un momento de tu vida, en una edad que contraría el paso del tiempo y la experiencia humana. En el film Me queda la palabra, quedan muchas otras cosas. Además de todas las preguntas que he planteado, quedan estas personas vivas para siempre contando ad eternum su mismo relato que será resignificado una y otra vez por los nuevos públicos que encontrarán en sus palabras otras coreografías y, esperemos, mejores horizontes.

 

Diana Wang en la Sociedad Hebraica Argentina, 16 de julio 2014

 

Circular 11 - el documento

Texto completo de la Circular 11 e imagen de la misma.

Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto

Buenos Aires, Julio 12 de 1938

CIRCULAR Nº 11

Reservada - Estrictamente Confidencial

Señor Embajador:

Este Gobierno prepara actualmente una nueva reglamentación de la Ley 817, a fin de ajustar la inmigración en los límites que imponen las necesidades económicas y sociales del país. Junto con estos propósitos, será necesario considerar también los compromisos que ha contraído la Nación en los convenios bilaterales últimamente celebrados para la admisión de agricultores extranjeros, y los que puedan derivar de nuestra participación en las Conferencias y organizaciones internacionales que estudian en estos momentos una solución general al respecto. Se señala así la necesidad de mantener por lo pronto un control riguroso, extremando todos los medios de selección, a fin de impedir que las corrientes inmigratorias se dirijan desordenadamente sobre nuestro país, y se anticipen al plan definitivo que el Gobierno crea del caso establecer contemplando los diversos aspectos del problema.

En consecuencia, se servirá V.E. comunicar al Cuerpo Consular de su jurisdicción que, en adelante, la visación de pasaportes en general, para el traslado de extranjeros a la República de cualquier categoría que sean, queda reservada a los Cónsules rentados, de carrera, salvo autorización expresa de esta Cancillería en favor de determinados Vicecónsules o Cónsules Honorarios.

Asimismo, y en carácter estrictamente reservado, se servirá V.E. poner en conocimiento solamente de los Cónsules rentados de esa jurisdicción las siguientes instrucciones:

"Sin perjuicio de las demás disposiciones establecidas para la selección de los viajeros destinados al pais, y salvo orden especial de esta Cancillería, los Cónsules deberán negar la visación - aún a titulo de turista o pasajero en tránsito - a toda persona que fundadamente se considere que abandona o ha abandonado su país de origen como indeseable o expulsado, cualquiera que sea el motivo de su expulsión. Este Ministerio espera que el celo y buen criterío del Señor Cónsul suplirán a este efecto la información formal que no sea posible obtener en cada caso, lo que permitirá establecer la capacidad del funcionario para el cargo que ocupa. Todo caso de duda deberá ser consultado a la Cancillería, así como el de toda persona cuya incorporación al pais considere el Señor Cónsul inconveniente. Estas instrucciones son estrictamente reservadas y por ningún motivo deberán ser invocadas ante el público o ante las autoridades del país donde ejerce sus funciones. Quedan derogadas todas las instrucciones anteriores en cuanto se opongan a la presente. Los Señores Cónsules se servirán acusar recibo de la presente Circular, directamente al Ministerio de Relaciones Exteriores".

Al recomendar a V.E. quiera servirse dar cuenta a este Ministerio del recibo de esta Circular, me complazco en saludarlo con mi consideración más distinguida.

 José María Cantilo

A S.E. el Enviado Extraordinario y Plenipotenciario de la República en Estocolmo, Embajador Doctor Ricardo Olivera.

 

CIRCULAR 11 - 1938 - 1CIRCULAR 11 - 1938 - 2

Desagravio en Vicente López - Lea Novera, una mujer en Auschwitz

La Municipalidad de Vicente López organizó una serie de actividades dedicadas a mujeres. En cada encuentro se encararía un par de mujeres notables por alguna característica. Uno de ellos se refería a la mujer en el poder y las figuras elegidas fueron Eva Perón y Eva Braun. vte lopez eva braun El Centro Simon Wiesenthal envió inmediatamente un firme repudio al que se plegó Generaciones de la Shoá. Sergio Widder, representante del Centro en América Latina, recibió un llamado del intendente, Jorge Macri, pidiendo disculpas e informándole que ya mismo suspendía la actividad. Widder le propuso hacer otra con una mujer que expusiera los efectos que el marido de Eva Braun había determinado en su vida. Elegimos a Lea Novera para hacerlo. Captura de pantalla 2014-03-27 a la(s) 15.46.35

Reconocimiento del error, disculpas y reparación.

A instancias del Centro Simon Wiesenthal, junto con Generaciones de la Shoá, la intendencia de Vicente López suspendió una serie de actividades que había propuesto por el mes de la mujer. Una de ellas era el paralelo entre Eva Perón y Eva Braun como mujeres del poder. La protesta fue inmediata y la reacción del intendente también. Reconoció su error, pidió disculpas públicas y actuó en consecuencia. Uno de los efectos fue el ofrecimiento de hacer un acto de desagravio con la voz de un sobreviviente de la Shoá._DSC5785-001

Se realizó en la noche del lunes 31 de marzo en el CineTeatro York, ícono histórico de Vicente López. Acompañaron a Lea Novera, el intendente Jorge Macri, el Director del Centro Simón Wiesenthal, Sergio Widder y la Presidenta de Generaciones de la Shoá, Diana Wang._DSC5751-001_DSC5724-001

El numeroso público estuvo constituido por vecinos de la zona, miembros del gabinete de la intendencia, periodistas, sobrevivientes y sus familiares quienes escucharon conmovidos el discurso de la sobreviviente.

_DSC5771-001Las palabras de Lea Novera pusieron el contenido y el tono necesario para exponer qué y a quién representa Eva Braun, figura insignificante y totalmente alejada del poder, que simboliza los peores horrores sufridos por la Humanidad en el siglo XX. Fue una comprometida puesta en contexto que conmovió hondamente al auditorio que aplaudió de pie sostenidamente. Ante la constante banalización de la Shoá, el uso y abuso de sus conceptos sin tener cabal de idea de a qué se refieren y qué comportan, debemos reaccionar de viva voz toda vez que suceda. La respuesta debe ser inmediata, pedagógica y aleccionadora.