Jupiter nos cargó con dos mochilas.
Colgó una delante del pecho y la otra detrás de la espalda.
Llenó la primera con los defectos ajenos y la otra con los propios.
Por eso siempre vemos los defectos ajenos y nunca los propios.
Jupiter nos cargó con dos mochilas.
Colgó una delante del pecho y la otra detrás de la espalda.
Llenó la primera con los defectos ajenos y la otra con los propios.
Por eso siempre vemos los defectos ajenos y nunca los propios.