Ser un poco sorda

Columna emitida el 13 de mayo, 2022, radio Mitre.

Cuando era chica en mi barrio decían “Si queré ser felí, no analisí no analisí”  y como en todo dicho popular hay algo de verdad. En armonía con esa sabiduría voy a hablar del peligro de ver todo, de escuchar todo, de registrar todo, ponerlo bajo un microscopio para ver cada una de sus partículas y evaluar, porque de eso se trata, si hay algo que nos ataca o algo que pueda mostrar que no estamos siendo queridos. Y si buscamos, encontramos. Porque hay cosas que son para escuchar y otras para dejar pasar. ¿Cómo darnos cuenta cuáles son las importantes y cuáles las descartables?

Si estás irritado, cansado o enojado, escupís palabras explosivas, descargas sin medida ni control, sin reflexión ni cuidado, pura descarga. Y uno se siente fatal después, ¿por qué lo dije? ¿por qué lo dije así? Y si el otro lo toma literalmente, si se cree que lo que dijimos es lo que sentimos, nuestras palabras pueden ser demoledoras y no hay vuelta ni manera de arreglarlo.

Esas palabras producto del enojo están armadas y si no entendemos que son solo descarga quedan pegoteadas en la piel destilando veneno. También nos hiere esa andanada del otro enojado que descarga su ira con palabras de furia, nos hiere si las tomamos literalmente. 

La convivencia es un desafío, siempre cerca, mirando, opinando. Somos uno testigo del otro y vemos esas cosas que no se muestran afuera, las fragilidades, las cobardías, los miedos, las frustraciones, las ilusiones, la tristeza, la desvalorización. En la convivencia se ve lo que uno se guarda cuando sale a la calle. Nos conocemos de memoria el lado oculto, nuestras debilidades, por eso la convivencia es un desafío constante. 

Si nos ponemos severos, si ponemos todo bajo la lente del microscopio ¿quién se salva?. ¿Quién no tiene esa mancha de caca en la bombacha, ese no sé, no puedo, no me animo  eso que no se quiere mostrar para no ser juzgado ni criticado ni opinado? Irritados, cansados o enojados nos desbocamos, perdemos los controles y los frenos. Nos cubre una ola furiosa que nos revuelca, nos enceguece, nos asfixia y decimos cosas de las que después nos arrepentimos porque casi siempre no era para tanto. Explotamos, vomitamos nuestra descarga que era solo enojo, pero si el otro lo toma literalmente, si cree que eso que dijimos era en serio, la herida puede ser mortal. Lo sabemos muy bien porque si tomamos como verdadero lo que el otro nos dice enojado y desaforado nos destroza porque es una evidencia de que no somos queridos. 

La descarga no es una verdadera comunicación. Escuchemos la música no la letra porque las palabras atronadoras.digan lo que digan, solo dicen ¡enojo enojo enojo! 

Cuando le preguntaron a Ruth Bader Ginzberg, jueza de la Corte Suprema en EEUU, cuál era el secreto de su largo matrimonio, respondió sabiamente “ser un poco sorda”. Creo que mi mamá habría dicho lo mismo.