Me gusta la música de Liszt. Me gusta la música de Wagner. Me gusta la música de Barenboim. No sus ideas.
Todos tenemos derecho a pensar como nos plazca. Pero hay personalidades tan relevantes que debieran tener el tino de pensar antes de hablar públicamente. El talento musical de Barenboim lo ubica en un lugar de gran responsabilidad. No puede decir cualquier cosa.
Nos avergonzamos de mojar la cama, de que nos vean desnudos, de que seamos descubiertos en alguna circunstancia íntima y privada. No nos avergonzamos de un gobierno. Nos oponemos a él, lo criticamos y/o hacemos algo para cambiarlo. En especial, y no es un aspecto menor, tratándose de Israel, este judío del mundo que, haga lo que haga, es culpable solo por el pecado de ser.
A pesar de su berrinchosa, irresponsable, efectista, sesgada y provocativa declaración de vergüenza, seguiré disfrutando de su música así como siempre hice con la de Liszt y Wagner.
Publicado en Cartas al País de Clarin: https://goo.gl/Lk5AXr 26/7/18
Publicado en Cartas de Lectores en La Nación https://goo.gl/yJZcUL 27/7/18