Los que hemos sido directamente afectados por la Shoá, vivimos acuciados con la pregunta de ¿cómo ha sido posible? ¿por qué? crecimos oyendo los relatos de horror y viendo a nuestros padres derramar lágrimas incontenibles por todos sus familiares perdidos, por sus vidas truncadas, por todo lo que debieron dejar una vez emergidos de aquel tsunami devastador. La vida continúa y es tan imperiosa que no deja tiempo para lamentos, es preciso seguir, construir, armar una familia, adaptarse al nuevo lugar. Y hoy, tantos años después, aquella pregunta de ¿cómo es que fue posible? vuelve con insistencia y nos obliga a contestar, porque la esperanza de nuestros padres de que después del Holocausto el mundo habría aprendido, de que nunca más sucederían horrores como aquél, se estrella y estalla en pedazos. Los genocidios y los espantos han seguido sucediendo. El genocidio armenio, que había pasado treinta años antes, no fue un hecho aislado sino el triste y desgarrador prólogo de un siglo de ignominia y vergüenza. Como dice Giorgio Agamben: el siglo XX es el siglo del MAL.
Por todo esto es que consideramos que este cuaderno es imprescindible. Si la única esperanza reside en la educación, la Shoá debe integrar los programas educativos pero desde una perspectiva universal. Si miramos a la Shoá con la lente de los genocidios humanos, veremos allí todos los elementos que los componen. La Shoá es un muestrario inacabable de la capacidad y los alcances del MAL. Es notable ver sus réplicas en los genocidios que encaramos en este Cuaderno, los de Armenia, Camboya, Balcanes, Ruanda, Guatemala y nuestra propia dictadura Cívico-Militar, entre tantos otros. Permite conocer y aprender el peligro que se abate sobre la gente común cuando está en manos de una dictadura o de un poder omnímodo. Todos y cada uno de los genocidios nos encuentran desnudos ante el avasallamiento, sin poder evitar ser víctimas si tenemos la mala suerte de pertenecer al grupo señalado como enemigo interno. Los genocidios son un despliegue de torturas, violaciones, apropiaciones, vejaciones, hambrunas, deportaciones y asesinatos en masa. Frente a las informaciones periodísticas y las fotos que recibimos por los diarios o por internet podemos paralizarnos, tomar estos horrores como un rayo fatídico contra el cual no se puede luchar, o mirarlos de frente como objeto de estudio, conocimiento y aprendizaje para tener alguna vez la posibilidad de impedirlos o frenarlos.
Debemos hablar del mal. Del MAL con mayúsculas, el impersonal, el que se hace no por propia decisión sino por obediencia, el emanado de una autoridad y dirigido a los designados como enemigos. El mal con minúsculas, es el individual, cotidiano, reactivo y emocional y lo compartimos con los mamíferos. Mientras que el MAL con mayúsculas es colectivo y racional, suele suceder en estados dictatoriales o en conflictos bélicos, nunca en situaciones de paz con gobiernos democráticos. Y es exclusivamente humano.
Es tanta la potencia de estos genocidios que el habla ha incorporado palabras que no existían ni en la imaginación más afiebrada. El concepto de desaparecido, por ejemplo, fue enunciado e instalado por la Dictadura argentina. No es que antes no hubiera habido desaparecidos, los había pero fue recién a partir de 1976 estos seres sin entidad, como decía aquel infausto dictador, adquirieron una nueva categoría de identidad, la de desaparecidos. Muertos sin sepultura, ausencias fantasmales que no pueden terminar de ser lloradas porque no hubo un cuerpo que enterrar y así, el ciclo de la vida y de la muerte, nunca pudo ser cerrado.
Pero también y para compensar, tenemos en la Argentina el orgullo del Juicio a las Juntas Militares. Apenas recuperada la democracia un tribunal civil investigó, sentenció y castigó, en nuestro mismo país, con nuestras leyes vigentes, los actos criminales de quienes se arrogaron el derecho sobre la vida y la muerte de la población. Aquel juicio, y los que aún continúan, siguen siendo un ejemplo de valentía y determinación para el mundo entero.
Este Cuaderno que presentamos es un grito de alerta para que, ante el desparpajo y la desvergüenza de los criminales disfrazados de salvadores de la patria, despertemos de nuestro cómodo y peligroso adormecimiento moral estudiando, conociendo y deconstruyendo el MAL con mayúsculas.
Hanka le preguntaba a su mamá, a sus siete años, ¿por qué me quieren matar si me porté bien?
Nosotros, los sobrevivientes y sus descendientes, asumimos .a obligación de contestar estar pregunta con la esperanza de que lo vivido y lo sufrido no haya sido en vano.
Que así sea.
Diana Wang. 5 de abril 2016
Cuadernos de la Shoá 6 se presentó el 5 de abril de 2016 en el Salón Dorado de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.