Capítulo del libro "Continuidad" publicado por CUJA.
1939-1945. La Shoa, concientizar al mundo. Diana Wang
1943 - Si pudieran verlo mis padres.
Mis padres no habían conseguido hacer aliá antes de 1939 y sobrevivieron en Polonia el infierno nazi. ¿Cómo verían ellos estos posters? Aislados del mundo, solos, creyéndose abandonados, seguramente no imaginaban que en su amada Palestina sabían, que les importaba lo que pasaba, que había una campaña para conseguir fondos y emprender su rescate. Estas imágenes son de 1943, año en el que el asesinato del pueblo judío estaba en plena ejecución, año en el que los primeros campos de exterminio dieron paso al infausto complejo de Auschwitz-Birkenau-Monowicz, año de los levantamientos de los guetos (Varsovia en abril, Czestochowa, Bendzin y Bialystok en agosto, Vilna en septiembre y tantos otros), año de las liquidaciones de los guetos, de la huida a los bosques y a los escondites, del recurrir a falsas identidades, de luchar con las brigadas partisanas. Imagino las afiebradas discusiones entre los dirigentes del Yishuv que evidentemente sabían lo que pasaba aunque tal vez no en su cabal medida: ¿dedicar esfuerzos en enviar gente a Europa con el objetivo de salvar a los judíos o intensificar la construcción de un puerto seguro para los sobrevivientes y para todos los judíos? ¿Qué impacto podría haber en la lucha dados los esmirriados recursos bélicos disponibles frente al colosal enemigo? ¿Salvar unos pocos o preparar un sitio para todos? Éste ha sido uno de los dilemas éticos que debió enfrentar el pueblo judío durante la abyección nazi. La decisión del Yishuv fue dedicar la mayoría de los esfuerzos a hacer realidad el gran sueño sionista, el Estado de Israel. Así y todo, grupos de judíos provenientes de Palestina lucharon en Europa y algunos otros integraron la Brigada Judía en el Ejército Inglés.
Los judíos encerrados en Europa, los dirigentes empeñados en elegir el mejor camino, los sueños, los peligros, las utopías, todo esto está contado en estas imágenes de 1943. ¡Como me gustaría volver el tiempo atrás, entrar en el mísero altillo donde estuvieron escondidos mis padres desde fines de 1942 hasta mediados de 1944 y mostrarles estos posters! Les diría, “Aguanten, no se desanimen, no están solos, en Palestina están pensando en ustedes, Palestina los espera, tengan fe, aférrense a la vida que un día la noche terminará.”
1945 - El fin de la guerra y el 25º aniversario del Keren Hayesod: un sueño a punto de hacerse realidad.
La guerra había terminado. La aparentemente invencible Alemania nazi había firmado la rendición incondicional. Un nuevo mundo estaba en gestación. La URSS y los EEUU, todavía aliados, hacían acuerdos, se repartían tierras y espacios de poder e influencia, luego del cataclismo totalitario y genocida del nazismo. Todavía no se lo nombraba como Shoá o como Holocausto. En 1945 era Eso, era Hurbn, era La Guerra, era Allá, era Los Nazis. Todo estaba muy cerca, el estupor de lo vivido y el de haber sobrevivido era sobrecogedor. Europa era un vasto cementerio con cuerpos sin sepultura y cenizas anónimas. En las fosas comunes de los Einsatzgruppen, en las de Treblinka, en los hornos de Majdanek y Auschwitz, había perecido, entre la noche y la niebla, un tercio del pueblo judío. El esfuerzo del Keren Hayesod debía multiplicarse, debía prepararse el terreno para el renacimiento y la reconstrucción. Los posters hablan de trabajo, de creación, de generación de bienes y alimentos, muestran la pujanza de un sueño, la realidad de una posibilidad que tan pocos años antes se veía tan remota, casi imposible. La chimenea de una fábrica, limpia, orgullosa, central, muestra que no todas las chimeneas su usan para lo mismo. Ésta, junto con la pala y el campo de trigo, hablaba de futuro, hablaba de sol y calor, hablaba de la vida. Los sueños sionistas de mis padres, el entrenamiento agrícola-militar que habían tenido en Polonia, las conferencias motivadoras de los enviados del Yishuv, todo esto se refleja en estas imágenes de un sueño hecho realidad. En los años previos a la Shoá muchos jóvenes alentaban el sueño de alcanzar Palestina para rehacer allí una vida judía en libertad. En este1945, con el aliento de la muerte aún cubriéndolos con un manto pegajoso y maloliente, la idea de un futuro justificaba el haber sobrevivido. Muchos sobrevivientes se preguntaban por qué estaban vivos, era un misterio que no terminaban de comprender. ¿Por qué ellos y no algún otro? ¿Cómo fue que tal que era inteligente o tal otro que era fuerte o el de más allá que conocía a tanta gente no sobrevivió? ¿Por qué yo? En 1945 estas preguntas estaban a flor de piel pero muy pronto fueron desplazadas con la fuerza de la vida que arrollaba cualquier hesitación y mandaba seguir, buscar donde, encontrar cómo y con qué. El Keren Hayesod lo tenía todo dispuesto, había trabajado para ello durante los 25 años anteriores. Lo único que hacía falta era llegar a Palestina.
1945 - Para llegar a Palestina.
“Hermano, ayudame a volver a casa”. Un pedi-do en forma de alarido, con las manos sobre el alambre de púas con este llamado a conseguir los fondos para el rescate de los que habían sobrevivido al exterminio en Europa.
Un cuerpo emaciado, blanco como un fantasma, está iluminado en medio de la oscuridad y su mirada se eleva al cielo. “Desde el fondo de las profundidades hacia Palestina”, las rayas del traje del campo de exterminio comienzan en los pies y terminan en las letras de la palabra PALESTINE.
Estos posters responden al “cómo llegar”, en una campaña del Yishuv y el Keren Hayesod para recaudar los fondos que lo harían posible. El Mandato Británico mantenía la prohibición del ingreso de judíos, las naves se lanzaban al Mediterráneo en una aventura arriesgada. Algunos llegaron, otros fueron detenidos antes y enviados a Chipre o devueltos a Europa. Esta fue una de las razones por las que no todos los sobrevivientes se atrevieron a emprender semejante aventura. Mis padres, por ejemplo, teniéndome a mi como recién nacida, temieron ponerme en riesgo en una barcaza descuajaringada o llegando a un sitio de desiertos, pantanos y malaria o cayendo en manos de los ingleses. Palestina había sido su sueño más preciado pero debían cuidar esta nueva vida que tenían en sus manos. Los se animaban, huérfanos, solos, perdidos, sin destino ni referentes, se sumaron a la Brijá ese portentoso éxodo hacia la libertad que llevó a los sobrevivientes judíos a Palestina, liderado, entre otros, por Abba Kovner, poeta y miembro de la resistencia del gueto de Vilna. No les importaba ni la ilegalidad del viaje ni las condiciones ni los peligros. No solo habían sobrevivido a los campos de concentración y exterminio sino que muchos de ellos habían seguido caóticas trayectorias pasado los últimos tiempos en los Campos de Desplazados donde se alojaron los cientos de miles de sobrevivientes que habían quedado sin familia, sin hogar, sin referencia alguna. Mal comidos, deteriorados, humillados, estas columnas de migrantes fueron llevadas a puertos, alojadas, alimentadas y por último subidas a los barcos que las llevarían a casa. Peones de las alternativas de la política internacional, fueron recobrando su mejor humanidad en las aguas turbulentas del mar. El Keren Hayesod apoyó esta epopeya migratoria que los llevó, como señala el poster, desde el fondo del pozo de la iniquidad hasta el horizonte de la recuperación de la vida y la dignidad. A poco de llegar, estos sobrevivientes integraron las fuerzas que lucharon contra el ocupante inglés y, luego de la partición votada por la UN en 1947 y del abandono de los británicos en 1948, participaron en la encarnizada lucha contra los árabes que no habían aceptado la partición y que estaban decididos a echarlos al mar. Estos judíos desharrapados, venidos de guetos, shtetls y jederim, de campos, campamentos partisanos, de la clandestinidad y el horror, pelearon con valentía en la defensa de la tierra reconquistada, hicieron valer cada una de las monedas recaudadas por el Keren Hayesod y le dieron al Estado de Israel la savia vital del futuro.
Por qué los textos y los posters.
Los textos prologan los afiches elegidos por la autora para la publicación "Continuidad" promovida por CUJA, el primero de una serie de libros coleccionables siguiendo la solicitud que le ha sido enviada y que figura a continuación:
El eje se centrará en representar y narrar la historia del pueblo judío y el Estado de Israel, a través de los posters de época que forjaron la comunicación del Keren Hayesod en distintas etapas del último siglo.
El libro fue dividido en siete capítulos, y le hemos solicitado a distintos referentes del arte, la cultura, el periodismo y la filosofía argentina (Marcos Aguinis, Thomas Abraham, Gustavo Perednik, Marcelo Birmajer, entre otros.) que realicen un breve prólogo introductorio al desarrollo posterior de la información y estética de los diferentes posters.
En vuestro caso le proponemos: 1939-1945. La Shoa, concientizar al mundo
En los años de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), y después de esa conflagración, Keren Hayesod lanza una serie de campañas de urgencia, solo o junto con otras organizaciones, para cooperar con el esfuerzo bélico de las fuerzas aliadas contra la Alemania nazi y, al ser liberados los campos de concentración y exterminio, contribuye al transporte de miles de sobrevivientes de la “aliá ilegal” al país, a la sazón bajo Mandato Británico. Muchos de los dirigentes de KH perdieron la vida en la Shoá y la organización se ve en el brete de recomponer rápidamente sus filas y su labor dadas las necesidades imperiosas en aquellos años cruciales
Elegir como eje uno o varios de los afiches de la época para editorializar el capítulo, relacionándolo con el contexto de la época, tanto en la diáspora como en el Estado de Israel. Buscamos una apreciación personal inspirada en los flyers, que introduzca al lector dentro de las imágenes que en las páginas subsiguientes narrarán cronológicamente esos años para el pueblo judío, sus necesidades, dificultades y aspiraciones.