Recibí esta foto que fuera enviada para el concurso “La bandera de Israel” que propicia el periódico Yediot Ajaronot junto al Banco Hapoalim. La idea es que el público elija la foto que represente mejor los festejos del 60° aniversario del Estado de Israel.
De entre las enviadas, está circulando ésta que por cierto es conmovedora. Resume el destino de muerte con la vida que comienza, habla de la continuidad judía, de la persistencia no importa cuáles sean los embates recibidos. Pero al mismo tiempo –y es éste un contenido que se filtra peligrosamente- liga el nacimiento del estado de Israel a la Shoá, mito y mentira vastamente difundido. El Estado de Israel fue una lucha comenzada por Herzl a fines del siglo XIX y continuada por los que fueron a los pantanos de Palestina y lo transformaron en un jardín, los que lucharon a lo largo de los duros años del comienzo del siglo XX, los que soñaron luego de la declaración Balfour de 1917 que algún día esa tierra sería nuestra y apostaron a ello con su vida.
Esta foto, con lo conmovedora que me resulta, al reunir el brazo tatuado con la bandera, alude a este mito de que Israel es la consecuencia de la Shoá. Se minimiza así la lucha de los 60 años previos a la terminación de la Shoá y lo que es aún más penoso, le otorga a la Shoá algún sentido. Para nosotros, los judíos que estábamos destinados TODOS a la muerte, nada de la Shoá pudo haber tenido algún sentido ni propósito benefactor.