FRENTE AL PREJUICIO ANTIJUDIO, ¿qué hacer?

AYER.Era sábado a la tarde. Volvía de almorzar. Cansada y triste. Mamá se estaba muriendo. Cuestión de días, horas. Tal vez un milagro. Tal vez no iba a ser esta vez. Volvía desanimada al sanatorio, a esa habitación neutra. Sobre Rivadavia vi un puesto de flores. Mamá adoraba las flores. Flores, una maceta con flores, con flores rojas, eso compraría. Crucé la avenida con entusiasmo, como si así pudiera frenar lo irrefrenable. Había varias macetas. Elegí unas azaleas frondosas y pujantes. “Son ocho pesos” me dijo un vendedor, “¿las envuelvo para regalo?”. Le dije que no, que no hacía falta, “¿tiene cambio de cincuenta?”. Tomó el billete que le alcanzaba, lo miró al trasluz, “¿más chico no tiene?”. No tenía. Miró a su alrededor. A unos pasos un kiosko estaba a punto de cerrar. “¿A ver si tiene el judío?” dijo mientras iba hacia allí, “los judíos siempre tienen”, como quien dice “hace calor, vio?”. Me quedé esperando, con la maceta en la mano, el entusiasmo mustio, a que volviera con el cambio. Como una marmota, sin saber qué hacer. ¿Cómo responder a ese comentario? ¿Tenía que decir algo? ¿Cómo podía no decir nada? ¿Era el lugar, la persona y la oportunidad para explicarle? ¿Para qué iría a servir una explicación? ¿Sabría el hombre que su comentario había sido doblemente antisemita o lo había dicho como esas cosas que se dicen así nomás, sin realmente pensar así? Tal vez su primer “judío” era como decir “gordo”, “petiso” o “tano”. Tal vez el agregado/rúbrica, fue buscando una complicidad conmigo que ciertamente no debí haberle parecido judía, un ¿vió?, ellos son así, no sé cómo hacen pero siempre tienen plata, como si dijera “estos porteños siempre prepotentes” o cualquier comentario banal, sin importancia. ¿Cómo explayarme sobre el prejuicio sin estar segura de que él sabía que se trataba de eso? ¿Ponerme a explicarle allí las implicaciones de lo que decía? Tenía que volver al sanatorio para llevarle a mamá la planta para que, en caso de volver a abrir los ojos encontrara una hermosa flor. ¿Qué importancia tenía este señor a quien seguramente olvidaría instantáneamente frente a lo que me esperaba en el sanatorio? Me acusé de paranoica, de exagerada. Pero me molestaba. También podía dejar la maceta, recuperar mis cincuenta pesos y mandarme a mudar. Pero ahí ya volvía el hombre con el cambio. Lo tomé y me fui sin saludar. Disgustada conmigo misma. HOY. En un foro de ésos que pululan por e-mail, me llegó el lunes 3 de septiembre un artículo firmado por un supuesto filósofo llamado Dr Alberto Buela. El foro se llama NAC & POP (Red Nacional y Popular de Noticias) cuyo Director Editorial es Martín García y su Coordinadora General Rosana Salas. El artículo se titula: “Sobre el realismo político” y es un análisis de la realidad argentina actual. Señalo algunos párrafos que extraigo del texto:

(.....)Como dato sociológico es sabido y conocido por todos que el manejo de las finanzas públicas de Argentina es realizado desde hace un siglo por la comunidad judía, la que rara vez ocupa los primeros cargos (José Gelbarg con Perón y Grinspum con Alfonsín) sino más bien los segundos. Así viajaron a principios de mes a Washington el vice ministro de economía Daniel Marx, el vicepresidente del Banco Central Miguel Blejer junto con una selecta comitiva lobbista. Y allá los reciben Stanley Fischer números dos del FMI y Claudio Loser del Dto. Hemisferio Occidental asistiendo el jefe permanente de la misión argentina ante el FMI, Tomás Raichman. Un enigma interesante se nos plantea ¿entre ellos, hablarán en castellano, inglés o idisch?.

(.....)¿Es tan difícil comprender que ante una situación límite un país debe enviar a sus hombres más probados en honradez, eficacia y preferencia, antes que nada, de los intereses de su Nación?

(......) La Argentina es un país que cae mal en Wall Street y en los organismos multinacionales. Personajes como el especulador judeo-húngaro George Soros (nunca confíen en un financiero mecenas) están empeñados en una crisis iberoamericana. Para ello, no sólo venden títulos argentinos, también utilizan un arma aún más eficaz: lanzan informes pesimistas, demoledores, sobre las posibilidades de salir del fango. Sólo hunden un país.

(....)Viernes 17 de Agosto de 2001, diario La Nación a toda página anuncia la llegada del mayor inversor en mercados emergentes el judeo-yanqui Mark Mobius, que rechaza que haya un ataque especulativo por parte de su co-religionario Soros contra la Argentina y que propone que la solución es la dolarización.

(.....) El país quedaría así, definitivamente en manos anónimas internacionales. En manos de un imperialismo desterritorializado cuya capital estaría constituida por un gran triángulo internacional cuyos vértices serían Nueva York, Jerusalén y Londres.

(......) En los únicos lugares de toda la Argentina que no se registran hechos de violencia, ni robos ni hurtos es en los colegios judíos, countries judíos y asociaciones y clubes de todo tipo que les pertenecen por miles, porque todos están vigilados, día y noche, por la policía federal, provincial y por la Gendarmería Nacional. Servicios de meses y años todos pagados por el empobrecido Estado nacional, en detrimento incluso de sus fines específicos. Pero de esto no se habla, no sea cosa que le cuelgue a uno el san Benito de antijudío y fascista.

Seis años después me sentí otra vez frente al vendedor del puesto de flores en la mitad de la calle. ¿Me quedo callada frente a este despliegue de dolorosamente conocidas patrañas? Si me callo, si lo dejo pasar, otorgo, doy mi aval a que este tipo de declaraciones pasen a mi lado con mi consentimiento. Si respondo, les confiero peso, convalido su valor como argumentación. Otra vez, ¿qué hacer? Esta vez nadie esperaba mis flores en ningún sanatorio. Esta vez podía pensar. Esta vez se trataba de todo un doctor filósofo. Esta vez era alguien que sabía exactamente lo que decía, para qué lo decía, por qué lo decía, qué fines buscaba con lo que decía, cuál era la historia de lo que decía. E igualmente yo dudaba en responder, en mandar el e-mail a otra gente para ver si se indignaban como yo, en mandar denuncias, en protestar.

LA NATURALEZA DEL PREJUICIO. Los que hemos reflexionado alrededor de la naturaleza del prejuicio sabemos de su irreductibilidad al razonamiento y a las argumentaciones. El prejuicio tiene un corazón duro como el basamento cristalino de las montañas. La esencia del prejuicio suele ser justificada con las más variadas teorías, con ropajes incluso racionales y supuestamente científicos. Ése debe ser el caso del filósofo de marras, el tal Dr Buela. ¿Argumentar con él? ¿Para qué? Si cualquier cosa que uno diga puede y será tomado en contra, como un nuevo argumento que confirma el prejuicio antijudío. Es como aquel juego en el que si sale cara el otro gana y si sale seca uno pierde. “Estos judíos, qué rápido contestan, eso sí lo saben hacer bien, y para hacer dialéctica y confundir son de lo mejor. Si ladran es señal de que cabalgamos. Ahora van a venir cientos más a decir lo mismo. Porque cuando hacen algo, son de una cohesión única, así construyeron el imperio financiero sinárquico que domina los bancos y los medios de prensa”. Podría seguir varios renglones con más de este tipo de argumentos que todos hemos escuchado viniendo de algún antijudío ilustrado, esa idea de la supuesta unidad de los judíos, unidad que se expresa, casi exclusivamente ante el ataque, porque a todos nos duele igual.

“Miente, miente que algo quedará” decía Goebbles, el artífice de la propaganda nazi antijudía, el que construyó y afianzó, sobre una atávica sospecha cristiana sobre el pueblo judío, la convicción de que judío y comunista eran sinónimos tanto como judío y capitalista. Goebbles fue el gestor de este prodigio de la contradicción en economía política al identificar a los comunistas con los capitalistas. Ahí se ve la fuerza y la irreductibilidad del prejuicio pues ambos elementos fueron comprados irreflexivamente por la gran masa del pueblo alemán y gran parte de sus vecinos europeos, los futuros verdugos del pueblo judío. El absurdo de equiparar comunistas a capitalistas nunca fue el foco de la atención. Ambos, odiados, temidos, convergían en los judíos que, además, claro, habían matado a Cristo. No nos olvidemos de ello.

QUÉ HACER.La pregunta que guía en este caso el presente texto, es ¿cuál es la conducta adecuada?. Adecuada para qué, desde dónde. Pues, para no dejar pasar el infundio sin respuesta, para intentar modificar en algo el pensamiento del interlocutor y/o el de los otros eventuales destinatarios, para no sentirse mal como aquella tarde me pasó con el vendedor de flores. O sea que la respuesta depende del objetivo de la conducta. No es lo mismo si lo que queremos es cambiar al otro que descargar nuestro enojo. En mi caso, desde mi lugar de hija de sobrevivientes de la Shoá e interesada profundamente en aquel fenómeno y sus aún vigentes consecuencias, la pregunta es urgente. Nuestra lucha por la memoria es más que el intento de mantener vivo el horror. Nuestra lucha por la memoria apunta al aprendizaje social necesario para la reflexión crítica ante ciertos intentos de manipulación. Para nosotros, los sobrevivientes de la Shoá y sus hijos, el tema casi toca nuestra identidad. No podemos dejarlo pasar y seguir nuestra vida como si tal cosa. Veamos qué conductas he observado en los judíos en general como respuesta a un comentario antijudío.

He observado la conducta airada, indignada, despectiva, irónica, la parálisis, la indiferencia, el miedo, la explicación, el razonamiento, la discusión. Según sea la combinación del monto de la rabia que a uno le produce, junto a la idea de poder modificar en algo al interlocutor y la capacidad y la posibilidad en dar la respuesta adecuada.

ESCEPTICISMO O CONFIANZA. Me interesa particularmente, porque creo que es central, la idea que tengamos acerca de la posibilidad o no de cambiar algo en alguien, o sea el escepticismo o la confianza. Diría que son actitudes pre-reflexivas, uno tiene una u otra.

Si uno se deja penetrar por la vivencia, a veces honda, de lo irreparable del núcleo del prejuicio así como de otros aspectos malignos de la naturaleza social y humana, todo pierde sentido, nada de lo que uno diga o haga va a modificar, fundamentalmente, la propia sensación de inutilidad. Para qué contestar, para qué pelear, para qué nada.

Si uno considera que existe cierta permeabilidad en el otro –sea otro individual u otro social- si uno confía en la posibilidad del cambio, el qué hacer cobra sentido. Uno nunca sabe si el sentido lo sume a uno en la sabiduría o en la ilusión como yo cuando quería comprar aquella maceta. Pero yo quería volver a ver sonreír a mamá.

Todo se reduce al final a creer o no. La gran apuesta cotidiana que hacemos al despertar es ésa. Tenía el sueño de que si mamá abría los ojos y encontraba flores, lo bello de la vida iba a ser más fuerte que su cuerpo claudicante y volvería a vivir. Hace falta de este sueño para responder a un antijudío, hace falta de esta ilusión en la naturaleza humana para que uno se siente a pensar qué digo, cómo digo, para que uno se siente a escribir.

QUÉ HICE YO. No sé si lo que hice está bien, si sirve para algo. Además de escribir estas palabras que hoy comparto con ustedes, hice algunas otras cosas.

- El martes 4 de septiembre, envié el siguiente texto al INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación), dirigido al Dr Eugenio Zaffaroni y que hasta hoy no me ha sido respondido: Está circulando por e-mail el texto reproducido abajo. Su lectura es por demás elocuente. Su contenido es claramente racista, discriminatorio y manipulador. La historia del siglo pasado nos ha enseñado a prestar atención a este tipo de contenidos, a no tomarlos a la ligera y observarlos y tratarlos como si fueran el huevo de la serpiente. Espero que el INADI tome cartas en el asunto. (con copia a varios periodistas y políticos, judíos y no judíos, por supuesto).

- Envié el mismo díaal foro NAC&POP, originario del libelo antijudío, lo siguiente y aún no me ha sido respondido:

Sr Martín García, Sra Rosana Salas, Dr Alberto Buela:

Menudo favor les hacen a las causas nacionales y populares con la difusión de este indignante, triste y desesperanzador libelo.

Sus argumentos son frágiles, estúpidos y dolorosamente evocadores de otros que llevaron a matanzas millonarias. Al mismo tiempo, -como en aquella infausta ocasión- son muy "oportunos" porque proponen un chivo expiatorio justo en el momento en que todos pedimos que no hagan olas.

Más que "nacional" son "nazionales" y más que "popular" son "populacheros".

Menudo favor les hacen a las causas populares y nacionales. El enemigo es otro, muchachos. El imaginario eje judío-capitalista supuestamente causante del descalabro argentino deja afuera a la gran mayoría de los judíos pobres -argentinos y del resto del mundo- y a la enorme cantidad de no judíos mal nacidos -argentinos y del resto del mundo- que disfrutan del banquete que pagamos con desempleo, injusticia e iniquidad social los pobres del sur.

No confundan ni se confundan. A menos que tengan algún objetivo non sancto.

Mientras el enemigo sea "el judío", todo va a seguir igual: vamos a seguir meando fuera del tarro. Por ahí es ése el objetivo que tienen: que todo siga igual.

Menudo favor les hacen a las causas populares y nacionales. Tal vez lo de "nacional y popular" sea tan sólo para atraer a la gilada con argumentos basura.

Goebbels sigue haciendo escuela.

Bravo muchachos! Así va a andar todo fenómeno.

Enfin.

Menudo favor les hacen a las causas populares y nacionales.

R.I.P.

- Envié también el texto antijudío completo del filósofo Buela a todos mis corresponsales que espero hayan enviado a estas alturas sus protestas a menos que hubieran optado por la indiferencia o los haya inundado el mortal escepticismo.

Mientras, en Durban asimilan al sionismo con el racismo.

Ah! Me olvidaba: aquella tarde de agosto de hace seis años, mamá llegó a abrir los ojos, vio las flores y sonrió.