Uno de los motivos de tantos desencuentros es que esperamos que el otro no sea como es. Después del flash y del incendio de la pasión y el enamoramiento, en la convivencia empezamos a ver al otro con nuevos ojos. Hay cosas que nos molestan, hay conductas que esperamos y que nunca llegan, nos frustramos, nos quejamos, nos enojamos, no nos sentimos queridos. La cosa es bien simple: cada uno es como es.
Hay gente que nace barrilete y gente que nace estaca. Digo “nace” porque son características que no cambian.
Los barriletes vienen en diferentes colores, formas y tamaños pero todos aman volar, hacer dibujos en el aire, sentirse libres, sin presiones. Son divertidos, creativos, imaginativos, siempre listos para jugar inventado cosas nuevas. También son inconstantes, impredecibles, no del todo confiables porque pueden cambiar de opinión muy rápido y pueden olvidarse de compromisos y responsabilidades. Pero son tan lindos.
Los que nacen estacas odian volar, están firmemente clavados en la tierra, derechitos, prolijos y ordenados, son estructurados, excelentes planificadores y observadores. Tienen todo en su lugar, son previsibles y absolutamente confiables. Si una estaca dice que se va a ocupar, se ocupa. Si una estaca dice que tal cosa pasó tal día a tal hora, ponele la firma de que fue así. Claro, son un poco aburridas siempre atentas a mantener todo bajo control.
Barriletes y estacas podrían hacer una buenísima pareja. El barrilete volando libre a su aire mientras su estaca lo mira desde tierra y disfruta de esos dibujos que su barrilete hace en el cielo. La estaca mantiene el fuego encendido, las cosas necesarias a mano lo que tranquiliza al barrilete que cuando se cansa de volar sabe que tiene donde volver y que todo estará donde tiene que estar.
Hay dos secretos. Uno es el piolín que une al barrilete con la estaca, que tiene que tener el largo justo para que el barrilete pueda volar y la estaca no se sienta abandonada. Y el otro es que se vean como complementarios y que no intenten cambiarse. Un barrilete no puede comportarse como una estaca, no se lo pidas, no puede. Una estaca no puede comportarse como un barrilete, no se lo pidas, no puede.
Una familia regida por una pareja de estaca y barrilete tiene lo mejor de los dos mundos siempre y cuando cada uno acepte al otro y pueda ver la maravilla de la compensación en la que viven. Cada uno tiene lo que le falta al otro y si en vez de esperar que cambie nos proponemos dejarnos ser, que el barrilete sea y que la estaca sea, que uno vuele y ponga colores en el cielo y el otro planifique y ordene. Y si sos barrilete mirá con cariño a tu estaca que mantiene todo en su lugar para cuando te canses de volar. Y vos estaca perdonale sus olvidos y distracciones y disfrutá de su vuelo colorido. Y a los dos, ¡siempre atentos al piolin!