¿Cómo seducir a una mujer?

Mabel, vos sabés que seducir a Rubén es fácil. Solo necesita tres cosas: admiración, sexo a demanda y buena comida. En cualquier orden. 

Pero no pasa lo mismo con nosotras, ¿no Mabel? ¿Qué necesitamos para tener ganas de admirar, entregarnos y dar de comer (en cualquier orden)?

No te apures a criticar diciendo que son estereotipos o prejuicios. Obviamente no todos somos iguales. No todos los hombres se rinden ante la admiración, el sexo y la comida. Ni tampoco todas las mujeres se derriten con las conductas que propondré. Pero sí muchos y muchas y también muches. A eses les hablo, a les que bajo la delgada cáscara de cultura y civilización guardan casi intactas las conductas del tiempo de las cavernas. 

Para las redes neuro-hormonales seguimos siendo mamíferos que a la hora del miedo y la angustia, del cansancio y la ansiedad, de la incertidumbre y el vacío necesitamos el mismo contacto piel a piel, el olor y la tibieza, la gratificación del alimento y el sexo que aquieten las turbulencias con un otro cariñoso que nos apapache.

Rubén sale de cacería para traer la carne a la cueva y alimentar a las mujeres y la cría. Vuelve cansado esperando el aplauso agradecido, el sexo generoso y la comida reconfortante. Mabel se quedó cuidando el fuego, atenta a los peligros, en un brazo el último bebé que amamanta, con el otro revuelve la olla comunal y con varios brazos más atiende a alguna compañera enferma o parturienta y a los niños que corren alrededor. Rubén se focaliza en una sola cosa, la caza, Mabel es multitasking, teje y cuida la red, escucha y oye, recuerda y atiende, se preocupa por todo el entorno y va resolviendo las mil y una cosas de la vida cotidiana. 

¿Cuánto de esta escena primitiva sigue estando vigente? Incluso con la nueva Mabel, la que trabaja fuera de casa y que cuando regresa a casa vuelve a ubicarse como aquel ser primitivo que se ocupaba de la cría, de espantar a los predadores y de mantener el fuego encendido?

El cavernícola quiere aplauso y sexo ¿Qué necesita su mujer para tener ganas de dárselo? Necesita que le asegure que de entre todas las mujeres, ella es su elegida, que no hay otra. Necesita estar convencida de que la ve hermosa, que su perfume lo embriaga y que su presencia ilumina su vida, que es única y que sin ella no puede vivir, como dicen los boleros que entendieron bien de qué se trata. 

Eso es lo que toda Mabel necesita oír, es la llave que abre el cofre del tesoro. 

Si el cavernícola cansado entra y ni la mira ni la ve, se aferra al control remoto y protesta porque no encuentra lo que espera encontrar, la mujer cierra lo que pudiera haber tenido abierto, desanimada, desilusionada, fastidiada, se entristece y se va. Aunque esté ahí, se va. De las ganas con que esperaba solo quedan la soledad y el enojo. Si no se siente buscada, requerida, valorada, apreciada ni necesitada, si es tratada como un mueble que, como siempre está, no hace falta mencionarlo, se transforma en un mueble, se seca, se vacía y se enfría. No hay nada peor que sentirse un elemento cotidiano, sobreentendido, que está ahí porque está y no porque se lo necesita y aprecia. 

Florencio Escardó decía que al lado de una mujer sin deseo hay un hombre que no sabe hacer las cosas. 

Así que Rubén, entrañable y tierno cavernícola, nada se consigue sin trabajo (ya escucho tu “uf”). Si querés aplauso-sexo-y-comida acordate que tu Mabel necesita sentir que te es imprescindible, que se lo digas, que se lo muestres, que te lo creas, que la entronices en el centro de tu vida como si sin ella te fueras a marchitar. 

Para seducir a tu Mabel, sea mujer o quien asuma ese género, hacela sentir una reina. Cada vez que vuelvas de tu cacería traele una flor, decile que de entre todas las mujeres del mundo, es ella con quien querés estar, que la elegís, que la volverías a elegir. Creeme Rubén, si la hacés sentir una reina, serás su rey en la mesa, en la cama y en todas partes.