El odio que comienza con los judíos nunca termina con los judíos. Es lo que quiero que se entienda hoy. No fueron solo los judíos los que sufrieron a Hitler. No fueron solo los judíos los que sufrieron a Stalin. No son solo los judíos los que sufren a ISIS o Al Qaeda o a la Yijad islámica. Cometemos un gran error si pensamos que el antisemitismo constituye una amenaza solo para los judíos.
Se trata de una amenaza, antes que nada, a Europa y las libertades que el continente requirió de siglos para conquistar. El antisemitismo no es relativo a los judíos. Se relaciona con lo antisemitas. Es relativo a las personas que no pueden aceptar sus responsabilidades ante sus propios fracasos y eligen culpar a un tercero. Históricamente, si eras cristiano en la época de las Cruzadas, o alemán después de la Primera Guerra Mundial y vieses que el mundo no se condujo del modo en que creías, culparías a los judíos. Es justamente lo que está pasando hoy. Y todo lo que yo pudiera decir es poco en cuanto al peligro que esto entraña. No solo para los judíos sino para todos los que valorizan la libertad, la compasión y la humanidad.
El surgimiento del antisemitismo en una cultura es el primer síntoma de una enfermedad, una señal prematura que avisa sobre un colapso colectivo. Si Europa permite el florecimiento del antisemitismo será el inicio de su fin. Y lo que pretendo hacer con estos breves comentarios es simplemente analizar un fenómeno repleto de incertidumbres y ambigüedades, porque necesitamos precisión y comprensión para entender por qué los antisemitas están convencidos de que no lo son.
Primero, definamos qué es el antisemitismo. Que no gusten los judíos no es antisemitismo. Todos conocemos personas que no nos gustan. Está bien, es humano, no hay ningún peligro. Segundo, criticar Israel no es antisemitismo. Hablando hace poco con alumnos de una escuela, me preguntaban si criticar a Israel era antisemitismo. Dije que no. Y expliqué la diferencia. Les pregunté: ¿Creen ustedes que tienen derecho de criticar al gobierno británico? Todos levantaron la mano. Pregunté a continuación: ¿Quién cree que Inglaterra no tiene el derecho a existir?, nadie levantó una mano. Entonces ahora saben la diferencia, les dije. Y estuvieron de acuerdo.
Antisemitismo significa negar a los judíos el derecho a existir colectivamente como judíos con los mismos derechos que los demás. Esta negación asume diferentes formas en los diferentes momentos de la historia. En la Edad Media los judíos eran odiados por su religión. En los siglos XIX y XX eran odiados por su raza. Hoy somos odiados por nuestro Estado-nación, el Estado de Israel. El antisemitismo asume diferentes formas pero sigue siendo lo mismo: la idea de que los judíos no tienen derecho a existir como seres humanos libres igual que todos los demás.
Ninguno de nosotros esperaba que el antisemitismo re apareciera en Europa con el Holocausto tan vívido aún en nuestra memoria. La razón para ello era que Europa emprendió el mayor esfuerzo colectivo en toda la historia para asegurar que el virus del antisemitismo jamás volviera a infectar al cuerpo político. La legislación antirracista, la educación sobre el Holocausto y el diálogo inter religioso fueron una empresa colosal. Con todo eso y a pesar de todo eso, el antisemitismo volvió.
El 27 de enero de 2000, representantes de 46 gobierno de países de todo el mundo se reunieron en Estocolmo y emitieron una declaración conjunta para establecer la recordación del Holocausto y la continuación de la lucha en contra del antisemitismo, el racismo y los prejuicios. Pero llegó el 11 de septiembre y en pocos días las teorías conspirativas inundaron internet con la idea de había sido obra de Israel y de su servicio secreto, el Mossad. En abril de 2002, en Pesaj, estaba en Florencia con un matrimonio judío parisino que recibió un llamado de su hijo diciendo: “mamá, papá, es hora de dejar Francia, aquí ya no estaremos seguros”.
En mayo de 2007, en una reunión privada en Bruselas, le dije a los tres líderes europeo de entonces, Angela Merkel, Presidente del Consejo Europeo, José Manuel Barroso, Presidente de la Comisión Europea y Hans-Gert Pöttering, Presidente del Parlamento Europeo, que los judíos de Europa se estaban empezando a preguntar si había futuro para ellos en Europa. Fue hace nueve años. Desde entonces, las cosas empeoraron. Ye en 2013, antes de algunos de los peores incidentes, la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea reveló que casi ⅓ de los judíos de Europa pensaban emigrar debido al antisemitismo. En Francia, el número era del 46%, en Hungría, 48%.
Permítanme preguntarles algo, a judíos, cristianos o musulmanes: ¿se quedarían en un país donde fuera necesaria la presencia de la policía para protegerlos cuando fueran a orar? ¿donde sus hijos precisaran de policías armados para protegerlos en la escuela? donde, su llevaran algún símbolo de su fe en público se arriesgaran a ser insultados o atacados? donde, si sus hijos llegaran a la universidad serían insultados e intimidados por algo que ocurre en otra parte del mundo? donde al expresar un punto de vista propio sobre la situación fueran silenciados a los gritos?
Esto es lo que les está sucediendo los judíos en toda Europa. En cada uno de los países de Europa, sin excepción, los judíos temen por el futuro de sus hijos. Si esto continúa, los judíos deberán dejar Europa hasta que Europa termine volviéndose Judenrein, limpia de judíos.
¿Cómo pasó esto? Pasó igual a como los virus siempre vencen al sistema inmunológico humano, o sea, por mutación. El nuevo antisemitismo es diferente del viejo de tres maneras. Ya mencioné a una, los judíos fueron odiados por su religión Después por su raza. Hoy por su Estado-nación. La segunda diferencia es que el epicentro del antiguo antisemitismo era Europa, hoy es el Medio Oriente y se transmite globalmente por las redes sociales. La tercera es especialmente perturbadora. Voy a explicar. Odiar es fácil, lo difícil es justificarlo públicamente. A lo largo de la Historia, cuando las personas pretendían justificar el antisemitismo lo hacían recurriendo a las más altas autoridades de la cultura. En la Edad Media esa fuente era la religión. Había, entonces, un antijudaísmo religioso. En la Europa del post iluminismo, esa fuente fue la ciencia. Eran las dos bases de la ideología nazi, el darwinismo social y el así llamado estudio científico de la raza. Hoy, la mayor fuente de autoridad en el mundo son los derechos humanos. Es por eso que Israel, la única democracia en pleno funcionamiento en el Oriente Medio, con una prensa libre y un poder judicial independiente, es acusado, con regularidad, de los cinco pecados capitales de los DDHH: racismo, apartheid, crímenes de lesa humanidad, limpieza étnica y tentativa de genocidio.
El nuevo antisemitismo tuvo una mutación tan grande que cualquier adepto puede negar que sea antisemita. Dirá “no soy racista, no tengo nada contra los judíos ni contra el judaísmo, mi único problema es con el Estado de Israel”. Sin embargo, en el mundo hay 56 países musulmanes y 103 cristianos y hay solo un Estado judío, Israel, que constituye el ¼ del 1% de la extensión de tierra del Oriente Medio. Israel es el único entre los 193 países-miembros de las Naciones Unidas que tiene su derecho a la existencia constantemente cuestionado teniendo, además, a un país como Irán y muchos otros grupos, comprometidos explícitamente en su destrucción.
Antisemitismo significa la negación del derecho de los judíos a existir como judíos con los mismos derechos que todos los demás. La forma en que se viste hoy, es el antisionismo. Hay naturalmente una diferencia entre sionismo y judaísmo, entre judíos e israelíes, pero esa diferencia no existe para los antisemitas. Fueron judíos y no israelíes los asesinados en los ataques terroristas en Toulouse, París, Bruselas y Copenhague. El antisionismo es el antisemitismo de nuestros días.
En la Edad Media los judíos fueron acusados de envenenar los pozos, de diseminar la peste y de matar niños cristianos para usar su sangre. En la Alemania nazi fueron acusados de controlar el capitalismo de los EEUU y el comunismo de la URSS. Hoy somos acusados de dirigir al ISIS y a los EEUU. Todos los antiguos mitos fueron reciclados, desde el Libelo de Sangre hasta los Protocolos de los Sabios de Sion. Las caricaturas que inundan al Oriente Medio son clones de las publicadas en Der Stürmer, uno de los principales vehículos de la propaganda nazi entre 1923 e 1945.
El arma fundamental del nuevo antisemitismo es asombrosamente simple. El Holocausto no deberá volver a pasar, pero los israelíes son los nuevos nazis, los palestinos son los nuevos judíos, todos los judíos son sionistas, por ello, ¡los verdaderos antisemitas de nuestros días son, ni más ni menos, que los propios judíos! Y no se trata de ideas imaginarias. Están diseminadas en todo el mundo musulmán incluidas sus comunidades en Europa que van infectando, de a poco, a la extrema izquierda, a la extrema derecha, a los círculos académicos, los sindicatos y hasta a algunas iglesias. Habiéndose curado del virus del antisemitismo, Europa está siendo re-infectada desde partes del mundo que nunca hicieron el autoanálisis hecho por Europa cuando los hechos sucedidos durante el Holocausto fueron conocidos.
¿Cómo tales absurdos llegaron a ser creíbles? Estamos entrando en un campo vasto y complejo. Escribí un libro sobre ello pero la explicación más simple es la que sigue. Cuando a un grupo les pasan cosas malas, sus integrantes pueden hacerse algunas de las siguientes preguntas: “¿Qué hicimos mal?” o “Quién nos hizo esto?”. Todo el destino del grupo dependerá de la pregunta que elijan. Si preguntan: “¿Qué hicimos mal?” habrán dado el paso inicial de una autocrítica esencial para una sociedad libre. Si preguntan “Quién nos hizo esto?” el grupo quedará definido como víctima y buscará un chivo expiatorio a quien culpar de todos los problemas. Clásicamente, los judíos.
El antisemitismo es una forma de fracaso cognitivo que sucede cuando determinados grupos sienten que están perdiendo control sobre su mundo. Comenzó en la Edad Media, cuando los cristianos advirtieron que el Islam los vencería en lugares que consideraban propios, siendo Jerusalem el principal. Fue cuando, en 1096, yendo hacia Tierra Santa, los Cruzados se detuvieron en el camino para masacrar a las comunidades judías del norte de Europa. En el Oriente Medio nació en la década de 1920 ante el colapso del Imperio Otomano.
En Europa el antisemitismo resurgió en la década de 1870, durante un período de recesión económica con un nacionalismo renacido. Y está reapareciendo en Europa actualmente por las mismas razones, recesión, nacionalismo y una reacción hostil frente a los inmigrantes y otras minorías. El antisemitismo ocurre cuando la política de la esperanza deja el lugar a la política del miedo que se transforma, rápidamente, en política de odio.
Se reduce el problema complejo, entonces, a cosas simples. Divide el mundo en blanco y negro viendo todas las fallas de un lado y todo lo que sufren las víctimas del otro. Selecciona a un grupo al que culpar entre centenares de potenciales criminales. El argumento es siempre igual, nosotros somos inocentes, ellos son los culpables. Se deduce de ahí que para liberarnos de ellos, de los judíos o del Estado de Israel, deben ser destruidos. Así dan comienzo los grandes crímenes.
Los judíos fueron odiados por ser diferentes. Eran la minoría no cristiana más visible en una Europa cristiana. Hoy somos la presencia no musulmana más visible en el Oriente Medio islámico. El antisemitismo siempre fue la incapacidad de un grupo de dar lugar a la diferencia. Ningún grupo que adopte esta línea podrá jamás crear una sociedad libre.
Terminaré por donde empecé. El odio comienza con los judíos pero nunca termina con los judíos. El antisemitismo es contra los judíos solo de un modo secundario. Primero tiene que ver con el fracaso de algunos grupos en aceptar las responsabilidades por sus propios fracasos y de construir su propio futuro con su propio esfuerzo. Ninguna sociedad que promovió el antisemitismo mantuvo su libertad, los derechos humanos o la libertad religiosa. Toda sociedad movida por el odio comienza buscando destruir a sus enemigos pero termina destruyéndose a sí misma.
La Europa de hoy no es fundamentalmente antisemita. Pero permitió que el antisemitismo entrase con los nuevos medios electrónicos. No pudo reconocer que el nuevo antisemitismo es diferente del viejo. No estamos hoy de nuevo en la década de 1930 pero estamos cerca de 1879 cuando Wilhelm Marr fundó la Liga de Antisemitas en Alemania; cerca de 1886, cuando Édouard Drumont publicó La France Juive; y cerca de 1897, cuando Karl Lueger se convirtió en el alcalde de Viena. Fueron momentos-clave para la difusión del antisemitismo y lo que es preciso hacer hoy es recordar que lo que se dijo entonces sobre los judíos está siendo dicho hoy sobre el Estado Judío.
La historia de los judíos en Europa no siempre fue feliz. El tratamiento que este continente dio a los judíos agregó ciertas palabras al vocabulario humano: disputas, conversión forzada, Inquisición, expulsión, autos de fé, gueto, pogrom y Holocausto, palabras escritas con lágrimas de sangre judía. Y con todo eso, los judíos amaban Europa y contribuyeron en su enriquecimiento con algunos de sus mayores científicos, escritores, académicos, músicos y formadores de la cultura occidental moderna.
Si Europa se deja arrastrar nuevamente por ese mismo camino, así será la historia en tiempos futuros: primero vinieron por los judíos, después por los cristianos, después por los gays, después por los ateos, hasta que no quede nada del alma de Europa a no ser una nostalgia lejana y moribunda.
Intenté acá darle voz a quienes no la tienen. Hablé en nombre de los asesinados de los Roma y los Sinti, los gays, los disidentes, los discapacitados mentales y físicos y de un millón y medio de niños judíos asesinados en virtud de la religión de sus abuelos. Todos sabemos donde termina este camino. No nos dejemos arrastrar nuevamente por él.
Ustedes son los líderes de Europa, su futura está en sus manos. Si no hicieran nada, los judíos se irán, la libertad europea morirá y quedará una mancha moral en el nombre de Europa que toda la eternidad no conseguirá apagar. Deténganlo mientras haya tiempo.
Discurso del Rabino Lord Jonathan Sacks en la Conferencia “El futuro de las comunidades judías en Europa”, en el Parlamento Europeo, Bruselas, 27 de septiembre de 2016. http://rabbisacks.org/mutating-virus-understanding-antisemitism/
Traducción Diana Wang.
El Rabino Lord Jonathan Sacks, es el Rabino Jefe de las Congregaciones Judías Unidas del Commonwealth y Av Beit Din (presidente del Tribunal Rabínico) entre 1991 y 2013. En 2009, fue designado como un par vitalicio con asiento en la Casa de los Lores, con el título de Barón Sacks de Aldgate, City of London. Desde que dejó el cargo de Rabino Jefe, trabaja como Profesor de Pensamiento Judío en la Universidad de Nueva York y Profesor de Derecho, Ética y Biblia en el King’s College de Londres.